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hirtoria de la terapia de grupo, de que trata la terapia de grupo, en que consiste
Tipo: Monografías, Ensayos
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Historia de la terapia de grupo INTRODUCCION Detectar las motivaciones inherentes a los grupos con fines terapéuticos es un objetivo tan antiguo como la humanidad misma. Los líderes tribales y religiosos se servían del entramado social para promover curaciones y cambios de conducta mucho antes de que existieran los profesionales de la salud mental. Los primitivos ritos chamánicos, las tragedias griegas y las obras de teatro medievales de carácter moralizante apuntan también en esa dirección. Durante la Edad Media, con el fin de ayudar a los enfermos mentales, numerosos monasterios sirvieron como asilo: valga como ejemplo la colonia Gheel en Bélgica. Las sesiones grupales de hipnosis dirigidas por Mesmer y el movimiento de tratamiento moral favorecían saludables interacciones de grupo y experiencias sociales reconstructivas entre los pacientes mentales. PRECURSORES Como se señala en los dos capítulos de historia de las ediciones precedentes de este libro (Anthony, 1971. Sadock, Kaplan. l983) la terapia de grupo en el sentido de una actividad planificada bajo guía profesional para tratar la patología de la personalidad es una invención americana del siglo XX. Entre los pioneros se cuenta Joseph Pratt (1922) internista que ya en 1905 hacia sesiones de lectura con sus pacientes tuberculosos en un ambulatorio de Boston. En dichas lecturas se combinaba la información con sugerencias útiles para que los pacientes aprendieran a manejarse con su enfermedad crónica. Al observar la mejoría psicológica que proporcionaba este abordaje, Pratt y sus colegas no tardaron en hacer extensivo el método de clases a los pacientes diabéticos y en ocasiones a pacientes neuróticos. Edward Lazell (1921), psiquiatra, adoptó el método grupal de Pratt para trabajar con esquizofrénicos en el hospital St. Elizabeth de Washington D.C. Se servía de discusiones de grupo con orientación psicoanalítica además de lecturas de apoyo. Aproximadamente una década más tarde L. Cody Marsh (1931), sacerdote que luego se hizo psiquiatra, desarrolló un abordaje grupal con pacientes internos donde se aplicaba tanto el exhorto como la sugerencia. Su lema, repetido a menudo, era: «La multitud les rompió, la multitud debe sanarles”. También se anticipó al moderno medio de abordaje al promover encuentros comunitarios en su hospital, con participación tanto de pacientes como de miembros de plantilla. Hacia mitad de los años veinte Trigant Burrow (1927), uno de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica Americana, desecho el diván a cambio de pequeños grupos informales de discusión con participación de pacientes, familiares y otros colegas. Aplicando lo que denominó análisis de grupo, Burrow pretendía estudiar en profundidad la conducta social en dichas sesiones colectivas. Cuando viró desde la perspectiva social a la fisiológica, lo que suponía la medición de las menores reacciones cenestésicas de los
miembros del grupo, fue expiado de la American Psychoanalytic Asociation. Se dice de Burrow que conocía personalmente a Sigmund Freud y Carl Gustav Juns, que asedió a Freud y otra luminaria con cartas y escritos en los que hacía extravagantes declaraciones acerca de su nuevo método, por entonces denominado fitoanálisis. Probablemente fue Burrow la causa inconsciente del abrupto abandono por Freud del tema de la psicología de grupo, después de haber escrito un impresionante tratado al respecto (Freud, 1921). Según Rudolf Dreikurs (1959}, en la vienes clínica pediátrica de Alfred Adler se aplica habitualmente la terapia colectiva tanto a sus pacientes niños como a los adultos alrededor de 1925. PIONEROS La utilización de pequeños grupos en forma planificada para el tratamiento de problema de personalidad, comenzó en los Estados Unidos en la década de 1930 con los trabajos de Louis Wender. Paul Schilder. Jacob L. Moreno, Samuel R. Slavson. Fritz Redi y Alexander Wolf. El abordaje de Wender (1936) se inició en el contexto de pacientes ingresados, combinando conceptos freudianos sobre la psicología de grupo (1921) con interpretaciones de la transferencia familiar a la transacción dentro del grupo. Posteriormente extendió su trabajo a grupos de pacientes ambulatorios (Wender, Stein, 1949). Edward Pinney (1978) considera a Schilder (l936) como pionero de la terapia analítica de Grupo debido a su sistemática interpretación tanto de la transferencia como dé los sueños. Aunque Moreno aplicaba métodos de acción dramática (el Teatro de la Espontaneidad) en Viena a comienzos de los años veinte, su abordaje psicodramático como