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Pedagogía resumen. Unr profesorados, Apuntes de Pedagogía

Resumen sobre pedagogia, examen primer cuatrimestre

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 31/05/2022

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Pedagogía - Primer parcial
Caruso y Dussel – “La invención del aula”
Prologo:
Es en el amplio terreno de lo público y lo social, como en el espacio intimo y privado de la
subjetividad donde se constatan las marcas que la educación produce en los sujetos y en la
sociedad.
El trabajo de la educación, de las culturas, que es de descubrimiento, de transmisión, de
elaboración de conflictos socio-cognitivos y rupturas epistemológicas, requiere una pedagogía que
no se resigne, que no ignore sus pasados y que ofrezca futuros en donde la técnica y la tecnología
estén al servicio del bienestar colectivo.
Introducción: “De pedantes, pedagogos y aulas”
Si la pedagogía es un saber que ayuda a los docentes a ser “buenos docentes”, conviene empezar
planteándose cómo se define un buen docente, quién lo define, como trabaja antes de ponernos a
pensar reglas, divisiones y formas de transmitir ese saber. No hay mejor manera de abordar estas
preguntas que a través de una mirada histórica.
no hay lugar neutral ni indiferente en la enseñanza: todas las estrategias y opciones que usamos en
nuestra tarea cotidiana tienen historias y significados que nos exceden y producen efectos sobre los
alumnos, no sólo en términos de si aprenden o no cierto contenido, sino de su relación con la
autoridad con el saber letrado en general, con los otros.
El poder sigue siendo constitutivo de la relación docente – alumno, el tema es ocupar ese lugar de
transmitir la cultura lo más conscientemente que uno pueda, tratar de salir del modelo de la
clonación y producir una diferencia en nuestras vidas y en la de otros.
PEDAGOGÍA, significó cosas muy diversas a través del tiempo. Las primeras definiciones
diferenciaban al pedagogo, entendido como el “ayo que cría al niño”, del pedante, “maestro que
enseña a los niños”. Así, el pedagogo era un educador en el sentido más amplio del término: no era
sólo maestro de escuela sino que también podía tener a su cargo funciones que hoy llamaríamos de
crianza de los niños. ¿Porque este vínculo con los pedantes? la palabra pedagogía comparte su raíz
– ped: pie- el que anda a pie, con la palabra pedante, que es el que “peca de sabio”. Que algo fuera
pedagógico no era entonces sino ni modo una cualidad positiva, sino lo contrario
En el siglo XIX aparece la definición de pedagogía como “el arte y ciencia de enseñar y educar a los
niños” esta descripción que hoy nos parece natural es una invención de los últimos siglos.
La definición moderna de pedagogía: La pedagogía es una ciencia y un arte; se vincula con el
“enseñar” y con el “educar”; la pedagogía se ocupa de los “niños”. Agregamos aquí que algunas
versiones contemporáneas sostienen que la pedagogía no se ocupa sólo de los niños sino también
de los adolescentes y de los adultos.
1. Según el pedagogo Mariano Narodowski, la pedagogía moderna nace con el concepto de que el
niño debe ser educado. Mientras que durante mucho tiempo aprendían cosas espontáneamente y
se vinculaban con muchos adultos, en un momento apareció una nueva “sensibilidad” hacia el
niño, una nueva forma de hacerse cargo de él. Esta postura constante de cuidado hacia el niño, de
su vigilancia intensiva, da pie a la estructuración de un saber que dice por qué debe hacerse eso,
con qué fines y con qué medios: la pedagogía.
2. La pedagogía se encarga de enseñar y del educar, es decir que no sólo se ocupa de las
situaciones de enseñanza sino el de la educación que es algo mucho más abarcador.
La educación incluye preceptos acerca de las malas palabras, la sexualidad, la ideología de la forma
de vivir, la comprensión y crítica de los medios de comunicación, entre otras cosas.
3. Por último se dijo que la pedagogía es tanto una “ciencia” como un “arte”. Por un lado pretende
esa etiqueta prestigiosa de “lo científico” una forma de conocimiento que se puede probar con
reglas, métodos de validación y estándares compartidos Pero por otro lado la pedagogía es un arte:
la manera, el momento y la forma en que utilice esas decisiones de la práctica, son en sí mismas un
“arte”, sí por arte entendemos una estructuración personal, una sintonía específica con la situación
que se tiene delante.
La pedagogía, entonces, se extiende cada vez más en el tiempo: lo que empezó con el niño ha
llegado los adultos y se está desarrollando hace la tercera edad. Se ocupa de la escuela pero
también de todas las otras instancias que educan aunque no lo sepan. La pedagogía misma es
tanto saber sistemático -una ciencia - como un saber más localizado, específico, informal -un arte,
un uso-.
No se puede ignorar que todas las partes posibles de la pedagogía, la más importante es la
pedagogía escolar. Es que en la historia de los últimos siglos, esta combinación de “ciencia y arte”
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Pedagogía - Primer parcial

 Caruso y Dussel – “La invención del aula”  Prologo: Es en el amplio terreno de lo público y lo social, como en el espacio intimo y privado de la subjetividad donde se constatan las marcas que la educación produce en los sujetos y en la sociedad. El trabajo de la educación, de las culturas, que es de descubrimiento, de transmisión, de elaboración de conflictos socio-cognitivos y rupturas epistemológicas, requiere una pedagogía que no se resigne, que no ignore sus pasados y que ofrezca futuros en donde la técnica y la tecnología estén al servicio del bienestar colectivo.  Introducción: “De pedantes, pedagogos y aulas” Si la pedagogía es un saber que ayuda a los docentes a ser “buenos docentes”, conviene empezar planteándose cómo se define un buen docente, quién lo define, como trabaja antes de ponernos a pensar reglas, divisiones y formas de transmitir ese saber. No hay mejor manera de abordar estas preguntas que a través de una mirada histórica. no hay lugar neutral ni indiferente en la enseñanza: todas las estrategias y opciones que usamos en nuestra tarea cotidiana tienen historias y significados que nos exceden y producen efectos sobre los alumnos, no sólo en términos de si aprenden o no cierto contenido, sino de su relación con la autoridad con el saber letrado en general, con los otros. El poder sigue siendo constitutivo de la relación docente – alumno, el tema es ocupar ese lugar de transmitir la cultura lo más conscientemente que uno pueda, tratar de salir del modelo de la clonación y producir una diferencia en nuestras vidas y en la de otros. PEDAGOGÍA, significó cosas muy diversas a través del tiempo. Las primeras definiciones diferenciaban al pedagogo, entendido como el “ayo que cría al niño”, del pedante, “maestro que enseña a los niños”. Así, el pedagogo era un educador en el sentido más amplio del término: no era sólo maestro de escuela sino que también podía tener a su cargo funciones que hoy llamaríamos de crianza de los niños. ¿Porque este vínculo con los pedantes? la palabra pedagogía comparte su raíz

