Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

sexologia basica para estudiantes, Guías, Proyectos, Investigaciones de Psicología

Guia acerca de sexologia basica para estudiantes

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2019/2020

Subido el 02/06/2020

jesus-martinez-8
jesus-martinez-8 🇻🇪

3 documentos

1 / 75

Toggle sidebar

Esta página no es visible en la vista previa

¡No te pierdas las partes importantes!

bg1
SEXOLOGIA
PREGUNTAS HABITUALES ACERCA DEL SEXO
¿A qué edad se empieza a practicar el sexo?
Depende de las características de la sociedad en que uno se mueva, y de su entorno personal. El "juego
sexual" en niños suele aparecer alrededor de los cinco años, y hacia los once, casi la mitad de niñas y
niños han tenido alguna experiencia en jugar a médicos, o a papás y mamás.
La masturbación es practicada por más del 90 por ciento de varones, en mayor o menor grado, a partir
de los 9-10 años. Las mujeres se masturban menos (entre un 65 y 70 por ciento), pero también
empiezan a esta edad, por regla general.
Las relaciones de pareja, con o sin penetración, empiezan cada vez a más temprana edad. Conviene
aleccionar a los jóvenes a partir de los 13 - 14 años, para evitar sorpresas desagradables.
¿Cuál es la frecuencia adecuada?
La que marque la edad y las ganas de cada cual. Las mujeres suelen quedar satisfechas con uno o dos
orgasmos semanales, en tanto que muchos varones suspiran por más de tres. No hay reglas. Desde un
orgasmo o más al día, hasta dos o tres al año, pueden ser suficientes si el protagonista así lo considera.
La edad en que el hombre es más potente, y consigue el máximo de orgasmos, viene a estar entre los 15
y los 25 años. Las mujeres empiezan y acaban más tarde: la plenitud de vida sexual en mujeres se
acrecienta entre los 35 y los 50 años. Esa es la edad en que las mujeres pueden buscar amantes
jóvenes, que encajan mejor con sus renovados arrebatos. En cambio, los hombres de más de 40 años
(no digamos de más de 50 y de 60) buscan amantes más jovencitas, que encajarán mejor con su
incipiente decrepitud en cuanto a ganas de jaleo (aparte de resultar más vistosas como signos de
prestigio social).
¿Es fácil el orgasmo simultáneo?
No es fácil, y resulta bastante engorroso. Se convierte la relación sexual en una especie de competición
gimnástica.
1
pf3
pf4
pf5
pf8
pf9
pfa
pfd
pfe
pff
pf12
pf13
pf14
pf15
pf16
pf17
pf18
pf19
pf1a
pf1b
pf1c
pf1d
pf1e
pf1f
pf20
pf21
pf22
pf23
pf24
pf25
pf26
pf27
pf28
pf29
pf2a
pf2b
pf2c
pf2d
pf2e
pf2f
pf30
pf31
pf32
pf33
pf34
pf35
pf36
pf37
pf38
pf39
pf3a
pf3b
pf3c
pf3d
pf3e
pf3f
pf40
pf41
pf42
pf43
pf44
pf45
pf46
pf47
pf48
pf49
pf4a
pf4b

Vista previa parcial del texto

¡Descarga sexologia basica para estudiantes y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Psicología solo en Docsity!

SEXOLOGIA

PREGUNTAS HABITUALES ACERCA DEL SEXO

¿A qué edad se empieza a practicar el sexo?

Depende de las características de la sociedad en que uno se mueva, y de su entorno personal. El "juego sexual" en niños suele aparecer alrededor de los cinco años, y hacia los once, casi la mitad de niñas y niños han tenido alguna experiencia en jugar a médicos, o a papás y mamás. La masturbación es practicada por más del 90 por ciento de varones, en mayor o menor grado, a partir de los 9-10 años. Las mujeres se masturban menos (entre un 65 y 70 por ciento), pero también empiezan a esta edad, por regla general. Las relaciones de pareja, con o sin penetración, empiezan cada vez a más temprana edad. Conviene aleccionar a los jóvenes a partir de los 13 - 14 años, para evitar sorpresas desagradables.

¿Cuál es la frecuencia adecuada?

La que marque la edad y las ganas de cada cual. Las mujeres suelen quedar satisfechas con uno o dos orgasmos semanales, en tanto que muchos varones suspiran por más de tres. No hay reglas. Desde un orgasmo o más al día, hasta dos o tres al año, pueden ser suficientes si el protagonista así lo considera. La edad en que el hombre es más potente, y consigue el máximo de orgasmos, viene a estar entre los 15 y los 25 años. Las mujeres empiezan y acaban más tarde: la plenitud de vida sexual en mujeres se acrecienta entre los 35 y los 50 años. Esa es la edad en que las mujeres pueden buscar amantes jóvenes, que encajan mejor con sus renovados arrebatos. En cambio, los hombres de más de 40 años (no digamos de más de 50 y de 60) buscan amantes más jovencitas, que encajarán mejor con su incipiente decrepitud en cuanto a ganas de jaleo (aparte de resultar más vistosas como signos de prestigio social).

