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La Revolución Rusa de 1917 y el papel de las mujeres intelectuales, Monografías, Ensayos de Historia Contemporánea

Este documento analiza el papel de las mujeres intelectuales en la revolución rusa de 1917, como nadezhda krupskaya, alexandra kollontai y otras, que formaron un importante sustrato ideológico bolchevique y contribuyeron a la culminación del proceso revolucionario. Las mujeres intelectuales realizaron tareas importantes como la organización de la revolución desde su posición como mujeres, revolucionarias e intelectuales, incidiendo no solo sobre otros sectores de la población, como los soldados, sino sobre otras mujeres, sobre diferentes mujeres ya fueran obreras o campesinas. La revolución rusa permitió la llegada de los bolcheviques al poder y abrió un amplio abanico de esperanzas en cuanto a la mejora en las condiciones de vida de la mujer y su emancipación.

Tipo: Monografías, Ensayos

2023/2024

Subido el 12/04/2024

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Gregorio S. Díaz
Universidad de Granada
13/11/2017
LAS MUJERES ARTÍFICES DE LA REVOLUCIÓN
RUSA: INTELECTUALES, OBRERAS Y
CAMPESINAS
Introducción.
La Revolución Rusa de 1917 ha hecho correr ríos de tinta, interpretándose y
reinterpretándose desde múltiples puntos de vista, en tanto en cuanto precede a la
construcción, por primera vez en la Historia, de un Estado sobre las bases teóricas del
marxismo, adaptado por Lenin a la situación rusa. La sociedad comunista que iba a
construir dicha revolución, según Marx, sería el último estadio del desarrollo humano,
donde se establecería la sociedad sin clases. No obstante, no serían caminos fáciles de
andar: ni la realización de la revolución ni la construcción posterior de ese ‘paraíso de los
y las trabajadoras’. Y buena parte de los obstáculos que los bolcheviques se encontraron
a su paso para alcanza el poder en 1917, fueron derribados por las mujeres en sus distintos
ámbitos culturales, sociales, y económicos: las intelectuales, las obreras y las campesinas.
Si ya es una ardua tarea acercarse a los sucesos revolucionarios de 1917, cuando se
cumplen cien años desde aquellos y el Estado que surgió, la Unión Soviética, que se
derrumbó por su propio peso a principios de los noventa, más lo es aún hacerlo desde la
perspectiva de género, aludiendo al papel de la mujer como un papel imprescindible para
colmatar con éxito la revolución.
Y es que el mundo occidental, cuya hegemonía, a pesar de algunas grietas, ostenta
Estados Unidos, continúa impregnado de esa retórica y propaganda norteamericana, que
ha tratado, y sigue tratando, de deslegitimar a la Unión Soviética-a pesar de que hace años
que dejó de existir como una entidad política y territorial- y al mundo del Este por lo que
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Gregorio S. Díaz Universidad de Granada 13/11/ LAS MUJERES ARTÍFICES DE LA REVOLUCIÓN RUSA: INTELECTUALES, OBRERAS Y CAMPESINAS

Introducción.

La Revolución Rusa de 1917 ha hecho correr ríos de tinta, interpretándose y reinterpretándose desde múltiples puntos de vista, en tanto en cuanto precede a la construcción, por primera vez en la Historia, de un Estado sobre las bases teóricas del marxismo, adaptado por Lenin a la situación rusa. La sociedad comunista que iba a construir dicha revolución, según Marx, sería el último estadio del desarrollo humano, donde se establecería la sociedad sin clases. No obstante, no serían caminos fáciles de andar: ni la realización de la revolución ni la construcción posterior de ese ‘paraíso de los y las trabajadoras’. Y buena parte de los obstáculos que los bolcheviques se encontraron a su paso para alcanza el poder en 1917, fueron derribados por las mujeres en sus distintos ámbitos culturales, sociales, y económicos: las intelectuales, las obreras y las campesinas. Si ya es una ardua tarea acercarse a los sucesos revolucionarios de 1917, cuando se cumplen cien años desde aquellos y el Estado que surgió, la Unión Soviética, que se derrumbó por su propio peso a principios de los noventa, más lo es aún hacerlo desde la perspectiva de género, aludiendo al papel de la mujer como un papel imprescindible para colmatar con éxito la revolución.

