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Salud mental., concepto y descripción de lo q es la la salud mental
Tipo: Apuntes
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Este presente trabajo agradezco a mis padres, a mis compañeros y amigos por todo el apoyo incondicional que hasta ahora me han brindado, es a ellos quienes va dirigido con una expresión de gratitud. I
Las alteraciones de la salud mental (trastornos psiquiátricos o psicológicos) implican alteraciones en el pensamiento, en las emociones y/o en la conducta. Las alteraciones leves de estos aspectos vitales son frecuentes, pero cuando provocan una angustia intensa a la persona afectada y/o interfieren en su vida diaria, se consideran enfermedades mentales o trastornos de la salud mental. Los efectos de la enfermedad mental pueden ser temporales o de larga duración. Casi el 50% de los adultos padece un trastorno mental en algún momento de su vida. Más de la mitad de estas personas experimentan síntomas graves o moderados. De hecho, cuatro de las diez causas principales de discapacidad entre los sujetos mayores de 5 años de edad corresponden a trastornos mentales, siendo la depresión la primera causa de discapacidad por enfermedad. A pesar de esta elevada prevalencia de los trastornos mentales, solo en torno al 20% de las personas que tienen una enfermedad mental reciben ayuda profesional. Aunque se han logrado extraordinarios avances en la comprensión y el tratamiento de las enfermedades mentales, el estigma que las rodea aún persiste. Por ejemplo, las personas con una enfermedad mental pueden ser culpabilizadas de su propia enfermedad o ser consideradas perezosas o irresponsables. La enfermedad mental se interpreta en ocasiones como una entidad menos real o menos legítima que la enfermedad física, generando reticencias en los responsables de la salud y de las compañías de seguros en lo referente a la cobertura del tratamiento. Sin embargo, la creciente toma de conciencia de lo mucho que la enfermedad mental afecta a los costes de la atención sanitaria y el número de días de trabajo perdidos está cambiando esta tendencia.
La salud mental es, en términos generales, el estado de equilibrio entre una persona y su entorno socio-cultural que garantiza su participación laboral, intelectual y de relaciones para alcanzar un bienestar y calidad de vida. Comúnmente, se utiliza el término “salud mental” de manera análoga al de “salud o estado físico”, definiendo a la salud mental de la siguiente manera: "la salud mental abarca una amplia gama de actividades directa o indirectamente relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en la definición de salud que da la OMS: «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades»". Sin embargo, lo mental alcanza dimensiones más complejas que el funcionamiento meramente orgánico del individuo. La salud mental ha sido definida de múltiples formas por autores de diferentes culturas. Los conceptos de salud mental incluyen el bienestar subjetivo, la autonomía y potencial emocional, entre otros. Sin embargo, las precisiones de la Organización Mundial de la Salud establecen que no existe una definición oficial sobre lo que es salud mental y que cualquier definición estará siempre influenciada por diferencias culturales, suposiciones, disputas entre teorías profesionales, la forma en que las personas relacionan su entorno con la realidad, entre otras cuestiones. En cambio, un punto en común en el cual coinciden los teóricos es que “salud mental” y “enfermedad mental” no son dos conceptos simplemente opuestos, es decir, la ausencia de un desorden mental reconocido no indica necesariamente que se goce de salud mental y viceversa, sufrir un determinado trastorno mental no constituye siempre y necesariamente un impedimento para disfrutar de una salud mental razonablemente buena. Dado que es la observación del comportamiento de una persona en su vida diaria, el principal modo de conocer el estado de su salud mental en aspectos como el manejo de sus conflictos, temores y capacidades, sus competencias y responsabilidades, la manutención de sus propias necesidades, la forma en que afronta sus propias tensiones, sus relaciones interpersonales y la manera en que dirige una vida independiente, el concepto es necesariamente subjetivo y culturalmente determinado. La salud mental es un concepto que abarca no sólo el eufemismo utilizado para evitar nombrar las enfermedades psiquiátricas, sino que nos habla fundamentalmente del derecho a vivir en un equilibrio psico-emocional que, aun siendo inestable, porque vivir lo es, no acarree más sufrimiento que el esfuerzo necesario para mantener ese equilibrio o para lograr otro más adecuado a nuevas circunstancias. Se trata pues de un concepto utópico, que tiene justamente el valor de la utopía, el de proyectar a los humanos hacia acciones favorecedoras del bienestar de todos.
