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Fundamentos de bioenergia e acupuntura.
Tipologia: Manuais, Projetos, Pesquisas
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A. CARLOS NOGUEIRA PÉREZ
EDICIONES C.E.M.E.T.C. S.L.
Esta obra nace como necesidad de aportar libros de texto a todos los que en oc- cidente se inician en el estudio de la Medicina Tradicional China. Por ello la hemos estructurado siguiendo los métodos didácticos occidentales, permitiendo al estudiante ir adentrándose paulatinamente en el intrincado mundo de la bioenergética. La bioenergética viene a ser el instrumento o el medio que va a permitir aunar la filosofía oriental y su empirismo a la biología y la medicina occidental y su orto- doxia científica. Acupuntura para el occidental no significa más que Acus (aguja), puntura (pun- ción), siendo, por tanto un término vacuo, exento de todo fundamento científico. Para el oriental el término Acupuntura engloba una serie de leyes y principios que le permiten entender al hombre como un ente energético sometido al influjo de ener- gías que provienen del Cielo y la Tierra (su medio geocósmico) y por tanto suscep- tible a las variaciones del mismo. Modificar el espíritu mecanicista que impregna nuestro desarrollo académico y entrar en una nueva concepción integracionista del Cielo-Hombre-Tierra o espíritu holístico, sólo es posible a través de la bioenergética, ciencia que estudia las inte- racciones de la energía sobre la estructura viva. Por ello, ésta, a nuestro entender, es el puente que permite dicha integración y el cuerpo doctrinal básico e imprescindible para todos aquellos que pretendan ejercer las medicinas vitalistas. Aquellas que consideran a la energía como principio integrador y regulador de toda estructura físico-química y por tanto su cúspide bio- lógica. Estamos, pues, ante algo trascendente ya que puede aplicarse para curar y man- tener la salud que es lo más importante que le puede acaecer al hombre, y por ello debe ser digno de un estudio serio, metódico y lógico. Por ello, estructuramos la obra siguiendo el criterio de formación académica oc- cidental en cuanto a la forma, siendo el fondo los principios energéticos orientales, haciendo así posible su comprensión. Es el fruto de más de veinte años de recopilación, síntesis e investigación de di- versas fuentes en relación con las Etnomedicinas Vitalistas y en particular con la Tradicional China. En el estudio de estas ciencias se produce un fenómeno que captó siempre nues- tra atención y que suponemos fue la motivación más importante para su creación. En términos generales, los colectivos sanitarios occidentales se asoman a la cien- cia médica tradicional considerando que en ella se encierran recetas mágicas y mé-
ortodoxa.cartesiana que rige los principios médicos de la cultura oriental y occidental en términos generales. En esta dirección va la obra que ofrecemos, aunque insisti- mos, es un arduo camino lleno de obstáculos que probablemente levante las críti- cas de los "conspicuos científicos" y los "inmateriales filósofos" el saber y el ser, la forma y el fondo. Para unos y para otros citamos a PD Ouspensky y en su obra Fragmento de una Enseñanza Desconocida: "cuando el saber predomina sobre el ser (la ciencia sobre la esencia), el hombre sabe pero no tiene el poder de hacer; es un saber inútil, el saber del detalle ligado a la ignorancia de la esencia. Cuando el ser predomina sobre el saber, el hombre tiene el poder de hacer, pero no sabe que hacer, sus esfuerzos han sido inútiles". La comprensión depende de la armonía del ser y saber. El saber por si sólo, no da comprensión, normalmente se considera que cuanto más se sabe más se compren- de, sin embargo, a menudo se observan variaciones en el grado de comprensión de conceptos de acuerdo al estado emocional y en general a lo largo del desarrollo y la madurez. Aunque el camino no ha hecho más que empezar, confiamos en que a través de esta obra, se abra un nuevo horizonte en la comprensión del inmenso legado orien- tal y que ello redunde en beneficio de la salud de todos los seres humanos.