modalidad de tratamiento clínico no surgió en Estados Unidos hasta la mitad de los años treinta, con la fundación de un hospital psiquiátrico en Beacon, Nueva York, y dos institutos de formación. Moreno (1953) invocaba la superioridad de sus métodos de acción dé cara a la vida real frente al psicoanálisis de Freud, estáticamente centrado en las dinámicas intrapsíquicas. Como formuló León Fine (1979), el psicodrama «se sirve de interacciones dramáticas, mediciones sociométricas y dinámica de grupo, basándose en la teoría de roles para inducir cambios en individuos y grupos mediante el desarrollo de nuevas percepciones y conductas y la reorganización de antiguos patrones cognitivos». Wender, Schilder y Moreno eran psiquiatras, mientras que S.R. Slavson comenzó como educador y trabajador social, llegando a adquirir una amplia autoformación como psicoterapeuta. A mitad de los años treinta observó que los muchachos en edad de latencia, típicamente inhibidos y afectados, ganaban en espontaneidad gracias a las interacciones dentro de un grupo. Así, puso en marcha una terapia de actividad grupal, que como su nombre indica, se orienta a la expresión de fantasías y sentimientos mediante acción y juego. Un clima permisivo dentro del grupo favorece una regresión benigna, a partir de la que pueden expresarse conflictos precoces en el contexto de un medio aceptador y estable. Los ingredientes terapéuticos básicos surgen de la interacción de los niños entre si y con el terapeuta. Con fines terapéuticos se utilizan dentro del grupo diversos materiales,
que sus hallazgos impulsaran la aplicación de métodos de grupo en las emergencias de guerra. Clasificó las terapias de grupo en dos tipos principales: (1) represivo -sugestiva y 2) analítica. Su categoría represivo - sugestiva incluía el método de clases de Pratt (1922) y Alcohólicos Anónimos. La categoría analítica abarcaba el trabajo de Schilder (1936) y Wender (1936). Thomas estaba perplejo porque sus colegas psiquiatras «habían hecho tan poco con los métodos de grupo». Y se preguntaba si ello se debería al miedo a la exposición personal y a que se desataran fuerzas grupales de difícil control. Una década más tarde se publicó un trabajo algo más complejo de Florence B. Powdermaker y Jerome D. Frank (1953) en que, con una línea psicoanalítica ecléctica, los autores estudiaban el proceso en la terapia de grupo tomando los aspectos que consideraban más deseables de cada uno de los diversos modelos de terapia grupal contemporánea. Citando a dichos autores: «Nuestro abordaje de la terapia, de grupo con pacientes neuróticos tiene puntos en común con el de Foulkes, Ackerman. Slavson y Wolf, a la vez que nos consideramos influidos por los conceptos analíticos de Schilder y el énfasis de Trigant Bunow sobre el estudio de la interacción grupal.» A lo largo de los años cincuenta el campo de la salud mental, incluida la terapia de grupo, se erizó de dificultades debido a las imprevisibles disputas y luchas hegemónicas entre diversas escuelas de pensamiento. Además de las tempranas peleas ideológicas entre los psicoanalistas partidarios de Freud, Adler y los neofreudianos, adscritos a las ideas de Karen Homey y Harry Stack Sullivan. Surgió una gran cantidad de nuevas terapias competidoras, entre ellas el análisis transaccional, la terapia centrada en la persona, la Gestalt. la terapia racional-emotiva y la existencial. El análisis transaccional (Beme, 1966) y la terapia Gestalt (Peris, 1969) nacieron en contextos grupales, pero el resto de abordajes, inicialmente individuales, pronto comenzó a extender sus conceptualizaciones sobre terapia individual al ámbito del grupo (Corsini, 1973). La literatura sobre terapia de grupo de los años 50 demostró la aplicabilidad del tratamiento grupal en una amplia gama de setting, incluyendo hospitales generales y psiquiátricos, ambulatorios, programas de rehabilitación e instituciones correccionales. La población de pacientes abordables ocupaba un amplio espectro, desde niños y adolescentes hasta adultos con trastornos psiquiátricos diversos (incluyendo problemas psicosomáticos), homosexuales y retrasados mentales. Uno de los temas principales al comienzo era la aceptación de la terapia de grupo como forma válida de tratamiento. Una vez lograda tal aceptación, una corriente de contribuciones teóricas intentó ligar la terapia de grupo con el campo psicoanalítico, dada la posición dominante del mismo entre los psicoterapeutas. Al hilo de tales producciones teóricas surgieron publicaciones que abordaban aspectos básicos del «cómo y cuando" de la terapia de grupo, sentando criterios diferenciales respecto de aplicabilidad, grupos homogéneos versus heterogéneos, tratamiento combinado y conjunto y manejo de separación de pacientes.
