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El autoconcepto ha sido objeto de estudio desde distintos campos del saber: filosófico, sociológico y psicológico. Las raíces remotas acerca de cómo se produce el propio autoconocimiento y cómo tal conocimiento afecta a la conducta, se encuentran en las especulaciones filosóficas de muchos autores; y los primeros psicólogos aceptaron su estudio como un legado. Precisamente, la elaboración, por parte de la psicología del constructo del “autoconcepto”, término acuñado en el siglo XX, representa un modo de acercamiento a la antigua cuestión filosófica de “¿quién soy yo?” (González & Tourón, 1994 citado en Jiménez, 2004). En las últimas décadas se ha venido subrayando la importancia del autoconcepto en el bienestar subjetivo desde diferentes ámbitos de la psicología y esto ha contribuido para que el autoconcepto tenga un lugar central en la explicación del comportamiento humano (Tesser, Felson & Suls 2000). El interés por estudiar el autoconcepto se deriva de que las personas que se ven positivamente se conducen e interpretan el mundo de diferente manera a las que se ven de manera negativa, hay entonces una relación directa entre autoconcepto y conducta, pues en base al primero, las personas se forjan metas y estrategias. Así mismo, se reflejan variables personales, sociales, ambientales, intelectualesy afectivas (Jurado de los Santos, 1993). Investigaciones realizadas en niños y adolescentes de Estados Unidos en 1991, señalaron que los sujetos con alto autoconcepto se diferencian de aquellos con bajo autoconcepto en su ajuste psicológico, autoestima, estabilidad emocional, seguridad, salud
mental, pensamiento más flexible, menos prejuicios y más aceptación de sí. También influye, la presencia corporal que cada individuo aporta a las relaciones sociales, por lo que es un factor determinante de las mismas que puede colaborar para alcanzar el éxito personal. Debido a que cada persona posee una imagen de su físico, que en parte, puede contrastar por sí mismo o bien a través de comparaciones con los demás. La presencia física tiene una repercusión social inevitable que se proyecta en poseer determinadas cualidades físicas que varían entre las culturas (Lugo, 2002). Y es en la adolescencia, donde la imagen corporal es un factor importante, donde ocurren cambios biológicos universales (LeFrancois, 2001), además de describirse como un proceso de autodefinición, autodescubrimiento y autocreación (Bower, 1983), que es influido no sólo por cambios biológicos y psicológicos, sino por las interacciones con el entorno que a la vez afectan la forma de percepción del adolescente, debido a que es, en esta etapa donde la estructura de la personalidad sufre más cambios y empieza a volverse a través del tiempo algo más estable. Es aquí donde se relaciona de manera importante el periodo de cambios continuos (adolescencia), la forma de percepción del sujeto (autoconcepto) y el aspecto de la ceguera, ya que todos estos, debido a la ausencia del sistema visual pueden producir un determinado "modelo" de evolución psicológica. En relación a esto, Bandura (1997), establece que el autoconcepto se puede medir teniendo una evaluación descriptiva de la gente, ya que las personas poseen diversas cualidades que se aplican a sí mismos. Sin olvidar que el desarrollo de los seres humanos no termina en la adolescencia sino que continúa durante toda la vida del individuo; los adolescentes desarrollan la confianza de sí mismos de diferentes maneras y los que tienen más seguridad en cuanto a las
expresivas patentes. El autoconcepto implica considerar la conducta del individuo no sólo a través de la perspectiva de personas externas, sino también y desde la perspectiva interna o subjetiva del individuo, de cómo actúa y se comporta. De la manera en que percibe y construye el medio donde se desenvuelve y del cual su autoconcepto constituye el punto central en una construcción significativa y única en el individuo. El autoconcepto, ha sido desde hace mucho tiempo un tema de interés para los psicólogos, pero es en la década de los ochenta que aparece como un legítimo constructo teórico al interior de la Psicología Clínica, y de la Psicología Educacional (Mori, 1989 citado en Ruíz, 2002). Markus (1977 citado en Bower, 1983) menciona que el autoconcepto es una estructura cognitiva organizada que se forma a partir de la experiencia que uno tiene de sí mismo. Así como los individuos retienen nociones estereotipadas y generalizadas acerca de otras personas, también mantienen nociones estereotipadas de sí mismas. Y que el intento para organizar, resumir o explicar la propia conducta resulta en la formación de estructuras cognitivas acerca de sí mismo, a las que llama esquema del sí mismo u organización del sí mismo. Estas son generalizaciones cognitivas derivadas de la experiencia social del individuo. Esto distingue a personas con un esquema fuerte para autodefinirse, de aquellos que no lo poseen. Las primeras pueden procesar información de sí mismos con rapidez, predecir sus conductas futuras, resistir la información incongruente, y evaluar la relevancia de la misma información. Sevilla (1991) define el autoconcepto como la percepción que se tiene de sí mismo, como un fenómeno social que está en moldeamiento constante, es el centro de la personalidad y es lo que lleva al ser humano a saber lo que es y lo que quiere ser, a