  • ped: pie- el que anda a pie, con la palabra pedante, que es el que “peca de sabio”. Que algo fuera pedagógico no era entonces sino ni modo una cualidad positiva, sino lo contrario En el siglo XIX aparece la definición de pedagogía como “el arte y ciencia de enseñar y educar a los niños” esta descripción que hoy nos parece natural es una invención de los últimos siglos. La definición moderna de pedagogía: La pedagogía es una ciencia y un arte; se vincula con el “enseñar” y con el “educar”; la pedagogía se ocupa de los “niños”. Agregamos aquí que algunas versiones contemporáneas sostienen que la pedagogía no se ocupa sólo de los niños sino también de los adolescentes y de los adultos.
  1. Según el pedagogo Mariano Narodowski, la pedagogía moderna nace con el concepto de que el niño debe ser educado. Mientras que durante mucho tiempo aprendían cosas espontáneamente y se vinculaban con muchos adultos, en un momento apareció una nueva “sensibilidad” hacia el niño, una nueva forma de hacerse cargo de él. Esta postura constante de cuidado hacia el niño, de su vigilancia intensiva, da pie a la estructuración de un saber que dice por qué debe hacerse eso, con qué fines y con qué medios: la pedagogía.
  2. La pedagogía se encarga de enseñar y del educar, es decir que no sólo se ocupa de las situaciones de enseñanza sino el de la educación que es algo mucho más abarcador. La educación incluye preceptos acerca de las malas palabras, la sexualidad, la ideología de la forma de vivir, la comprensión y crítica de los medios de comunicación, entre otras cosas.
  3. Por último se dijo que la pedagogía es tanto una “ciencia” como un “arte”. Por un lado pretende esa etiqueta prestigiosa de “lo científico” una forma de conocimiento que se puede probar con reglas, métodos de validación y estándares compartidos Pero por otro lado la pedagogía es un arte: la manera, el momento y la forma en que utilice esas decisiones de la práctica, son en sí mismas un “arte”, sí por arte entendemos una estructuración personal, una sintonía específica con la situación que se tiene delante. La pedagogía, entonces, se extiende cada vez más en el tiempo: lo que empezó con el niño ha llegado los adultos y se está desarrollando hace la tercera edad. Se ocupa de la escuela pero también de todas las otras instancias que educan aunque no lo sepan. La pedagogía misma es tanto saber sistemático -una ciencia - como un saber más localizado, específico, informal -un arte, un uso-. No se puede ignorar que todas las partes posibles de la pedagogía, la más importante es la pedagogía escolar. Es que en la historia de los últimos siglos, esta combinación de “ciencia y arte”

se ha concentrado cada vez más en el aspecto de enseñar, en la actividad pedagógica dentro de la escuela. Hoy en día resulta imposible pensar una pedagogía sin escuela, pero durante muchos siglos ese era precisamente el caso y la pedagogía eran reflexiones de como un pedagogo tenía que educar a los niños de cierta clase privilegiada, y en esa funciones se confundían el cuidado, la enseñanza, los modales y la vestimenta. En la actualidad la pedagogía se ha concentrado en la escuela. El aula elemental es una invención del occidente cristiano a partir del año 1500. En este proceso la pedagogía utilizó muchísimas argumentaciones diferentes para darle cuerpo y forma a este espacio. Circunscribimos nuestro trabajo a la modernidad occidental. En el revuelo cotidiano de aprender y de enseñar no siempre nos detenemos a pensar que es realmente esa situación, tan importante para definirnos como docentes y pedagogos. Que nosotros ocupemos un aula, no significa automáticamente que la “habitemos”. Cuando uno solo “ocupa” un espacio se trata de una estructura que ya está dada: muebles, costumbres, todo está ahí. El docente más experimentado nos dice lo que él considera que son las claves para ser un buen maestro. Si nos quedáramos con la tradición que nos transmite la experiencia de los otros, estaríamos ocupando el aula de una manera pasiva en lo que uno meramente se acostumbra a las cosas formadas. “ habitar ” el aula quiere decir armar espacio según gustos, opciones, considerar alternativas, elegir algunas y rechazar otras. Habitar un espacio es una posición activa. Hay que activar nuestras fuerzas para habitar el lugar que sólo ocupamos. Nos gusta esta expresión del poeta Oliverio Girondo: “la costumbre nos teje diariamente una telaraña en las pupilas”. Tomamos este sacudirse las telarañas de la costumbre del Oliverio como una señal de que pueden hacer otras cosas con lo que tenemos a mano, ver de otra manera los signos de la realidad, pensar de otro modo. De hecho se supone que está la tarea de la escuela: integrar al sujeto a otros mundos de experiencias y códigos diferentes de lo que le dio su familia.  Capitulo 1: “¿Aula? ¿Genealogía? Definiciones para empezar el recorrido. La difusión del término “aula” en relación con la escolaridad elemental sólo se produjo con la victoria de los métodos pedagógicos que proponían una organización de la enseñanza por grupos escolares diferenciados entre sí, a veces por edad y otras por sus logros de aprendizaje. Genealogía: Forma de mirar y de escribir la historia que difiere de la historia tradicional porque asume una perspectiva, critica, interesada. No es neutra. Parte de un problema presente y trata de hacer un mapa de las luchas y los conflictos que configuran el problema. Toma posición por quienes sufren los efectos de poderes y saberes específicos. Analiza quienes ganan y quienes pierden en estas luchas. Esta posición es contraria a la de la historia tradicional, que presupone que el conocimiento es neutral y objetivo y que el historiador puede situarse por encima de su tiempo y de su sociedad y conocer lo que verdaderamente pasó independientemente de sus valores y posiciones. La genealogía por el contrario se asume como perspectiva y no quiere engañar a nadie sobre su neutralidad. Conlleva un acto de libertad: es rebelarse contra un conocimiento impuesto, es ganar las ventajas y asumir los riesgos de la decisión y el punto de vista propios. El aula como materialidad y como comunicación Además de la materialidad, el aula implica también una estructura de comunicación entre sujetos. Está definida tanto por la arquitectura y el mobiliario escolar como por las relaciones de autoridad, comunicación y jerarquía que aparecen en ella. La comunicación es una comunicación jerárquica: sus reglas no son definidas por todos; no se basa solamente en el saber sino en el poder del docente, quien tiene el poder de definir las pautas de esa relación, hacerla más igualitaria, variada, uniforme o jerárquica. El aula entonces puede pensarse como una situación de gobierno. La perspectiva tomada: la historia de las formas de comunicación y gobierno del aula moderna como parte de la historia, más amplia, del gobierno de las sociedades modernas. En nuestro abordaje genealógico propondremos que los problemas de la educación se entienden mejor si los enfocamos como parte de relaciones de poder y de estructura de gobierno y de organización de la sociedad. Del gobierno a la gubernamentalidad EDAD MEDIA Encontramos sociedades en las cuales existían relaciones de mando y de obediencia, relaciones de poder desiguales. El señor feudal no centraba su dominio en el hecho de que los campesinos pensaran bien de él o estuvieran de acuerdo con este orden. Asimismo, el rey, dentro de sus tareas,

