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La lengua como instrumento de poder y resistencia, Resúmenes de Lingüística

Este documento explora cómo la lengua actúa como un instrumento de poder y resistencia, así como un marcador distintivo de identidad cultural y social a través de los diferentes contextos. Se analiza cómo la lengua influye en la estructura social y cómo, a su vez, es configurada por las fuerzas sociales y políticas que operan en nuestra sociedad. Se profundiza en la comprensión de la relación entre la lengua, la comunicación, la identidad y la desigualdad social. Se aborda el papel de las instituciones educativas y los docentes en la nivelación de las diferencias dialectales, así como la importancia del contexto en el uso de la lengua materna. El documento concluye que la lengua no solo refleja la sociedad, sino que también la moldea, actuando como un poderoso vehículo de identidad cultural y social.

Tipo: Resúmenes

2023/2024

A la venta desde 08/08/2024

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Profesorado de Lengua y Literatura
Lingüística
Informe de lectura académica
El Poder de la Identidad
Misiones. 2024
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Profesorado de Lengua y Literatura Lingüística Informe de lectura académica “El Poder de la Identidad” Misiones. 2024

Índice

  • Introducción:
  • Desarrollo
    • Institución humana de poder
    • Ser humano y ser social
  • Conclusión................................................................................................................................
  • Bibliografía...............................................................................................................................

Desarrollo El uso de la lengua es fundamental para el hombre, ya que actúa como un puente para la comunicación entre individuos y la construcción de identidades culturales y sociales entre tantas otras cosas. Desde la antigüedad, el lenguaje ha evolucionado y diversificado, adaptándose a las necesidades y contextos cambiantes de las comunidades humanas, pero dependiendo del autor que se trabaje, se le da distintas concepciones a lo que es la “lengua”. Según Martinet (1960) la lengua es un “instrumento de comunicación con arreglo al cual la experiencia humana se analiza, de modo diferente en cada comunidad, en unidades dotadas de un contenido semántico y de una expresión fónica, los monemas” (p.28-29). Teniendo en cuenta este término, se puede determinar que cada comunidad lingüística utiliza una variación de la lengua para poder expresar un enunciado que se quiere transmitir a otro hablante. Por lo tanto, si decimos que la lengua es un instrumento de comunicación, es necesario que haya otro para que se produzca dicha interacción, y es aquí donde aparece la sociedad, debido a que están en continua relación. Ahora bien, otros autores como Saussure (1916) por el contrario a lo citado anteriormente, considera a la lengua como un fenómeno psíquico que “no es más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio en los individuos.” (p.37). Si nos posicionamos en esta definición, debemos primeramente situarnos en los actos que permiten construir el circuito de la palabra, en donde se necesita mínimo de dos individuos en una conversación. Todo comienza en la mente del primer emisor, donde los conceptos se hallan asociados con las representaciones de los signos lingüísticos o las imágenes acústicas que sirven a su expresión; luego del proceso psíquico, se produce un desarrollo fisiológico, en donde el cerebro transmite a los órganos de la fonación un impulso a la imagen. Más tarde, las ondas sonoras se propagan de la boca al oído y de esta manera se encuentra la fase física. Por supuesto, para que la comunicación funcione de manera fluida, este proceso se repite en un orden inverso, entendiendo que, entre todos los individuos ligados por el lenguaje, se reproducirá aproximadamente los mismos conceptos. Por ello se encuentran ligados los conceptos de lengua y sociedad, ya que, para que al individuo le sea útil la lengua, esta debe establecerse dentro de una comunidad lingüística.

La lengua es nuestro principal dispositivo de memoria y la manifestación más natural del lenguaje, planteada como un objeto bien definido teniendo en cuenta su naturaleza homogénea como un sistema de signos. Institución humana de poder Pareciera ser que la importancia de saber o poder manejar nuestra lengua radica en la idea de que, sus usuarios forman parte de un tipo de “membresía” la cual les brinda la oportunidad de pertenecer a un grupo social concreto, por lo tanto, se termina convirtiendo en la puerta directa hacia la identidad del ser humano. Esto definiría al conjunto de hablantes que tienen constantes contactos comunicativos y que comparten normas, reglas y expectativas del uso de su lengua; las personas que conforman una comunidad lingüística se sienten integrados simbólicamente, y esto trae como consecuencia que sus interacciones sean más fluidas (Cucatto, 2010, p. 200). Todos estos sujetos están atravesados por la lengua desde muy temprana edad, ya que cuando son niños crean primero su lengua infantil para luego zambullirse en su lengua materna a través de la interacción con su grupo significativo. De igual manera, esto también trae otra noción similar que se encuentra asociada, y es la del prestigio que se le otorga a una variedad respecto de otra, es decir, lo que se reconoce como la forma correcta de hablar en sociedad. Pero esto nos permite reflexionar cómo funciona el mercado social sobre la facultad lingüística de los individuos, delimitando relaciones de poder y así, posicionando a unos sobre otros, porque algunos tienen más derecho a la palabra por tener más acceso a la información, por conocer más variedades y/o por su educación. Asimismo, algunos autores diferencian las lenguas a partir de criterios estrictamente lingüísticos; a veces, se emplea la palabra “lengua” como sinónimo de lengua estándar y se hace referencia a una forma socialmente aceptada que se emplea en los contextos de uso más formales. Es así como esta lengua estándar va borrando los dialectos y busca estabilizarse como la más legitima, porque se impone en prácticas oficiales e institucionales como lo son las escuelas. Más bien, debería entenderse como una norma implícita, constituyendo un compromiso tácito entre los hablantes que, incluso, pueden llegar a cambiar cuando decidan o aceptar incluir, dentro de ella, formas socialmente estigmatizadas. Se trata de considerar el estándar como lo común en mayor grado, un tipo de lengua que está creada realmente por la sanción social y por la tradición,