Y es que el mundo occidental, cuya hegemonía, a pesar de algunas grietas, ostenta Estados Unidos, continúa impregnado de esa retórica y propaganda norteamericana, que ha tratado, y sigue tratando, de deslegitimar a la Unión Soviética-a pesar de que hace años que dejó de existir como una entidad política y territorial- y al mundo del Este por lo que

representaba, fruto de aquel enfrentamiento, la Guerra Fría, de dos mundos económica, política, social y culturalmente diferentes, en base a la construcción del ‘otro mundo’ y del ‘otro sujeto’ al que no pertenecemos y con quien no compartimos. Por lo tanto, sigue siendo necesario mantener el tabú de la Unión Soviética, para oscurecer aún más una posible alternativa al sistema capitalista occidental, acentuando continuamente su fracaso, su ineficacia y su inviabilidad. Uno de los ejemplos occidentales donde permanecen este tipo de tensiones es España, con una derecha política antisoviética (por el franquismo) y una izquierda que mitifica aspectos como la Revolución de 1917 sin llegar a hacer una crítica del pasado^1.

Pero no solo existe ese desapego a la Unión Soviética en Occidente, sino que el propio espacio exsoviético, en la actualidad, mantiene un ‘velo de acero’, a raíz del nacionalismo que emergió tras el derrumbe soviético y al ser este un proceso histórico demasiado cercano en el tiempo, que hace carecer de suficiente perspectiva histórica en cuanto a evaluar el significado real y total de lo vivido en el siglo XX por el mundo del Este.

La mujer y la Rusia zarista: el sustrato intelectual.

En los albores del siglo XX, Rusia todavía estaba anclada en el Antiguo Régimen. Era un país atrasado en todas las esferas: políticamente se encontraba anclada en una monarquía absoluta de corte autocrático, donde todo el poder lo detentaba el zar, sostenido por la nobleza, el clero y el ejército; socialmente, se componía de base mayoritaria campesina sobre los que descansaban las clases medias, el proletariado y la burguesía, unos sectores sociales reducidos y con poco peso, donde la aristocracia era la auténtica beneficiaria y propietaria de las tierras y sus rentas; económicamente, se basaba principalmente en una agricultura tradicional y atrasada^2 con predominio del latifundio. No obstante, entre finales del siglo XIX y principios del XX (especialmente tras la abolición de la servidumbre en 1861), Rusia experimentó un crecimiento económico

(^1) «Julián Casanova recuerda “La venganza de los siervos” en Rusia: “Hay que destruir mitos con el conocimiento”», Europa Press, 9 de mayo de 2017, [http://www.europapress.es/cultura/libros00132/noticia-julian-casanova-recuerda-venganza-siervos- rusiahay-destruir-mitos-conocimiento20170509143950.html.] 2 García de las Heras, Mariano, «El declive del zarismo», Ab Initio: Revista digital para estudiantes de Historia 6 (2012), 50.

o Innesa Armand, entre muchas otras^5 , que formaron un importante sustrato ideológico bolchevique y un sector clave para la culminación del proceso revolucionario de 1917.

Desde su posición como mujeres, cercanas a Lenin y a los bolcheviques, realizarán importantes tareas, ya desde la ‘revolución’ de 1905, destinadas a destacar el papel de la mujer, a movilizar y educar a las obreras^6 : con mítines, discursos a las trabajadoras, a los soldados, clases nocturnas…en definitiva, la organización ‘desde abajo, pero desde arriba’, de la revolución. Es cierto que en los grandes acontecimientos históricos siempre hay personajes protagonistas que, con sus decisiones o actos, cambian el transcurso del desarrollo histórico, pero para que esos sucesos tengan lugar se necesitan unos precedentes, una ‘infraestructura’ sobre la que los distintos factores se superponen y actúan. Y las mujeres intelectuales rusas hicieron este vital trabajo de la construcción de la revolución desde su posición como mujeres, revolucionarias e intelectuales, incidiendo no solo sobre otros sectores de la población, como los soldados, sino sobre otras mujeres, sobre diferentes mujeres ya fueran obreras o campesinas.

Izquierda: Ficha policial de N. Krupskaya, 1896. Derecha: A. Kollontai en 1900. Fuente: Wikipedia (Dominio público) La gestación de la Revolución: la mujer rusa ante la Primera Guerra Mundial.

La participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial supuso una aceleración de la Historia^7. Rusia formó parte de la llamada Triple Entente, junto a Francia y Gran

(^5) Ferrero, Ángel, «Cuatro historias de cuatro heroínas de la Revolución rusa», Público , 11 de marzo de 2017, (Acceso Online: 7 junio 2017), [http://www.publico.es/internacional/centenario- revolucionrusacuatro-historias.html]. 6 Bengoechea, Soledad; Cruz Santos, María, «Las mujeres en la Revolución Rusa», Viento Sur 150 (febrero de 2017), 18. 7 S. Díaz, Gregorio, «La Unión Soviética a través de la fotografía. Una propuesta para su enseñanza en Bachillerato.» (TFM, Universidad de Granada, 2017), 47.

Bretaña, luchando en esta Gran Guerra contra los Imperios Centrales (Austria-Hungría y Alemania), aunque fueron sumándose más países a uno y otro bando a lo largo de la contienda. El propio conflicto alteró los esquemas socioeconómicos de un país en el que las fuerzas internas se enfrentaban ante el reto de la modernidad. La deriva de la guerra, con sus consecuencias y sus lastres, influyeron de manera inequívoca y fulgurante en la dinámica interna de Rusia, que profetizaba un cambio en sus estructuras sociopolíticas, aunque estaba por ver cuán profundas serían estas transformaciones.

La vida económica de los estados durante la Gran Guerra se puso al servicio de la contienda. En las ciudades, las fábricas de Rusia se mantenían a toda máquina para atender a la enorme demanda de su ejército que tenía que hacer frente a un acontecimiento de tal magnitud. Pero en la industria ya no trabajan los obreros, la mayoría de ellos habían atendido el llamado a las armas y habían ingresado en el ejército, voluntaria o involuntariamente, sino que esa producción industrial empezó a depender de las mujeres, que habían llegado a las ciudades en busca de la mejora de sus condiciones de vida ante la tímida industrialización rusa de inicios del siglo XX, que ahora ocuparían el lugar de los hombres en estas fábricas. Según los censos de 1897 – 1914, de los 20 millones de mujeres trabajando como asalariadas en el Imperio Ruso, 4 millones eran obreras industriales, dedicándose al trabajo en las fábricas, servicios y transportes^8 , una cifra que en los años siguientes aumentó considerablemente, ante las necesidades de la guerra.

Una mayor cantidad de población de mujeres obreras dio lugar a que una mayor cantidad de mujeres entraran en contacto con el trabajo industrial, y esa experiencia hizo que sus oídos se abrieran más aún cuando fueron adquiriendo más volumen las tesis revolucionarias y socialistas que sostenían los bolcheviques, encabezadas por la promesa del fin de la guerra. Quizá el valor más importante que unió a las mujeres bolcheviques intelectuales, de las que ya hemos hablado, y a las obreras industriales de la Rusia de la Primera Guerra Mundial, sea la solidaridad. Las mujeres intelectuales realizaron toda una serie de actividades destinadas a la formación de las mujeres obreras: no solo buscaban un apoyo político a partir de un aumento de la ‘conciencia de clase’ de las trabajadoras, sino que buscaban su crecimiento intelectual personal, y muestra de ella son las clases que las intelectuales impartían, a veces incluso por la noche, además de los mítines y los

(^8) L. Martínez, Josefina, «Las mujeres y la Revolución que cambió la historia del siglo», Ctxt , 8 de marzo de 2017, (Acceso Online: 5 junio 2017), [http://ctxt.es/es/20170307/Politica/11457/revolucionrusafeminiso-dia-de-la-mujer-trabajo- domestico.htm].

más ajenas a las efervescencias de las ciudades y las fábricas, pero no por ello fueron menos importantes en el papel que la mujer había de jugar por y para la Revolución.

