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Esta guía ha sido elaborada por emakunde-instituto vasco de la mujer para promover la implicación de los hombres a favor de la igualdad de mujeres y hombres. La obra aborda temas como la igualdad de género, los problemas de género de los hombres, la educación emocional, los micromachismos y el cambio en los hombres. La guía también incluye datos y estadísticas sobre la situación de mujeres y hombres en euskadi.
Tipo: Apuntes
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OS HOMBRES, LA IGUALDAD Y LAS NUEVAS MASCULINIDADES
TÍTULO: Los hombres, la igualdad y las nuevas masculinidades EDITA Y REALIZA: EMAKUNDE-Instituto Vasco de la Mujer Manuel Iradier, 36 01005 Vitoria-Gasteiz TEXTOS: Ander Bergara, Josetxu Riviere, Ritxar Bacete FECHA: Julio 2008 Nº DE EJEMPLARES: 34. DESCRIPTORES: Hombres, igualdad, nuevas masculinidades, guías. ILUSTRACIÓN: Ibon Garagarza PREIMPRESIÓN: Avance Gráfico IMPRESIÓN: Printek, S.A. ISBN: 84-89630-15- 978-84-89630-15- DEPÓSITO LEGAL: BI-2213- Precio: 5 euros
RESENTACIÓN
La presente guía ha sido elaborada en el marco de Gizonduz , una iniciativa pionera del Gobierno Vasco liderada por el Lehendakari Juan José Ibarretxe e impulsada por Emakun- de-Instituto Vasco de la Mujer, dirigida a pro- mover la implicación de los hombres a favor de la igualdad de mujeres y hombres. La guía tiene por objeto dar a conocer cuestiones relacionadas con los hombres y la igualdad, a saber, cómo les afecta la socia- lización basada en el género, qué caracterís- ticas y consecuencias tiene la masculinidad tradicional y hegemónica, a qué se hace refe- rencia cuando se habla de nuevas masculini- dades, etc. Todo ello desde la perspectiva de la necesidad del cambio en los hombres como factor determinante para el avance en la igualdad de mujeres y hombres. La incorporación generalizada de las mujeres al mercado laboral, su participación en to- dos los niveles educativos, su mayor acceso a la formación, a la cultura y a los ámbitos de toma de decisiones, están generando unos cambios favorables para el avance en el camino hacia una sociedad más justa e igualitaria. Sin embargo, esta importante transformación del papel de las mujeres en la sociedad y su creciente incorporación a ámbitos tradicionalmente considerados como masculinos, no se está viendo acompañada por una asunción significa- tiva de los hombres del trabajo reproductivo ni del resto de funciones y valores tradicional- mente considerados como femeninos. Pero para la consecución de una sociedad más igua- litaria, junto con los cambios y avances protagonizados por las mujeres, es necesaria la participación e implicación de los hombres, ya que el logro de la igualdad es un proceso que afecta a todas las personas, mujeres y hombres, y a todas puede beneficiar. Por ello, con este material se pretende favorecer que los hombres se sensibilicen y re- flexionen sobre las injusticias que genera el actual sistema patriarcal que sitúa a las mujeres en una situación estructural de subordinación respecto de los hombres, así como sobre las consecuencias negativas que tienen para ellos los estereotipos y roles en función del sexo sobre los que se asienta dicho sistema. En definitiva, el reto de este siglo debe ser el construir un nuevo modelo social más de- mocrático, justo e igualitario y para ello es fundamental que sean cada vez más los hombres
dispuestos a cuestionar el modelo tradicional de masculinidad, a renunciar a los privilegios que les pueda aportar el sistema patriarcal, a liberarse de las cargas de una masculinidad mal entendida, y a comprometerse, junto con las mujeres, de forma activa en la consecución de un mundo mejor para todas las personas, que permita incrementar las posibilidades de desarrollo humano tanto de las mujeres como de los hombres. Izaskun Moyua Pinillos Directora de EMAKUNDE/Instituto Vasco de la Mujer
La igualdad de mujeres y hombres es un principio jurídico, ético y político universal, en- raizado en nuestra sociedad, que está presente en las relaciones interpersonales, y además está reconocido también en diversos textos internacionales sobre derechos humanos. En esta línea, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1979, proclama el principio de igualdad de mujeres y hombres. A través del Tratado de Ámsterdam, la igualdad de mujeres y hombres es consagrada formalmente como un principio fundamental de la Unión Europea. Por su parte, la Constitución española y el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autóno- ma del País Vasco proclaman el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo y establecen la obligación de los poderes públicos de promover las condiciones y eli- minar los obstáculos para que la igualdad entre las personas sea real y efectiva, ya que la igualdad jurídica no supone necesariamente la igualdad de de hecho. La Ley 4/2005, de 18 de febrero, para la Igualdad de Mujeres y Hombres, de la Comunidad Autónoma del País Vasco, tiene como fin último “avanzar en la consecución de una sociedad igualitaria en la que todas las personas sean libres y autónomas, tanto en el ámbito público como en el privado, de modo que puedan desarrollar todas sus capacidades personales y tomar decisiones sin las limitaciones impuestas por los roles y estereotipos tradicionales en función del sexo, y en el que se tengan en cuenta, valoren y potencien por igual las distintas conductas, aspiraciones y necesidades de mujeres y hombres.” El papel que tradicionalmente han desempeñado hombres y mujeres en nuestra socie- dad viene experimentando una importante y desigual transformación. El cambio es especial- mente visible y significativo en el caso de las mujeres. Su mayor participación en el mercado laboral; su acceso a todos los niveles educativos; una mayor presencia en la formación y en la cultura y, en menor medida, en los ámbitos de poder y toma de decisiones, están generan- do unos cambios sociales favorables para el avance de nuestra sociedad hacia la igualdad de mujeres y hombres; cambios que no hubieran sido posibles sin la aportación fundamental de los movimientos feministas y sin el esfuerzo de todas aquellas mujeres que desde el ano- nimato han trabajado a favor de los derechos del conjunto de las mujeres. Sin embargo, los datos sobre el mercado laboral, la participación sociopolítica, la reali- zación del trabajo doméstico, la violencia contra las mujeres o la feminización de la pobreza siguen siendo el reflejo de una sociedad desigual y muestran la existencia de una jerarqui- zación en las relaciones y la posición social de los hombres y las mujeres. Esta situación tiene su origen en los estereotipos y patrones socioculturales de conducta en función del sexo que asignan a las mujeres la responsabilidad del ámbito doméstico y a los hombres la del ámbito público, basándose en una muy desigual valoración y reconocimiento económi- co y social.
