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Resumen con preguntas dadas por el profesor y respuestas hechas en base a la bibliografía dada en clase
Tipo: Exámenes
Subido el 30/04/2020
4.4
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Guía de Ayuda para la Evaluación final de ANTROPOLOGIA 1)- ¿Cuáles son las características de todo viviente? Los seres vivos se diferencian de los inertes porque tienen vida y poseen cinco características fundamentales:
distingue el alma vegetativa, el alma animal y la humana. Sobre el concepto del alma nos dice que esta no se opone a cuerpo pues el ser vivo tiene dos dimensiones: una materia orgánica y un principio vital que organiza y vivifica esa materia. Ese principio vital es el alma. 4)- Explicitar el concepto de Afectividad en sus diversas formas (corporal, psíquica y espiritual).- Desde una visión personalista, tratamos de entender a la persona desde su integridad, por lo cual la afectividad se pone como centro de la persona. Esta afectividad es la manifestación de todo el ser, no hay estado afectivo donde no participe todo el ser. En el mundo afectivo de la persona se distinguen tres niveles:
1. Afectividad corporal: siento frío o calor, estoy tenso o irritable. Son sentimientos de un nivel ontológico muy bajo. La afectividad comienza en el cuerpo y los sentidos. Hay dos tipos de afectividad corporal: uno de ellos se liga a las sensaciones que captamos con los órganos de los sentidos y sus experiencias son dolor, placer, calor, frío, etc.; Se caracterizan por estar localizados corporalmente, son actuales, se dan solo en el presente y en relación con el estímulo que los provoca. El otro tipo se caracteriza por afectar al cuerpo en su totalidad y por no estar localizados. Son las sensaciones que mi cuerpo me proporciona en determinadas circunstancias y como resultado de situaciones específicas. Por ejemplo, hice deporte, me cansé mucho. Afectan al yo más que los sensibles, pero no tanto como los anímicos. Son la voz de mi cuerpo, pero no la voz de mi yo. 2. Afectividad psíquica: consisten en reacciones psíquicas, ira o miedo, tristeza o alegría. Los elementos principales de la afectividad son las emociones, los sentimientos y las pasiones. Emoción: es una vivencia subjetiva que posee una cierta intensidad, carácter puntual y manifestaciones fisiológicas patentes. Por ejemplo, me dan una mala noticia, me emociono, mi pulso y mi corazón se aceleran. La emoción es intencional, existe en relación con el objeto que la provoca y la causa. Sentimiento: es más persistente, profundo y espiritual y su manifestación externa es más débil. Es un estudio habitual del alma más que una reacción ante algo que nos sucede. La alegría es sobre todo un sentimiento, no una emoción. La intencionalidad del sentimiento es más débil, lo cual no quiere decir que no exista. Pasión: Es una vivencia afectiva poderosa que puede arrastrar en pos de sí, a la persona. 3. Afectividad espiritual: es la parte de la afectividad que alcanza al alma del hombre, en su corazón. La afectividad espiritual surge de la conmoción que provoca en nuestro interior la contemplación de acciones ajenas buenas o malas. Al corazón podemos entenderlo como la raíz de la afectividad, como la fuente de nuestro mundo sentimental, ahí es donde nos conmovemos para bien o para mal. Lo debemos entender como el centro espiritual de la persona, junto con la inteligencia y la libertad. Conocimiento y apetito: el conocimiento consiste en dejarse invadir por el objeto y captarlo en sí, de un cierto modo. En cambio la apetencia o tendencia, consiste en ir hacia un objeto que se presenta como bueno. Las reacciones se pueden efectuar en dos planos: sensible (si su objeto de estudio es concreto e individual) e intelectual (si su objeto de estudio es abstracto y general). El término apetito significa inclinación, tendencia, amor. Tener en cuenta que las nociones de apetito y de bien son correlativas. No se puede definir el bien de otro modo que como una tendencia al bien.