¿Es fácil el orgasmo simultáneo?

No es fácil, y resulta bastante engorroso. Se convierte la relación sexual en una especie de competición gimnástica.

Es posible que haya parejas que sincronicen perfectamente sus orgasmos. Hay gente para todo. Pero en la mayor parte de las parejas resulta un modo de exigencia que puede causar más preocupación que otra cosa. Tenga cada cual su orgasmo, antes o después, y aquí paz y después gloria.

¿Qué debo hacer si solamente tengo orgasmos cuando me acarician, o me

acaricio, el clítoris?

Como dice Pierre Louys en el "Manual de educación para señoritas", dar gracias a Dios por haberlo creado. No eres extraña ni anormal si solamente tienes orgasmos acariciando el clítoris (o cualquier aposento de la plataforma orgásmica). Para esto están.

Pero el acto sexual es lo más normal, ¿o no?

Digamos que es lo que tiene mejor marketing. Pero, en el fondo, es más difícil para la mujer tener orgasmos con el acto sexual que con cualquier otra fórmula. Y más cansado. Y de más riesgo.

El preservativo me quita placer

A ti, y a mucha gente. Pero es imprescindible cuando se quieren evitar riesgos. Resignación. Una alternativa: practicar el peeting (sin contactos bucogenitales si lo que se trata es de evitar riesgos de contagio) y la masturbación mutua.

¿Son adecuados los contactos bucogenitales, el sexo oral?

Si la gente se lava bien antes, y no hay riesgo de contagio en cuanto a enfermedades, no hay nada en contra. Hay personas que lo consideran divertido. Otros, una cochinería. Las parejas deben negociar estos contactos, y adaptarse con el máximo respeto a las ideas del otro.

¿La edad es importante?

Sobre todo en el varón, pues con la edad aumenta el periodo refractario. Un joven de veinte años puede tener varios orgasmos en un día, con toda tranquilidad. El periodo refractario no excede algunos minutos. A los sesenta años... puede durar varios días. Hay muchas diferencias individuales. Lo importante es mantener una actividad sexual continuada, adaptada a los deseos de ambos miembros de la pareja.

¿Y la menopausia?

No debería ser impedimento. La excitación sexual de la mujer no depende de la secreción de hormonas femeninas, sino de aspectos psicológicos. En algunas mujeres la menopausia añade tranquilidad (ya no existe riesgo de embarazo). En otras, significa una frustración porque creen que "dejan de ser mujeres". Ello es debido a la sobrevaloración del papel de "maternidad" aplicado a las mujeres en ciertos ambientes sociales. Cuando las niñas tienen la regla se les dice "ya eres mujer" (antes ¿qué eran?). Cuando la regla les abandona pueden pensar que su papel se devalúa.

 Medicamentos. Algunos de ellos inhiben la excitación. Muchos antidepresivos entran en

este grupo. De todas formas, quien sufre una depresión, grave o leve, ya suele estar más bien debilitado en cuanto a sexo. Hay medicamentos para la presión arterial que dificultan la erección o que quitan las ganas. Lo mismo cabe decir de los tranquilizantes. Lo prudente en estos casos, es consultar al médico.

¿Cuáles son los mejores métodos anticonceptivos?

El método anticonceptivo mejor es uno de los dos que propone el Vaticano: la

abstinencia completa (100 % de éxitos). El peor, es el otro que propone el Vaticano: el

método Ogino, que consiste en fornicar únicamente los días del ciclo en que la mujer

es infértil (más del 50 % de fallos, algo así como tirar una moneda al aire).

Habida cuenta de que la abstinencia absoluta no es bien aceptada por todos, os daré

una adaptación que se me ha ocurrido, y que es tan eficaz como aquélla. No creo que

en el Vaticano lleguen a recomendarla (por ahora) pero, aparte de eficaz, puede ser

sumamente divertida: abstinencia absoluta, pero sólo del acto sexual (todo lo demás

vale, y el orgasmo se coloca por encima de cualquier otra finalidad). Pueden aplicarla

sin reservas los no creyentes.

¿Está de moda el llamado síndrome de inhibición del deseo sexual?

Depende de lo que usted considere que quiere decir "estar de moda". El síndrome de

inhibición del deseo sexual (para abreviar lo llamaremos SIDS) es la consecuencia

ineludible de cualquier situación de deterioro en las relaciones de la pareja. Cualquier

problema entre los miembros de una pareja, acaba reflejándose en dificultades de

entendimiento sexual. A la larga, si el sexo no resulta satisfactorio ni agradable, es

probable que uno acabe desinteresándose.