plantearse metas y a darle un sentido a su vida, no conformándose con sólo sobrevivir (citado en Tesser et al., 2000). Se puede definir al autoconcepto como el conjunto de conceptos que se tienen acerca de uno mismo en términos de inteligencia, creatividad, intereses, aptitudes, rasgos conductuales y apariencia personal (Bruno, 1995). Esta imagen se encuentra determinada por la acumulación integradora de la formación tanto externa como interna, juzgada y valorada mediante la interacción de los sistemas de estilos y valores. La acumulación de información elaborada proviene de la coordinación entre lo que el sujeto ya dispone y lo nuevo que debe integrar. En consecuencia, González- Pineda, Núñez, González y García (1995 citado en Walker, 2005) afirman que el autoconcepto es una de las variables centralesdel ámbito de la personalidad. El precursor de los estudios del autoconcepto fue William James (1890 citado en Jiménez, 2004), y de su trabajo deriva gran parte de lo que en la actualidad se escribe acerca del sí mismo. Este autor señala que se pueden distinguir dos dimensiones dentro del self (o persona), el sí mismo o Yo, como conocedor, pensador, agente de conducta; y el sí mismo o Mí, del que tenemos conocimiento, “la suma total de cuanto un hombre puede llamar suyo”. Después González y Tourón, (1994 citado en Jiménez, 2004) desarrolló su idea del yo reflejado (looking glass self) que postula que el autoconcepto es un reflejo de las percepciones que uno tiene acerca de cómo aparece ante los otros. Destaca así la importancia de los grupos primarios y de las personas que el individuo aprecia, en la formación y desarrollo del autoconcepto. El autoconcepto, la opinión que uno tiene de sí mismo, es un factor importante de la personalidad, que sirve de pauta interpretativa y guía
Los estudios que llevó acabo el psicólogo investigador Stanley Coopersmith (citado por Bruno,
necesario mantenerlo como una forma de adquirir integridad y seguridad; además de serresultado de la experiencia y plantean que va cambiando a lo largo del ciclo vital. Ríos (1994), define el autoconcepto como un conjunto organizado y cambiante de percepciones que se refieren al sujeto. Como ejemplo de estas percepciones, están las características, los atributos, las cualidades, los defectos, las capacidades, los límites y las relaciones que el sujeto reconoce como descriptivos de sí y que él percibe como datos de su identidad. De esta forma se puede decir que el sí mismo es la zona más íntima de la vida, elcual desempeña un papel importante en la conciencia, en la personalidad y en el organismo. DiCaprio (1985) postula que al describirnos a nosotros mismos, recurrimos a nuestro propio concepto del – yo-, que puede ser o no una representación exacta de nuestro yo real.En donde podemos tener una noción de lo que desearíamos ser, nuestra versión idealizadadel yo, que se adapta como el yo real provocando conflictos internos y realizando una comparación entre los logros y los desempeños. Para Bruno (1995) el autoconcepto se empieza a formar a muy temprana edad, tal vez en la etapa de los 18 meses a los 3 años. Es importante señalar que la calidad de las relaciones que ha tenido el niño desde su nacimiento, promueven el crecimiento y desarrollo de su autoconcepto, así como su capacidad cognitiva y su motivación de logro, por lo que plantea que el autoconcepto se va desarrollando a la par con el desarrollo del niño. Antes de la aparición del lenguaje el niño ya tiene una percepción de lo que está adentro y de lo que está afuera de sus fronteras corporales; esto lo logra explorando su medio y su cuerpo mediante los sentidos. Como la valía del niño depende del sentimiento de seguridad, dado por la satisfacción de sus necesidades y de su aceptación emocional, se requiere que el niño logre percibirse
Tranché (2000), menciona que quiénes se aceptan, son independientes debido a que extraen las normas desde su propio interior, no de los demás; mantienen un buen contacto con la realidad, pueden disfrutar la vida tal y como es y no fantasean sobre lo que pudo haber sido. González (1987) muestra que existen varios modelos de autoconcepto:
viejo y tradicional. En este modelo se ve al autoconcepto y al autoestima como unidimensional.
estructura multidimensional. La noción general de autoconcepto se encuentra en la cima de la pirámide, hay niveles intermedios y en la base se encuentras las nociones específicas.
el hecho de cambie un aspecto del autoconcepto no llevará al cambio de otro aspecto del mismo.
se encuentran interrelacionadas, de manera que si se encuentra un autoconcepto bajo en un área, va a ser compensada por otra área que no tenga relación. Este es el modelo que se aplica a estudiantes con necesidades especiales.
En conclusión más recientemente aparece la psicología postracionalista, de la mano de Vittorio Guidano, en la que el yo se concibe como entidad en constante proceso de construcción que da sentido a las experiencias que se van sucediendo en la vida. Entiende el ‘yo’ como la parte
emocional y corporal de cada experiencia, más inconsciente, y el ‘mi’ como la parte que genera significado a través del lenguaje.En cualquier caso, el autoconcepto se puede trabajar y cambiar, en función de las experiencias vividas, del entorno, del contexto social y de otros muchos factores.