



Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Prepara tus exámenes con los documentos que comparten otros estudiantes como tú en Docsity
Los mejores documentos en venta realizados por estudiantes que han terminado sus estudios
Estudia con lecciones y exámenes resueltos basados en los programas académicos de las mejores universidades
Responde a preguntas de exámenes reales y pon a prueba tu preparación
Consigue puntos base para descargar
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Comunidad
Pide ayuda a la comunidad y resuelve tus dudas de estudio
Descubre las mejores universidades de tu país según los usuarios de Docsity
Ebooks gratuitos
Descarga nuestras guías gratuitas sobre técnicas de estudio, métodos para controlar la ansiedad y consejos para la tesis preparadas por los tutores de Docsity
subculturas y contraculturas resumen principal de estos temas
Tipo: Resúmenes
1 / 5
Esta página no es visible en la vista previa
¡No te pierdas las partes importantes!
Sobre los conceptos de cultura, subcultura y contracultura: el sentido de la integración Es inevitable comenzar realizando una revisión general del concepto de cultura y sus límites para poder proceder a su empleo como elemento de análisis al servicio del investigador. Según el diccionario de la Real Academia Española, entendemos por cultura el “resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse (hacerse finas) por medio del ejercicio de las facultades intelectuales del hombre”. La literatura sobre la cultura tiene un amplísimo recorrido histórico y proviene de una gran variedad de disciplinas, desde las que se han desarrollado modelos propios. Se trata de un concepto muy amplio y difuso, frecuentemente utilizado en el lenguaje cotidiano pero que sin duda adquiere una relevancia determinante en las ciencias sociales, convertido en el más central de los problemas, y especialmente en la rama de la Antropología Social y Cultural, desde donde más (y posiblemente mejor) se ha teorizado a cerca de este concepto. El antropólogo inglés, Edward Tylor, en su obra Primitive Culture (1871) estableció el primer y más amplio concepto de cultura, que abracaba “todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, la costumbre y cualquier otra capacidad y hábito adquirido por el hombre en cuanto que es miembro de la sociedad”. Muchas han sido las posteriores conceptualizaciones pero, en su uso generalizado, giran en torno a la cultura como el modo de vida de un grupo humano. Kluckhohn ya lo señalaba en su definición de cultura, allá por 1962: “pautas explícitas e implícitas de y para el comportamiento adquiridas y trasmitidas por símbolos que constituyen el logro distintivo de grupos humanos (…) el núcleo esencial de la cultura comprende ideas tradicionales, (es decir, históricamente trasmitidas y seleccionadas) y, sobre todo, los valores que se les atribuyen”. Siguiendo esta línea de pensamiento, para Stuart Hall, uno de los padres de los estudios culturales, la cultura estaría organizada por una serie de “mapas de significados” que hacen las cosas accesibles a sus miembros, pero que también están presentes en las formas de organización y relación como nexos de unión entre lo meramente individual y lo plenamente social. Esto lleva al autor a entender la cultura “como la forma en la que las relaciones sociales de un grupo son estructuradas y moldeadas, así como la manera en que esas formas son experimentadas, entendidas e interpretadas”. Siguiendo este hilo conductor, el triunfo de una tendencia de interpretación hegemónico conlleva el establecimiento de una definición unitaria de la realidad, una definición oficial y legítima de la realidad que genera la negación de cualquier tipo de análisis que pueda introducirse. Esto nos llevaría a hablar del concepto de cultura hegemónica, a pesar de ello, las propias culturas engendran las fuerzas que pueden llegar a transformarlas ya que el sistema central de valores no constituye la totalidad de valores y creencias observadas en la sociedad. Es aquí donde juegan un papel importante, entre otros, los conceptos de subcultura y contracultura como alteradores del orden social instituido. El concepto de subcultura entraña también dificultades a la hora de su conceptualización. Como sucede con el concepto de cultura, en muchos casos se ha dado un uso excesivo e indiscriminado del mismo. El vocablo subcultura no se difundió en la literatura de las Ciencias Sociales hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Milton Gordon, en 1947 definía la subcultura como:
“una subdivisión de la cultura nacional que resulta de la combinación de factores o situaciones sociales tales como la clase social, la procedencia étnica, la residencia regional, rural o urbana de los miembros, la afiliación religiosa, y todo ello formando, gracias a su combinación, una unidad funcional que repercute integralmente en el individuo miembro”. Este reduccionismo metodológico, de corte y rigidez neo marxista, ha supuesto que en los últimos años se hayan sucedido algunos estudios poniendo en cuestión la validez del concepto de subcultura propio de los CCCS, a favor de nuevas propuestas más flexibles que se alejan de la dialéctica de dominación y resistencia estructural para acercarse a aquellos elementos que devuelven protagonismo al sujeto, al sentido de individualidad y de identificación que se observan desde los intereses personales y las biografías de cada integrante. Sin duda la crítica es pertinente por el mero hecho de que el término subcultura, desde la perspectiva de los CCCS, implica un contraste con una supuesta supracultura “cómodamente identificable”, cuando, como señala Terry Eagleton, en la mayoría de las sociedades modernas no es tan fácil discernir esas brechas culturales, puesto que en gran medida las sociedades occidentales contemporáneas son un agregado de subculturas solapadas en las que no resulta fácil decir exactamente de qué sistema de valores culturales cerrado se desvía una subcultura. Desde nuestra perspectiva apostaremos por una propuesta de consenso, en la línea de la defendida por Marvin Wolfgang y Franco Ferracutti, que aboga por entender la subcultura como concepto de análisis científico que implica la existencia de juicios de valor o todo un sistema social de valores que, siendo parte de otro sistema más amplio y central, ha cristalizado aparte. Vista desde la llamada cultura dominante, los valores subculturales pueden segregar a la primera y obstaculizan la integración total. No obstante, no podemos perder de vista que la cultura dominante puede propiciar este distanciamiento en forma directa o indirecta, generando como resultado el aislamiento normativo de la subcultura y el surgimiento de su propia solidaridad. Se produce así en la subcultura una selección de valores que han venido a diferenciarse de lo que son, o el rol que cumplen dentro de la cultura total: la redefinición de sus significados, ilustrada tantas veces con el concepto (a mi juicio, descontextualizado) del bricolaje de Levi Strauss. Así, la respuesta subcultural representa, en palabras de Stuart Hall, una síntesis de contrastes entre esas “formas de adaptación, negociación y resistencia elaborada por la cultura parental” y formas “más inmediatas, coyunturales, específicas de la juventud y de su situación y actividades” que configuran una respuesta diferente, una solución (o posicionamiento ante) a un conjunto específico de circunstancias, a unos problemas y contradicciones concretas en términos de resistencia, Y es que una de las claves del concepto de subcultura que nosotros manejamos reside no sólo en lo que lo diferencia de la cultura central (hegemónica, instituida) sino también en los valores relativos a los fines o los medios de la colectividad que con ella se comparten. No debemos olvidar que las culturas toleran aquellos valores que no causan conflictos de desintegración y que no llegan a perturbar en demasía la cohesión normativa del grupo más amplio; así mismo, la subcultura como tal puede tolerar otros valores fuera de su propio sistema siempre y cuando no se vea amenazada su integridad como grupo. Posiblemente ahí resida la clave con relación a la diferencia entre el concepto de subcultura y contracultura. Serán los elementos contraculturales los que desdibujen, de alguna forma, los colores aprehendidos. El concepto de contracultura aporta matices diferentes al concepto de subcultura. El concepto de contracultura en el primigenio
motor y expresión de una nueva cultura que está en periodo de gestación en los años de la transición, este discurso simboliza la modernización de España, el principio del fin de los tabúes sociales en un tiempo de cambios, de elecciones, de alegrías y sinsabores, de mirar hacia delante y hacia fuera, de libertad; de una libertad que ya no se busca sino que se disfruta. Ahí radica la esencia de esta nueva cultura que se abre a los placeres de la vida, alejada de cualquier “rollo horrible” El discurso apolítico de la movida enlaza con el desencanto de esos años, con el concepto de pasotismo propio de la época. A través de su sistema de valores, se aboga por un individuo “posmoderno” despolitizado, alejado del “progre” de barba y trenca ; frente a esa imagen de la juventud comprometida y militante prototípica de los años sesenta (y aún muy presente en los años de la transición), desde la “Movida” se fomenta la imagen de una juventud más caracterizada por la despolitización, la privacidad, el escepticismo y el consumismo. Algunos de los factores determinantes para ese cambio serían los propios de su tiempo: la emergencia del Estado del Bienestar, la crisis de la autoridad patriarcal, el nacimiento del teenage market y su difusión a través de los incipientes medios de comunicación de masas generando una moral consumista. Desde una perspectiva estético-cultural, la moda se convierte en un elemento de identidad propio de la subcultura juvenil. Vestirse de una determinada manera es una forma de aproximarse a un determinado grupo social, de comunicar, de expresarse. De alguna forma, fomentando la desafección política y el destape estético, desde la “Movida” se propiciaba “el silencio para que el cuerpo hablara”. La estética de la “Movida” es claramente deudora de las experiencias juveniles inglesas de los años 70; del Glam Rock adquiere los elementos visuales en términos de aspecto personal (maquillaje, pelo teñido) así como la imagen sexualmente ambigua que exporta; el énfasis subversivo que en aquellos años se desplazó de las cuestiones de clase y juventud para situarse en la sexualidad ahora busca situarse por encima de los códigos éticos y sociales estipulados. Desde estos medios se difundirá su sistema de valores, aquellos que configuran lo que en otra ocasión he dado en llamar su corpus anatómico, constituido por la frivolidad y la búsqueda de diversión como válvula de escape, como desahogo sociocultural frente al aburrido discurso de la cultura instituida, canalizado a través de la música; la reivindicación de la calle, la noche y la ética-estética postmoderna. En su búsqueda de nuevos espacios de socialización, la “Movida” transformará el ámbito urbano en un lugar integrador mediante la masiva proliferación de bares, de clubs nocturnos y de galerías de arte, que en pocos años, han pasado de estar controlados ideológicamente desde el aparato político a convertirse en espacios de ocio y de diversión, en focos para la nueva creación artística, en donde se forjan los patrones socio-culturales de la llamada España postmoderna, aquella que reivindica la noche como tiempo de acción y la calle como espacio de actuación ; un espacio compartido en el que poder mirar y ser mirado. Como señalamos anteriormente, la moda se presenta como la punta de lanza del paso a una economía de mercado protagonizada por la juventud como receptora y consumidora; la estética tendrá también su reflejo en el plano artístico, literario y musical. En este último, la apariencia. El verdadero peligro que corren estas subculturas es entrar en la dinámica de las tácticas comercializadoras que confieren a la cultura juvenil un inevitable carácter de moda efímera. La “Movida” no supuso una excepción; desde la cultura dominante, el capital cultural y simbólico desplegado por la “Movida” pasó de ser criticado o minusvalorado a ser captado (e incluso promovido ) por la administración socialista de los años ochenta. La incipiente popularización nacional e internacional de la “Movida” atrajo el interés de los políticos que vieron en ella un interesante producto de
marketing , susceptible de ser comercializada a nivel político y económico. Una vez admitida la existencia de la subcultura como fenómeno cargado de valores distintos a los de la cultura dominante o central, nuestro deber es proceder a identificarlos, clasificarlos y analizar en que difieren de los de la cultura dominante, para poder determinar si dichos valores son o no, diferencias toleradas que no representan una amenaza social ( Subcultura vs. Contracultura ). Esta no debe ser una cuestión baladí, menos aún en el análisis de fenómenos socio-culturales contemporáneos, los cuales tienden a ser entidades extremadamente múltiples y complejas que dificultan más si cabe los análisis del cambio social, tema que sigue permanentemente de actualidad y que ha supuesto siempre un desafío para las Ciencias Sociales. Todo ello entendido en un momento y unas circunstancias determinadas, dentro de las coordenadas sociales, económicas, políticas y culturales propias de su tiempo; contexto sin el cual los fenómenos sociales no tendrían lugar (o adquirían formas completamente distintas). En el caso de la “Movida” el clima de la Transición es condición indispensable para el surgimiento, desarrollo y “muerte” de la misma; pues sin la instauración de la democracia y su aire de libertad, así como su aparente seguridad, expresiones vivenciales como las promovidas por la subcultura de la “Movida” difícilmente hubieran tenido lugar. RESUMEN: La propuesta de trabajo en este espacio de estudio es dar a conocer la clarificación y clasificación del fenómeno socio-cultural de la Movida, de la cual se tiene mucha relación con el fenómeno de subculturas juveniles y contraculturas, los cuales producen a lo largo del tiempo cambios, que van penetrando en las formas de expresarse basados en la libertad, creando nuevas formas de dirigirse y de concebirse en un mundo cambiante, y sobre todo estos cambios basados principalmente en el desarrollo económico, político, social y cultural del nuevo mundo. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo= BIBLIOGRAFÍA García Naharro Fernando (n.d.). Cultura, Subcultura, Contracultura “Movida” y Cambio Social (1975-1985). Obtenida el 29 de Diciembre de 2015, de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=