A veces no es global, sino selectivo (SIDS relativo únicamente al cónyuge).

Sexo en la actualidad

Una pareja llega a mi consulta. Vienen para asesorarse acerca de un problema sexual. A Julia (26 años, cultura media) le es imposible tener orgasmos durante el acto sexual. Se cree frígida. Néstor (28 años, cultura universitaria) también cree que su mujer se ha vuelto frígida. Durante el noviazgo no habían mantenido relaciones sexuales completas, pero sí caricias íntimas. En esa época, la chica alcanzaba el orgasmo, bien por las caricias íntimas, bien apretándose fuertemente contra el cuerpo de su compañero mientras se abrazaban y besaban. Desde que se casaron (hace un año) las relaciones consisten en "hacer el amor", o sea, realizar el acto sexual. Desde entonces Julia no ha conseguido ningún orgasmo durante la introducción del pene. Sí que los consigue, algunas veces, si Néstor le hace caricias íntimas, pero tanto él como ella no consideran normal la ausencia de orgasmo durante el acto sexual, y creen que el orgasmo mediante caricias no es "normal del todo". He aquí un "problema" frecuente en nuestra consulta: una insatisfacción en cuanto a las relaciones sexuales, simplemente por mala información acerca de la realidad sexual. La verdad es que el orgasmo "normal" en la mujer, es el que se consigue mediante caricias en la zona que llamamos "plataforma orgásmica" (clítoris, capuchón del clítoris, labios menores) cuya localización exponemos en las gráficas del capítulo siguiente. El orgasmo mediante el acto sexual es más difícil de conseguir (la vagina no tiene sensibilidad para producir placer), y requiere un aprendizaje o adaptación de la pareja. Lo explicaremos en el capítulo correspondiente. Cuando seguimos hablando con Julia y Néstor, descubrimos que una cosa que les preocupa mucho es que, en las películas eróticas y pornográficas que ven en video, las mujeres parecen gozar (y lo exteriorizan con gritos, sollozos y contorsiones) apenas les tocan la punta del pezón. Y que, durante los actos sexuales, prodigan gemidos, gruñidos y ronroneos, cuando no aullidos, demostrativos de profusión de orgasmos espasmódicos. Los varones, en dichas películas, suelen ostentar penes ampulosos y llamativos, contundentes en cuanto a su firmeza y pródigos en larguezas y contornos. Un fastidio para los pobres espectadores que no pueden evitar la comparación mental con sus propios pertrechos, no siempre tan interesantes de cara a su exposición pública o privada. El español medio hace uso del sabio dicho "pequeña pero juguetona", si bien, en el fondo de sus fondos, no acaba de estar convencido del todo. Las películas eróticas o pornográficas no son un modelo adecuado para obtener ideas realistas acerca del sexo. Los artistas son elegidos entre superdotados (en lo que a penes se refiere) y las artistas simulan más placer del que realmente tienen, porque

Nos referiremos a varones y mujeres en nuestro medio y en nuestra cultura (sociedad española, cultura occidental). El pene es el elemento más aparatoso de los genitales del varón. Está relleno de una tupida red de vasos sanguíneos, los cuales, al llenarse de sangre a presión, provocan la erección: lo que vulgarmente se llama "levantarse" o "empinarse".

Tamaño del pene

A pesar de que suele tratarse de una de las preocupaciones máximas del varón, el tamaño del pene es bastante irrelevante en cuanto a dar u obtener placer. El tamaño del pene en flaccidez (o sea: arrugado) oscila entre 3 y 10 centímetros, según personas. Tan normal es el pene de 3 centímetros como el de 10. Pasa algo así como en la estatura, que puede oscilar entre poco menos de un metro y medio hasta los más de dos metros de los jugadores de baloncesto. El tamaño del pene en erección (o sea, tieso) oscila entre 8 y 25 o más centímetros. La media está alrededor de 13 centímetros. No hay relación entre el tamaño de un pene flácido y el mismo pene enhiesto. Un modesto pene de 3 centímetros en flojedad, puede pasar a veinte centímetros en estado de euforia. De la misma forma que un prometedor pene de 10 centímetros en posición de descanso, puede no sobrepasar los 15 en posición de firmes. Cada cual debe conformarse con lo que tiene, aunque últimamente se anuncian cirujanos plásticos con capacidad para alargar unos tres centímetros cualquier pene poco airoso. La verdad es que no vale la pena. Cualquier tamaño de pene se ajusta bien a cualquier vagina. Como veremos más adelante, la vagina se "aprieta" para adaptarse al tamaño de lo que se le ofrece. Ni un pene grande pasará apuros (recordemos que por ahí debe pasar la cabeza de un niño), en tanto que un pene modesto sentirá como la vagina correspondiente se amolda a sus dimensiones durante la realización del acto sexual. Los seguidores de videos pornográficos habrán podido admirar penes ciclópeos, de hasta 80 centímetros de eslora (según rezan las carátulas). Tales larguezas son espectaculares para su exhibición visual, pero altamente fastidiosas a la hora de ponerlas a trabajar. No digamos, si su

poseedor aqueja alguna que otra erección espontánea. Por ejemplo, con el traqueteo de un trayecto de autobús. Puede ser motivo de perplejidad, cuando no de escándalo, si el desmesurado artilugio se empeña en asomar cabeza por el cuello de la camisa.

