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Ensayo sobre los tipos de violencia, maltrato y otros aspectos
Tipo: Apuntes
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¡No te pierdas las partes importantes!
Silvia Andrés Lavilla. Ana R. Gaspar Cabrero. Alicia Jimeno Aranda. Colaboración: Santiago Boira Sarto. ABRIL 2011
1.- ¿De qué hablamos…?
2.- ¿Y que tipos de violencia me puedo encontrar?
3 -.¿Qué ocurre en una relación de maltrato?
3.1-¿Cómo visibilizar la violencia? 3.2 ¿Por qué mantienen la relación?
4.- ¿Cómo se encuentra la mujer?
5.- ¿Por qué les cuesta tanto romper?
6.- ¿Quiénes son y cómo se comportan los hombres maltratadores?
7.- ¿Qué pautas puedo tener en cuenta para atender a una mujer maltratada?
8.-….Efectos en los profesionales que atendemos a mujeres víctimas de violencia de género
BIBLIOGRAFÍA
1.- ¿De qué hablamos…?
En un gran número de ámbitos (político, social, psicológico, etc) se considera que todo acto de violencia contra la mujer es un acto de subordinación, de poder, de control, de desigualdad…, principalmente fundamentado en las pautas del sistema patriarcal, ya que como señala Alberdi (2005), “la idea central del patriarcado es la representación de la masculinidad a través del dominio sobre la mujer.” La violencia contra la mujer esta vinculada a esta idea entre otras cosas por presentar un reparto rígido de funciones basado en el poder y superioridad del hombre frente a la sumisión e inferioridad de la mujer. A lo largo de la historia, la mujer ha sido considerada un ser desvalido y, en general, con escasa capacidad para todo lo relacionado con lo social y publico. Aún hoy en día, muchos hombres y mujeres no terminan de aceptar y de creer en la idea de una posible igualdad entre ellos, lo que hace que el patrón de desigualdad y jerarquización siga vivo. En este caso nos estaríamos enfrentando al peso de siglos respecto a una serie de creencias e ideas que marcan a muchas mujeres cuando se enfrentan a una situación de violencia y agresión en su relación.
Viñeta “ Maltrato” ENEKO (equipo EQUAL – Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental)
Un punto de partida para acercarnos al concepto de violencia es hacer referencia a la definición establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que en el artículo 1 de la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la Mujer (1995), define que debe considerarse como violencia contra la mujer:
“Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada”
Según Alberdi (2005) existen distintas formas de violencia contra la mujer, indicando que entre ellas se engloban la violencia sexual, el acoso sexual, el acoso laboral, el tráfico de mujeres, la violencia familiar y la violación como arma de guerra, entre otros.
En este documento se va a abordar la violencia ejercida sobre la mujer en la relación de pareja. Para nombrar esta realidad se usan distintos términos: violencia de género, violencia doméstica, violencia familiar, violencia misógina, violencia machista, violencia de pareja, terrorismo patriarcal… Independientemente de las terminologías, nos parece importante señalar las claves de esta violencia, que se caracteriza por ser “una violencia específica, vertebrada por un eje ideológico caracterizado por ideas sexistas de dominación de la mujer, en sus esferas personal y social, y ejercida en contextos de relaciones íntimas: noviazgo, pareja o expareja” (Grupo 25).
En ocasiones, nos surgen como profesionales situaciones en las que resulta difícil discernir y valorar si el acto violento se enmarca dentro de una relación de violencia o se trata de una relación con violencia. Desde el punto de vista psicológico sí se observan diferencias, tanto en la dinámica como en la caracterización del proceso. Como indica Cárdenas (1999), “hay que diferenciar entre casos de violencia y casos con violencia. La mayoría de las familias han pasado por episodios violentos: en el 70% de las separaciones conyugales ha habido hechos violentos en los periodos inmediatamente anterior y posterior de la separación. Estos son casos con violencia. No debe tratarse estos casos como de violencia porque el foco no es ésta, sino el divorcio”.
2.- ¿Y que tipos de violencia me puedo encontrar?
Existen distintos tipos, pero siempre en función de la naturaleza del acto agresivo: depende de la acción realizada por el agresor, y no de las secuelas en la víctima. En diferentes fuentes bibliográficas se pueden encontrar distintas clasificaciones: maltrato físico, psicológico, sexual, económico, religioso, social... Indicar que estos tipos de violencia no son excluyentes entre si, sino que tienden a interaccionar y darse varios de ellos de forma simultanea. Por otro lado también hay que tener en cuenta que un maltrato de carácter físico va a provocar distintas consecuencias y secuelas en la víctima, tanto físicas como psicológicas (moratones, heridas, estrés, miedo, ansiedad…).