Las evaluaciones del paciente son realizadas por profesionales de la salud mental, como psiquiatras y psicólogos, utilizando diversos métodos, como las pruebas psicométricas, pero a menudo dependen de la observación y la entrevista personal. Los tratamientos principales son la psicoterapia y los psicofármacos. Otros tratamientos incluyen cambios en el estilo de vida, intervenciones sociales y autoayuda. Destaca especialmente el campo naciente de la "psiquiatría nutricional", que es muy prometedor para abordar y prevenir los trastornos mentales. Nuevas evidencias científicas confirman que la calidad de la alimentación está relacionada con el riesgo de desarrollar trastornos mentales, en todas las edades y países. Asimismo, se ha demostrado que tanto el estrés como los problemas psicológicos o psiquiátricos provocan malos hábitos alimenticios y esta mala nutrición causa diversos trastornos de salud y empeora la salud mental, en una especie de círculo vicioso. Los trastornos mentales más comunes incluyen la depresión (que afecta a unos 300 millones de personas en el mundo), el trastorno bipolar (unos 60 millones), la demencia (unos 50 millones), la esquizofrenia y otras psicosis (unos 23 millones) y los trastornos del desarrollo, incluido el autismo. El estigma y la discriminación pueden aumentar el sufrimiento y la discapacidad asociados con los trastornos mentales, por lo que varios movimientos sociales intentan aumentar la comprensión para evitar la exclusión social. EL AUTOESTIMA Una persona con baja autoestima suele ser alguien inseguro, que desconfía de las propias facultades y no quiere tomar decisiones por miedo a equivocarse. Le cuesta hacer amigos nuevos y está pendiente del qué dirán o pensarán sobre él, pues tiene un miedo excesivo al rechazo, a ser juzgado mal y a ser abandonado. Suele tener una imagen distorsionada de si mismo, tanto a lo que se refiere a rasgos físicos como de su valía personal o carácter. Una persona con una autoestima óptima, en cambio, tiene las siguientes cualidades: Posee una visión de si mismo y de sus capacidades realista y positiva. No necesita de la probación de los demás, no se cree ni mejor ni peor que nadie. Muestra sus sentimientos y emociones con libertad. Afronta los nuevos retos con optimismo, intentando superar el miedo y asumiendo responsabilidades. Se comunica con facilidad y le satisfacen las relaciones sociales, valora la amistad y tiene iniciativa para dirigirse a la gente.
