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El Clasicismo del 'Cinquecento' y la Transformación del Arte en Roma, Apuntes de Historia

Este texto traza la evolución del arte en roma durante el 'cinquecento', desde la llegada de rafael hasta la consolidación del estilo clasico. Se explica cómo la muerte de lorenzo de medici y la expulsión de sus sucesores de florencia marcaron el inicio de una nueva tendencia artística, que se consolidó bajo el patronazgo papal. Se destaca la importancia de roma como centro cultural y económico, que atrajo a maestros famosos y permitió la creación de obras maestras.

Qué aprenderás

  • ¿Qué papel desempeñó Roma como centro cultural y económico en la evolución del arte durante el 'Cinquecento'?
  • ¿Cómo se inició la transformación del estilo artístico en Roma durante el 'Cinquecento'?
  • ¿Cómo influyeron los maestros famosos traídos a Roma por los Papas en la consolidación del estilo clasico?

Tipo: Apuntes

2020/2021

Subido el 13/10/2021

eduardo-chavez
eduardo-chavez 🇦🇷

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HISTORIAII
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EL CLASICISMO DEL "CINQUECENTO"
Cuando Rafael llego a Florencia en 1504, hacía ya más de un decenio que Lorenzo de Medici había
muerto y que sus sucesores habían sido expulsados y el gonfaloniero Pietro Soderini había introducido de nuevo
en la republica un régimen burgués. Pero la transformación del estilo artístico en cortesano protocolario y
estrictamente formal ya estaba iniciada, las líneas fundamentales del nuevo gusto convencional ya estaban fijada
y reconocidas por todos y la evolución podía continuar por el camino iniciado sin recibir de fuera nuevos
estímulos. Rafael no tenía más que seguir esta dirección, que ya se refalaba en las obras de Perugino y Leonardo,
y en cuanto artista creador, no podía hacer otra cosa que sumarse a esta tendencia, que era intrínsecamente
conserva dora por basarse en un canon formal intemporal y abstracto, pero que en aquel momento de la historia
de los estilos resultaba progresista. Por lo demás, no faltaban estímulos externos que le impulsaran a mantenerse
en esta dirección, aunque ya el movimiento no partía de la misma Florencia. Pero fuera de Florencia, casi por
todas partes gobernaban en Italia familias con pretensiones dinásticas y aires principescos y, ante todo, se formó
en Roma, alrededor del Papa, una verdadera corte, en la que estaban en vigor los mismos ideales sociales que en
las demás cortes que juzgaban el arte y la cultura como elementos de prestigio.
Los Estados de la Iglesia habían atraído hacia si en la dividida Italia la dirección política. Los Papas se
sentían los herederos de los Cesares, y en parte consiguieron poner al servicio de su afán de poder las fantasías
que en el país florecían por todas partes tendientes a renovar la antigua grandeza romana.
Sus ambiciones políticas quedaron, ciertamente insatisfechas, pero Roma se convirtió en el centro de la
cultura occidental y logro ejercer un influjo intelectual que todavía se hizo más intenso durante la Contrarreforma
y siguió actuando, hasta muy entrada la época barroca. Desde el regreso de los Papas de Avignon, la Urbe no
solo se había convertido en un punto de cita diplomático, adonde acudían embajadores y legados de todas las