Cada fiel es responsable de su salvación, el pastor es un consejero. Reemplazo de la autoridad de la iglesia por la conciencia interior. La confesionalización de las sociedades produjo acciones de la iglesia para mantener a los fieles y lograr formas de obediencia nuevas. Emprendieron campañas de moralización. Las iglesias buscaban la convicción interior y que los sujetos se condujeran no solo obedientemente, sino sabiendo a cada momento el qué, el por qué y el cómo de las decisiones. Ambas iglesias encontraron un espacio en desarrollo al cual dedicaron atención, cuidado, programas y control: la escuela. El proceso de escolarización aparecía como forma masiva ideal para gobernar a los fieles. El aula viene con un pan bajo el brazo: definición del poder pastoral. Las tradiciones religiosas proporcionaron un modelo que inspiro a muchos pedagogos cuando se preguntaron cómo debía organizarse el aula: el pastorado. El ámbito religioso constituía el reservorio de la cultura letrada, y era natural que se recurriera a las tecnologías disponibles en la época para la transmisión del saber. La visión del grupo de niños como “rebaño” asienta un tipo de conducción, una forma de liderazgo dentro de la situación del aula, que intenta articularse con esa conducción de sí mismo que es la buena-mala conciencia. El propósito del poder pastoral era la salvación de los hombres. (Además de gobernar a las personas). Este objetivo necesitaba técnicas que mantuvieran al rebaño como totalidad y, a la vez, técnicas que se ocuparan de cada miembro. Este tipo de conducción se maneja con una economía sutil de pecados y merecimientos, siempre con el objetivo de la salvación. El tipo de conducción pastoral se basó en una coerción moral, casi obligatoria y permanente, la obediencia ya no consistía en hacer lo que se decía que había que hacer, sino que paso a ser una obediencia aceptada e interior. El rebaño es aquel que sigue, que responde automáticamente sin cuestionamiento de las propuestas. Omnes o el costado grupal del aula: el método global de Jan Amos Comenio (1592-1670) (ppios S. XVII). Su obra más importante en el campo de la pedagogía es la Didáctica Magna (1632), que funda la didáctica escolar moderna. Preocupado por la universalización del mensaje divino y la moralización de amplias masas. Su teoría presenta dos ejes centrales: la naturaleza y la religión. *Su concepción era cosmológica, basada en un orden “natural” considerado como parte de la creación divina. *Concepción panteísta: es un elemento en la cosmología de Comenio que estructura toda su didáctica. El panteísmo es una concepción intermedia entre la visión sagrada del mundo que tenía la Edad Media y las nuevas corrientes profanas de la ciencia y del conocimiento de la naturaleza. Se sostiene que la idea ordenadora es algo que está en la naturaleza humana, porque toda la naturaleza está impregnada de Dios. Naturaleza representando a Dios. *METODO GLOBAL *La metodología debe seguir los pasos de la naturaleza , es decir, debe imitarla para lograr implementar las leyes de la creación divina y alcanzar la perfección. Por ello el orden de la enseñanza debe movilizarse desde lo simple a lo complejo, y debe encontrarse basado en la observación empírica, de la realidad concreta. *La novedad del método residió en su globalidad y frontalidad: el docente como figura centralizada o encarnación de la autoridad expone didácticamente frente a los alumnos que lo escuchan y obedecen. Un problema central de esta propuesta es lograr que los alumnos efectivamente escuchen, y así emergió el tema de la motivación-atención como objeto de preocupación de la pedagogía. *El eje central del método es: la variedad empírica y concreta de la naturaleza es en realidad un orden que proviene de “uno” o totalidad singular como principio ordenador: Dios. El maestro (uno) ordenara la variedad de los alumnos frente a él. El docente se presenta como la encarnación de unificación, aparece con toda su centralidad. No quería que la autoridad centralizada del enseñante se diluyera. Las funciones centrales, como la responsabilidad de garantizar la atención de los alumnos, eran competencia del maestro. *Comenio sostiene una obediencia no ciega, sino pensada, aceptada: tenemos aquí el programa de Lutero desarrollado en su máxima expresión. Y es por esto mismo que afirma que nada debe ser impuesto simplemente por la autoridad, sino que todo debe exponerse mediante la demostración sensorial y racional.