Década de 1960 La legislación social durante los años de John F. Kennedy, con su Community Mental Health Center Act de 1963, ejerció una profunda influencia en los servicios humanos en América. Los numerosos centros de salud mental comunitaria que surgieron a todo lo largo y ancho del país cubriendo las demandas de salud mental de los ciudadanos, tuvieron que contar en gran medida con la terapia de grupo y las técnicas ligadas a la misma. Creció la demanda de terapeutas formados y con experiencia en pacientes ambulatorios, internos y con objetivos preventivos. De hecho, ante la carencia de un número suficiente de terapeutas de grupo adecuadamente formados. Los gestores sanitarios comenzaron a recurrir a soluciones Imprudentes, entre ellas encomendar tareas de trabajo con grupos a personal sin entrenamiento. Esta rápida evolución en una esfera ya de por sí dominada por conflictos de rol profesional y por una terminología confusa, sirvió para realimentar temas espinosos como limites, diversidad técnica y diferentes objetivos del tratamiento. Algunos terapeutas comenzaron a sugerir que los tradicionales objetivos del tratamiento de hacer conscientes los conflictos inconscientes del paciente y de reorganizar el carácter, se sustituyeran por expectativas más limitadas, orientadas hacia el funcionamiento yoico, las capacidades sociales y la supresión de síntomas. La literatura profesional de la época refleja esa notable agitación, en paralelo a los continuados esfuerzos para establecer sólidas teorías psicodinámicas de la terapia de grupo. Además del Tratado sobre Terapia Analítica de Grupo. de Slavson (1946). aparecieron notables trabajos de Wolf y Schwartz (1962) y de Dorothy Whitaker y Moñón Lieberman (1964). En Inglaterra, a la importante contribución de Fouikes (1964) siguió el influyente libro de Bion (1959). Experiencias con Grupos y Otros Escritos. Las contribuciones de Slavson (1964) y de Wolf y Schartz (1962) comparten la creencia fundamental en la primacía del abordaje centrado en cada miembro individual del grupo. Fouikes, por el contrario, apoya una perspectiva centrada en el grupo, reflejada en la siguiente cita: «Cuida al grupo y cada individuo se cuidará a sí mismo». Detrás de este asunto había preguntas complicadas, tales como: “¿Hay dinámicas grupales en los grupos terapéuticos?” “¿Resultan antiterapéuticas las manifestaciones de dinámica grupal?” Las posturas extremas de psicoterapeutas de la escuela británica de relaciones objétales, como Henry Ey (1950) y Vino (1959), que creían que el objetivo del terapeuta grupal reside esencialmente en confrontar al grupo como totalidad con sus fantasías inconscientes compartidas, despertó mucha controversia entre los terapeutas de grupo norteamericanos. Dada la relativa, novedad de la terapia de grupo y la complejidad del objetivo de construir una teoría, algunos autores — entre ellos James Arsenian, Elvm Semrad y David Saphiro (1962), Helen Durkm (1964) y Saúl Scheidlinger (1968)— consideraron prematura cualquier generalización amplia o dicotomía fija. Aunque aceptaban la existencia de algunos elementos generales característicos de toda terapia, invocaban un continuo y cuidadoso examen de la forma en que tales factores cardinales aparecen en la terapia de grupo, con su carácter multipersonal y sus procesos de dinámica grupal.