partes del mundo cristiano, sino también en un importante mercado de dinero, donde, para la medida de entonces,
entraban y salían sumas fantásticas. La Curia pontificia superaba como poder económico a todos los príncipes,
tiranos, banqueros y comerciantes de la alta Italia; podía invertir sumas mayores que estos en fines cultura les, y
en el terreno del arte tomo la dirección que hasta entonces había poseído Florencia. Cuando los Papas regresaron
de Francia, Roma estaba todavía casi en ruinas, después de los ataques de los barbaros, y de las destrucciones
ocasionadas por las seculares luchas de las grandes familias romanas. Los romanos eran pobres y
tampoco, los grandes dignatarios eclesiásticos disponían de riquezas tales como para hacer posible un progreso
en las artes en competencia con Florencia.
.... llamaron a Roma a maestros famosos de la época, entre otros a Masaccio, Gentile da Fabriano,
Donatello, Fra Angelico, Benozzo Gozzoli, Melozzo da Forli, Pinturicehio, Mantegna; pero estos, después de
ejecutar los encargos, abandonaban la ciudad, sin dejar la menor huella fuera de sus obras. Ni siquiera bajo Sixto
IV (117184), que con los encargos para adornar su capilla hizo de Roma durante una época un centro de
producción artística, llego a crearse una escuela o tendencia que tuviera carácter local romano. Tal orientación
solo se pudo observar bajo Julio II (150313), cuando Bramante, Miguel Ángel y finalmente Rafael, se
establecieron en Roma y pusieron sus talentos al servicio del Papa. Solo entonces comienza la excepcional
actividad artística cuyo fruto es la Roma monumental tal cual se muestra ante nuestros ojos no solo como el
mayor monumento del pleno Renacimiento, sino como el más representativo que pudo solo surgir entonces en las
condiciones que se daban en la corte pontificia.
Frente al arte del Quattrocento, de inspiración predominantemente mundana, nos encontramos aquí con
los comienzos de un nuevo arte eclesiástico en el que el acento no está puesto en la interioridad y el misticismo,
sino en la solemnidad, majestad, fuerza y señorío. La intimidad y desvió del sentimiento cristiano frente al
mundo ceden el paso a la frialdad distante y a la expresión de una superioridad tanto física como espiritual. Con
cada iglesia, cada capilla, cada imagen y cada pila bautismal parecen los Papas haber querido, ante todo, erigirse
un monumento a sí mismos y haber pensado antes en su propia gloria que en la de Dios.
Bajo León X (15131521) alcanza la vida de la corte romana su punto culminante. La Curia papal se parece
entonces a la Corte de un emperador; las casas de los cardenales semejan pequeñas cortes principescas, y las de
los otros
señores
eclesiásticos
,
hogares
aristocráticos
que
buscan
superarse
unos
a
otros
en
esplendor.
La
mayoría
de
estos príncipes y dignatarios de la Iglesia son aficionados al arte; dan trabajo a los artistas para inmortalizar su
propio nombre, sea con la fundación de obras de arte eclesiásticas, sea con la construcción y decoración de sus
palacios. Los ricos banqueros de la Urbe, con Agostino Chagi, el amigo y protector de Rafael a la cabeza,
intentan imitarlos como mecenas; mas, aunque acrecen la importancia del mercado artístico de Roma, no le
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EL CLASICISMO DEL "CINQUECENTO"