Comenio confiaba en que la obediencia grupal, más que el control individual, era la técnica escolar adecuada para conducir el alma de los niños masivamente. En su didáctica, Comenio propone una GRADACION, gradualidad de la educación; asimismo, piensa en lo curricular, en la organización de las materias y el plan de estudios. Sostiene como principio la universalización de la educación. Esto es, presenta un ideal pansófico como fin escolar: todo para todos. Resalta la importancia de que la educación se lleve a cabo en la primera edad (comparación del niño con una planta). Singulatim o el costado individualizante del aula: el método de los jesuitas (S. XVI-XVII) La pedagogía jesuita puso de relieve la cuestión de la atención individual: METODO INDIVIDUAL. Sin embargo, era fundamental idear un método que conservara tanto la individualidad como la educación masiva; para ello crearon la figura del decurión: alumno más “avispado” o avanzado, capaz de controlar a otros individualmente en su proceso de aprendizaje, se lo distinguía del resto y se lo nombraba ayudante del docente. También al decurión se lo pone a prueba, de manera individual, igual que al resto de los alumnos. Esta forma de interrogación individual, equivalente a “pasar a dar lección”, resulta muchas más cercana a un interrogatorio que a la presentación sostenida y continúa de un tema. El aula jesuita es básicamente un aula de individuos. La unidad a la que se dirige el docente es un alumno, sea este alumno “raso” o decurión. Lo importante es que en ese interrogatorio o repetición, el docente trabaja básicamente con contenidos memorísticos que deber ser reproducidos en su presencia ( carácter obligatorio del pastorado ). Además, se da una preocupación por la continua actividad en la clase y la personalización del contacto. La particularidad del jesuita es que el alumno responde y obedece como individuo. En Comenio, el momento de la obediencia es un momento colectivo, donde todos a la vez escuchan lo mismo, preparado de manera tal que produzca efectos similares en todas las cabezas. Otra diferencia es que en el caso de los jesuitas, el sistema de vigilancia sobre la obediencia muy desarrollado y organizado; nada esta librado al azar. Por esto, en los jesuitas se trata de una individualización del momento de obediencia, y no ligada al desarrollo de capacidades o gustos de los niños. Introducción de la competencia como factor de éxito. De acuerdo con su mérito se agruparían en categorías, que a su vez organizarían las localizaciones distintivas en el aula. El triunfo del aspecto grupal en el aula: el método global a la conquista de la escuela elemental. La Salle (1651-1719) (fines S. XVIII) Fundación de escuelas para pobres. Creó un sistema para alentar a las familias a mandar a sus hijos a la escuela: solo aquellas familias cuyos hijos asistían regularmente a la escuela recibían limosnas de la fundación. Grandes capas de la población, fundamentalmente en los ámbitos rurales, se opusieron hasta avanzado el S.XIX a la escolarización, ya que sus hijos constituían aportes importantes al trabajo familiar; además, el arancel escolar no favorecía la tendencia. La Salle produjo una síntesis en la cual la obediencia grupal e individual se combinaban. Adopto el método global, pero mantuvo la visión moralizadora y de conversión de los jesuitas. El mérito fue percibir que el pastorado necesita tanto el momento colectivo como el individual. Desarrolló una pedagogía del detalle, donde cada pequeña acción, cada asunto al parecer insignificante fue reglamentado, atendido e influido por el docente. La comunicación entre el docente y el alumno se volvió ritualizada y no verbal. El silencio pasó a ser un factor determinante en el aula porque permitía la detección de conductas trasgresoras así como confería el monopolio del control sobre quien habla al maestro y sobre qué asunto. Una de las mayores innovaciones introducidas por el método lasalleano fue la adopción de la lengua materna como primera lengua de enseñanza. Adopto formas disciplinarias individualizadoras de los jesuitas, extendiéndolas hasta el punto de ejercer una vigilancia constante sobre el cuerpo infantil y docente. Vigilancia extremadamente estricta. El mérito de La Salle fue percibir que el pastorado necesitaba al momento colectivo tanto como el individual. A diferencia de Comenio, que descuidaba el aspecto de control individualizador por parte del maestro y lo delegaba en los decuriones, La Salle adopto algunas de las tácticas de gobierno del aula de los jesuitas. La más visible es la ubicación espacial de los alumnos o locación

El problema de Prusia era cómo liberar a los campesinos de las viejas relaciones de sumisión a la nobleza e introducirlos en relaciones modernas, pero sin sufrir peligro el orden absolutista establecido. La escuela debía desempeñar un papel estabilizador y por eso su pedagogía redujo el método global a la catequización. Al mismo tiempo que Kant desarrollaba su pensamiento filosófico, ocurrió un hecho que muestra la nueva importancia de la educación, no sólo por la reglamentación de la obligatoriedad de la escuela. La pedagogía asumió en ese momento en Alemania el carácter de disciplina Universitaria, en 1779, se abrió la primera cátedra de pedagogía. Este procesamiento sirvió tanto para profundizar las disciplinas existentes, como para inaugurar un nuevo campo profesional: el docente especializado. Surgió la formación docente propiamente dicha: en el momento en que la enseñanza, en tanto gobierno de los niños y almas, necesitaba saberes especializados. Ya no se trataba sólo de mantener a los niños quietos en el aula, sino también de que aprendieran. La “enseñanza” en sentido estricto y moderno existió a partir de la estructura del procesamiento didáctico, y ésta se dio a partir de la preocupación por un gobierno “profundo” de los niños. La comprensión y el entendimiento pasaron a ocupar el centro. La nueva pedagogía exigía que los alumnos fueran incluidos paulatinamente en el pensar Segunda consolidación: como el aula global derrota al método de enseñanza mutua. La escuela inglesa Lancaster (1778-1838) (ppios S. XIX) METODO: MONITORIAL, DE ENSEÑANZA MUTUA O LANCASTERIANO Comenzó a utilizarse cerca del 1800. Se basaba en la utilización sistemática de ayudantes-alumnos (o tutores), lo cual hacia posible que un solo docente pudiera conducir una clase sumamente masiva. Método convertido en preferido de los incipientes sistemas educativos nacionales; ello porque en el marco de una revolución industrial y las transformaciones políticas, el método aparecía como ventajoso con respecto al global, porque hacia posible alfabetizar a muchos niños en poco tiempo y con un gasto menor. El método lancasteriano ha sido comparado con el funcionamiento industrial naciente. Los monitores (elegidos por el maestro después de una evaluación) verificaban el cumplimiento de los pasos, daban órdenes para la lectura y la repetición y controlaban la disciplina. La pizarra individual, también llamada pizarra manual era la tecnología fundamental de enseñanza: gran parte de la de la interacción y de la regulación de las relaciones maestro-monitor-alumno se producían a través de ella El método monitorial era una maquina pedagógica de gran efectividad, donde todo el tiempo de todos los alumnos estaba ocupado. La escuela se convierte en un aparato de enseñar donde cada alumno es utilizado permanentemente. Instauro un sistema de recompensa y castigos. La jornada escolar estaba reglamentada minuciosamente, además era registrada detalladamente. Instauro también la alternancia como estrategia general en la expresión de actividades: los que ahora son alumnos luego podrán ser docentes, los avanzados enseñan a los rezagados (entorpecidos), quienes a su vez están en condiciones de formar a otros poseedores de inferiores condiciones en el estudio, y así continuamente. En este sentido se introdujo un criterio de movilidad de las posiciones educativas; la posición podía cambiar día a día, y estos cambios no eran decisión directa del docente, sino que obedecían a la aplicación de reglas generales. La autoridad del docente aparece como lejana y anónima, no es un dador de ley, sino alguien que aplica reglas existentes y que escapan a su poder. La reorganización del tiempo y del espacio escolar también estaban reglamentados minuciosamente en la escuela lancasteriana. Se premiaba la puntualidad y sancionaba a los alumnos que llegaban tarde. Preocupación por el tiempo: se trata de extraer de él cada vez más instantes disponibles y, de cada instante, cada vez más fuerzas útiles.

