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Informes médicos y laboratorios, técnicas y procedimientos
Tipo: Resúmenes
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NÚM. 84. OCTUBRE /NOVIEMBRE /DICIEMBRE 2002 ENFURO • 37
Desde el año 2000, organizadas por la comisión de docencia del Hospital Royo Villanova de Zaragoza, hemos mantenido unas sesiones clínicas de enfermería quirúrgica con carácter semanal en las cuales hemos tratado diversos temas profe- sionales relacionados con el trabajo en la unidad quirúrgica; la presente comunicación corresponde al tema de una de dichas sesiones, celebrada durante el año 2002. La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es una patología que, sin ser potencialmente agresiva, tiene una relación directa con la edad, desarrollándose en la mitad de la pobla- ción masculina mayor de 50 años en un periodo de declina- ción de la secreción androgénica. Al aumentar a partir de dicha edad la secreción de estradiol, aumenta la concentra- ción intracelular de deshidrotestosterona (DHT), la cual está en relación con el desarrollo de la hiperplasia. La cirugía endoscópica es la técnica más utilizada desde los años 80 para la resolución de la HBP. La resección tran- suretral constituye un riesgo quirúrgico considerablemente menor que el de la cirugía abierta y es aplicable en hiperpla- sias leves, hasta un tamaño de grado II con próstatas de hasta unos 40 gramos de peso.
INCIDENCIA Y FACTORES DE RIESGO
La HBP es un agrandamiento adematoso de la glándula pros- tática que afecta al 50% de los varones mayores de 50 años
y al 70% de los mayores de 60 años, de forma que origina el 50% de las consultas urológicas y el 35% de la cirugía de esta especialidad. Las causas de su patología no están muy claras, pero pare- ce estar relacionada con el cambio de los niveles hormona- les que se experimentan en edad avanzada. Se da el hecho de que en varones castrados en la pubertad no existe HBP, por- que no se sintetiza la hormona sexual masculina dehidrotes- tosterona. La dehidrotestosterona es el andrógeno intracelular protá- tico más importante, la tasa de DHT u hormona sexual mas- culina aumenta con respecto a la del tejido protático normal al avanzar la edad. La acumulación de DHT en la glándula protática es una medida hormonal de adenoma. Sólo existe HBP en el hombre y en el perro; esta afección no se produce en el resto de las especies animales.
Nos han llegado descripciones de la HBP desde tiempos muy remotos, como lo prueban algunos documentos recogi- dos de la antigüedad. En Mesopotamia, en el código de Hamurabi (1.750 años antes de nuestra era) se describen inyecciones en la uretra con un tubo de bronce en cuya boca soplaban fuertemente. En Egipto, en los papiros Edwin- Smith y Ebers (1550 a.C.), se describen remedios para la enfermedad de acumulación de orina y en el papiro Berlin
AMELIA BELLA RANDO Enfermera. Unidad Quirúrgica. Hospital Royo Villanova de Zaragoza
La hiperplasia benigna de próstata es una patología que afecta al 50% de los varones en edad superior a los 50 años y al 70% a los 60 años; representa el 50% de las consultas urológicas y el 35% de la cirugía de dicha especialidad. La cirugía endoscópica ha supuesto un gran avance en el tratamiento de la hiperplasia prostática al permitir la resección de la misma a través del conducto urinario con visión directa de la uretra, próstata y vejiga. Para ello, se dispone de instrumental endoscópico especializado, diseñado con gran precisión para cada una de sus aplicaciones, y que requiere una correcta utilización y cuidado. El trabajo de enfermería es fundamental en la preparación del qui- rófano y de los materiales quirúrgicos, en la acogida del enfermo y en el desarrollo de todo el acto quirúrgico. En tal sentido, resultan de gran utilidad los protocolos de enfermería para cada intervención quirúrgica y su aplicación correcta influirá decisivamente en la adecuada resolución de la intervención. Palabras clave: Hiperplasia benigna de próstata, cirugía endoscópica, resección transuretral, actividades y cuidados de enfermería
SUMMARY The benign hyperplasia of prostate is a pathology that affects to 50% of the males in superior age to the 50 years and 70% to the 60 years; it represents 50% of the urologics consultations and 35% of the surgery of this specialty. The endoscopy surgery has supposed a great advance in the treatment from the prostatic hyperplasia when allowing the resection of the same one through the conduit urinal with direct vision of the uretra, prostate and bladder. For it, we have instrumental endoscopy spe- cialized , designed with great precision for each one of their applications, and that it requires a correct use and care. The infirmary work is fundamental in the preparation of the operating theatre and of the surgical materials, in the sick person welcome and in the development of the whole surgical act. In such a sense, they are of great utility the infirmary protocols for each surgical inter- vention and their correct application will influence decisively in the appropriate resolution of the intervention.