La respuesta sexual del varón

El hombre suele tener una respuesta sexual fácil. Sea por naturaleza, o por cultura, siempre ha estado mejor aceptada la respuesta sexual de los hombres ("ya se sabe") que la de las mujeres. En un delicioso libro del Dr. Santiago Dexeus, editado (rigurosamente para médicos) en la década de los sesenta, cuyo título era "La frigidez femenina", aparecía la entrañable frase de una abuela a su nieta, el día de la boda: "A ti esto no te va a gustar. Pero si te gusta... ¡disimula!". Era doctrina habitual adiestrar a nuestras madres acerca de que "el placer sexual solamente lo sienten las mujeres ligeras de cascos, o sea, putas". Con los hombres existía, y existe, una mayor liberalidad. Se admite que un hombre tenga "aventuras", pero se le juzgará como "manso" y "cornudo" si quien las tiene es su esposa (que, por otra parte, será calificada como "pingo" o cosas peores). Si un hombre va de putas con frecuencia, se le etiquetará de "putero", expresión más cariñosa que despreciativa. Algunos presumen de ello. Un personaje de novela (Las Hermanas Coloradas, de García Pavón, premio Nadal) blasonaba con orgullo: "Aquí donde me ve, yo soy muy putero". En los libros sociológicos sobre el sexo aparece el dato de que el 90 por ciento de los varones se masturba, en tanto que es menor el número de mujeres que lo hace (alrededor del 66 por ciento). El hombre reacciona sexualmente con viveza, rapidez, y pocas contemplaciones. No necesita grandes estímulos psicológicos. Prefiere los estímulos claramente sexuales. La visión de una mujer empelotada (para un varón heterosexual) suele ser fuente de excitación, aunque la mujer no sea totalmente de su agrado. Mientras no sea repulsiva, basta. Una mujer, en cambio, necesitaría estímulos psicológicos (lo veremos más adelante). Cuando alguna de mis consultantes me pregunta algo así como "¿Qué puedo hacer para interesar sexualmente a un hombre?" mi respuesta es obvia, y un poco cruda: "Colócate a su lado, mírale con una sonrisa pícara, y coloca tu mano dominante sobre su bragueta. Verás (y tocarás) qué pronto se interesa." Uno de los más brillantes escritores pornográficos de finales del siglo pasado, el belga Pierre Louys escribe en su venenoso "Manual de educación para señoritas": "Si quieres seducir a un hombre, coloca un grano de azúcar en la punta de su pene, y chupa cuidadosamente hasta derretirlo." Pocos hombres se resisten a este tipo de sutilezas. El hombre mejora su estado de ánimo cuando se excita sexualmente. A menos que esté con una grave depresión mejora su humor en el momento en que advierte la posibilidad de un contacto sexual. De ahí que, en la vida de pareja, intente acabar las discusiones y disputas con un lance de cama. Lo cual suele irritar a su oponente femenino, para quien la excitación es imposible si el estado de humor no es perfecto.

Fases de la respuesta

Estudiaremos las fases de la respuesta sexual del hombre.

Fase de excitación

Quienes sufren eyaculación precoz, con menos de 1 minuto de fase de meseta, lo pasan mal en relaciones de pareja, porque después de la eyaculación desciende totalmente la excitación (fase de resolución) y se entra en un periodo (refractario) en el que es imposible la reactivación. El caso contrario, la eyaculación retrasada, también resulta una molestia. En esta situación el hombre tarda y tarda en alcanzar el orgasmo, y, más de una vez, ve disminuir su erección al cabo del tiempo sin haber alcanzado la fase final. Hablaremos de todo ello más adelante. por ahora nos centraremos en esta fase de meseta, en la que aparecen los siguientes cambios corporales: Erección del pezón, sí, del pezón, de la tetilla. Muchos hombres no se dan cuenta de esta circunstancia. Tampoco muchos habrán apreciado otro cambio curioso: aparición de un enrojecimiento corporal, desde los muslos hasta el cuello, que empieza al final de esta fase de meseta y que culmina durante el orgasmo. Muchos músculos (faciales, abdominales, del tórax) se contraen involuntariamente, aunque en algunos momentos el hombre incrementa voluntariamente las contracciones, tensando los músculos para obtener una mayor excitación. Uno de los músculos que normalmente se tensa de forma voluntaria es el esfínter del ano. La velocidad del corazón aumenta con taquicardia de hasta 175 pulsaciones / minuto. La presión arterial sigue subiendo, hasta 8 puntos la máxima y 4 la mínima. Un hombre que estaba a 14 / 8, puede llegar en esta fase de meseta hasta 22 / 12. El pene aumenta el tamaño de su circunferencia en la región de la corona del glande. Los testículos también incrementan su tamaño en un 50 por ciento, así como su elevación.