que la American Group Psychotherapy Association, que él fundo, ha logrado sobrevivir como la mayor y más respetada organización profesional de terapeutas de grupo. Tras la muerte de Slavson la asociación adoptó un carácter más plural, lo que atrajo en su seno a terapeutas de grupo de todas 'las orientaciones ideológicas (incluyendo psicodramatistas). Por otro lado, dicha asociación fue elemento impulsor para la constitución en 1974 de la democrática Internacional Association of Group PsycholheraFy (Scheidlinger, Schamess, 1992). Sólo cabe especular sobre lo que el movimiento de terapia de grupo seria hoy día en todo el mundo si Moreno y Stavson, trabajadores infatigables ambos, hubiesen unido sus esfuerzos en vida, en lugar de disputar y promover organizaciones, conferencias y publicaciones competidoras. TERAPIA DE GRUPO Y PSICOANALISIS La rápida aceptación como abordaje clínico valido que la terapia de grupo ha disfrutado entre la comunidad de profesionales de la salud mental desde sus comienzos en los años 50 ha sido más lenta en lo que respecta al campo del psicoanálisis. Saúl Tuttmari (1980) se refería a «una evidente resistencia, cuando no desconfianza e incomodidad» y a veces incluso y desprecio, además de miedos, cuando los psicoanalistas se toparon con la noción de terapia de grupo. Michael Balini (1965), el famoso psicoanalista británico y fundador de los denominados grupos Balint para médicos, amonestó al movimiento psicoanalítico por haber ignorado la terapia de grupo «en detrimento de los interesados, sobre todo, nuestra propia ciencia. Ahora son otros los que están recogiendo una rica cosecha en este importante campo y nosotros perdemos una oportunidad, quizás irrecuperable, de obtener observaciones clínicas de primera mano acerca de las dinámicas colectivas». Y sin embargo, hay signos de acercamiento. En este sentido, cabe contrastar dos intervenciones separadas hechas hace más de veinte años por dos experimentados psicoanalistas. Lawrence Kubie cuestionaba en 19S5 si «la terapia de grupo, por si sola, podía engendrar insight tan profundos y producir cambios tan a largo plazo como los que a veces se logran dentro del espectro de terapia psicoanalítica individua. Entre los que respondieron a ese artículo estaba Foulkes (1958), que en el mismo número de la revista no sólo mostraba su desacuerdo con Kubie sino también, le acusaba de tener prejuicios respecto a la terapia de grupo. Algo más de dos décadas después, Leopold Bellak (1980) considera la terapia de grupo como una valiosa modalidad que amplía la dimensión de la empresa terapéutica, Incluso fue más allá, afirmando que el entrenamiento psicoanalítico podría mejorarse si el candidato hiciese terapia de grupo además del tradicional análisis didáctico. Seguirá habiendo un malentendido mientras algunos psicoanalistas no se den cuerna de que la terapia de grupo guarda relación indirecta con los escritos psicoanalíticos sobre el liderazgo, iniciados por Freud con Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1921). De hecho, cualquier teorización sobre la terapia de grupo supone la integración de dos sistemas conceptuales dispares, pero relacionados, complejo cada uno de ellos por sí mismo: (1) el sistema de la psicología grupal, que plantea la pregunta « ¿Qué mueve a los grupos?. Lo que incluye el tema del liderazgo y es aplicable a todos los grupos, y (2) el sistema de terapia grupal, que es una modalidad de intervención clínica con técnicas específicas encaminadas a inducir cambios de conducta en los pacientes (Scheidlinger, 1982).