Sabe aceptar las frustraciones, aprende de los fracasos, es creativo e innovador, le gusta desarrollar los proyectos y persevera en sus metas. Consejos prácticos para mejorar nuestra autoestima: El hecho de querernos más y mejor está en nuestras manos, no en las de los demás. Acéptate tal y como eres, en tus cualidades y defectos. Todos tenemos defectos, nadie es perfecto ni pretende serlo. Desarrolla el sentido del humor, no des tanta importancia a cosas que no la tienen, ni a los posibles comentarios de los demás EL ESTRÉS El término de estrés se refiere a cualquier exigencia o estímulo que nos produzca un estado de tensión y que pida un cambio adaptativo por nuestra parte. El estrés es la respuesta inespecífica del cuerpo a la demanda, ya tenga por resultado condiciones agradables o desagradables. Otra manera de ver el estrés es como respuesta fisiológica. Cuando estamos en una situación de tensión el cuerpo está padeciendo estrés, esta situación implica cambios fisiológicos, motores, nos movemos más rápido, aumenta la tensión arterial, estos cambios también se relacionan con cambios emocionales y conductuales. A más estrés, más padece nuestro cuerpo. Existen dos tipos de estrés, si bien cierta medida de estrés es indispensable para nuestra salud y nuestra capacidad productiva, la medida óptima que apunta a un mejoramiento de la salud y el rendimiento se llama fase positiva o eustrés. Si el estrés sigue aumentando, la salud empeora y el rendimiento disminuye; este proceso se considera estrés negativo o distrés. El estrés es un hecho habitual en nuestras vidas. Es inevitable ya que cualquier cambio al que debamos adaptarnos representa estrés. Eso significa que no sólo los eventos negativos sino también los sucesos positivos pueden resultar estresantes. El síndrome del estrés se define como una combinación de tres elementos: el ambiente, los pensamientos negativos y las respuestas físicas. Estos interactúan de tal manera que hacen que una persona se sienta ansiosa, agresiva o deprimida. De manera que si queremos evitar o dejar de estar ansiosos, agresivos o deprimidos; debemos comenzar por regular el estrés, lo que se puede lograr por medio de algunos de sus elementos. Aprendiendo la forma de modificar el ambiente, nuestros pensamientos, y nuestras respuestas físicas que nos alteran; habremos librado la primer batalla al estrés. Para afrontar el estrés de forma positiva, en primer lugar hay que conocer aquello a lo que nos enfrentamos, las exigencias y las posibles consecuencias del mismo. Es importante valorar las propias aptitudes a la hora de seleccionar
mismo “mas arriba”: el yo y el sí-mismo encuentran su ubicación primaria en la mente. Cuando el crecimiento se desenvuelve de forma apropiada, se reconoce el cuerpo como parte del sí-mismo, pero no la totalidad. La conciencia es la diferencia del cuerpo y se desarrolla un sentido del sí-mismo más complejo y comprensivo. Cuando el infante comienza a tener conocimiento del sí-mismo desarrolla una necesidad de amor o estimación positiva, como los niños no separan sus acciones de sus seres totales, ellos reaccionan ante la aprobación para ellos- mismo. Los niños pueden actuar contra su propio interés llegando finalmente a considerarse a sí-mismo en términos ideados originalmente para agradar o calmar a otros. Pero este proceso supone además el potencial para la disociación del cuerpo. Cuando existe disociación, el cuerpo ni pertenece exclusivamente al sí-mismo ni constituye siquiera un aspecto del sí-mismo; es, en cambio, la ausencia del sí-mismo. La esencia de tomar conciencia de sí-mismo consiste en aprender a darse cuenta, aprender a prestar atención. El tomar conciencia de sí-mismo incluye muchos más aspectos que los mencionados: el patrón de respiración que solemos adoptar y los momentos en que interrumpimos su ritmo natural; el tono de nuestra voz y los mensajes que transmite; las formas en que nos paramos o movemos y el código silencioso que contienen nuestra actitud y postura; las señales que emitimos en la expresión de nuestros ojos y rostro. Y más allá de todo: los sueños y los secretos implícitos que esconden; las fantasías y deseos que encierran; la música que hay dentro de nosotros y que quizá nunca compartimos enteramente con nadie, temerosos de que nadie nos comprenda, de que todo el mundo nos rechace, incluidos nosotros mismos. El sí-mismo constituye un vasto continente cuya exploración no llegamos a completar nunca
Todos enfrentamos la labor de establecer metas para nosotros mismos y definir nuestras aspiraciones para lograr una vida mejor. Formamos una imagen del yo idealizado, que es él yo que quisiera ser. Siempre habrá peligro de confusión entre nuestras ideas sobre nuestro yo real y él yo en que desearíamos convertirnos, hecho adoptamos la imagen idealizada del yo como él yo real.