El objetivo va a ser el mismo: el poder de la relación. Como nos indica Bonino, el objetivo de la violencia es intentar tener a la mujer bajo control, venciendo su resistencia y quitándole poder para lograr su sumisión y su dependencia psicológica. En contra de lo que pueda parecer y podamos creer, la violencia es más una herramienta para lograr ese poder y ese control que una demostración o manifestación del mismo. Aparecerá en los momentos en los que el agresor ve peligrar su supremacía en la relación, independientemente de la conducta reactiva o sumisa de la mujer.
Teniendo en cuenta estas cuestiones, planteamos esta tipología para describir las distintas conductas y manifestaciones implicadas en el maltrato:
El maltrato psicológico se trata de actos u omisiones cuya finalidad es degradar o controlar las acciones, comportamientos, conductas, creencias y decisiones de la mujer. Se realiza por medio de ridiculizaciones en privado y en público, manipulaciones, insultos, amenazas, desprecios, aislamiento, miradas, gritos, indiferencia, rechazo, amenazas de suicidio, violencia hacia los objetos, manipulación de los hijos……(Emakunde, 2006) En este tipo se podría incluir el maltrato social (aislamiento), el económico (presión y exigencias de carácter económico-monetario), y otras conductas que vulneran la libertad personal.
Se considera maltrato físico a cualquier conducta en la que se observa el uso intencional de la fuerza física contra la mujer, cuyo fin e intención será causar daño físico. Puñetazos, empujones, patadas, estrangulamientos, cortes, tirones de pelo, quemaduras, privación de cuidados médicos en caso de enfermedades y de las lesiones físicas resultantes del maltrato…desde la bofetada al homicidio. Todo ello con la intención de lograr y mantener el poder de la relación.
El maltrato sexual se manifiesta a través de cualquier actividad sexual no consentida, relaciones sexuales obligadas, las amenazas, exigencias, insultos y acusaciones durante las prácticas sexuales,.. , y la explotación sexual.
Se puede hablar de ciertos aspectos que están relacionados con estas situaciones, muchas de ellas asociadas a aspectos de carácter evolutivo-social, como el desarrollo de la socialización y la creación de la propia identidad y de nuestros ideales y objetivos de vida. De hecho, la mayoría de ellos también nos influyen y se encuentran presentes en nosotros/as.
Desde pequeños nos socializamos en contacto con mandatos sociales que conforman y marcan diferencias entre los hombres y las mujeres, los denominados mandatos de género. Algunos son comunes, aunque luego las formas en las que se interiorizan son diferentes en el hombre y en la mujer: la pareja, la familia, la
mujer. La mujer maltratada ha aprendido y/o aprende a ser sumisa, callada, atenta a las necesidades de su pareja, ya que si no, eso le conlleva unas consecuencias no deseadas. En la relación maltratante no se le refuerzan si no que se le castigan las actitudes y conductas de independencia, capacidad y reacción.
Como vemos a través de las viñetas de Rosaling, una historia de malos tratos empieza como toda historia de amor.
Chico conoce a chica. Él es un hombre normal, atento, galante, cariñoso... Y tras la primera cita, vienen otros encuentros, llamadas, muchos detalles y atenciones... ¿Quién no se enamoraría de alguien así? Alguien que te adora, te mima y se gana tu corazón con promesas. Estás viviendo una luna de miel.
Una mujer maltratada busca en la relación lo mismo que cualquier otra mujer: una persona con la que compartir su vida, un compañero, una familia, cubrir unas necesidades de carácter afectivo y social, el sentir y vivir el amor, la pasión… Estas expectativas, generalizables para todos en una relación de pareja, se tornan en situaciones de violencia poco a poco y de forma gradual e inesperada.
Cualquier situación, por trivial que parezca, puede llegar a provocar una reacción exagerada y con violencia (gritos, empujones, insultos, amenazas, etc.), que puede generar sorpresa e incredulidad en la mujer, mediatizando su capacidad de respuesta y llevándola a la justificación. En otras ocasiones la mujer si intenta confrontar esa situación. Pero con el paso del tiempo, la mujer constata que sus respuestas no son efectivas para frenar la violencia, y aún así decide continuar con la relación en pos de las expectativas depositadas en el vínculo afectivo creado. Esto le
llevara a justificar y minimizar muchas situaciones, a perdonarlas apoyada en las promesas de cambio y en la escasa capacidad que él muestra para asumir su responsabilidad en las situaciones provocadas.