En el futuro hay razones para esperar una aproximación cada vez mayor. En ese sentido las contribuciones de la escuela británica de relaciones objétales, donde cabe citar a Bion (1959) y Ezriel (1950), han logrado atraer la atención de un número cada vez mayor de psicoanalistas en todo el mundo. También han escrito sobre el tema de la psicología de grupo dos innovadores en la esfera del tratamiento psicoanalítico de pacientes con alteraciones deI desarrollo, Otto Kemberg (1980) y Heinz Kohut (1976). Por otro lado, la investigación de temas sobre identidad individual en sus aspectos autónomo y de afiliación realizada por Gerald Steckier y Samuel Kaplan (1980) y la ampliación del concepto de introyectos por E. James Anthony (1980) hasta incluir grupos como la ramilla representan prometedoras incursiones en el campo de la conducta social y, con ello, en el mundo de la psicología grupal, la temprana afirmación de Freud (1921) de que «desde el principio la psicología individual es, al mismo tiempo, también psicología social.-*- quizá esté en camino de validarse. DIFERENCIACION Y PLURALISMO A lo largo de las dos últimas décadas se ha producido en el movimiento psicoterapéutico en general y en el de la terapia de grupo en particular una apertura de perspectivas ideológicas y una flexibilización que son de agradecer. El modelo psicoanalítico de práctica psicoterapéutica está experimentando una conmoción autocrítica y de cuestionamiento sin precedentes (Cooper, 1987), lo que abre las puertas a las contribuciones de otras escuelas de pensamiento. Por otro lado, dentro del campo de la terapia de grupo, los datos de las investigaciones apuntan hacia impresionantes puntos de contacto y logros similares por parte de todos los terapeutas con experiencia, al margen de sus planteamientos teóricos. A consecuencia de ello, el inicial chovinismo ideológico empieza a dar paso a un notable pluralismo conceptual y a un abordaje pragmático y ecléctico en la práctica clínica. Por ejemplo, en nuestros días sería difícil encontrar un terapeuta de grupo experto, de no importa que línea ideológica, que rechazase los siguientes factores terapéuticos postulados por Irvin Yalom (1.975), discípulo de Sullivan, para la terapia de grupo, (1) instalar esperanza. (2) uni- versalidad, (3) proporcionar información, (4) altruismo, (5) recapitulación correctora sobre el grupo familiar de origen, (6) desarrollo de técnicas socializadoras. (7) conducta imitativa. (8) aprendizaje individual (incluyendo insight), (9) cohesividad de grupo, (10) catarsis y (11) factores existenciales. No obstante, habría discrepancias entre los terapeutas de grupo acerca de la importancia relativa de cada uno de dichos factores. La mayoría de los terapeutas de grupo de orientación freudiana, entre ellos Aaron Stein y Henriette Glatzei (1973), probablemente harían especial hincapié en los aspectos intrapsíquicos, el análisis de la resistencia, las defensas caracteriales y la transferencia, así como el favorecimiento de insight. Genético. Este último punto sobre todo, es deliberadamente infravalorado por Yalom, cuando constituye el papel central del terapeuta como figura de transferencia, contratransferencia y empatia.
centrada en el grupo. Al igual que Ezriel, Whitaker y Lieberman describen el desarrollo espontáneo de una emocionalidad grupal compartida por cada miembro del grupo. Los objetos fantaseados internalizados se proyectan sobre otros miembros en un intento de manipularles adoptando roles deseados. Según Whitaker y Lieberman, en algún momento del proceso del grupo, pueden observarse dos fuerzas opuestas: (1) un móvil perturbador (deseo) y (2) un móvil reactivo (miedo), Los esfuerzos del grupo para manejar ambas fuerzas en conflicto se denominan group so!ution (solución grupal). Dichas fuerzas se dan en un estado de relativo equilibrio. El deseo y el miedo individuales (móvil perturbador y móvil reactivo) constituyen un conflicto inconsciente compartido, denominado t he group focal conflict (el conflicto focal del grupo), análogo al concepto de Ezriel de common group tension ( tensión grupal común). La solución grupal representa un compromiso entre las fuerzas antagónicas que conduce al alivio de los temores reactivos y a la gratificación del deseo perturbador. Las soluciones pueden ser restrictivas; (cuando se dirigen meramente al alivio de la ansiedad) o capacitantes (cuando tanto los temores corno los impulsos perturbadores se resuelven satisfactoriamente). A diferencia de la rigidez de enfoque de Ezriel, centrado solamente en el grupo, Whitaker y Lieberman son partidarios de prestar además especial atención a las preocupaciones de los miembros del grupo como individuos y a las interacciones entre ellos. Sin embargo, aun con esta modificación, el enfoque de Whitaker y Lieberman no ha logrado amplia aceptación, en gran medida debido a su excesivo hincapié sobre la regularidad de los temas grupales (es decir, los conflictos focales, lo que difiere de las observaciones de la mayoría de los clínicos). Tanto Ezriel como Whitaker y Lieberman consideran la prueba de realidad como el principal mecanismo terapéutico. No sólo se hace ver a los pacientes que la temida calamidad no se produjo tras su inaceptable transferencia de deseos, sino que también se les presentan coma innecesarios sus habituales percepciones y patrones de conducta neuróticos. Horwitz Leonard Horwitz (1977) permitió una interesante transición del terapeuta desde una perspectiva estrictamente centrada en el grupo similar a la de Ezriel hasta un modelo pragmático que incorpora algunos aspectos de la perspectiva intrapersonal. En un primer momento Horwitz (1971) destacó las ventajas de la perspectiva estrictamente centrada en el grupo de la siguiente forma.: (1) La contribución de cada miembro del grupo al proceso de asociación libre puede considerarrse como una adenda a la totalidad (es decir, a la fantasía grupal compartida). (2) Cuando se consideran dentro del contexto de la totalidad del grupo, es improbable que las contribuciones de cada individuo sean mal interpretadas. (3) Conforme emergen los aspectos comunes, la percepción de cada miembro del grupo de estar en el mismo barco con los demás se intensifica. (4) Al estar incluido dentro de un tema grupal amplio, disminuyen las ansiedades individuales acerca de las propias fantasías y deseos. 5) Las intervenciones centradas en el grupo favorecen la evolución de una deseable regresión terapéutica del grupo.