Es cuando ocurre un conflicto interno en donde él ocurre el abandono del yo real a favor del yo ideal. CONSECUENCIAS DAÑINAS DE LA IDENTIFICACIÓN CON ÉL YO IDEALIZADO
1. La búsqueda de gloria:
Va acompañada de tres necesidades. 1.1 La necesidad de perfección: Es la implicación lógica del deseo de gloria. La naturaleza de la perfección va determinada por el rumbo hacia el cual los individuos han organizado su personalidad hacia, contra o lejos de la gente: Hacía la gente: Deben ser no solos moralmente buenos, sino virtuosas y sin tacha. Contra la gente: Deben ser no solo capaces sino superhombre o súper mujeres Lejos de la gente: Debe haber perfección y nada menos. 1.2 Ambición neurótica: Consiste en destacar la supremacía sobre los demás. 1.3 La necesidad de un triunfo vengativo: Consiste en un deseo de superar y humillar a otro.
2. Necesidades neuríticas y círculos viciosos: La mayor necesidad provoca un miedo más intenso. Y la persona hace un mayor esfuerzo para satisfacerla. 3. Imaginación y la búsqueda de gloria: Es cuando las personas tienen momentos de extravagancia (soñar despiertos). Y temporalmente huyen de la dura realidad a un mundo interior imaginario. 4. Pacto con el diablo: Describe el proceso de enajenación del yo. La base del pacto es el deseo de grandeza, así como un fuerte anhelo similar por lograr soluciones fáciles.
yo hace. El mi establece el marco en el que el yo, tiene que actuar, el yo es la reacción del organismo a las actitudes de los otros, el mi es la serie de actitudes organizadas de los otros que adopta uno mismo. Este autor proporciona una visión sociologista de la personalidad que elimina la individualidad específica de la persona concreta al disolverla en el contexto de sus determinaciones sociales. Su objeto fue mostrar ese necesario entronque de lo individual en lo colectivo y viceversa. Goffman amplía la perspectiva desde el proceso de socialización primaria. Señalando que en toda situación de interacción el individuo proyecta una definición de la misma de la cual forma parte importante su propia autodefinición; ésta tiene que ser revalidada por los otros partícipes en la misma. El yo, tiene, para esta autor dos aspectos: uno como actor y otro como carácter, imagen o persona que se intenta representar, un yo – actor y un yo – actuado o representado. El primero es el que programa y prepara los detalles de la representación y el segundo el que resulta proyectado en la representación misma. Además distingue tres niveles en el proceso de conformación y funcionamiento de la identidad estigmatizada.: el de la identidad social, el de la identidad personal y el de la identidad del yo. Por identidad social entiende el carácter o rasgos atribuidos desde indicios o señales que una sociedad emplea normalmente para establecer amplías categorías o clases de personas. Se trata de identidad personal en tanto que identificación por los otros por medio de determinadas marcas o señas que las sirven de referencia. La identidad personal se apoya en el supuesto de que un individuo, puede ser distinguido de todos los demás, y de que entorno a todos estos medios de diferenciación puede adherirse una historia continua y única de hechos sociales. Ambas identidades la social y la personal están íntimamente entrelazadas. La identidad del yo hace referencia a las concepciones y valoraciones de la propia persona sobre sí misma. También realiza el análisis de los roles sociales lo cual permite una segmentación y diferenciación de los sistemas sociales en unidades o constelaciones más directamente observables que la totalidad de las que forman parte. Desde el punto de vista psicosociológico la relevancia del concepto de rol se deriva de su naturaleza relacional, del hecho de que además de constituir una unidad distinguible del sistema social tiene como contrapartida una interiorización del mismo, un rol interiorizado o una