  • Mayor complicación de la propuesta: *Para producir la obediencia “profunda” era necesario que la autoridad externa que es el maestro, se internalizara en la conciencia de los alumnos y que estos comenzaran a autocontrolarse. Para esto, la mirada cercana del docente tiene una importancia fundamental. El método mutuo representaba una organización del aula en la cual la identificación de los niños con ese orden era más bien superficial e inestable. Surgieron críticas sobre la habilidad de los monitores para enseñar a los alumnos, muchos temían que la no dependencia del maestro menguara su capacidad de control y de instrucción sobre el

conjunto de los alumnos. Los niños aprendían los contenidos a través de un par. Se corría el riesgo de que el monitor fuera más importante que la figura centralizada del maestro. Lo cual no garantizaba el sentido moralizador de la enseñanza; el maestro estaba muy lejos de los alumnos, y su autoridad estaba mediada por otro niño. Además, el método había tenido efectos no deseados, como la formación de líderes obreros sindicales y políticos.

  • El método global parecía mostrar resultados más caros, pero seguros. Los estados nacionales se decidieron progresivamente por la primacía del pastorado modernizado que surgía junto con la disciplina independiente llamada pedagogía, basada en sistemas de enseñanza simultáneos. Tercera consolidación: la escuela prusiana, de los principios pestalozzianos a la teoría educativa de Herbart. Pestalozzi (1746-1827) (S. XVIII-XIX) METODO: PROCESAMIENTO DIDACTICO Continuó con la tradición de mirar la naturaleza para deducir las acciones educativas; por ello la educación debía proceder empezando por lo esencial y encadenando lentamente lo menos esencial a lo esencial. Planteaba un método experimental, para poner a prueba las leyes de la naturaleza que descubría. El método era la observación y la intuición como su parte voluntaria. El objetivo de la acción educativa era para él “el desarrollo de todas las fuerzas humanas”. Plantea que todo nuestro conocimiento procede de tres formas elementales: el número, la forma, la palabra. Estos tres pilares, junto con el principio de la observación y educación perceptiva, constituyeron la base de su didáctica.
  • Escuela como “hogar”. El modelo para la enseñanza escolar debía derivarse del modelo de la enseñanza familiar. Creaba situaciones en las cuales los niños partían de sus representaciones caóticas o desordenadas para iniciarse en la observación sistemática y en un lenguaje cada vez más complejo. El niño aprende a conducirse como un sujeto que conoce, en una situación de gran estructuración, determinada por el docente, por medio de objetivos preestablecidos. Los alumnos aprenden a “conducirse” a sí mismos. Por ello el docente es un verdadero “conductor” de las conducciones de los alumnos.
  • La enseñanza a través del procesamiento didáctico obedece tanto a la necesidad de comprensión (ya no mera memorización) como a una forma más efectiva y cotidiana de darle una dirección disciplinada al pensamiento de los niños. El catecismo era a principio del s. XIX la forma de procesamiento privilegiada, con un nuevo énfasis en la comprensión individual. Herbart (1776-1841)(S. XVIII-XIX) METODO: PROCESAMIENTO DIDACTICO Como buen sucesor de Kant, mantuvo en la pedagogía la vinculación directa de las actividades de gobierno y las de enseñanza: “la pedagogía general es estudiada conforme a los tres principios capitales del gobierno, la instrucción y la disciplina”. El gobierno incluía tanto los cuerpos como las almas. Su fundamento estaba en el mantener ocupados a los niños, vigilar, castigar y dar mandatos; la instrucción, era la actividad espiritual que llevaba a multiplicar el interés, y la virtud, a motivar al alumno; disciplina tenía como objetivo formar el carácter y educar la voluntad. Contra la obediencia ciega, propuso una obediencia reflexiva y elegida por el alumno.
  • eje central: rol de conducir y gobernar a los niños. Herbart es uno de los primeros pedagogos que estructuraron el triángulo pedagógico: maestro- alumno-conocimiento; no era equilátero, ni suponía una relación equivalente. El maestro seguía siendo el sol (como Comenio), aunque en un sistema más complejo, poblado de alumnos con voluntades, intereses y experiencias, y saberes científicos, religiosos y morales que había que tener en cuenta. La táctica era que el dialogo docente-alumno, el interrogatorio, produjera efectos en las mentes y almas de los niños. Así, la didáctica herbartiana estaba orientada a un trabajo profundo sobre el niño, reflexionando sobre como las operaciones exteriores (enseñanza) desencadenaban operaciones interiores (aprendizaje). En su sistema pueden encontrarse rasgos de la pedagogía catequística que fija de antemano las interacciones y las clausura en un intercambio predeterminado.

forma de conducción de las conducciones: bio-poder. Un tipo de poder que ya no se aplica sólo al cuerpo individual, como en el caso de las disciplinas, sino que es un poder cuyo objeto es el grupo, más exactamente lo que se denomina “población”. Se desarrolla toda una serie de nuevos aparatos para administrar la vida de la gente: el gobierno se interesa por las vidas de sus súbditos y las administra; quiere que vivan más, que se alimenten de determinada manera y que adopten costumbres higiénicas. El Estado crece, palabra clave. Las repercusiones de estos cambios en el gobierno del aula, en las formas de gobierno de los cuerpos y las almas que habitaban las escuelas, fueron muchas. A modo de síntesis general, podemos señalar tres grandes cambios: En primer lugar, el docente mismo se convirtió en objeto de disciplinamiento que debía garantizar la enseñanza de aquello que el Estado quería que enseñara. En segundo lugar, hubo un cambio en las actitudes hacia la infancia: no sólo debía ser controlada sino también protegida y civilizada. Por último, la pedagogía asumió una fuerza inusitada: transformada en “ciencia y arte de enseñar”, se convirtió en la base de los dispositivos de control y también en la fuente de muchas posturas opositoras. El triunfo del capitalismo y el bio-poder Entre los cambios se destaca en primer lugar el triunfo de la burguesía liberal la cual fue imponiendo de manera creciente sus representaciones sobre el gobierno, la sociedad, la moral y el Estado. La burguesía asumiría una actitud quietista y temerosa ante la emergencia de una nueva fuerza determinada por el desarrollo industrial: el movimiento obrero. Al principio, hizo lo posible por ignorar la cuestión social, o sea, la pobreza urbana creciente, e intentó bloquear cualquier tipo de reforma distributiva. Con este bloqueo, los partidos liberales perdieron el voto obrero allí donde lo tenían y se formaron las corrientes socialistas, comunistas y anarquistas. El Estado de Bienestar surgió como una solución para responder a este desafío sin perder su posición de dominio. Europa se convirtió en la dominadora del mundo. Esto generó desigualdades y se acompaño de un proceso de explosión de la población por los positivos cambios en las condiciones de vida. El mundo Europeo estaba orientado al crecimiento: crecer se transformó en la nueva lógica de la sociedad y la cultura europea. Mientras que decenas de generaciones en el campo habían vivido lo que se llama una economía de subsistencia o de supervivencia, la vida económica y la extensión del capitalismo cambiaron las expectativas y la realidad de las personas. A fines del siglo XVIII las sociedades aun mayoritariamente agrarias y tradicionales, veían aparecer nuevos monstruos como las fábricas, las ciudades y el movimiento de personas y objetos que tanto los sorprendía. Sin embargo, buena parte de la sociedad permanecía apartada de este proceso. En el curso del siglo XIX la lógica de la acumulación capitalista, es decir la producción de más valor, se vuelve general. El capitalismo y su dinámica creciente pasan a ser el eje organizador de las sociedades europeas, mientras que el sector agrario se convierte en “tradicional”. En cuanto a las repercusiones que tuvieron estos cambios en las formas de gobierno de la sociedad, vemos que la forma disciplinaria no se abandonó, pero esta nueva forma de la lógica social empezó a constituir otra forma de gobierno que integró a las disciplinas en una estructura mayor. Foucault denominó bio-poder a esta nueva estrategia de poder y de gobierno. El sujeto de poder ya no era pensado como individuo aislado, sino parte de una población a la que se debía controlar en tanto población. Las acciones derivadas de la bio-política fueron llamadas “regulaciones”: ya no se trataba de disciplinar el cuerpo para producir efectos en la mente, sino de regular un organismo vivo, que crece y se transforma, lo que en ese momento se empezó a designar como “sociedad”. Si lo que caracterizaba esa nueva época era el “crecimiento”, ese factor debía ser administrado. La regulación no borra las disciplinas, ambas se combinaron. Pero también entraron en contradicción, ya que mientras la disciplina daba un molde previo para las conductas, la regulación decía partir de las conductas ya existentes para tratar de darles una nueva dirección. En este proceso tuvieron un papel central las ciencias naturales. La idea de que mediante la ciencia la humanidad podía “descubrir” las leyes naturales y dominarlas se hizo cada vez más fuerte en el sentido común. A merced de las combinaciones de estas nuevas formas de gobierno y de los saberes médicos y biológicos, el aprendizaje pasó a ser considerado como un proceso con raíces biológicas, que se desarrolla y crece. En esta concepción biopolítica, el maestro debía facilitar un proceso que de por sí ocurriría solo, debía guiar y orientar un camino que ya estaba fijado, como lo estaban las capacidades intelectuales de los alumnos. Mientras que en las disciplinadas vinculadas a la época de la Rev. Industrial el aprender se consideraba como una consecuencia del enseñar, en este mundo moderno que tomaba al crecimiento como algo natural, el aprender, el pensamiento, aparecían como algo dado, ya existente. La discusión dentro de la pedagogía se estructuró alrededor de dos nuevas percepciones.

Escolanovistas: se inclinaron por los intereses del niño, por organizar el aula sobre la base de la naturaleza infantil, tuvieron una tendencia pedagógica renovadora dentro de la educación, que se planteó profundizar la idea de regulación y que vio con mayor claridad su contradicción con las disciplinas anteriores. Para el escolanovismo no bastaba con instruir al sujeto en sus funciones intelectuales, sino que había que lograr que el individuo fuera creativo, autónomo y libre, que sintiera de maneras determinadas, que controlara sus impulsos y fuera cooperativo y generoso. Normalizadores: intentaron administrar el crecimiento armando un aula alrededor de las necesidades de la sociedad adulta. Pusieron énfasis en la estructuración de normas para que todas las conductas y acciones de docentes y alumnos se adaptaran a ellas, e idearon mecanismos para detectar y castigar las transgresiones. La visión reguladora de todos estos grupos se apoyaba en una noción sobre lo que el sujeto de aprendizaje es y debería ser. La pedagogía normalizadora: ¿controlar o regular los intercambios en el aula? Pedagogos laicos y católicos argentinos que impusieron un modelo de enseñanza-aprendizaje, que es el modelo de la instrucción pública, en la cual “el educador era el portador de una cultura que debía imponer a un sujeto negado, socialmente inepto e ideológicamente peligroso”. La normalización implica crear una norma general en términos de la cual se puede medir cada una de las singularidades individuales, e identificar si cada uno cumple con ella o se desvía del parámetro común. Así la norma supone la idea de que hay que “corregir” al individuo desviado, sea mediante el castigo o adoptando estrategias de refuerzo que eviten que la conducta transgresora vuelva a repetirse. El método utilizado es la “la táctica escolar”, sistema de señas y movimientos que ayudaban a lograr el orden, ahorraba tiempo y creaba en los alumnos el habito de la obediencia, y traía la uniformidad en los movimientos. El docente era un orientador, debía proporcionarles conocimientos a los alumnos sólo cuando ellos no pudieran descubrirlos por sí mismos. Este descubrimiento se haría por medio de las técnicas de interrogación del maestro y el aprendizaje mediante ilustraciones. Aparece además un énfasis muy sobre la necesidad de adaptar la pedagogía a la psicología del educando, para ello se basaron en el POSITIVISMO. El orden, la reconciliación y armonía sociales aparecen como elementos fundamentales de la prédica positivista. Entre las reglas centrales del positivismo destacaremos 2:

  1. Negar valor cognoscitivo a los juicios de valor de los enunciados normativos, porque no nos son dados por la experiencia, aunque no niega la importancia de la moral para el ordenamiento social.
  2. Plantear la única unidad fundamental del método de la ciencia. Sostiene que los modos de adquisición de un saber válido son los mismos para cualquier campo de la experiencia. La ciencia única era, para la mayoría de los positivistas, la física, que explica las propiedades y los fenómenos universales dentro de la naturaleza. Para el positivismo la base de la pedagogía debía ser la psicología, y más aun la biología. Primero era necesario establecer las bases de la psicología racional, científica para fundar el arte de la educación o pedagogía. Siguiente esta filosofía muchos de los pedagogos normalizadores consideraron que todo podía englobarse bajo leyes generales. La pedagogía tomó como modelo a la biología, y esta rápidamente se medicalizó: quienes se desviaran de la norma formarían a sujetos deficientes, anormales, enfermos. El incremento de la regulación del trabajo docente trajo aparejada una mayor exigencia sobre maestros y alumnos por igual. Todos debían ajustarse a las reglas naturales. Para evitar desvíos y promover una mayor homogeneidad en la enseñanza, se incrementaron requisitos para la titulación. La imagen del docente que se fue conformando a partir de estas regulaciones fue la de una personalidad sin fisuras, representante del Estado o la Republica, encargado de una misión superior a la que debía abocarse con todas sus fuerzas. Autoridad absoluta, perfecta, indiscutible, porque era “científica”. Este personaje perfecto debía sin embargo imponer una disciplina flexible y razonada, centrada sobre todo en el valor de la experiencia. Uno de los que contribuyeron a repensar la cuestión de la disciplina en el aula fue Durkheim. La disciplina social y escolar debía para él tender a la formación moral del individuo, promoviendo una cierta regularidad (norma) en la conducta de la gente y proveyéndole determinados objetivos que limitarían sus horizontes. Hay una idea tanto de ordenar y encauzar las conductas sociales existentes como de producir el campo de experiencia de los sujetos; en este sentido decimos que conviven la disciplina con la regulación. Es necesario que la persona se constituya de tal manera

La primera dimensión de las utopías de la pedagogía consiste en la proclamación de puntos de llegada, de grandes finalidades relativas al orden social en el que está inmersa la institución escolar. La utopía pedagógica conforma una narración en la que se relata el camino desde el punto actual en el que se halla el educador al punto final de la realización de los grandes ideales. El camino que une uno y otro punto es la educación escolar. Educar es educar a un hombre para una finalidad totalizadora que se construye a partir de sus repercusiones sociales. Educar es formar a un hombre para una determinada sociedad. La utopía es el norte obligado hacia donde reman incansablemente los pedagogos. La utopía pedagógica produce en el pedagogo una permanente sensación de disconformidad. En tanto educadores configurados por la utopía, estamos irremediablemente atravesados por un fuerte malestar respecto del mundo en el que vivimos y nuestra posición en tanto educadores se dibuja a partir de una lucha eterna para lograr la plenitud de la realización utópica. La utopía conforma una crítica permanente. La clave de las utopías sociopolíticas: El ideal pansófico, es la promesa de la pedagogía, por ella fuertemente homogeneizadora, máquinas de producir efectos estandarizados por medio de tecnologías que partían de la base del “todos”. El ideal es una sociedad en la que el conocimiento circule libremente para todos aquellos que concurran a la escuela, quienes deben ser todos, sin distinción de clase social, sexo, etnia, religión o hasta capacidad mental. Este ideal permite una educabilidad infinita. La pedagogía y la institución escolar moderna que ella produjo, fueron en los últimos tres siglos fuertemente homogeneizadora. Esta capacidad de homogenización pedagógica arraso con las diferencias individuales existentes en la escuela: cada uno debía de ser considerado como el todo y todos como si fueran uno. Orden en todo

  1. Utopía metodológica: del orden en todo La segunda dimensión de las utopías de la pedagogía moderna se corresponde con la utopía metodológica o, en términos del mismo Comenius, la utopía del “orden en todo”. Se trata de la pretensión pedagógica de acabar con la incertidumbre respecto del proceso de educación escolar y reducirlo todo a la razón pedagógica: la voluntad racional del pedagogo estará dirigida ahora no al diseño del orden social sino al del orden escolar: será capaz de eliminar el azar, la imprevisión, las incertezas o la indisciplina en las escuelas por medio del recurso al método didáctico. El imperio del pedagogo es el imperio del orden: nuestra capacidad de hacer que los otros aprendan de acuerdo con nuestra razón técnica, consolidada en métodos de probada eficacia que eliminan la incertidumbre acerca de lo que se enseña y de lo que se aprende. Y cada nueva moda pedagógica mejora lo viejo y avanza en nuestro conocimiento de cómo hacer de la educación algo perfecto. Educar no es tarea de improvisados. Es necesario disponer de una secuencia ordenada de pasos que habrán de echar luz sobre aquello que buscamos. Continuidad sin grietas entre los ideales que perseguían socialmente (utopía sociopolítica) y las tecnologías que aplicaban didácticamente en la escuela (utopía metodológica). El derrumbe de la pedagogía utópica Fines S. XX: vacancia creciente de postulaciones utópicas. Posición light de la pedagogía, que tolera la convivencia de todas las teorías educativas y sus respectivas utopías. La educación escolar no pudo conformar una oferta pansófica consistente en enseñar todo a todos y, para colmo, no solamente la escuela no ha conseguido ser motor de justicia e igualdad, sino que diariamente demuestra todo lo contrario; o sea, la escuela no pudo con la sociedad que quería cambiar ni pudo educar al hombre genérico que prefiguraba la voluntad racional del pedagogo. El pasado ya no es un árbitro en la toma de decisiones porque la ausencia de utopías abarcadoras y monopólicas genera la inexistencia de guías generales y totalizadoras para la educación. La pedagogía parece plegarse en la segunda dimensión utópica: en la búsqueda de un modelo perfecto de enseñanza, un modelo sin fisuras que permita procesar adecuadamente y sin errores la trasmisión de conocimientos. En otras palabras, la pedagogía abandona el primado de la utopía del para qué y se recluye en el más confortable ámbito de la utopía del cómo (metodología). Las utopías educativas son ahora a la carta , porque su elección no obedece a la consistencia respecto de un universo ideológico o político determinado, sino a lo que se percibe como una demanda de la realidad escolar y al imperativo de conseguir resultados, lo que importa es que funcionen. A la carta elegimos los métodos didácticos que más convienen a nuestra actividad educadora: la coherencia ideológica y el encadenamiento totalizador con finalidades políticas naufraga frente a la búsqueda desesperada de efectividad. La crisis de las utopías sociopolíticas de carácter totalizador y la vacancia de épicas pedagógicas genero el proceso de extinción del personaje arquetípico de la pedagogía de la Modernidad: el Gran

Pedagogo. En el fin del siglo XX vemos que las figuras preeminentes han sido sustituidas por “especialistas”, por “técnicos”; “tecnopolíticos”, pedagogos especializados en cuotas mínimas de saber pedagógico y para quienes la repercusión social y política de su práctica no es necesariamente fuente de preocupación. Los actuales pedagogos mantienen un perfil profesional aséptico, cultivan la neutralidad y la tolerancia y su discurso está basado en una lógica argumentativa donde lo técnico muchas veces se cosifica a punto tal de perder su identidad social. Su rol habrá de hacer fácilmente intercambiable porque es en el horizonte del mercado lo que predomina. En este contexto el pedagogo Paulo Freire simbolizó como nadie final de un siglo en la producción pedagógica cuya posiciones teóricas extremaron como la de ninguna las relaciones entre la utopía sociopolítica y la utopía metodológica. Fue el pedagogo flemático del fin de la modernidad. Con él se acaba el ciclo del educador completo y se termina el reinado del pedagogo de la totalidad: ese pensamiento pedagógico que planteaba un modelo de sociedad deseada, de hombre deseado y como consecuencia un modelo de Educación y de escuela. Se consolida una época más bien fragmentada, caótica e incierta: época de pedagogos que conocen (“técnicamente”) solo una parte y no la totalidad. Nace una época de incertezas, para la que educar no tiene por qué llegar a ser un acto liberador. Y educar no tiene por qué restituir una esencia genérica perdida. Los gobiernos y los organismos internacionales ya no plantean esos enunciados rimbombantes en los que la humanidad se salvaba por medio de la educación.  María Beatriz Greco - “La autoridad (pedagógica) en cuestión” En primer lugar demarca que la autoridad hoy está en crisis, que se encuentra devaluada, y qué este es un problema complejo donde intervienen factores culturales, económicos, sociales y políticos. ¿Qué hacer frente a ello? La invitación es a reconstruir el concepto de autoridad en el vínculo pedagógico. Es decir, construir una nueva idea de pensar y sostener la autoridad pedagógica hoy frente a la crisis, ya que educar implica una noción de autoridad, porque significa dominar los contenidos que debemos transmitir, manejar técnicas pedagógicas adecuadas a las edades y contextos en los cuales viven los estudiantes, estar a la escucha de sus problemas y de la marcha del proceso de enseñanza- aprendizaje. ¿Se puede sostener una autoridad individualmente? Greco dice que no, que “la autoridad es institucional”. Se sostiene en el trabajo en equipo, en la coherencia, en el clima institucional de la escuela. Con lo cual, si bien la autoridad pedagógica es labor de cada docente, es también una tarea colectiva y social que se asume entre todos los docentes de un colegio. ¿De dónde viene esta crisis de autoridad? Foucault (filósofo e historiador francés) retoma a Kant (filósofo alemán) para decir que en la modernidad hubo un quiebre respecto a la autoridad externa, la consigna del sujeto moderno era “no obedecerse más que a sí mismo”. La autoridad entonces estaba del lado de la razón misma y su afán de autonomía y dominio en el camino del progreso ilimitado. El maestro aparecía como aquel que “hacía nacer en el niño al alumno”, que lo acompañaba en el trayecto de su relación con el conocimiento, consigo mismo y con los otros. Nacía alguien que aprende y desea aprender. Hoy, la razón también aparece cuestionada a partir de no haber logrado el progreso ilimitado que proponía, y por ende, la autoridad no se desplaza hacia ningún lado, tiene dificultades para ser encarnada y reconocida. Para Castoriadis (filósofo y psicoanalista francés) vivimos en tiempos de in-significancia, de desamparo, por ausencia de significaciones que nos otorguen un mejor vivir juntos. Bajo la consigna de “sálvese quien pueda”, y del hombre actual instalado como sujeto consumidor; se ha roto un proyecto identificatorio colectivo, en términos de Silvia Bleichmar (psicoanalista argentina), que es aquello que nos posibilita reconocernos en un “nosotros” y proyectarnos hacia el futuro. Estamos en un momento histórico donde no podemos conformarnos como un “nosotros”. Cada uno vive “individualmente”, y ello habilita a todo tipo de transgresiones (es posible hacer “desaparecer” a los otros”). Antes, en un mundo pre- moderno, dice Castel (filósofo francés), el sometimiento a la autoridad estaba dado, porque esta aseguraba una protección y por ello uno era obediente. Si decimos que hoy importa solo uno y estamos disueltos socialmente, obviamente que la autoridad ya no asegura ninguna protección, y uno no necesita ser obediente a nadie. Agamben (filósofo italiano), sostiene que la autoridad reside en el relato y la palabra, en la experiencia de aquel que transmite. Es decir, que la autoridad tenía que ver con la transmisión de experiencias acerca de lo vivido entre generaciones; una autoridad de la experiencia. Algo que se comunica entre generaciones.

frases hechas, aprender de memoria o repetir el libro. Kammerer propone pensar que el lugar de los adultos es ser “prestadores de identidad”, de pasadores de cultura recibida con la responsabilidad de “hacer crecer”, proteger lo frágil que nace en niños y adolescentes.