Las mujeres intelectuales no podían realizar las tareas de adoctrinamiento político ni de formación de formación académica a unas campesinas con poco tiempo y dispersas en un vastísimo territorio como lo era el del Imperio zarista ruso. Por tanto, su influencia en ellas fue muy limitada, aunque es cierto que hubo un gran despliegue bolchevique en el campo (con la idea de la alianza obrero-campesina de la que hablaba Lenin), donde activistas viajaban por los pueblos, haciendo en el campo lo que hacían en las fábricas. En todo caso, la mayor parte del campesinado, en un primer momento, era más partidario de los mencheviques que de los bolcheviques, y la influencia de las mujeres intelectuales en el campo no empezó a ser importante hasta después de la Revolución de 1917, cuando pudo ser viable la organización de proyectos destinados a llevar las mejoras y los avances para con la mujer a todas las áreas, incluidas las zonas rurales más alejadas. No obstante, el descontento de las mujeres campesinas con la guerra, que les había privado de padres, maridos, hermanos, hijos, sobrinos…fue un factor clave para la revolución, un descontento que pasó a las ciudades desde los campos, que no podían abastecer al frente y a las ciudades a la vez, generando, tanto en el frente como en las ciudades, más descontentos. Todos ellos en contra de la guerra y la actuación de los gobernantes de Rusia, ya que, además, no se obtenían victorias que llenaran de moral a soldados y al pueblo, sino que, por el contrario, se iban produciendo sendas y contundentes derrotas militares de un ejército mal equipado.

Mujer campesina en el pozo (1910 – 1915). Autor: Aleksey Muzarin Fuente: MAMM / MDF Russiainphoto.ru

Las mujeres rusas entre las revoluciones de febrero y octubre.

Las fuerzas centrífugas que se unían en torno a la situación en la que estaba desembocando la guerra desastres militares, desmoralización de soldados, dificultades en el campo, desabastecimientos urbanos iban a confluir todas en el año de 1917 para darle la puntilla al zarismo y llevar, inevitablemente, ya que no había sido (ni iba a ser) posible las necesarias reformas, a Rusia hacia la modernización.

Y, como consecuencia de la insostenibilidad de la situación económica y social^11 , llegó la Revolución de febrero de 1917. La estructura compuesta por los sectores de mujeres intelectuales, obreras y campesinas, daban parte de sus resultados, englobadas, eso sí, dentro de la superestructura bolchevique. ¿Y quién comenzó esa revolución, que acabaría por obligar al zar Nicolás II a abdicar? Las mujeres. Las obreras industriales de

(^11) Hermida Revillas, Carlos, «La revolución bolchevique no fue un golpe de estado», Revista Historia y Comunicación Social 7 (2002), 112.

Pero apenas cambió nada en Rusia^14 con el Gobierno Provisional, ya que la guerra continuaba y dicha contienda era, para amplios sectores sociales rusos, la fuente de todos los conflictos y de todos sus males. Los postulados de acabar con la guerra solo los defendían los bolcheviques dirigidos por Lenin, a lo que se sumaba la promesa del reparto de tierras, lo que les hizo ganar un gran apoyo entre la población rusa. Pero, ilegalizados por el gobierno, bolcheviques tuvieron que pasar a la clandestinidad y ahí es donde las mujeres volvieron a jugar un papel crucial, ocupando posiciones y realizando las tareas que los hombres no podían^14 , es decir, articularon y mantuvieron el partido mientras que los apoyos iban creciendo en el verano de 1917, que iba a desembocar en los sucesos de octubre. Con la Revolución de Octubre, uno de los mayores acontecimientos del siglo XX^15 , en la que participaron estos tres sectores sociales de mujeres: intelectuales, obreras, campesinas, jóvenes y ancianas, esposas de soldados, estudiantes, maestras, amas de casa (^16) …los bolcheviques culminaron el proceso de la Revolución Rusa. Los bolcheviques,

los únicos capaces de mantener a Rusia unida como un estado^17 , con Lenin a la cabeza, habían tomado las calles y los puntos estratégicos de la ciudad de San Petersburgo, tomando el poder en un momento en que los bolcheviques tenían un amplio apoyo y eran mayoritarios en los sóviets, un auténtico poder paralelo al Gobierno Provisional^18. La Revolución de Octubre se llevó a cabo sin ser un suceso dramático según la BBC, refiriéndose a que no fue una toma del poder sangrienta (menos de una decena de muertos).