identidad o sub-identidad personal. Sirve de vehículo de inserción de la personalidad en la estructura social. Infiere que en el concepto de rol pueden ir implicados varios componentes y niveles de análisis: a) en tanto que contrapartida del status o de la posición social, y, por tanto, como unidad de la estructura sociocultural, el rol constituye una especificación de las prescripciones a las que la conducta del ocupante de dicho status debe atenerse; b) las expectativas del rol, el contenido normativo no es contemplado desde las normas que lo conectan con la estructura sociocultural, sino de desde las
expectativas que los ocupantes de los roles complementarios tienen sobre los ocupantes del rol focal; c) el concepto de rol desde su actuación y eventual elaboración en la interacción. En este sentido los roles se definen como pautas de conducta reiterativas, pero que se configuran específicamente en la interacción social concreta; subrayando su carácter procesual y dinámico. Goffman se refiere a los estigmas y considera que una posibilidad fundamental en la vida de una persona estigmatizada es la colaboración que presta a los normales al actuar como si su diferencia manifiesta careciera de importancia y no fuera motivo de una atención especial. Señala también que la segunda posibilidad importante en la vida de una persona estigmatizada aparece cuando su diferencia no se revela de modo inmediato y no se tiene de ella un conocimiento previo, es decir, cuando no se trata en realidad de una persona desacreditada sino desacreditable. El problema consiste en manejar la información que se posee acerca de su deficiencia. Otro sería el encubrimiento, donde la persona oculta información sobre su identidad personal, recibiendo y aceptando un trato sobre suposiciones falsas respecto de su persona, que desacreditan al yo. La información es reflexiva y corporizada, es trasmitida por la misma persona a la cual se refiere y ello ocurre a través de la expresión corporal. Los símbolos de prestigio pueden contraponerse a los símbolos de estigma, aquellos signos especialmente efectivos para llamar la atención sobre degradante incongruencia de la identidad. Los signos que trasmiten información social varían según sean o no congénitos y, en caso de que no lo sean según que, una vez empleados se conviertan o no en una parte permanente de la persona. Los signos no permanentes empleados sólo para transmitir una información social pueden o no utilizarse contra la voluntad del informante, en caso afirmativo tienden a ser símbolos de estigma. También plantea el problema de la visibilidad de un estigma particular es decir, en qué medida ese estigma sirve para comunicar que el individuo lo posee. En primer lugar hay que distinguir la visibilidad de un estigma de su conocimiento. Cuando un individuo posee un estigma muy visible, el simple contacto con los demás dará a conocer dicho estigma. Pero el conocimiento que los demás tienen de él dependerá de otro factor además del de la visibilidad corriente, en segundo lugar la visibilidad debe distinguirse a su imposición por la fuerza. Cuando un estigma es inmediatamente perceptible sigue en pié el problema de determinar hasta que punto interfiere con el fluir de la interacción. En tercer lugar es separar la visibilidad de un estigma de ciertas de posibilidades de lo que podría denominarse foco de percepción. En conclusión al hablar de visibilidad hay que distinguirla entonces de otros problemas: el conocimiento del atributo, la fuerza con la que se impone y su foco de percepción. En todo del problema del manejo del estigma influye el hecho de que conozcamos o no personalmente al individuo estigmatizado, para tratar de describir en qué consiste esa influencia es indispensable formular el concepto de identidad personal. Es sabido que dentro de los círculos sociales pequeños