2. LGUNAS RAZONES PARA EL CAMBIO DE LOS HOMBRES HACIA POSICIONES IGUALITARIAS
3. OCIALIZACIÓN Y MASCULINIDADES
El sexo es una categoría asociada a características biológicas que tienen las personas. De este modo, se establece la división hembra-macho, unas categorías deterministas que no cambian a través del tiempo ni de las culturas. El género, sin embargo, es una categoría construida social y culturalmente, que viene a definir qué se entiende en cada sociedad y cultura por femenino y masculino. Por tanto, de- limita qué valores, conductas y expectativas deben ser propias de los hombres y cuáles propias de las mujeres en ese contexto determinado. Lo femenino y lo masculino se aprende y, por lo tanto, se puede modificar. El género explicaría en nuestra sociedad las desigualda- des entre los hombres y las mujeres. A ser hombre o mujer, niño o niña, se aprende, y esa definición está condicionada inclu- so antes del nacimiento (cuando se eligen los nombres, se decoran las habitaciones, se compra la ropa…). Los seres humanos están obligados a aprender para ser lo que son, y el aprendizaje de género es una de las más importantes y primeras lecciones que nos enseñan la familia, la escuela, las distintas religiones y la sociedad en la que vivimos. Tal es la impor- tancia de este aprendizaje que sobre él se construyen rasgos fundamentales de la identidad personal. A este proceso de interiorizar, comprender y aceptar las normas y valores colec- tivos que rigen la convivencia, le llamamos socialización. La eficacia de este proceso reside en que la exigencia de cumplir las mismas es universal (para todas las personas) pero dife- renciada y matizada en base a una concepción sexista de la construcción social. Así pues, se premia a quienes cumplen las normas establecidas y se castiga o excluye a quienes no lo hacen. De este modo, las niñas y los niños son transformados en mujeres y hombres a través de un proceso de socialización que se encarga de fomentar las actitudes que se consideran adecuadas para cada sexo, o bien, de reprimir aquellas que no se ajustan a los roles y este- reotipos establecidos. Este proceso no afecta por igual a todas las personas, no se reproducen los modelos exactos, pero se generan pautas de comportamientos mayoritarios o hegemónicos que tien- den a reproducir los estereotipos atribuidos a lo masculino y femenino. En la sociedad y la cultura en la que vivimos, la socialización acarrea unas serias con- secuencias para la vida de las mujeres y los hombres. El sexismo es un limitador natural que reduce las posibilidades de las personas para desarrollar sus capacidades y, por tan- to, supone un lastre para la libertad individual y colectiva. La socialización sexista en un sistema patriarcal discrimina y oprime a las mujeres, al mismo tiempo que limita a los hombres.
Cómo funcionan los estereotipos de género: Cuando alguien se comporta así Si es niña se dice que es… Si es niño se dice que es… Activa Nerviosa Inquieto Insistente Terca Tenaz Sensible Delicada Afeminado Desenvuelta Grosera Seguro de sí mismo Desinhibida Pícara Simpático Obediente Dócil Débil Temperamental Histérica Apasionado Audaz Impulsiva, actúa sin pensar Valiente Introvertida Tímida Piensa bien las cosas Curiosa Preguntona, cotilla Inteligente Prudente Juiciosa Cobarde Si no comparte Egoísta Defiende lo suyo Si no se somete Agresiva Fuerte Si cambia de opinión Caprichosa, voluble Capaz de reconocer sus errores Tabla tomada de: Vázquez, Norma. El ABC del género. Asociación Equipo Maíz. Un mismo comportamiento es valorado de forma diferenciada partiendo del sexo de su protagonista. Pero también se educa en potenciar determinadas capacidades de forma dis- tinta. Se corrige así a un niño “demasiado delicado” ya que se aleja del modelo de fortaleza que se asigna al estereotipo masculino. Hay que tener en cuenta que no se trata de reflexiones conscientes ni creaciones indivi- duales, sino que son el resultante del proceso de socialización sexista, que viene a “natura- lizar” los estereotipos de género que al ser creados, compartidos y apoyados por la maqui- naria simbólica y estructural de los modelos dominantes, son invisibilizados. De este modo, a través de la socialización sexista, se logra un alto grado de homogenei- dad en cuanto a los comportamientos, inquietudes, sentimientos, formas de relacionarse o expectativas de futuro. Todo esto configura un entramado simbólico y funcional de expecta- tivas e imágenes sociales del “deber ser”, que forma todo un sistema de referencias en el que nos apoyamos para poder construirnos, ya sea acomodándonos o resistiéndonos. Este “deber ser” son los roles de género, que se definen como un conjunto de normas de comportamiento percibidas, un conjunto de papeles y expectativas, asociados particular-