RESUMEN
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(1300 a.C) aparecen soluciones para la uretritis aguda. En China, en los textos de Susruta (siglo V a.C.) hay descripciones que permiten pensar que conocían la hipertrofia prostática; con dicha obra se inaugura el campo de la cirugía urológica. En Grecia, Hipócrates (460-337 a.C.) describe la supresión de la orina con pesadez en hipogastrio; afirma que la glándula seminal aumenta de volu- men y se endurece, siendo entonces irreversible la muerte y comenta, asimismo, la dificultad para ori- nar en hombres de avanzada edad. En el juramento hipocrático se describe la talla vesical. En el apogeo del imperio romano (siglo I a.C.), Celso describe tratamientos para la obstrucción uri- naria y Galeno hace una descripción de las obs- trucciones uretrales. En el esplendor árabe de la edad media, la enci- clopedia urológica de Abulcais (cirujano hispanoá- rabe del siglo X) reglamenta el uso de las interven- ciones de vejiga, testículo y pene y se sabe que su contemporáneo Avicino (Ibn-Sina) trataba las obs- trucciones con sonda vesical. Y ya en el renacimiento, Francisco Díaz (1510-
El desarrollo de la cirugía endoscópica se debe a la labor de muchas personas esforzadas e ingeniosas cuya suma de esfuerzos permite dar pasos eficaces hacia delante; como en su día dijera Newton: «si he podido llegar tan lejos es por los grandes gigantes que me precedieron». Es en la edad moderna, en la época del romanticismo, cuando aparece la cistoscopia gracias a los trabajos de Nitze y se comienza a aplicar la cirugía endoscópica transuretral, cuyo desarrollo ha sido en todo momento paralelo al trata- miento de la hiperplasia de próstata. Desde los primeros tratamientos realizados a ciegas para curar las llamadas carnosidades de la uretra y cuello vesical hasta las más sofisticadas técnicas de la actualidad, los obje- tivos han sido siempre dos: obtener una visión directa de la uretra y la vejiga y desarrollar las técnicas e instrumentos que permitieran la resección de tejidos.
a) Visión directa Nitze en 1876 construye el primer cistoscopio con óptica, al que en 1879 añade la lámpara incandescente de Edison, lo cual permitó una visión clara de la uretra, próstata y vejiga. La aplicación de fibra óptica en 1970 mejora en gran medida la visión: los sistemas fibroscopios están compues- tos por un núcleo de vidrio rodeado de un material de baja refracción; la luz se transmite a través de fibras ópticas y, después de reflejarse en la superficie interna, es conducida a través de un cordón flexible hasta el cistoscopio y de allí al campo operatorio. b) Desarrollo instrumental Desde los tiempos de Hipócrates y Avicino se conocen téc-
nicas de cirugía urológica, atribuyéndose a Ambrosio Paré (siglo XVI) la primera cirugía transuretral para aliviar la obs- trucción intravesical ocasionada por car- nosidades; al parecer, utilizó una cureta y una sonda afilada hueca para afeitar las carnosidades. En 1830, los franceses Mercier, Civiali y D’Ethoiles introducen a través de una sonda hueca una hoja estrecha y cortante con la que seccionaban a ciegas el cuello vesical y, en1888 Hertz emplea la co- rriente de alta frecuencia para seccionar tejidos; una mejora importante se produ- ce con la utilización en 1860 de la uña diseñada por Joaquín Albarrán, médico cubano afincado en Barcelona y que sirve para introducir catéteres. El desarrollo tecnológico del siglo XX permitió sucesivas mejoras en los mate- riales e instrumentos: en 1926 Ster diseña un asa de alambre de tungsteno que podía ser utilizada con corriente de alta frecuencia para resecar tejidos, conocida con el nombre de cistoscopio sacaboca- dos; McCarthi agrupa en 1932 muchos de los avances anteriores, al introducir el resectoscopio provis- to de un sistema óptico de visión oblicua, asa de resección y electrocauterio. En un principio se utilizó como líquido de irrigación el agua destilada, con el consiguiente riesgo de hemólisis, posteriormente se introdujo la glicina que es un preparado isotónico no hemolítico; en 1970, Iglesias introduce el resec- toscopio de flujo continuo (irrigación-aspiración), el más uti- lizado en la actualidad, y Reuter diseña el trocar suprapúbi- co de drenaje para mantener una presión constante con dis- tensión vesical y salida continua de líquido, para las resec- ciones transuretrales de próstata. Aunque se trabaje con rec- tor de flujo continuo es necesario aspirar con regularidad los fragmentos resecados, lo cual se realiza con evacuador de kellit o jeringa de Toomey. En los años 80 se aplicaron video-cámaras que mejoran la calidad de imágenes y la comodidad del cirujano y per- miten que todo el equipo quirúrgico tenga una la visión directa; en 1985, el 95% de las prostatectomías se realiza- ban en Estados Unidos por resección transuretral, la cual ha facilitado considerablemente la detección del cáncer de próstata. En los años 90, el Dr. Valdivia introdujo el trocar suprapú- bico de Amplatz (30 ch) con salida de fragmentos resecados a través del mismo.