¿Se trata, pues, de una pelea de pareja? El problema no es la discusión, si no como se resuelve. En esta dinámica es importante recordar que la interacción es desigual entre ambos miembros de la pareja. Lo que puede parecer una pelea normal son las primeras manifestaciones de una dinámica de violencia-aceptación-sumisión. Esto implica una legitimización de la violencia para él y una aceptación de la misma para ella.
Si observamos las estadísticas, muchas de las relaciones maltratantes se inician en edades tempranas (adolescencia y juventud), en las que el exclusivismo de la relación de pareja sobre otras relaciones sociales es muy marcado, lo que puede llevar a un aislamiento social y a un centrarse solo en la pareja. Las emociones también son muy marcadas y viscerales, y no solo las positivas (amor, pasión), si no también las negativas (enfados, celos), lo que va a permitir una naturalización y aceptación de situaciones de control y violencia en pos de ese amor. En los relatos, las mujeres indican que esas atenciones, esas llamadas de teléfono,… adulan y gustan, se sienten queridas e incluso son deseables. No son tomadas, en un principio, como manifestaciones de control, de celos o de violencia psicológica.
Por otro lado, la búsqueda del amor es uno de los temas y aspectos mas buscados, significativos y magnificados en cualquier relación afectiva, violenta o no. ¿Que importancia tiene el amor en sí mismo para cualquier persona? ¿Por amor se perdona todo? En las idealizaciones mas tradicionales (príncipe azul, media naranja) las situaciones de violencia se naturalizan e invisibilizan, aceptándolas como una normalidad que terminan mermando las capacidades de autonomía y de reacción de la mujer.
no tienen en su relación, aunque las buscan continuamente, basándose en algo que no les permitirá alcanzarlo fácilmente. Consideran las discusiones como negativas, por lo que las evitan, que tienen que compartirlo todo, que la individualidad mata la relación…Su idea de familia es la tradicional y estereotipada, con roles y funciones muy diferenciadas, rígidas e inintercambiables. En ocasiones el matrimonio permite salir de situaciones problemáticas que en ese momento existían en la familia de origen. En general prestan más atención al aspecto cuantitativo que a los otros, por lo que la separación es una idea que les cuesta plantearse de forma seria, ya que supone enfrentarse a muchas de sus ideas y creencias básicas respecto al matrimonio y la familia. Por otro lado, hasta no hace mucho, la sociedad estigmatizaba a las que no estaban casadas o elegían otras opciones menos valoradas, por lo que muchas ven el matrimonio y la pareja como la única posibilidad para su vida. El tener una familia sigue siendo hoy en día un objetivo básico para hombre y mujeres, pero sigue considerándose como vital para muchas mujeres.
A veces son conscientes de la existencia de problemas, de que algo no va bien, pero creen que en el momento en que se casen, se estabilice la relación o tengan un hijo, ellos cambiaran, y es una tarea suya intentar ayudarles. Continúan manteniendo la relación sobre la base de unas expectativas y creencias de futuro que son difíciles de lograr. Sin embargo en muchas ocasiones durante el embarazo pueden aparecer las primeras y más fuertes agresiones. Algunos trabajos indican que en este momento la mujer se convierte en la víctima perfecta. Las teorías que lo explicarían son variadas: que temen ser desplazados, que la mujer es más vulnerable y por que en ese momento existen menos posibilidades de abandono dado el embarazo.
También se establece una dependencia entre ambos que marcará la relación. La dependencia, en el caso de la mujer será afectiva, psicológica, social, y, si la convivencia se ha establecido, también puede ser económica.
Hoy en día existe también el mandato de ser capaz de mantener una independencia personal… pero asociada a las ideas anteriormente mencionadas, lo que genera un conflicto personal en la mujer.
3.1-¿Cómo visibilizar la violencia?
En la dinámica de violencia nos parece importante señalar el proceso de naturalización e invisibilización de ésta. Según Romero (2004) “La habituación y naturalización de los primeros incidentes violentos impide a las mujeres, detectar la violencia que están padeciendo y por tanto, poder abandonar la relación. Por otro lado, expone a la mujer, sin tener conciencia de ello, a graves secuelas sobre su salud física y psicológica”.
Como hemos comentado se trata de un proceso gradual e indetectable. La existencia de comportamientos y actitudes que facilitan y preceden a la violencia están relacionadas con actitudes de dominación, abuso y desigualdad.