llevando consigo un escaso nivel de posibilidad u oportunidad de conseguir una mejor calidad de vida, ya sea obteniendo acceso a una educación o a un trabajo. Cabe mencionar, además, la importancia que sostiene la comunicación y por tal, el manejo de la lengua hablada, para poder impulsar al ser humano de conformar una relación con otros hablantes para sosegar la necesidad biológica de ser sociales. Igualmente, la parte física del acto del habla también puede ser cuestionada, ya que se entiende que tener manejo de una lengua hablada dentro de una comunidad es imprescindible para la vida en sociedad, pero ¿qué sucede cuando oímos hablar una lengua desconocida? Percibimos bien los sonidos, pero, por nuestra incomprensión, quedamos fuera del hecho social. Ahora bien, esto sucede también con la lengua de señas; sin darnos cuenta, al no manejar el sistema de signos de las personas sordomudas, estamos excluyendo a una comunidad entera de poder disfrutar el contacto continuo con otros. La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por eso en comparación con la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a las formas de cortesía, etc. Se sostiene que es el más importante de todos estos sistemas. El estudio de nuestra lengua como conocimiento es un intento por descubrir lo que sucede en el intelecto del individuo; un hecho considerable respecto del habla y la compresión de la lengua radica en que siempre se producen en un contexto. No sólo podemos utilizar nuestra lengua materna como un sistema abstracto de signos vocales, la conocemos y sabemos utilizarla para comunicarnos eligiendo la forma más precisa dependiendo del tipo de situación en que nos encontremos. Todo eso se puede plantear como una forma de conocimiento concreto, sabemos cómo comportarnos lingüísticamente (Hallyday, 2001, p. 23). Aún así, el problema de la función lingüística reside en cómo aprende el niño y que, con frecuencia, durante este proceso de adquisición o desarrollo de la lengua, algunos infantes debido a sus antecedentes sociales no han adquirido en grado suficiente esa mercancía. Aprender la lengua materna consiste en hacer encajar los patrones de todo el lenguaje que oye a su alrededor en la estructura mental que ya posee. En vez de haber desarrollado en su constitución genética una serie de modelos universales concretos de la lengua, lo que el niño posee es la capacidad de procesar el sistema lingüístico, es por esto que las propiedades específicas de la lengua no son innatas, sino que el niño depende de su medio, es decir todo lo que puede oír de su entorno y su contexto, para un buen aprendizaje de su lengua materna.

En el proceso de las primeras etapas del desarrollo de la lengua, el niño aprende gradualmente a significar, y si hay algo que pueda decirse que el niño adquiere sería un amplio potencial a la que, según Hallyday se puede llamar potencial de significado y la define como “el dominio de un pequeño número de funciones elementales de la lengua y en una amplitud de opciones de significado dentro de cada una de ellas” (2001, p.30). Con objeto de que la lengua se aun medio de aprendizaje, es fundamental que el infante pueda codificar con lenguaje, mediante palabas y estructuras su experiencia en procesos del mundo exterior y en las personas que participan en ellos. En términos de experiencias personales, la calidad única del individuo se califica con respecto a su cultura; nuestro medio es conformado por la cultura y las condiciones en que aprendemos la lengua en gran medida están determinadas culturalmente. No existe el dialecto social deficiente, pero cuando un docente cree que existe y sus alumnos lo hablan, predispone a los niños al fracaso lingüístico. Si el lenguaje que presenta el pequeño, no le corresponde al lenguaje de la escuela, no es porque haya dificultades de compresión, sino porque la variedad que el niño aprendió lleva un estigma social, es decir, la sociedad lo considera inferior. Sumado a esto, si en el concepto de “sociedad” se incluye al profesor, el infante efectivamente está condenado a fallar desde el principio; y todo sucede por consecuencia de la delimitación social entre el prestigio y la desigualdad dentro de los actos del habla.

Bibliografía CUCATTO, Andrea (editora) (2010). La sociolingüística como perspectiva social en el estudio del lenguaje. En Introducción a los estudios del lenguaje y la comunicación (pp. 200-220). Buenos Aires: Paidós. HALLIDAY, M. A. K. (2001). CAP. X Una interpretación de la relación funcional entre el lenguaje y la estructura social. En El lenguaje como semiótica social (pp. 239-251). Buenos Aires: FDC. MARTINET, André (1974). Cap. I La lingüística, el lenguaje y la lengua. En Elementos de Lingüística general (pp. 11-37). Madrid: Gredos. SAUSSURE, Ferdinand (1945). Introducción. En Curso de Lingüística General. Buenos Aires: Losada.