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Se analiza el experimento sobre la obediencia de Stanley Milgran, basados en la psicología de las masas, el conductismo, la teoría de los instintos de Mc Doughal y la teoría de la conexión y desconexion moral de Albert Bandura.
Tipo: Monografías, Ensayos
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Análisis del experimento de Stanley Milgran “los peligros de la obediencia” desde los postulados de la psicología social Las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial llevaron a los psicólogos sociales a investigar por qué la gente seguía órdenes para hacerle daño a otros congéneres. ¿Será porque nuestra naturaleza humana está revestida de dos cara una buena y otra mala? ¿Estamos asistiendo a la deshumanización del hombre? Las posibles respuestas han sido dilucidadas a la luz de diferentes teorías y es por ello que partir del texto “Los Peligros de la Obediencia” se analizará el experimento de Stanley Milgran sobre la maldad, integrando los postulados de la Psicología Social y resaltando tres aspectos: la influencia de la obediencia, la naturalización de la orden en el ámbito social y los mecanismos de conexión y desconexión de Albert Bandura. Primeramente, la influencia de la obediencia es vista desde la psicología de las masas de Gustav Le Bon, en ella se plantea que los seres humanos desarrollan en colectivo comportamientos que jamás desarrollarían individualmente. Ésta masa se da de forma inconsciente al ser manipulada por un líder que logra sugestionar al individuo quien pierde su capacidad racional, es decir la masa, le proporciona al individuo el coraje, el impulso o la aprobación que necesita para llevar a cabo la acción, de lo contrario este por sí solo no haría nada. Estando solo el individuo es capaz de regirse por las normas morales que impone la sociedad, su mente tiene la capacidad de razonar, criticar o reflexionar sobre las consecuencias que podría traerle tomar una decisión inhumana, mientras que una masa no cuenta con esa posibilidad (Garrido & Álvaro, 2007, P.27). En el experimento de Milgran la presencia física de una figura de autoridad aumentó dramáticamente el cumplimiento de las órdenes. Dicha autoridad representada en el Experimentador, tiene la función de influir en el profesor para el cumplimiento de las órdenes; el profesor vienen entonces a representar la masa y le corresponde obedecer convirtiéndose en el instrumento para realizar los deseos del otro y en tal sentido se abre paso a la irracionalidad planteada por Le Bonn, pues la mayoría no se detienen en la aplicación de las descargas e infringen dolor al estudiante que representa el objeto del conflicto. Este es un ejemplo claro de la influencia a la obediencia que Le bon define como proceso unidireccional en el cual el individuo
el egocentrismo, ya que la persona ubica su conducta violatoria en la línea de las normas socialmente aceptables. En todo caso, si los individuos son reforzados por su obediencia, aunque esta conlleve a actos inhumanos, hay ausencia de castigo o no se producen consecuencias negativas para su reacción, aumentará la probabilidad de que la conducta se produzca de nuevo. Esta obediencia es producto de un proceso de naturalización que se acciona desde la familia y se liga a las reglas sociales para establecer un orden que conlleve al respeto por el otro y a las instituciones a fin de armonizar la convivencia entre los seres humanos, en donde se pueda expresar con hechos formales la dignidad de los seres humanos, en la cual resplandezca la simpatía, la empatía, la tolerancia, el respeto a la diversidad y la flexibilidad. Si se conjugan estos aspectos, la obediencia por el respeto a los derechos humanos mantendrá un orden social que le permita al hombre vivir en un ambiente sano y propicio para la realización plena de la persona en el cumplimiento de sus deberes y en el ejercicio de sus libertades. Por otro lado, la barbarie, usualmente no es un acto tolerable, es por ello que a medida que el experimento avanzaba algunos se veían afectados, debido a que la sociedad ha infundido unos valores los cuales están basado en el respeto por el otro y la integridad individual. Esta fue la causa por la que muchos de los que participaron no terminaron el experimento, les parecía un acto inmoral, lastimar la integridad de la persona que se encontraba detrás recibiendo las descargas eléctricas. Por el contrario, aquellos que continuaron lo hicieron motivados por la presencia del experimentador, no porque en realidad quisieran dañar a la otra persona. En el último aspecto sobre los mecanismos de conexión y desconexión de Albert Bandura, la conexión moral alude a la racionalidad que en el caso de los profesores que desobedecieron la orden éstos actuaron con inteligencia basada en los principios éticos y morales establecidos socialmente. En la desconexión moral aflora la irracionalidad del individuo y cabe señalar que los profesores que ejecutaron las órdenes del experimentador desarrollaron este mecanismo defensivo aniquilando en ellos todo sentido de humanidad. Ante la conexión y desconexión moral, cobra sentido la teoría de los instintos, que sostiene que éstos se trasmiten genéticamente afectando la conducta y comportamiento del sujeto, toda vez que se presenta una contraposición entre razón e instinto. Para el británico William McDougall, en su libro Introducción a la Psicología de masa, define el instinto como una disposición