La creación de este libro, pretende hacer comprensibles los prin- cipios que rigen la Medicina Tradicional China y en concreto, la Acupuntura, a todos aquellos profesionales interesados en la apli- cación terapéutica de esta ciencia e introducir en el campo del Taoísmo y la Bioenergética a todas las personas que deseen co- nocer ciertos aspectos de la milenaria cultura y filosofía China.
Durante muchos años hemos impartido docencia de esta me- dicina y formado a centenares de terapeutas con preparación uni- versitaria occidental y en base a esta experiencia hemos podido constatar una serie de circunstancias que han conformado el es- píritu y fin de esta obra.
En primer lugar es preciso considerar, en su verdadera dimen- sión, la circunstancia cósmico-telúrica del ser humano. Resulta muy difícil introducirse en los principios vitalistas que conside- ran al mismo como un reflejo de dicha dualidad y circunstancia derivada de su acción. La praxis y ortodoxia occidental, consi- dera, en base a un cientifismo, cuestionado hasta en sus propias bases, la existencia de la Bioenergética, como un empirismo o mero filosofar sin considerar la tremenda carga científica que encierra sus principios, sancionados día a día por la evidencia de los hechos.
Tras grandes esfuerzos y largos años de estudio el terapeuta occidental accede al ejercicio de su profesión, de la cual, lóficamente, está orgulloso, conformando una idiosincrasia de clase derivada de la posibilidad de practicar la más noble de las profesiones. Estas circunstancias apoyadas por los principios del racionalismo cartesiano, que rige el desarrollo científico, conlle- van a una situación de escepticismo o de rechazo sistemático de otras posibilidades terapéuticas que puedan cuestionar ciertos principios adquiridos.
Por ello es preciso tratar de dar una respuesta científica o al menos racional a los principios que rigen la M.T.Ch, de tal for- ma que sean comprensibles o guarden cierto grado de lógica alopática. Los clásicos chinos, en base a su filosofía, manifestaban los principios de acuerdo al conocimiento existente en su época y así hablaban del embalamiento de Yang hepático o la insuficiencia de Yin renal como causas de un equilibrio del Dao Vital (hipertensión),o de la caída de Yin por insuficiencia de Yang
(metrorragias), o del pei Cardiaco por alteraciones del Yin de Bazo- Páncreas (cardialgias), etc. Traspolar estos términos a la ciencia médica actual y hacerlos comprensibles es una labor delicada que exige una metodología y desarrollo didácticos sumamente complejos. Es por ello que en algunas ocasiones, durante el desarrollo de ciertos principios básicos, expongamos teorías personales que per- mitan alcanzar un nivel de conocimiento más profundo, aún a riesgo de poder confundirnos en el planteamiento o la disposi- ción de los nexos de unión y comprensión didáctica que preten- demos. En segundo lugar la M.T.Ch y en concreto la Acupuntura- Moxibustión es una ciencia médica y como tal tiene su propia fisiología, anatomía, etiopatogenia, diagnóstico y tratamiento y, por tanto, su estudio debe desarrollarse en base a un esquema de progresivo conocimiento y no en formularios o "combinacio- nes secretas" que en el mejor de los casos actúan de una mane- ra sintomática sin tener en cuenta el factor etiológico. La individualización estricta del paciente, es premisa deriva- da de la propia circunstancia energética del hombre; son tantos los factores que pueden modificar los potenciales energéticos que resulta imposible una misma respuesta o alteración. Los olores, los sabores, las dietas, los colores, los factores psicoafectivos, las circunstancias geográficas, cosmológicas, ambientales, etc., son parámetros incidentes sobre el equilibrio psico-somático humano. Por esa causa no se incluyen formularios terapéuticos, que en todo caso serían útiles en la medida que lo fuera la acción de un punto considerado como parte del tratamiento base y nunca como resultado del estudio y análisis de la circunstancia individua- lizada. En tercer lugar consideramos que la enseñanza de la Acu- puntura debe desarrollarse, al igual que en otras disciplinas, si- guiendo un método de progresivo entendimiento que permita introducirse gradualmente en base a unos principios firmemen- te establecidos. Por ello, en este primer libro, intentamos un desarrollo elemen- tal y básico de la fisiología energética y su anatomía fundamen- tal; dejando para sucesivas publicaciones la anatomía de colate- rales, microsistemas, puntos extrameridianos, etiopatogenia, diag- nosis y tratamiento según especificamos en el plan general de la obra. No quiero terminar esta introducción sin dedicar unas líneas de agradecimiento al Dr. Guyen Van Nghi, al cual me unió un gran afecto y al que debo mi iniciación en este legado de cien- cia y tradición. Allá en su sutil morada le seguimos recordando y respetando como al Gran Maestro.