Fase de orgasmo

Cuando se acerca la explosión final, el enrojecimiento del cuerpo, desde los muslos hasta el cuello, está bien desarrollado. El orgasmo va precedido por la sensación de que no es posible parar, y aparecen a continuación las contracciones para expulsar el semen, en tres o cuatro efusiones. Muchos músculos se contraen involuntariamente, y algunos llegan al espasmo. En el recto aparecen también abundantes contracciones El ritmo respiratorio, normalmente de 20 ventilaciones por minuto, puede llegar a doblarse hasta 40. El ritmo cardiaco puede llegar a 180 pulsaciones por minuto, y la presión arterial llegar a un aumento de hasta 10 puntos la máxima y 5 la mínima. El caballero cuya presión arterial era de 14 / 8, puede llegar hasta 24 / 13. En este momento es factible que un hombre con dificultades cardíacas haga una angina de pecho, o incluso un infarto de miocardio. Resulta curioso que, en estos casos, la percepción del dolor provocado por una angina de pecho depende de las emociones que esté deparando la relación sexual. Una angina de pecho es debida al cierre parcial de una arteria coronaria, que deja con poca sangre (y, por tanto, con poco oxígeno) al músculo que mueve el corazón. Si la falta de oxígeno durase el tiempo necesario para que el músculo dejase de funcionar y "muriese", se produciría un infarto. Si el problema dura poco tiempo y, después, la arteria coronaria deja pasar otra vez la sangre necesaria, el dolor de la angina de pecho desaparece y el paciente se recupera. El dolor (de una angina y de un infarto) es terrorífico, y quienes lo han sufrido lo describen como la presión de unas tenazas

inmensas aplastando por completo su pecho, al tiempo que sienten la enloquecedora inminencia de la muerte. Pues bien. Hace poco se descubrió una curiosa situación. En un Hospital de París investigaban a un grupo de pacientes varones, con anginas de pecho en situaciones de esfuerzo. A todos ellos se les colocó un aparato (llamado "holter") que registra el electrocardiograma de forma permanente, las veinticuatro horas del día, y que graba la información en unos disquetes que luego permiten evaluar cómo se ha comportado el corazón en distintas situaciones de esfuerzo. Muchos de ellos padecían anginas de pecho en el momento de realizar el acto sexual, especialmente durante el orgasmo. El "holter" medía la intensidad y la duración de cada angina, de forma totalmente objetiva. Algunos de los pacientes, los más picarones, poseían amante además de esposa, con lo que los actos sexuales quedaban repartidos entre una y otra. Y ahí viene lo curioso: los que sufrían anginas de pecho durante el cumplimiento con sus santas, explicaban unos dolores terribles y la sensación de muerte total. En cambio, si las anginas aparecían durante el alborozo con su querida, las explicaban como irrelevantes y desdeñables. Pero el "holter" decía lo contrario: las anginas conyugales se veían mucho menos graves, en el electrocardiograma, que las acontecidas en situación de infidelidad, las cuales se revelaban como sumamente intensas. En otras palabras: la observancia del débito sexual con la propia esposa suministraba mucha menos excitación que el deleite con la fulana, y, por tanto, era menos peligrosa. Pero... la sensación de dolor y sufrimiento era mucho mayor en las primeras situaciones que en las segundas. De ahí que los cardiólogos recomienden a sus clientes anginosos la castidad, o, como máximo, el moderado esparcimiento que procura la rutina conyugal en la mayoría de las parejas. Las expansiones son más dolorosas, pero mucho menos peligrosas. Las conclusiones son algo decepcionantes en cuanto a la fidelidad. Bien harán las parejas estables en cuidar la variedad y calidad de sus holganzas y apasionamientos, lo que produce más riesgo de anginas, pero menos en cuanto a aburrimientos y adulterios.

Fase de resolución

El pobre varón queda fuera de combate tras el orgasmo. Así como el orgasmo de la mujer deja a ésta con una sensación de arrobo e inclinación al mimo y a la ternura, el orgasmo masculino deja a su protagonista con la sensación de trabajo bien hecho y merecido descanso. Dicen algunos hombres maliciosos que lo mejor del orgasmo viene después, cuando uno se da la vuelta y duerme. La resolución de la excitación se produce en forma brusca. Cualquier contacto con el pene, antes apetecido, ahora resulta incómodo y moderadamente doloroso. Los pezones se aplanan, el enrojecimiento desaparece, y la respiración deja de ser jadeante para pasar a calmada. Lo mismo cabe decir del acelerón cardíaco y de la subida de presión arterial. El pene baja cabeza, en dos fases. En la primera, de pocos segundos, pierde el 50 por ciento de su tamaño grande. En la segunda, de varios minutos, va disminuyendo su orgullo hasta llegar a la fase de arruga propia de los periodos de tregua. También la piel del escroto vuelve a su textura inicial perdiéndose la congestión y el engrosamiento.

¿Cómo es la respuesta sexual de la mujer?

Da la sensación de que la respuesta sexual de la mujer se halla mucho más influida por aspectos

psicológicos que sexuales. Decíamos antes que el hombre se excita con poca cosa. La mujer, en

cambio, necesita más alicientes. Lo más frecuente es que dé mucha importancia a los

componentes psicológicos no sexuales que intervienen en la relación. Una mujer heterosexual,

para excitarse sexualmente con un hombre, debe considerarlo agradable, afectuoso y

emocionalmente interesante.

La vulva

Los genitales externos de la mujer responden al nombre de vulva. Bien es verdad que este

nombre, impecable desde el punto de vista técnico, tiene poco predicamento. La prueba es que

no se emplea como exclamación soez. Difícilmente oiremos a alguien diciendo "¡Vulva!" como

indicación de asombro, interés o fastidio. Más bien oiremos "¡Coño!" o, con fines más

explicativos que imprecativos, alguno de sus eufemismos malsonantes ("chocho", "conejo",

"patata"...)

La vulva es un objeto anatómico poco conocido, en general. Muchas son las mujeres que no la

conocen a fondo, lo que requiere examinarla con ayuda de un espejo (no es necesario que sea

mágico).

El clítoris, ese curioso adminículo situado en la parte superior, y cubierto por un capuchón que,

por abajo, se continúa con los labios menores, suele acaparar misterio y morbo a partes iguales.

Los varones que conocen su existencia, suelen adjudicarle un uso prioritario en la obtención de

placer, lo cual no es compartido por la generalidad de las mujeres.

Acariciar un clítoris es una experiencia de todo punto recomendable, pero no exactamente cosa

fácil. Cuando la mujer empieza a excitarse, el clítoris aumenta de tamaño, pero también (y

mucho más) el capuchón que lo cubre. De ahí que muchos clítoris queden embozados en esta

fase de alegría, con lo que su apariencia es un tanto imprecisa. Si la mujer no orienta

verbalmente en esa lid, el hombre puede quedar desorientado en su acoso y derribo del eréctil,

pero esquivo, cuerpecillo.

Mujeres hay que, aún habiendo oído y leído acerca del clítoris, no están muy seguras de donde lo

tienen, e incurren en similares torpezas cuando el pequeño travieso da señales de vida, pero sin

mostrarse (cubierto por su capucha) con suficiente descaro. Habida cuenta de que hay otras

partes de la vulva tan sensibles como el propio clítoris (el capuchón, los labios menores) la

exploración al tacto no resulta suficientemente reveladora.

He tenido clientes que, solas o en pareja, han fallado estrepitosamente en la búsqueda y captura

del interesante artificio. Y es que el clítoris, aunque muy sobrevalorado, cuesta realmente de

hallar a menos que sea muy prominente. El tamaño de este artilugio es variable, desde

milímetros a varios centímetros. Los más habituales pueden ser evidentes en fase de letargo, pero

quedan perdidos en la espesura apenas se inicia la fiesta.

Como veremos, la excitación sexual de la mujer se manifiesta por el entumecimiento de clítoris,

capuchón y labios menores, con lo que los dos últimos instrumentos pueden englobar al primero

y hacerlo poco patente. Por otra parte, el clítoris puede reaccionar con disgusto si se le acaricia

directamente. Es muy suyo, y, en muchas mujeres, delicado. Tocar directamente el clítoris puede

causar una sensación de intenso cosquilleo, agradable y desagradable al mismo tiempo. Es mejor

actuar sobre él a través del capuchón, o con la mano plana sobre los labios menores y mayores, o

acariciándolo "desde arriba" a través del monte de Venus. La lengua bien húmeda es el órgano

sexual que el pequeño clítoris acepta mejor como compañero de viaje, a condición de que se

comporte en forma paciente y tenaz. Como muy bien respondía un clítoris suspicaz, al ser

preguntado por otro clítoris malintencionado acerca de su relativa sequía en cuanto a placeres:

"¡Malas lenguas!".

¿Orgasmo clitoridiano o vaginal?

¡Qué mas da! Cualquier orgasmo requiere la suficiente estimulación, en intensidad y tiempo, de

la plataforma orgásmica (clítoris, capuchón y labios menores). Quien dedique sus afanes a una

parte concreta (clítoris, labios menores...) logrará orgasmo. Quien incite la plataforma de forma

indirecta (masajeando los labios mayores, revolviendo el monte de Venus, apretando los muslos,

apretando todo el pubis sobre un cojín, o sobre un osito de peluche, o sobre la pierna del

noviete...) llegará igual. Durante el acto sexual, propiamente dicho, el negocio es más difícil.

Requiere que los cuerpos de los dos contendientes se aprieten, pubis contra pubis, de forma que

la plataforma orgásmica se sacie de apreturas. También es posible que mujeres hábiles "pillen" el

orgasmo durante el acto sexual, simplemente apretando los músculos de los muslos y del recto.

Algunas afortunadas (pocas) tienen orgasmos solamente con excitaciones mentales.

Digan lo que digan, pocas veces "el varón provoca el orgasmo a la mujer". Es la mujer quien lo

"captura" con la ayuda de su compañero.

Aquella famosa frase "no hay mujeres frígidas sino varones inexpertos" me ha parecido siempre

desastrosa. Eleva la mujer a la categoría de un instrumento musical ("no hay guitarras malas sino

guitarristas inexpertos"). Creo que remeda una frase de San Pablo ("no hay mujer honesta sino

mal trabajada") que también se las trae. Lo correcto es pensar que si una mujer tiene algún tipo

de dificultad sexual, es ella, en primer lugar, quien tiene que preocuparse por aprender a

corregirlo. No quedarse tendida pasivamente en la cama esperando que el compañero adquiera

experiencia.

Todas, todas las mujeres, tienen la posibilidad de tener orgasmos. Las condiciones son:

1. Estimulación en el lugar adecuado.

2. De la forma adecuada.

3. Durante el tiempo necesario.

4. Tensiones musculares. Existen maravillosos orgasmos femeninos producidos únicamente por

la tensión de los músculos de la zona pélvica. Una hembra boca abajo, moviendo las nalgas

rítmicamente hacia adelante y una contra otra, puede llegar al clímax con relativa facilidad.

Algunas de ellas aprovechan para presionar suavemente sus genitales contra la cama, un cojín o

un muñeco de peluche.

Los movimientos de las nalgas, con tensión considerable de los músculos glúteos y abductores,

imitan los movimientos del varón durante el acto sexual, y son los mismos que efectúa la mujer

cuando se coloca encima en dicho acto.

Como técnica de masturbación no es tan frecuente como otras; alcanza al cinco por ciento de

mujeres. pero quienes la experimentan aseguran que es una de las más gratificantes en cuanto a

la calidad de los orgasmos alcanzados.

5. Los pechos. En gran cantidad de mujeres los pechos, y, muy especialmente, los pezones, son

eróticamente sensibles. La estimulación de los pechos, por sí sola, no es suficiente para llegar al

orgasmo, salvo en algunas mujeres muy sensibles. Pero sirve de mucho combinar la estimulación

de los senos (acariciándolos, oprimiéndolos con la mano o con el cuerpo, besándolos...) con la de

los genitales.

6. La vagina. La realidad es que solamente existen zonas erógenas en la parte inicial de la

vagina. Más adentro el equipamiento de "terminales de placer" es escaso o nulo. De ahí que,

aunque alrededor de un 20 % de mujeres se masturben introduciendo dedos u objetos en la

vagina, pocas de ellas dejan de acariciarse, al mismo tiempo, en el resto de los genitales.

Algunas mujeres tienen sensible el llamado punto G (por su descubridor, Grafenberg). Se trata,

más o menos, de la zona de la vagina correspondiente al clítoris, por debajo. Para llegar a él se

debe introducir un dedo, preferentemente el medio, en la vagina. Con el pulpejo del dedo hacia

arriba, puede estimularse este punto. No todas las mujeres reaccionan en este recinto. Lo más

práctico es probar, preguntar, y actuar en consecuencia.

Estimulación de la forma adecuada

La forma adecuada es la que cada mujer considera adecuada para ella misma. Si la mujer tiene

experiencia en masturbarse, lo mejor es que comunique al hombre cómo lo hace, o que haga una

demostración práctica.

Hay mujeres que prefieren la estimulación con los dedos, otras con la lengua, otras seleccionan

el frotamiento de los genitales con el cuerpo del compañero. Los vibradores y las duchas de

teléfono (más estas últimas) son fuente de consuelo para muchas señoras respetables. Pueden

utilizarse también en la relación de pareja.