6)- ¿Qué es el apetito sensible? Apetito sensible: es la tendencia hacia un bien concreto, de donde derivan el placer y el dolor, como también las emociones. (INTERNET) Se clasifica el apetito sensible en: Apetito concupiscible: se trata de la tendencia hacia un bien percibido por los sentidos como placentero o deleitable, hacia lo fácil de alcanzar. Apetito irascible: si el bien que hemos de alcanzar se presenta como difícil o arduo, el amor se transforma en instinto de lucha contra el obstáculo. Pues decir que el bien es arduo es decir que estamos separados de él por algún obstáculo que debe ser superado. El apetito sensible, concupiscible o irascible, siente atracción y genera pasiones. Entendiendo por pasiones los sentimientos en general. La pasión es el estado del que sufre, del que padece. Toda pasión está constituida por tres elementos: el cambio corporal (elemento esencial de la pasión sensible), el conocimiento (que desencadena el proceso y especifica el sentimiento) y el apetito en sí mismo. Entre las pasiones del apetito concupiscible encontramos: Amor (bien en sí mismo), Odio (mal en sí mismo), Deseo (bien ausente), Aversión (mal ausente), Gozo (bien presente), Tristeza (mal presente). Entre las pasiones del apetito irascible encontramos: Esperanza (bien posible de alcanzar), Desesperación (bien imposible de alcanzar), Audacia (mal ausente vencible), Temor (mal ausente invencible), Cólera (lucha contra el mal presente) 7)- ¿Cuál es la característica distintiva del conocimiento intelectual? Explicar este a partir de sus distintas fases.- Conocimiento intelectual: comprende los actos que versan sobre un objeto abstracto (la idea, el juicio, el razonamiento) al que se une la conciencia intelectual que es reflexiva. Tiene un objeto desmaterializado, abstracto; la esencia. Su sujeto es espiritual, aunque depende extrínsecamente del cuerpo. Según el criterio por el cual se distinguen los niveles de vida, el hombre se diferencia del resto de los seres vivos por sus funciones específicas. Dichas funciones específicas suponen potencias o capacidades. Estas potencias son propias y exclusivas del hombre. Y son, la inteligencia, la voluntad y la libertad. El conocimiento del hombre es intelectual. Es decir, el hombre, sirviéndose de su conocimiento sensible, capta con su inteligencia el interior de los objetos que conoce; los comprende de manera esencial. La inteligencia humana es una potencia o facultad de conocimiento de naturaleza espiritual, que tiene por objeto general todas las cosas en cuanto inteligibles, por objeto formal común el ente, por objeto formal propio directo (“lo primero conocido”) la “quididad” universal de las cosas materiales obtenida por abstracción a partir de las imágenes; por objeto formal propio indirecto (segundo) ella se conoce a sí misma y a las cosas en cuanto singulares por reflexión, y conoce por analogía las cosas espirituales. Ahora desarrollaremos los actos propios u operaciones de la inteligencia humana Estos son tres y se combinan a modo de fases que se implican mutuamente: la simple aprehensión, el juicio y el raciocinio.
SIMPLE APREHENSIÓN: (Acto por el cual se capta una esencia) es el acto de comprender algo sin afirmar ni negar nada de ello. Consiste en conocer una esencia o “quididad” abstracta, tan confusamente como se quiera. La simple aprehensión es el acto por el cual el intelecto conoce lo que algo es, o aprehende alguna quididad. Este conocimiento se realiza en o por un concepto, pero este concepto es solamente el medio por el que el espíritu capta una esencia. Para conocer, la inteligencia produce en sí misma una representación del objeto en la que contempla al objeto. El concepto es un signo. Es un puro signo o puro medio, es decir, no detiene la mirada en él, sino que tiene por función dirigir la mirada hacia el objeto. Su papel consiste únicamente en hacer aparecer la esencia a la inteligencia. JUICIO: (Acto por el cual se capta una proposición) Sin conceptos no hay proposiciones y sin proposiciones no es posible enjuiciar. El juicio es un acto por el cual la inteligencia afirma o niega como real una identidad entre dos conceptos distintos. Lo que constituye el acto de juzgar, su elemento esencial, es la aserción o la afirmación. Además el juicio es el acto principal de la inteligencia, ya que supone a la simple aprehensión, que le proporciona su materia. El juicio es el único acto intelectual que es susceptible de verdad. El juicio es el único acto en el que la inteligencia tiende a conformarse