Desde nuestra intervención profesional es necesario VISIBILIZAR la violencia: destacar la “anormalidad”, en definitiva, desvelar los peldaños de la progresión de la violencia.
Abuso Emocional: Te hace sentir inferior, mala o culpable Se burla, insulta y ofende. Te llama con palabrotas o chillidos Te confunde, humilla, grita Te vigila. Te ignora, no te contesta Te hace creer que estás loca.
Aislamiento:
Desvalorizar, Negar, Culpar:
Respeto:
Confianza y Apoyo:
Honestidad y Responsabilidad:
Manipulación de los hij@s:
Abuso económico: No te deja trabajar o te hacer perder el empleo. Te obliga a pedir dinero como una limosna. Te quita el dinero que ganas. No te informa de los ingresos o te impide que accedas a ellos
Privilegio masculino: Te trata como una sirvienta No te deja tomar decisiones importantes Actúa como amo de la casa Indica lo que puede hacer el hombre y la mujer No participa en las tareas de la casa o la crianza
Asumir la responsabilidad:
Economía compartida:
Responsabilidad compartida:
violencia. El hombre vuelca la culpabilidad en ella, le intenta convencer de que él tiene la razón. En esta fase la mujer tiene algo de control, o cree tenerlo, pero lo va perdiendo al aumentar la tensión. Ella acaba dudando de su propia experiencia y se considera culpable de lo que pasa.
Comienza a “no hacer nada”, salvo a comportarse de forma pasiva y sumisa como reacción a la situación.
FASE DE EXPLOSION O AGRESION: Se produce un aumento de la tensión lo que conlleva a la descarga a través del maltrato físico, psicológico o sexual de carácter intenso que va a provocar fuertes secuelas físicas y psicológicas en la mujer. La mujer siente que no tiene ningún tipo de control sobre la situación. Su capacidad de reacción se ve “mermada”, centrándose básicamente en la protección de su integridad física.
Según los diversos estudios es tras estas agresiones cuando las mujeres tienden a acudir a servicios médicos, a denunciar, a pedir ayuda y por tanto a empezar a hacer pública su situación.
FASE DE LUNA DE MIEL: tras esta fase que provoca un gran malestar en la mujer, generalmente el agresor tiende a arrepentirse y a pedir perdón a la víctima. El promete que será capaz de controlarse y por tanto de cambiar, pero al mismo tiempo considera que “ella ha aprendido la lección”. La mujer desea y decide creerle cuando promete que no volverá a ocurrir. En esta fase la tensión se reduce considerablemente, llegando a desaparecer. Pueden aparecer detalles, regalos, muestras de afecto, de forma que ella cree que el cambio se ha producido.
Lo que ocurre realmente es que se produce una minimización y justificación por parte de el, no una empatía real con ella, de forma que pasado un tiempo, vuelven a ocurrir situaciones que provocan otra vez tensión y por tanto una nueva agresión.
En la relación de malos tratos estas fases se repiten a lo largo del tiempo. Si bien las dos primeras fases se mantienen y agudizan, la fase de arrepentimiento, que ha actuado como mantenedora de la relación, tiende a desaparecer de forma definitiva.
...y cuando al minuto o al día siguiente él mismo le quita importancia al asunto, tú misma no lo comprendes, pero te convences de que quizá no ha sido para tanto. Él te pide perdón, te dice que te quiere, que no puede vivir sin ti... Al fin y al cabo, ¿qué tiene de raro una pelea de pareja?
4.- ¿Cómo se encuentra la mujer?
Los profesionales que van a intervenir con una mujer que ha sido maltratada deben tener en cuenta algunos aspectos que son importantes para garantizar un asesoramiento, una atención o la protección adecuada de la mujer a la que tratan de ayudar. Si no existe un proceso de comprensión previo de los aspectos que se reflejan mas adelante, puede resultar difícil para los profesionales el desarrollar la empatía suficiente con la victima.
Primero vamos a hacer una reflexión sobre el concepto de crisis. El concepto de crisis es entendido como un momento en la vida de un individuo, en el cual debe enfrentar, de manera impostergable, una situación de conflicto de diversa etiología. “Las mujeres maltratadas generalmente están sometidas a una prolongada situación de abuso por parte de su pareja, por lo que pasan por un dilatado período de estrés y trauma del cual resulta una continua pérdida de energía. La mujer está en una situación de vulnerabilidad y, cuando es muy golpeada u ocurre otro hecho