La próstata es una glándula con dos lóbulos laterales y un istmo o lóbulo medio, rodeada por una cápsula muy vascu- larizada; el 30% de la glándula es una masa muscular con vasos sanguíneos, linfáticos y nervios, mientras que el resto es glandular compuesto por conductos y acinos. La próstata
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El resector como tal consta de cuatro elementos funda- mentales: vaina simple o doble (Iglesias) con su obturador; óptica 30º (visión frontal o panorámica); elemento de traba- jo, y asa de tungsteno para resecar. La vaina doble (propia del resector Iglesias) permite adap- tar un sistema de irrigación aspiración constante: a la vaina interna de menor calibre se conecta, mediante un grifo, la entrada de líquido de irrigación mientras que la vaina exter- na de mayor calibre tiene el extremo distal multiperforado para la aspiración a través de un grifo; de esta forma el líqui- do fluye a la vejiga a través de la vaina interna y aspira a tra- vés del espacio entre ambos. El extremo distal de la vaina interna está aislado eléctricamente para evitar quemaduras en la superficie uretral. El obturador se utiliza para introdu- cir la vaina en la cavidad vesical sin dañar los tejidos al tener el extremo distal cilíndrico. Se utiliza óptica de 30º porque da una visión panorámica para poder ver cualquier plano vesical. El elemento de trabajo sirve para fijar la óptica y el asa de resección (tungsteno) que queda anclada, dándole movi- miento longitudinal al eje, para poder cortar; también se aco- plan a él asas de Colling para capsulotomía, de bola para hemostasia, de banda o rodete (resección) o bien cuchilletes en caso de estenosis acoplado al uretrótomo-sasche para ampliación de uretra. El cable de luz fría se acopla a la óptica y el cable de elec- tro bisturí se conecta al elemento de trabajo. Junto con el resector se utilizan también:
Accesorios para la endoscopia:
Otros materiales complementarios:
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fuera necesario y el mejor manejo de los instrumentos endoscópicos.
Se coloca el campo estéril acomodando y conectando todos los cables, gomas de irrigación-aspiración y cámara de video a sus aparatos correspondientes y al instrumental endoscópico. Se inicia la intervención calibrando el meato uretral con el meatometro y abundante lubricante y seguidamente se intro- duce el resector con su obturador y las gomas de irrigación- aspiración conectadas; una vez introducido éste en uretra, se retira el obturador y, a través de la vaina del relector, se intro- duce el elemento de trabajo con la óptica, el asa de resección y los cables de luz fría y bisturí eléctrico conectados. A la vez que se va introduciendo el relector, siempre con líquido de irrigación (glicina), se realiza una exploración de la uretra, esfínter, próstata, cuello vesical y vejiga. Una vez completada la inspección de uretra, esfínter veru-montanum,
próstata, su tamaño y morfología, localización de los uréte- res, vejiga forma, tamaño y estructura de su pared, se comienza la resección. Es muy importante mantener una presión constante del líquido intravesical durante todo el acto quirúrgico porque, al ser la vejiga un órgano capaz de distenderse, la próstata se aleja del campo óptico a medida que la vejiga se llena de líquido. Durante la resección se va haciendo hemostasia para evitar el sangrado que también dificultaría el campo visual.
Durante el acto quirúrgico, además del apoyo en la anes- tesia, vigilancia del estado general del paciente y campo estéril, la enfermera debe ocuparse de que el flujo de líqui- dos sea constante tanto de entrada como de salida hasta fina- lizar el acto quirúrgico. Durante la resección se utiliza como líquido de irrigación glicina por ser un buen conductor de la electricidad y ser iso- tónico, no hemolítico. La glicina es un ácido aminoacético que contiene simultáneamente funciones ácida y amina con una reacción neutra; se introducirá caliente para evitar hipo- termias del enfermo y deberá de estar situada a una altura de 30 a 50 cm como mínimo de la sínfisis púbica del enfermo;