La mujer tras la Revolución de 1917

La Revolución Rusa 1917 no solo permitió la llegada de los bolcheviques al poder, sino que abrió un amplio abanico de esperanzas en cuanto a la mejora en las condiciones de vida de la mujer y, especialmente, sobre su emancipación. De hecho, las mujeres, como hemos visto, fueron uno de los componentes absolutamente indispensables para la llegada de la Revolución en Rusia.

Con los bolcheviques en el poder en Rusia, por la concienciación que tenía Lenin sobre la mujer y por la ideología que representaba, el socialismo, y también por la presión

(^14) Bengoechea, Soledad; Cruz Santos, María, «Las mujeres en la Revolución Rusa», 20-21. (^15) Carr, E.H., La Revolución Rusa. De Lenin a Stalin, 1917-1929 (Madrid: Alianza Editorial, 1981), 11. (^16) Kollontai, Alexandra, «Mujeres Combatientes en los días de la Gran Revolución de Octubre». (^17) Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX (Crítica, 1998), 72. (^18) Hermida Revillas, Carlos, «La revolución bolchevique no fue un golpe de estado», 112. 21 L. Martínez, Josefina, «Las mujeres y la Revolución que cambió la historia del siglo».

que ellas hicieron y el papel tan importante que habían jugado en la consecución de los objetivos, se empezaron a tomar medidas y la mujer rusa conquistó una serie de derechos que hasta entonces eran desconocidos para ella incluso en los países capitalistas más desarrollados. Así califica Wendy Goldman en La mujer, el Estado y la Revolución (Ediciones IPS, 2010), al Código Soviético de 1918: “ la legislación familiar más progresiva del mundo, aboliendo el estatus legal inferior de la mujer y barrió con los privilegios masculino s”. La mujer, por tanto, alcanzó un sinfín de mejoras en su vida laboral, familiar y púbica: derecho a voto y a ser elegida, liberación sexual, despenalización del aborto en 1920, divorcio, matrimonio civil, legitimidad de los hijos nacidos fuera del matrimonio, creación de guarderías, casa cuna, comedores públicos, lavanderías públicas, igual salario por igual trabajo que el hombre, días libres incluso por la menstruación, un programa de maternidad de Kollontai en el que se aseguraba una licencia de 8 semanas en el trabajo totalmente pagados, descansos para la lactancia…Algunas de estas cuestiones fueron más difíciles de ser reconocidas en el campo, donde vivía la mayoría de la población, por su choque con la tradición y la religión^21.

Las intelectuales bolcheviques, ahora en el poder, lograron articular toda una serie de proyectos, que continuaban con esa tradición mantenida antes de la revolución, en la que contribuyeron con sus conocimientos y en la medida de sus posibilidades a dotar a la mujer y, en un sentido más amplio, a obreras y obreros, a campesinos y a campesinas, a soldados, a derribar el sistema zarista por uno, se suponía, más justo e igualitario. Por ejemplo, Nadezhda Krupskaya, que fue esposa de Lenin, formada como bibliotecaria y amante de la cultura y los libros, tras la revolución participó de manera muy importante en el desarrollo del nuevo sistema educativo soviético y llegó crear una amplia red de bibliotecas para que los libros pudieran llegar a todos y a todas, para aumentar el nivel cultural de la población que en su mayoría era analfabeta y difundir las teorías de Lenin y el marxismo-leninismo^19. Otro ejemplo sería Alexandra Kollontai, que tras la revolución de 1917 llegó a ser Comisaria del Pueblo de Bienestar Social, donde su labor más importante, fue el impulso a las políticas públicas destinadas a la socialización de las tareas

(^19) Felis, Clara, «Las tres mujeres que utilizó Lenin para el triunfo de la Revolución Rusa», El Mundo , 8 de marzo de 2017, (Acceso Online: 5 junio 2017), [http://www.elmundo.es/cultura/2017/03/08/58bfd4c2e5fdea021e8b4626.html].

industrial en la Primera Guerra Mundial y que estaban sufriendo las consecuencias del conflicto, con desabastecimientos y largas colas para obtener alimentos básicos. Tanto obreras como campesinas estaban unidas por ser trabajadoras, unas en las fábricas, otras en los campos, pero también eran madres, hermanas, hijas, que no solo luchaban por sacar adelante a su familia, sino que además habían de hacerlo solas.