con lo real. La función del juicio es perfeccionar el conocimiento, es decir, llevarlo a su punto de perfección. Ahora bien, el juicio puede estar en distintos estados, por lo cual definiremos a la verdad, la duda, la opinión y la certeza RACIOCINIO: (Acto por el cual partiendo de proposiciones llega a otra como conclusión de ellas) El razonamiento es el acto mental por el que el entendimiento afirma que el sujeto pertenece o no al predicado en la frase capaz de ser verdadera o falsa. El acto mental de razonar, la inferencia, aparece a primera vista como una serie o sucesión de juicios. De ahí viene el nombre de discurso que a menudo se le da. El acto de razonar consiste no en poner las proposiciones de los juicios, premisas y conclusión, ni tampoco en pasar de unas a otras, sino en ordenarlas de tal modo que se encadenen, o relacionarlas por un lazo necesario, o incluso simplemente en ver su dependencia. El razonamiento no tiene su fin en sí mismo. No se razona por razonar sino para concluir. El fin del razonamiento es, pues, su conclusión. 8)- ¿Qué es el apetito intelectual? ¿Qué papel juega la Libertad en la vida del ser humano? Apetito intelectual: es la tendencia hacia un objeto concebido por la inteligencia, llamada voluntad. De la tendencia resulta la actividad. La voluntad es el apetito elícito (voluntario) racional. Es la potencia o facultad despertada e iniciada (no determinada) por el conocimiento de un bien por parte de la inteligencia. Su objeto formal es el bien o la razón de bien tal como es concebido y presentado por la inteligencia. El acto propio de la voluntad se denomina acto voluntario y este querer de la voluntad no debe ser confundido con el “desear” del apetito sensitivo, aunque a veces querer y desear se den a la vez.
el tiempo siempre vence. Esa incapacidad de detenerlo nos angustia porque el tiempo no es algo ajeno y exterior, somos nosotros mismos, es nuestra vida que se escapa y desaparece. 10)- ¿Cómo podemos vincular muerte, amor, trascendencia y pretensión de inmortalidad? La transcendencia tiene siempre que ver con el tiempo: está más allá de nuestro presente inmediato, en una zona todavía inaccesible para nosotros, pero a la cual de algún modo podemos llegar en el futuro. En su existencia, todos los seres humanos se enfrentan al misterio del sufrimiento y de la muerte. Sabemos que moriremos, y sin embargo, tenemos un ardiente deseo de felicidad duradera y de una vida sin fin. El rechazo humano a la muerte se manifiesta en el anhelo de inmortalidad, en el deseo de permanecer. Queremos ser recordados porque de otro modo da la sensación de que no hemos existido. Ese deseo se manifiesta en el hecho de dejar algo que permanezca tras nuestro paso. La existencia en el hombre de un núcleo espiritual, al que clásicamente se denomina alma, que trasciende a la corporalidad y al tiempo, fundamenta la pervivencia después de la muerte. Esta trascendencia del espíritu humano sobre el cuerpo es la intuición básica que todo hombre tiene acerca de sí mismo y que, aunque no sepa formularla técnicamente, le permite sentir o experimentar que no desaparecerá completamente después de la muerte. Y esa intuición básica desarrollada filosóficamente es lo que constituye la prueba radical y contundente de la inmortalidad del alma. El amor en cuanto realidad personal sobrevive a la ausencia, incluso cuando ésta se hace irreversible por la muerte. Amar a una persona es sentir que se le dice: “tú no morirás”, porque consiste en afirmarla incondicionalmente y en cualquier circunstancia. El amante y el amado se sustraen al tiempo, se elevan por encima de él, buscan que su amor no se vea afectado por ninguna clase de separación, ni siquiera la muerte. Si ésta es el mayor de los males, lo último que desea el amante es que el amado muera, puesto que solo le desea bienes, y el mayor bien es la inmortalidad, una felicidad que no se acabe. Si la inmortalidad no existe, es imposible amar del todo y para siempre, puesto que la muerte nos arrebata entonces a los seres amados y al amor mismo. Pero la experiencia demuestra que sí es posible amar así, y que la felicidad supone dejar atrás el tiempo. Este es un argumento para demostrar que el hombre tiene pretensión de inmortalidad. Y que por ella, el amor es más fuerte que la muerte, ya que esta forma parte del ciclo temporal de la vida y aquél supone situarse por encima del tiempo, y por lo tanto, también de la muerte. “Podemos amar porque somos inmortales, pero sabemos que somos inmortales porque podemos amar”