«La energía es la causa de toda producción y toda destruc- ción». Nei Jing Su Wen. La tesis oriental sostiene que la materia es un estado de con- densación de la energía y que ésta, al dispersarse, retorna a su estado inicial de energía. El Principio está representado ideográficamente por:
Este símbolo se compone de dos partes:
Es el Principio Primero que parte del TAO del que diría Lao Tse: «Parece el origen de todas las cosas, se manifiesta como antepasa- do de los dioses, no sé de quién es hijo.» El Primer Principio, el T'CHI, vemos que encierra la cifra 2 en su simbolismo: Este dos, como veremos más tarde, es el origen del 3, y del 3 partirán todas las cosas: «los 10.000 seres». En Occidente, cuando se habla de energía, nos referimos a ella con un concepto mecanicista; como «una capacidad para realizar un trabajo, por definición física; haciendo extensión al ser humano, como una fuerza que nos indicará la mayor o menor capacidad de acción y reacción de éste». Esta fuerza la nombramos de diferentes mane- ras atendiendo a su origen y manifestaciones, así tendremos: energía eléctrica, química, nuclear, cinética, térmica, eólica, etc. Nuestra civilización tiende hoy a mantener y desarrollar la lla- mada sociedad tecnológica, buscando, en todo, la aplicación prác- tica que ayude a sostener el sistema de pseudobienestar moder- no. Así se explotan los recursos energéticos en función de posi- bles beneficios inmediatos, sin tener en cuenta la dinámica pro- pia del universo, origen común de toda manifestación energética. En resumidas cuentas, T'CHI o Principio, es el origen de todo y para los orientales constituye el objeto primordial de su estu- dio, independientemente de sus múltiples formas de presenta- ción. Dominar este Principio supone controlar sus manifestacio- nes en provecho del ser humano y de su desarrollo armónico y saludable. Las últimas investigaciones en física cuántica vislumbran la uti- lidad de las teorías holísticas. Eruditos y científicos de diversas ramas (como la física, la filosofía, la sociología, la neurofisiología, etc.) se interesan por una nueva tesis acerca de la formación del Universo a partir de sistemas energéticos microfísicos, que se combinarían formando estructuras cada vez más amplias. Algu- nos, como L. Domash, opinan que la conciencia pura es la esen- cia del Universo. Esta idea se aproxima a los postulados taoístas de hace 2.500 años. Tratar de entender el DAO y su manifesta- ción primera, el T'CHI, es vital para el ser humano. Las ideas bá- sicas del taoísmo no llegan a dispersarse en complicadas expo- siciones teóricas, sino que se limitan a plantear una serie de con- ceptos mediante los cuales se pueda comprender la acción del T'CHI. Esta doctrina pragmática, que los chinos no analizan más que bajo la óptica del resultado obtenido, sin importar en prin- cipio, el empirismo de su origen, cruzará las fronteras del mero filosofar para imponerse en el campo médico y en el ámbito de toda la sociedad china en general. Por tanto, el esfuerzo de los filósofos, médicos, etc., no se dirigirá, en principio, tanto a la explicación o comprensión total de los principios universales como a su aplicación en la vida diaria, lo que conllevará a un estado armonioso respecto al DAO, de una manera eminentemen-