Cuando Rafael llego a Florencia en 1504, hacía ya más de un decenio que Lorenzo de Medici había muerto y que sus sucesores habían sido expulsados y el gonfaloniero Pietro Soderini había introducido de nuevo en la republica un régimen burgués. Pero la transformación del estilo artístico en cortesano protocolario y estrictamente formal ya estaba iniciada, las líneas fundamentales del nuevo gusto convencional ya estaban fijada y reconocidas por todos y la evolución podía continuar por el camino iniciado sin recibir de fuera nuevos estímulos. Rafael no tenía más que seguir esta dirección, que ya se refalaba en las obras de Perugino y Leonardo, y en cuanto artista creador, no podía hacer otra cosa que sumarse a esta tendencia, que era intrínsecamente conserva dora por basarse en un canon formal intemporal y abstracto , pero que en aquel momento de la historia de los estilos resultaba progresista. Por lo demás, no faltaban estímulos externos que le impulsaran a mantenerse en esta dirección, aunque ya el movimiento no partía de la misma Florencia. Pero fuera de Florencia, casi por todas partes gobernaban en Italia familias con pretensiones dinásticas y aires principescos y, ante todo, se formó en Roma, alrededor del Papa, una verdadera corte, en la que estaban en vigor los mismos ideales sociales que en las demás cortes que juzgaban el arte y la cultura como elementos de prestigio. Los Estados de la Iglesia habían atraído hacia si en la dividida Italia la dirección política. Los Papas se sentían los herederos de los Cesares, y en parte consiguieron poner al servicio de su afán de poder las fantasías que en el país florecían por todas partes tendientes a renovar la antigua grandeza romana. Sus ambiciones políticas quedaron, ciertamente insatisfechas, pero Roma se convirtió en el centro de la cultura occidental y logro ejercer un influjo intelectual que todavía se hizo más intenso durante la Contrarreforma y siguió actuando, hasta muy entrada la época barroca. Desde el regreso de los Papas de Avignon, la Urbe no solo se había convertido en un punto de cita diplomático, adonde acudían embajadores y legados de todas las partes del mundo cristiano, sino también en un importante mercado de dinero, donde, para la medida de entonces, entraban y salían sumas fantásticas. La Curia pontificia superaba como poder económico a todos los príncipes, tiranos, banqueros y comerciantes de la alta Italia; podía invertir sumas mayores que estos en fines cultura les , y en el terreno del arte tomo la dirección que hasta entonces había poseído Florencia. Cuando los Papas regresaron de Francia, Roma estaba todavía casi en ruinas, después de los ataques de los barbaros, y de las destrucciones ocasionadas por las seculares luchas de las grandes familias romanas. Los romanos eran pobres y tampoco, los grandes dignatarios eclesiásticos disponían de riquezas tales como para hacer posible un progreso en las artes en competencia con Florencia. .... llamaron a Roma a maestros famosos de la época, entre otros a Masaccio, Gentile da Fabriano, Donatello, Fra Angelico, Benozzo Gozzoli, Melozzo da Forli, Pinturicehio, Mantegna; pero estos, después de ejecutar los encargos, abandonaban la ciudad, sin dejar la menor huella fuera de sus obras. Ni siquiera bajo Sixto IV (117184) , que con los encargos para adornar su capilla hizo de Roma durante una época un centro de producción artística, llego a crearse una escuela o tendencia que tuviera carácter local romano. Tal orientación solo se pudo observar bajo Julio II (150313) , cuando Bramante, Miguel Ángel y finalmente Rafael, se establecieron en Roma y pusieron sus talentos al servicio del Papa. Solo entonces comienza la excepcional actividad artística cuyo fruto es la Roma monumental tal cual se muestra ante nuestros ojos no solo como el mayor monumento del pleno Renacimiento, sino como el más representativo que pudo solo surgir entonces en las condiciones que se daban en la corte pontificia. Frente al arte del Quattrocento, de inspiración predominantemente mundana, nos encontramos aquí con los comienzos de un nuevo arte eclesiástico en el que el acento no está puesto en la interioridad y el misticismo, sino en la solemnidad, majestad, fuerza y señorío. La intimidad y desvió del sentimiento cristiano frente al mundo ceden el paso a la frialdad distante y a la expresión de una superioridad tanto física como espiritual. Con cada iglesia, cada capilla, cada imagen y cada pila bautismal parecen los Papas haber querido, ante todo, erigirse un monumento a sí mismos y haber pensado antes en su propia gloria que en la de Dios. Bajo León X (15131521) alcanza la vida de la corte romana su punto culminante. La Curia papal se parece entonces a la Corte de un emperador; las casas de los cardenales semejan pequeñas cortes principescas, y las de los otros señores eclesiásticos, hogares aristocráticos que buscan superarse unos a otros en esplendor. La mayoría de estos príncipes y dignatarios de la Iglesia son aficionados al arte; dan trabajo a los artistas para inmortalizar su propio nombre, sea con la fundación de obras de arte eclesiásticas, sea con la construcción y decoración de sus palacios. Los ricos banqueros de la Urbe, con Agostino Chagi, el amigo y protector de Rafael a la cabeza, intentan imitarlos como mecenas; mas, aunque acrecen la importancia del mercado artístico de Roma, no le