porque en algún momento reconocen que estas obsesiones son irracionales o excesivas, o sea que conservan el juicio de realidad. Gran parte de estas personas experimentan un malestar intenso en relación con el defecto y describen sus preocupaciones como “muy dolorosas, torturantes o demoledoras”. No pueden controlar y dominar sus preocupaciones pero a la vez hacen poco o nada por superarlas. Suelen pasar horas cavilando acerca del defecto al punto que estos pensamientos dominan sus vidas casi por completo. Por ello, en muchos casos se constata un deterioro significativo en muchas áreas de la vida del sujeto. CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DEL TDC Síntomas más frecuentes: Se refieren a defectos imaginarios o de poca importancia en la cara, o la cabeza como acné, arrugas, cicatrices, manchas vasculares, palidez o enrojecimiento del cutis, vello excesivo, asimetrías, desproporción facial, delgadez del cabello; hinchazones. Estas personas pueden preocuparse también por la forma, tamaño u otros aspectos de la nariz, párpados, cejas, orejas, boca labios, dientes, mandíbula, barbilla, mejillas, etc. Cualquier parte del cuerpo puede ser igualmente motivo de preocupación: genitales, pechos, glúteos, abdomen, brazos, manos, piernas, caderas, hombros, columna, columna vertebral, amplias zona s del cuerpo e incluso todo el cuerpo. A veces la preocupación suele se expande a varias partes del cuerpo al mismo tiempo. A pesar de que la mayoría de las quejas suelen ser específicas (labios “torcidos” o nariz prominente o “ganchuda”) algunas veces son muy vagas: “cara torcida”, ojos “poco abiertos”, etc.). Suelen limitarse a hablar de “su fealdad” sin entrar en detalles. Pasan varias horas (más de 1 hora/día) comprobando (checkers) el defecto en el espejo o superficies reflectantes (conductas compulsivas). A veces usan lupas para verlo mejor. Recurren al aseo excesivo (cleaners) o al maquillaje ritualizado para disminuir la ansiedad, con poco resultado. Tienen conductas tanto de evitación (tapar los espejos) como de verificación. Piden opiniones para tranquilizarse momentáneamente. Se comparan con los demás.
Creen que la gente los observa, critica o se burla de ellos (ideas de referencia). Ocultan la parte fea (usan barba, sombrero, rellenan los calzoncillos por aparentar un pene más grande). Tienen ideas de mal funcionamiento o de fragilidad de la parte fea. Se aíslan socialmente por vergüenza a ser vistos y en muchos casos salen sólo de noche. Algunos buscan tratamientos estéticos o correctivos (cirugías, tratamientos dentales, etc.) PROYECTO DE VIDA A la planeación de lo que se quiere llegar a ser se le llama proyecto de vida y está compuesto por pequeñas y grandes acciones que llevan a fijar metas y a realizarlas. Para alcanzar las metas planteadas en un proyecto de vida, se debe tener bien claro lo que se quiere SER y HACER y registrarlo en una planeación individual que se realizará después de haber reflexionado y considerado cualidades y habilidades. Cada meta por más pequeña que sea exige dedicación, pues es un peldaño para conseguir las que vendrán después. Es necesario seleccionar muy bien las metas y seleccionar pocas, pues se corre el riesgo de confundir lo importante con lo secundario, se reparten los esfuerzos y lo más importante no recibe el apoyo necesario. Los adolescentes están experimentando, se fijan nuevos retos y se dan cuenta de que cada meta que se propongan requiere de un esfuerzo ligado a la importancia de lo que se busca alcanzar. Aquí es donde se plantean las metas que a corto, mediano y largo plazos habrán de regir sus acciones. Es importante que se tomen un tiempo para reflexionar en los siguientes aspectos:
consumo de drogas, con las consecuencias ya conocidas sobre su salud mental, física y social siendo violentada su seguridad personal. Riesgo: esta asociado a toda actividad que realizamos y puede tener probabilidades o proximidad a un daño.