dos por la medicina alopática, desligada en gran medida de es- tos conceptos. Con todo, los servicios médicos modernos cuen- tan con elementos técnicos gracias a los cuales se ponen de ma- nifiesto determinadas formas de energía humana (electrocardio- gramas, electroencefalogramas, etc...). Hay que remontarse a Empédocles, con la teoría de los cua- tro elementos (aire, fuego, tierra, agua), para encontrar una línea convergente con la cultura china. Hipócrates, considerado el padre de la medicina occidental, siguió el camino trazado por Empédocles, elaborando los cuatro tipos morfológicos así como los conceptos de presentación y combinaciones del frío y el ca- lor, de la humedad y la sequedad. Esta doctrina fue desarrollada posteriormente, en su vertiente puramente filosófica, por Aristóteles. La obra hipocrática no fue continuada. Tras la caída del Imperio Romano se perdió para Occidente esa primera tra- dición filosófico-terapéutica, que relacionaba al hombre con su medio telúrico y cósmico. Sin embargo, en China se continuó desarrollando, en profun- didad, ese maravilloso legado de la tradición, que concibe al hombre como ente sometido en todo momento a las influencias cosmológicas y telúricas, dando lugar a un principio que desgra- ciadamente nuestra avanzada civilización no ha considerado en su justa medida: «El hombre responde al cielo y a la tierra. El hom- bre es un microcosmos inserto en el macrocosmo. El hombre es un ser bipolar alternante, sujeto de forma determinante a las influencias de dos fuerzas antagónicas y complementarias.»
Estas fuerzas son las del cosmos (Yang) y la tierra (Yin). En resumidas cuentas, el hombre es un transformador de ener- gía, diferenciándose del resto de los seres vivos en que es capaz de producir y responder a ciertas manifestaciones específicas, que forman los planos psíquicos de actuación o nivel Shen, como explican las teorías energéticas chinas. El tiempo es mudo testigo de la verdad y coincidiendo con los grandes avances científico-técnicos de nuestro siglo, paradójica- mente, nos encontramos con un fenómeno de interés creciente por estas milenarias y ancestrales culturas, sorprendiéndonos a todos con un legado cultural que parece anticiparse en muchos conceptos a los más revolucionarios descubrimientos y teorías actuales. Las 12 Proposiciones Axiomáticas de Fu-Shi, la Ley de la Relatividad (Yin- Yang), el «feed-back o retroalimentación or- gánico-visceral, la circulación sanguínea y un largo etc., hacen pa- lidecer a los más ortodoxos y conspicuos hombres de ciencia cuando se tiene la humildad suficiente para interesarse por la Tradición China e interpretar las ingentes cargas científicas y fi- losóficas que encierran sus principios, expresados en un lenguaje sencillo, como la propia naturaleza de la que parten. No creo que exista nadie que ignore los grandes descubrimien- tos chinos que nos preceden en milenios, y que en la actualidad
dude de la gran cultura oriental en todas sus manifestaciones. Por tanto, no debemos cuestionar su medicina, que al fin y al cabo es una parte de toda su filosofía y forma de vida (tal vez para nosotros la más importante). Desgraciadamente, la historia del hombre ha estado gobernada por sistemas políticos y por influencias materialistas, donde ha dominado indiscutiblemente el poder y la codicia y ello no ha permitido un desarrollo armónico de la ciencia y su aplicación humanística. La Medicina China, de la cual forma parte la Acupuntura, es un método terapéutico basado en un enfoque biológico distinto al occidental; se parte del principio de la existencia de una sus- tancia inmaterial, invisible para nosotros, que llamarnos energía y que es la responsable, en primera instancia, de cualquier cam- bio biológico.
Este concepto «Vitalista» no es exclusivo de la Medicina Tradi- cional China. En Oriente y Occidente hay otras medicinas que si- guen esta línea de actuación. En contra de esta corriente surgió la medicina «Mecanicista», que contempla al ser humano como una mera máquina formada por la suma de varios mecanismos.
La corriente Mecanicista que nació, como hemos dicho, tras la caída del Imperio Romano, tuvo etapas de evolución merced a importantes personajes como Galeno y Diego y fenómenos sociales como el Renacimiento y el decisivo Modernismo de Pasteur. Todo ello confirmó dos claras bases de actuación; la 1.a fue la necesidad de estudiar la causa de la enfermedad como agen- te exógeno o de fuera del individuo; la 2.a^ fue la implantación del método inductivo, mediante el cual se recogen casuísticas de dife- rentes tipos y a partir de ahí se hacen generalizaciones globales. Estos principios conformaron la llamada actualmente Medicina Analítica. La corriente «Vitalista», única hasta la época indicada, se co- rresponde con la llamada medicina mágico-religiosa de princi- pios invariables y que quizás nosotros, con una crítica fácil y una ciencia en embrión, despreciamos como esotérica. Sin embargo, tuvo también importantes seguidores como Paracelso, las corrien- tes progresistas (duramente perseguidas por los poderes religio- sos de la Edad Media y Moderna), los homeópatas de Hanneman posteriormente y en la actualidad multitud de acupuntores y pro- fesionales de otras ciencias médicas. Todo este fenómeno dio origen a dos principios básicos. El l.Q^ fue el llamado método de- ductivo; se parte del principio del T'Chi (energía), como verdad incuestionable o axioma fundamental y a continuación se efec- túan deducciones. Este principio es similar al que rige nuestras ciencias matemáticas. El 2.a^ es el que considera que la enferme- dad tiene génesis interna y que las causas externas no podrán in- fluir más que ante la existencia de ciertas predisposiciones, lo que se denomina en energética «factor hereditario» de la energía An-
Esto nos permite sentar una característica muy importante de la Medicina Tradicional China: de ser la única que va a estable- cer una relación absolutamente directa entre la enfermedad, las manifestaciones energético-cósmicas (factores climáticos) y los factores del medio exógeno en general.
d) La enfermedad no tiene nombre, es un estado de desequi- librio energético que se puede manifestar por una carencia o un exceso, o lo que es lo mismo: Síndrome Yang o plenitud (SHI) y Síndrome Yin o vacío (XU). e) El desequilibrio energético, que es siempre causa etiológica primaria de cualquier manifestación patológica física, va a cursar con una sintomatología perfectamente definida de cuyo conocimiento dependerá en gran parte el éxito del trata- miento y la profilaxis. f) El hombre es un ente bipolar alternante, y como toda manifestación en el Universo, esta alternancia de positivo a ne- gativo (de Yang a Yin o viceversa), de una manera armónica per- mite la vibración, el movimiento, la mutación permanente y con- tinua, o lo que es lo mismo: la vida. Lógicamente, esta mutación o vibración permanente precisa unos suministros energéticos que la mantengan. El hombre adquiere del medio esas energías y lo hace por dos vías:
«EL HOMBRE RESPONDE AL CIELO Y LA TIERRA»
El hombre es representado energéticamente por el ideograma:
ESQUEMA 2
El esquema representa, como hemos visto, un ente que reci- be la energía necesaria para su mutación o movimiento perma- nente de dos fuentes: la cósmica y la telúrica. Las variaciones hacia arriba o hacia abajo, representan respec- tivamente al «místico» u hombre despegado de las energías terrenas, que sobrevive en perfecto estado energético con apenas aportes alimenticios y al hombre «ruin o inculto», que se inclina ante la Tierra y sus valores, prescindiendo de los aportes cósmicos en gran medida.
Llevado al plano de interpretación filosófica, las energías cós- micas representarían los valores religiosos, elevados, éticos, etc., y las telúricas los del medio ambiente, materiales, ecológicos, te- rrenales, etc. La consecuencia inmediata en la que se nos ocurre pensar es que el hombre está enfermo o desequilibrado energéticamente cuando lo están sus fuentes generatrices. Los valores telúricos están en degradación constante y los cósmicos han perdido, en gran medida, su ser y esencia.
El hombre, según la concepción oriental, ocupa como hemos visto, el lugar central entre el Cielo y la Tierra, respondiendo al principio cosmológico antedicho. Ello choca con el concepto antropocéntrico occidental, manifestado en la frase pitagórica: «El hombre es la medida de todas las cosas.» Esta divergencia de princi- pios explica que para el occidental resulte difícil entender las bases médicas chinas que relacionan al hombre con los elemen- tos constitutivos de la Tierra (Pentacoordinación) y con la reali- dad cosmológica de Tierra y Cosmos, dialéctica que explica la dualidad integracionista del Yin y del Yang.
(*) Ver tomo II. Lección 1.a^ Capítulo I. También llamados por diversos autores Rong-Wei-Jing.
Estas energías complementarias, que tratarán de salvaguardar la energía «Tesoro», son las denominadas energías adquiridas, pro- cedentes de la respiración y de la alimentación (como hemos vis- to), y que la M.T.Ch, denomina energía Rong o Nutricia y ener- gía Wei o defensiva. La energía Rong se va a formar por la combi- nación de los componentes energéticos de los alimentos (que se desprenderán por la acción bioquímica de las enzimas orgánicas en el curso de la digestión) y el oxígeno del cosmos..., suminis- trado a través de la respiración. Por tanto: energía Rong (Yong Qi o Rong Qí o Ying Qi) Thin (2) alimenticio o Thin de los cereales o Jing Qi nutricio + Thin respiratorio o Qing Qi o Tian Qi. Vemos, de una manera inmediata, al Estómago y al Pulmón como bases fisiológicas en la formación de esta energía. Y así la Medicina Tradicional China (M.T.Ch.) da un gran valor a ambos en sus aspectos de generadores, hasta el punto de manifestar que el Estómago es la «fábrica de la salud», e incluso existe un siste- ma terapéutico, de amplia aplicación en Oriente, basado en ejer- cicios respiratorios, cuyos resultados son realmente sorprenden- tes. Los ejercicios respiratorios y su metodología componen una parte importante de todos los sistemas médicos, incluso alopáticos. Podemos esquematizar aquel proceso de la siguiente manera:
Esta energía será la que circule por las llamadas Vías Princi- pales (Jing Mai) a partir de Pulmón, siguiendo un ciclo nictameral
(2) La palabra Thin representa cambio o mutación. La veremos con frecuencia en los textos antiguos, sobre todo vietnamitas, lo que puede dar lugar a errores de interpretación.
perfectamente definido, alimentando o nutriendo energéticamente a todos los sistemas. La 2.a^ energía, llamada Wei, tiene una misión eminentemente defensiva y por ello tiene que manifestarse hacia el exterior de una manera continua. Si creemos en el principio de que el hombre es un ente ener- gético, tenemos que aceptar que le pueden influir «energías per- versas» (3), que son las variaciones climáticas o elementos cós- micos que inducen enfermedad y que se podrán manifestar en seis variedades: calor (Re), viento (Feng), frío (Han), humedad (Shi), sequedad (Zao) y fuego (Huo) (como expresión máxima del calor). Estas energías cósmicas destruirían de una manera fulminante la economía energética humana si no existiera la denominada energía Wei, la cual en su constante exteriorización va a crear campos de neutralización que impidan la acción de la noxa cósmica. Se podría esquematizar de la siguiente manera:
. Vemos en el esquema que las agresiones constantes del me- dio son repelidas por la energía defensiva, neutralizándose a nivel no físico, esto es, fuera de la epidermis, gracias a una barrera defensiva o «halo energético», cuya existencia, planteada en to- das las culturas y religiones del mundo antiguo, se está investi- gando científicamente en la actualidad, a través de la fotografía del espectro energético de la cámara Kirlian y otros métodos. Su objetivación elimina el carácter esotérico y mágico de un concepto básico y elemental en bioenergética.
(3) Los chinos, en un lenguaje siempre sencillo, denominaron a los componentes climáticos desarreglados, energías perversas con gran propiedad, pues perverso es todo aquello que es capaz de producir daño.