El acto sexual, propiamente dicho, puede ser una "forma adecuada" si la mujer ha aprendido a

pescar el orgasmo apretándose contra el cuerpo del hombre en cada movimiento de la

penetración y ejercitando las tensiones musculares antes comentadas. En el caso contrario, el

acto sexual, propiamente dicho, es una de las formas más cansadas e inoperantes para que las

mujeres lleguen al fascinante y reparador orgasmo.

Durante el tiempo necesario

Aquí si que hay variaciones para todos los gustos.

Es normal que una mujer, masturbándose en solitario, alcance su orgasmo en periodos

relativamente cortos, de uno a cinco minutos. Pero esa misma mujer, en una relación sexual con

compañero, puede tardar entre quince y treinta minutos en llegar al delicioso final.

Ello es debido a la importancia del "componente psicológico". En la masturbación solitaria, el

componente psicológico es fácil de controlar por la misma mujer. Bastantes mujeres, una tercera

parte al menos, no manejan fantasías eróticas durante la masturbación. En cambio, en los

varones, las fantasías aparecen en el cien por ciento.

El "componente psicológico" en la mujer, no es, necesariamente, de naturaleza sexual o erótica.

Las lecturas usadas por los hombres al masturbarse son, con gran preferencia, las de tipo

pornográfico. En cambio las mujeres prefieren novelas románticas.

Otra circunstancia que retrasa la obtención del orgasmo en compañía, es la voluntad de alargar el

acto (para disfrutar más tiempo). Desgraciadamente, la mayor parte de las veces que el orgasmo

femenino se retrasa, es por la ineficacia de las técnicas que las parejas emplean de forma habitual

en el coito.

Con los componentes psicológicos oportunos

Los componentes psicológicos, en la sexualidad femenina, son mucho menos sexuales que los

del varón. El hombre reacciona con presteza a los estímulos sexuales, en tanto que la mujer es

más calmada en su reacción. Para las mujeres, lo más importante es sentirse relajadas, tranquilas,

seguras. Si aprecian urgencias en el varón, pueden quedar bloqueadas al percibir que ellas no

vibran con idéntica rapidez o facilidad.

Aumenta progresivamente frecuencia cardiaca y se eleva la presión arterial.

Fase de meseta

Si la excitación persiste y aumenta, se llega a la fase previa al orgasmo.

En esta fase, sigue aumentando la turgencia del pezón, así como el tamaño global de los pechos.

El enrojecimiento puede extenderse a todo el cuerpo, siendo más evidente entre los pechos y los

muslos.

Las contracciones faciales, abdominales e intercostales también aumentan, unas de ellas

voluntarias y otras espontáneas. En el recto suelen producirse tensiones voluntarias encaminadas

a aumentar la intensidad de la excitación.

La respiración se agita, pasando de las 20 inspiraciones normales hasta un promedio de 30 por

minuto. La frecuencia cardíaca aumenta hasta 175 pulsaciones por minuto, como en los

corredores de Fórmula 1 al tomar una curva peligrosa. La presión arterial aumenta hasta 6 puntos

en la máxima y 2 en la mínima.

El clítoris se eleva y se retrae hacia atrás. Sigue siendo difícil detectarlo con precisión.

La "plataforma orgásmica" se desarrolla, con un claro abultamiento de los labios mayores y

menores. Estos últimos pasan a un color rojo vinoso oscuro, y su aumento de tamaño alarga entre

3 y 5 centímetros el canal vaginal.

Fase de orgasmo

En el momento de acercarse el orgasmo, el enrojecimiento aumenta en relación a intensidad de la

excitación.

Apenas se inicia el orgasmo, la mujer sufre una pérdida del control voluntario muscular.

Contracciones y espasmos aparecen en los músculos de todo el cuerpo, y muy especialmente en

los de la zona genital. Asimismo se contrae el esfínter rectal, con sacudidas involuntarias.

El ritmo respiratorio aumenta hasta 40 inspiraciones por minuto, el doble de lo normal en reposo.

El ritmo cardiaco se incrementa hasta 180 latidos / minuto.

Coincidiendo con el orgasmo, se presentan unas cuantas contracciones de la plataforma

orgásmica, de 5 a 12 veces, así como del útero. El fin de estas contracciones marca el final del

orgasmo.

Fase de resolución

Una vez alcanzado el orgasmo, se produce una vuelta a la normalidad. Hay una rápida

disminución de la tumefacción mamaria y de la erección del pezón, así como del enrojecimiento.

La tensión muscular disminuye también, aunque más lentamente.

Se normaliza la respiración, el pulso y la presión arterial.

Hay una rápida perdida de tumefacción en plataforma orgásmica, en tanto que el clítoris pasa a

posición normal unos 10 segundos después del orgasmo.

También se produce el retorno al tamaño normal de labios mayores y menores, con cambio de

color al rosado habitual.