HISTORIAII PAG. añaden ninguna nota nueva. A diferencia de la clase señorial de las otras ciudades italianas, en primer lugar, Florencia, que es en su conjunto perfectamente diferenciados. El más importante está formado por la corte pontificia con los parientes del Papa, el clero más alto, los diplomáticos del país y extranjeros y las infinitas personalidades que participan de la magnificencia pontificia. Los miembros de este grupo son los más ambiciosos y los mejor dotados económicamente para favorecer el arte. Un segundo grupo abarca los grandes banqueros y ricos comerciantes, que en la disipada Roma de entonces, centro de la administración financiera pontificia, que se extendía a todo el mundo, tenía la mejor coyuntura imaginable. El banquero Altoviti es uno de los más magníficos amigos del arte de la época y para Agostino Chigi trabajan, con la excepción del enemigo de Rafael, Miguel Ángel, todos los artistas famosos de la época; el da trabajo aparte de a Rafael a Sodoma , Baldassare, Peruzzi, Sebastiano del Piombo, Giulio Romano, Francesco Penni, Giovanni da Udine y muchos otros maestros más. El tercer grupo esta formado por los miembros de las antiguas familias romanas, ya empobrecidas, que puede decirse que no tienen parte alguna en la vida artística, y mantienen sus nombres con, lustre gracias a que casan a sus hijos e hijas con los vástagos de burgueses ricos y con ello dan lugar a una fusión de clases semejante, aunque más reducida, a la que ya antes se había producido en Florencia y otras ciudades a consecuencia, de la participación de la antigua nobleza en los negocios de la burguesía. Por grande que fuera la participación de los prelados y los banqueros como mecenas de la producción artística, tiene extremada significación para el arte del pleno Renacimiento, y es decisivo para la formación del estilo, el que trabajaran en el Vaticano Miguel Ángel, casi exclusivamente y Rafael, en su mayor parte. Solo allí, al servicio del Papa, se, podía desarrollar aquella maniera grande junto a la cual las orientaciones artísticas de las otras escuelas locales tienen un carácter más o menos provinciano. En ningún otro lugar hallamos este estilo sublime, exclusivo, tan profundamente penetrado de elementos culturales y tan incansablemente limitado a problemas formales sublimados. El arte del primer Renacimiento podía ser al menos medio comprendido, por las capas sociales más amplias; también los pobres y los incultos podían hallar conexiones con él, aunque estuvieran en la periferia del efecto estético; pero con el nuevo arte ya no tienen las masas ninguna relación. que hubiera podido decirles la Escuela de Atenas de Rafael y las Sibilas de Miguel Ángel, aun en el caso de que hubieran podido llegar a contemplarlas! Pero precisamente en tales obras se realizó el arte clásico del Renacimiento, cuya validez general suele ensalzarse tanto, pero que en realidad solo se dirigía a un público más reducido que jamás se dirigió arte alguno. Uno de los más importantes conceptos del clasicismo, la determinación de la belleza como armonía de todas las partes, encuentra ya en Alberti su formulación. Alberti piensa que la obra de arte es de tal naturaleza, que de sus elementos no se puede ni quitar ni añadir nada sin dañar la belleza del conjunto Este pensamiento, que Alberti hallo en Vitruvio, y que propiamente se remonta a Aristóteles, es uno de los postulados fundamenta les de la teoría clásica del arte. La circunstancia de que, el paso del naturalismo al clasicismo no se realice inmediatamente, sino que sea preparado tan de antemano, puede fácilmente conducir a no entender todo el proceso histórico de la transformación del estilo. Pues si uno se fija en los preludios del cambio y parte de fenómenos de transición tales como el arte de Perugino y Leonardo, tiene la impresión de que el cambio estilístico se desarrolla sin cesar, sin salto, casi con una lógica necesidad, y que el arte del pleno Renacimiento no es sino la pura síntesis de los logros del Quattrocento. En una palabra, uno se siente arrastrado a aceptar la conclusión de que se trata de un desarrollo endógeno.