Definición En muchas ocasiones la enfermedad física es el resultado de un desequilibrio emocional que persiste a través del tiempo. Por supuesto, existen diferencias individuales en el modo de enfermar, tanto a nivel psíquico como a nivel físico. Por ejemplo, en algunas personas cuya salud física ha sido muy buena durante toda su vida, el trastorno emocional puede persistir durante mucho tiempo sin llegar a manifestarse de forma clara a nivel físico, aunque su organismo sí estará debilitado, de manera que tendrá mayor facilidad para contraer enfermedades comunes, como la gripe, menor vitalidad, síntomas leves como dolores de cabeza, problemas digestivos u otros, cansancio crónico, etc. Otras personas, en cambio, manifiestan sus alteraciones emocionales a nivel físico muy rápidamente, de forma que es posible que ni siquiera sean conscientes de lo que están sintiendo. ¿Cómo se produce la enfermedad? La medicina moderna tiende a centrase casi exclusivamente en el tratamiento de los síntomas, olvidando la verdadera causa de la enfermedad e ignorando, en muchas ocasiones, el hecho de que los síntomas son los intentos que hace el organismo de lograr la propia curación. Por ejemplo, la fiebre destruye a los agentes invasores, como virus o bacterias, mediante un aumento de la temperatura. La inflamación atrae hacia el lugar afectado una serie de células y sustancias que combatirán al agente infeccioso. Al mismo tiempo, concentra dicho agente en el lugar inflamado, impidiendo que se extienda al resto del organismo. Sin embargo, a veces estas defensas fallan. Puede ser que estas reacciones sean tan intensas que acaben haciendo más mal que bien y no sean capaces de curar, o puede ser que el cuerpo apenas reaccione o que lo haga de forma inapropiada, o que aparezca un síntoma que persiste durante meses sin evolucionar en ningún sentido, ocasionando una molestia crónica que vamos soportando como podemos. Y esto puede suceder ante agentes infecciosos
comunes que muchas personas vencen sin demasiada dificultad, o incluso en ausencia de una causa médica conocida. ¿Por qué sucede esto? Todos estamos sometidos a acontecimientos estresantes a lo largo de nuestra vida. Una persona puede sentir, por ejemplo, ansiedad ante uno de estos acontecimientos. La ansiedad conlleva una serie de síntomas físicos, como palpitaciones y liberación de las llamadas hormonas del estrés. Cuando la ansiedad se produce muy a menudo no es extraño, pues, que pueda acabar produciendo enfermedades físicas o alteración del funcionamiento de determinados órganos. Es decir, nuestros estados emocionales influyen en nuestro cuerpo (por ejemplo, se ha visto que en las personas deprimidas también suele darse un debilitamiento del sistema inmunitario). Pero las emociones, como ya hemos dicho en otros apartados de este web site (como Pensamiento constructivo o Terapia Raciona Emotiva), no surgen de la nada, sino que están relacionadas con nuestro modo de interpretar lo que nos sucede. Si interpretamos algo como amenazante sentiremos ansiedad. Esta reacción puede dar lugar a síntomas como dolores de estómago o de cabeza, tensión muscular, enfermedades infecciosas o enfermedades respiratorias, tal y como han demostrado algunos estudios en los que se ha visto cómo pueden aparecer estos síntomas tras un acontecimiento estresante. Nuestra forma de ver el mundo también influye en los síntomas crónicos. Las personas con sentimientos y pensamientos crónicos de desesperanza, desamparo y depresión que, además, tienen poca capacidad para enfrentarse a los acontecimientos estresantes o resolver los problemas de sus vidas (la llamada capacidad de afrontamiento), tienen más probabilidades de tener enfermedades crónicas. DEPRESION La depresión es un trastorno que afecta entre un 10 a 20 % de la población. Períodos breves de tristeza son normales. Sin embargo, cuando la sensación de falta de interés en las cosas, un humor depresivo, alteraciones del sueño o el apetito, falta de energía o concentración duran por al menos 2 semanas, usted puede estar sufriendo una depresión. La depresión actualmente tiene un muy buen pronostico de recuperación si se trata en forma correcta, es decir por un médico especialista, el fármaco adecuado y un programa de apoyo al paciente y su familia. Qué es la depresión? Un trastorno como la depresión afecta el ánimo, y es mas similar a los cambios radicales del clima que a los arranques emocionales que resultan de problemas particulares y que generalmente tienen una corta vida. Los síntomas centrales de la depresión son: