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Cómo tartar la hiperlodosis y rectificación lumbar
Tipo: Apuntes
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omo todos sabemos, la columna vertebral vista de perfil se caracteriza por sus cuatro curvaturas: lordosis cer- vical , cifosis dorsal , lordosis lum- bar y cifosis sacrococcígea. Estas curvaturas garantizan la absorción de las cargas descendentes que se producen al caminar, correr o sal- tar actuando en conjunto como un muelle que se comprime para luego expandirse. Las curvaturas de la columna son necesarias para evitar el impacto excesivo entre las vértebras al realizar las actividades cotidianas. No obstante, para el óptimo funcionamiento de la columna vertebral, esas curvaturas no deben estar ni acentuadas ni enderezadas. En el caso de la región lumbar, el exceso de curva- tura se denomina hiperlordosis y el defecto rectificación de la lordosis.
¿CUÁL ES LA CURVATURA LUM- BAR ÓPTIMA? Aunque no hay una unificación de cri- terios entre autores, se considera hiper- lordosis cuando la curvatura supera los 60-70º de angulación y rectificación cuando la curvatura es inferior a los 20º (ángulos medidos en radiografía entre
las superficies superiores de los cuerpos vertebrales de L-1 y S-1). Así pues, hay un margen de unos 40º (entre los 20º y los 60º) en los que la columna lum- bar se sitúa en los límites fisiológicos que facilitan su adecuado funcionamiento. Bajo mi punto de vista, para hacerse una idea de si una curvatura está acentuada o corregida no es necesario medirla radiográficamente, salvo casos específicos. La práctica de la observación (experien- cia) nos dará el criterio suficiente para saber la ten- dencia o forma lumbar.
¿QUÉ OCURRE SI AUMENTA O DISMINUYE LA CURVATURA LUMBAR? La columna vertebral se comporta como un sistema tripodal en la transmisión del peso de las estructuras del tronco, cabeza y brazos de manera que tanto los discos intervertebrales como las articulaciones inter- apofisarias están preparadas para asumir un determi- nado nivel de presión.
Practicante de yoga Fisioterapeuta-osteópata director de los cursos formativos Anatomía para el Yoga Terapéutico. Vicepresidente de la Asociación Española de Yoga Terapéutico. Autor del libro Columna Sana
Imaginemos qué ocurre si la curvatura lumbar está acentuada, hiperlordótica, etc. Se incrementará la intensidad de las cargas en las articulaciones pos- teriores ( interapofisarias ) y, con ello, la compresión de los cartílagos articulares que tapizan las superficies de engranaje vertebral. El resultado es que esos car- tílagos irán deteriorándose con el tiempo y dichas articulaciones desarrollarán un mayor desgaste y deformidad o grado de artrosis que el que de por sí experimentamos en el proceso del envejecimiento (consultar revista AEPY n.º 68). Además, se reduci- rá el diámetro del orificio de conjunción con lo que, si hay deformidades artrósicas a ese nivel, puede lle- gar a pinzar las raíces nerviosas que transitan por él. Por el contrario, si la curvatura lumbar se rectifi- ca, las cargas se transferirán a los discos incidiendo en su deshidratación y degeneración, fenómeno que les llevará a perder grosor e incluso a protruirse y herniarse (consultar revista AEPY n.º 71). Tradicionalmente, la hiperlordosis lumbar parece ser una afección más relevante que la rectificación lumbar pero hay que considerar el elevado número de personas que tienen su curvatura lumbar rectifi- cada. Además, la rectificación tiene un mayor alcan- ce patológico que la hiperlordosis ya que no sólo afecta al disco, también a las articulaciones poste- riores. La rectificación lumbar lleva implícita la compresión y reducción del grosor discal (las dos vértebras que comparten el disco se acercan) com- primiendo las articulaciones interapofisarias y fomentando su degeneración. Las articulaciones interapofisarias son estructuras sensibles que «se quejan» (desencadenan dolor) cuando se comprimen demasiado. Podemos experi- mentarlo realizando una anteversión pélvica (arqueando las lumbares) y veremos cómo aparece dolor lumbar. Por el contrario, debido a que los dis- cos están escasamente inervados, el dolor no apare- ce cuando incrementamos su presión (al hacer retro- versión pélvica), a no ser que estén en fase avanzada de deterioro. Un estudio realizado por Boss N. y su equipo ( Clasificación de los cambios relacionados con la edad en los discos intervertebrales lumbares : 2002, Premio Volvo en ciencia básica. Columna de 2002) reveló que los primeros signos inequívocos de dege-
neración en los discos lumbares son vistos en edades comprendidas entre los 11 y 16 años. Podemos con- siderar que las primeras fases de las discopatías son silenciosas pero no por ello menos importantes, al contrario.
ĀSANAS PARA LA HIPERLORDOSIS LUMBAR Tanto las hiperlordosis como las rectificaciones están directamente relacionadas con las anomalías posicio- nales de la pelvis. Así pues, las hiperlordosis irán siempre acompañadas de una anteversión pélvica. En un proceso hiperlordótico encontraremos que los músculos flexores de la cadera (psoas-ilíaco, recto anterior del cuádriceps y tensor de la fascia lata) estarán acortados o contracturados generando un efecto de tracción anterior que desplazará la pel- vis hacia adelante y arqueará la columna lumbar. A este fenómeno hay que añadir la hipertonía o el acortamiento de los músculos extensores lumbares (iliocostal, dor- sal largo y paravertebrales) que generarán el mismo efecto sobre la pelvis y vértebras lumbares. Es necesario pues estirar estos grupos musculares para liberar la tensión que obliga a la pelvis y la columna lumbar a adoptar está posición anó- mala. Generalmente, el acortamien- to muscular que induce a la hiperlordosis está rela- cionado con el sedentarismo, con la arquitectura de las piernas (valgo) y, en menor medida, con altera- ciones morfológicas congénitas o adquiridas. Los ejercicios que nos ayudarán en este cometido son: añjaneyāsana II (estira el psoas-ilíaco y el recto anterior del cuádriceps), virabhadrāsana I (estira el psoas-ilíaco, el tensor de la fascia lata y el recto ante- rior del cuádriceps – este último se contrae y estira al mismo tiempo), ekapāda-rajakapotāsana (estira el psoas-ilíaco y ligeramente el tensor de la fascia lata), bālāsana y uttānāsana (estiran el iliocostal, dorsal largo y paravertebrales). Además de liberar la pelvis y la columna lumbar, tendremos que tonificar la musculatura abdominal