heredada o innata que se caracteriza por tres componentes: el cognitivo que determina que su poseedor perciba y preste atención a objetos de cierta clase; el emocional que tiene la tendencia a experimentar una excitación emocional peculiar a la hora de percibir tal objeto; y el comportamental que tiende a que se reaccione respecto a él de una manera particular o, al menos, que experimente un impulso hacia tal acción. (Garrido & Álvaro, 2007, P. 25) También señaló siete instintos primarios entre los que se encuentran el de autodegradación y degradación y cuando en el experimento se ejecuta la orden se tipifica este instinto porque cuando se pierde el más minino respeto por los derechos humanos no solo se degrada al otro sino que se autodegrada el sentido de humanidad del hombre. Con respecto a la existencia de los pseudoinstintos que ejercen influencia significativa en el proceso de interacción entre las personas, los cuales son imitación, sugestión y simpatía (Garrido & Álvaro, 2007, P.79). Relacionado los instintos con el experimento de Milgran se aprecia que la autoridad del Experimentador está dada por imitación, pues desde que nacemos estamos reflejando el comportamiento que recibimos de padres, tutores y maestros que revisten poder y mando. Ese estatus de poder logra calar en el individuo que asume la obediencia ya sea por el miedo o porque se siente atraído por esas ideas que lo hacen sentir en un plano superior que lo acerca a la simpatía hacia su líder pero lo aleja de su individualidad. También, los seres humanos traen instaurados por naturaleza comportamientos inadecuados o violentos, los cuales se accionan solo cuando se rompen los estatus de moralidad que normalmente ejerce la sociedad. Igualmente, en este plano de la conexión y desconexión moral está implícita la concepción negativa de la masa, ya que para Le Bon una persona aislada puede ser un individuo cultivado; en una masa es un bárbaro, es decir, una criatura que actúa por instinto. Posee la espontaneidad, la violencia, la ferocidad, y también el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos (Garrido & Álvaro, 2007, P.27). Se ve entonces que en el experimento el alejamiento de la víctima facilita la crueldad , en ese mismo sentido Bandura intenta explicar por qué la gente buena puede cometer actos crueles, cita que una persona puede ser compasiva y al mismo tiempo cruel presentándose una categoría de humanidad dividida en inclusión que debe estar impregnada de respeto y tolerancias y la exclusión que anida todo sentimiento de rechazo e intransigencia. Con su concepto Bandura, intentaba explicar que las personas creaban estándares morales con los que diariamente manejan su vida, como por ejemplo no hacerle daño a nadie o velar por la
Ejemplo: las mujeres que son maltratadas por sus esposos, son vistas como simples instrumentos para su uso y satisfacción, considerándolas carentes de valor, al tiempo que se marca distancia y el maltratador adquiere un status superior de poder donde no existe empatía. Visto lo anterior, se llega a concluir que el experimento de Milgran deja al desnudo la crueldad humana que se cubre bajo el manto de unos mecanismos defensivos de tipo cognitivo que buscan justificar el quebrantamiento de todo principio elemental de humanidad. Es por ello que se debe tener cuidado al cumplimiento de normas alejadas de la moral, pues muchas de ellas están disfrazadas y producen una obediencia irracional que hace esclavo al individuo, pues pierde su capacidad para discernir entre lo bueno y lo malo. Esto altera la naturaleza orden social ya que las norman dejan de funcionar como guías que orientan la buena conducta desencadenando pasiones brutales que han llevado a la humanidad a un estado de barbarie. En cambio, La obediencia dotada de racionalidad conlleva a la realización de una convivencia pacífica y tolerante en donde se actúa de manera consciente respetando las normas sociales para el bien común, lo que implica un llamado a la obediencia inteligente utilizándola para tomar decisiones oportunas e inequívocas, actuando con certeza, sin darle tiempo de reaccionar a los instintos perversos que están presentes en la naturaleza humana. Referencias