Gran parte de los descontentos sociales de la Rusia zarista en guerra venían marcados por sus reivindicaciones ante la crisis política, social y económica: buscaban paz y pan. Y eso es lo que hicieron en febrero de 1917 en una huelga que dio inicio a la Revolución de Febrero por la que el zar Nicolás II acabaría abdicando. Continuarán protestando no solo por los descontentos en cuanto a la guerra y al precio de los alimentos, sino que lo hicieron también por sus derechos. Formaron parte de la red del Partido Bolchevique cuando este se encontraba funcionando en la clandestinidad, sirviendo de punto de unión de este partido y continuarán siendo protagonistas en la Revolución de Octubre, logrando tras ella amplios derechos y nuevas comodidades que parecían iban a acabar con la tradicional subordinación de la mujer al hombre. Por desgracia no fue así, y la Nueva Política Económica y la llegada de Stalin al poder en la recién creada Unión Soviética, dieron al traste con todos estos planes de igualdad, aunque eso no quiere decir que algunos de los importantes avances conseguidos se mantuvieran.

En definitiva, la superestructura de la Revolución Rusa de 1917 estuvo sostenida, en gran parte, por mujeres intelectuales, obreras y campesinas, que jugaron un papel antes de la Revolución, durante y después de ella, protagonista. Intelectuales, obreras y campesinas no solo se superpusieron y se relacionaron de manera que se produjo un intercambio positivo entre las tres partes, sino que esa unión e intercambio contribuyó de manera inequívoca al éxito de una Revolución que cambiaría para siempre el devenir de la Historia.

Bibliografía.

Bengoechea, Soledad; Cruz Santos, María. «Las mujeres en la Revolución Rusa». Viento Sur 150 (febrero de 2017): 18-25. Carr, E.H. La Revolución Rusa. De Lenin a Stalin, 1917-1929. Madrid: Alianza Editorial, 1981. Felis, Clara. «Las tres mujeres que utilizó Lenin para el triunfo de la Revolución Rusa». El Mundo , 8 de marzo de 2017. http://www.elmundo.es/cultura/2017/03/08/58bfd4c2e5fdea021e8b4626.html. Ferrero, Ángel. «Cuatro historias de cuatro heroínas de la Revolución rusa». Público , 11 de marzo de 2017. http://www.publico.es/internacional/centenario-revolucion- rusacuatrohistorias.html. Fontana, Josep. El siglo de la Revolución. Una historia del mundo desde 1914. Crítica, 2017. García de las Heras, Mariano. «El declive del zarismo». Ab Initio: Revista digital para estudiantes de Historia 6 (2012): 47-69. González Prado, Patricia. «Alexandra Kollontai y feministas marxistas: aportaciones para genealogizar la autonomía de las mujeres». Millcayac: Revista Digital de Ciencias Sociales 1 (2014): 149-66. Hermida Revillas, Carlos. «La revolución bolchevique no fue un golpe de estado». Revista Historia y Comunicación Social 7 (2002): 109-19. Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX. Crítica, 1998. «Julián Casanova recuerda “La venganza de los siervos” en Rusia: “Hay que destruir mitos con el conocimiento”». Europa Press. 9 de mayo de 2017. http://www.europapress.es/cultura/libros-00132/noticia-julian- casanovarecuerdavenganza-siervos-rusia-hay-destruir-mitos- conocimiento20170509143950.html. Kagarlitsky, Boris. Los intelectuales y el estado soviético. De 1917 al presente. Prometeo, 2005. Kollontai, Alexandra. «Mujeres Combatientes en los días de la Gran Revolución de Octubre». Zhensky zhurnal (El Diario de las Mujeres) , noviembre de 1927. http://www.ceip.org.ar/Mujeres-Combatientes-en-los-dias-de-la-Gran- RevoluciondeOctubre. «La Revolución Rusa y la emancipación de la mujer». Spartacist 34 (noviembre de 2006): 4264. L. Martínez, Josefina. «Las mujeres y la Revolución que cambió la historia del siglo». Ctxt , 8 de marzo de 2017. http://ctxt.es/es/20170307/Politica/11457/revolucion-rusa- feminisodiade-la-mujer-trabajo-domestico.htm. «Las conquistas de la mujer en la época soviética». Cultura Bolchevique (blog), 8 de marzo de

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