En una crítica del modelo original Integral de Ezriel (1950) ['centrado en el grupo), Horwitz (1977) señala la inadecuada rigidez y lo prolongado del t iming inherentes al método. En cierto sentido los terapeutas de grupo acaban siendo prisioneros de su teoría al esperar la emergencia de la transferencia tripartita —relación deseada, relación, obligada y relación temida— para hacer sus interpretaciones sobre la tensión grupal común. En esa línea Horwitz cita un estudio de seguimiento de pacientes que habían sido tratados conforme a la teoría de terapia de grupo británica (Tavistock). La mayoría de los pacientes se quejaba de los efectos impersonales que las interpretaciones a nivel de grupo ejercían sobre ellos, así como de no ser atendidos por el terapeuta en tanto que individuos. El abordaje modificado de Horwitz pensaba corregir los problemas planteados por la teoría de Ezriei, dando relieve a las relaciones entre pares, aspecto omitido por Ezriel. El método actual de Horwitz supone un instructivo paradigma según el cual la contribución inicial de cada miembro del grupo se aborda en términos de la idiosincrasia y carácter del sujeto. Conforme dichas contribuciones individuales van creciendo, preferiblemente en el transcurso de la misma sesión, el terapeuta empieza a generalizar desde las situaciones particulares, formulando comentarios cada vez más amplios referidos al grupo. Las intervenciones del terapeuta probablemente estimularán a otros miembros a expresar sus reacciones afectivas, con [a consiguiente elaboración del tema grupal. En resumen, el abordaje modificado de Horwitz (1977) se inicia con las intervenciones de cada individuo y finaliza con interpretaciones a nivel grupa!. Scheidlinger El articulo de Scheidlinger (1974) estaba dedicado a! concepto de mother group (grupo madre). Según el cual un grupo cohesivo es percibido por sus miembros como una totalidad con carácter dé imagen materna. También se aclara la relación entre dicha percepción y [os conceptos más divulgados de identificación y transferencia grupal. Siguiendo el esquema tripartito de Parloff el concepto de grupo madre en ocasiones se ha ligado teóricamente a las perspectiva intrapersonalista e integral pero nunca a la perspectiva, interpersonalista, dada su conocida evitación de cualquier hipótesis sobre las manifestaciones inconscientes a nivel de grupo, El concepto de grupo madre aparece relativamente tarde en la literatura sobre terapia de grupos probablemente debido a la ligazón inicial de psicología de grupo con un líder paterno (self) los planteamientos de Freud (1921) y Reízr (1950). Posteriormente el concepto cobró mas relevancia gracias al hincapié de la teoría de relaciones objétales sobre la figura materna precoz. Según la perspectiva de, Scheidlinger los miembros del grupo se Identifican con la entidad principal adscribiéndole una significación emocional, es decir haciendo del grupo un instrumento para la satisfacción de necesidades, incluyendo la necesidad de un símbolo materno. Este proceso forma parte de los tirones regresivos que caracterizan las fases de formación de un grupo todavía no estructurado. En la línea del concepto de regresión al servicio del yo, se pierden, los propios límites y se activan deseos y formas de relación objetal precoces. Parte central de este proceso es la búsqueda universal de la madre de la infancia, libre de conflictos y gratificadora de todas las necesidades.
terapia de grupo con objetivos a corto plazo, orientadas a las crisis y fundamentalmente de apoyo, frente al modelo inicial de terapia reconstructiva de larga duración.