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Una proposita de evaluacion etica para la funcion social de una empresa, basada en un articulo publicado en Moralia revista de ciencias morales. La autores argumentan que una empresa debe estar al servicio del bien común y explican la metodologia de las evaluaciones eticas y su utilidad para priorizar la funcion social de la empresa (FSE) en la contratacion publica y privada. Se incluye una bibliografia.
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Tipo: Apuntes
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cuadernos de
cuadernos de
«FUNCIÓN SOCIAL DE
LA EMPRESA: UNA
PROPUESTA DE
EVALUACIÓN ÉTICA»
ELISA MARCO CRESPO Y ENRIQUE LLUCH FRECHINA
más de posicionarse en el mercado y lograr unos resultados económicos mejores.
Para lograr este paso desde una empresa centrada en los beneficios de sus propietarios a otra que tenga conciencia y gire alrededor de su función social, creemos que un instrumento privilegiado es la realización de evaluaciones éticas. Este instrumento, no solo permite una mejora y un cambio de filosofía de toda la empresa, sino que además facilita la evaluación externa que puede ayudar a otras empresas y al sector público a contratar aquellas compañías que cumplen mejor unos determiados parámetros éticos.
Por ello este cuaderno intenta, en una primera parte, explicar cómo y por qué debemos cambiar la concepción predominante hoy en la empresa, en la que la consecución de beneficios para los propietarios es su supremo criterio de acción y el que marca las prioridades en el día a día económico de la compañía. Ante esta concepción reduccionista de la empresa, que viene complementada por una RSE que no cuestiona esta parte, aparece una Función Social de la Empresa que se basa en un fundamento ético cristiano e intenta que la FSE esté por encima de la necesaria rentabilidad de toda empresa o negocio. Los capítulos que componen esta primera parte se basan en un artículo públicado en Moralia revista de ciencias morales y titulado: “La empresa al servicio del bien común a través de su función social”
La evaluaciones éticas pueden ser un buen instrumento para instaurar la FSE en una empresa
«FUNCIÓN SOCIAL DE LA EMPRESA: UNA PROPUESTA DE EVALUACIÓN ÉTICA »
En un segundo bloque, el cuaderno explica cuál es la metodología de las evaluaciones éticas y por qué estas son útiles para lograr el fin deseado de que aumenten las empresas que tengan este comportamiento y que el criterio de la FSE sea prioritario para la contratación pública y privada. Estas evaluaciones ya se están llevando adelante por parte de Funderética y están siendo un instrumento útil para aquellas empresas que pretenden trabajar de una manera distinta.
2. El concepto de empresa en la Doctrina Social de la Iglesia 2.1 La empresa en las fuentes bíblicas La realidad económica actual es muy compleja. La evolución que ha experimentado desde comienzos de la revolución industrial ha hecho que esta sea muy diferente a la que se ha dado a lo largo de la historia. Con anterioridad a esta, la mayoría de la población producía sus propios alimentos y comerciaba con una parte mínima de lo que producía. Solo unos pocos se dedicaban al comercio y el concepto de empresa y su alcance, era muy diferente al actual.
Esta diferencia se ve de una manera clara cuando nos remontamos a la época bíblica. En aquel entonces, la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca, eran las actividades a las que se dedicaba la mayoría de la población. Si bien existían grandes explotaciones agrícolas, como se refleja tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, gran parte de la población desarrollaba una economía de subsistencia en la
La realidad económica actual es muy diferente a la que se ha dado a lo largo de la historia
«FUNCIÓN SOCIAL DE LA EMPRESA: UNA PROPUESTA DE EVALUACIÓN ÉTICA »
Para poder analizar el desafío ético que suponen las empresas actuales, debemos comenzar con un acercamiento a lo que es la empresa, para poder, a partir de este conocimiento, aplicar los valores éticos cristianos a la realidad empresarial con- temporánea.
2.2 La empresa hoy
La organización económica actual tiene a las empresas como componentes esenciales de su funcionamiento. El Diccionario de la RAE define empresa como “Entidad integrada por el capital y el trabajo como factores de la producción y dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios generalmente con fines lucrativos y con la consiguiente responsabilidad”. En esta definición ya se encuentran los princi- pales elementos que pueden caracterizar a la empresa actual. El primero es la combinación de dinero y trabajo que se necesita para producir cualquier bien o servicio. El dinero o capital es el utilizado para la adquisición de herramientas, maquinaria o infraestructuras necesarias para poder llevar a cabo la producción de cualquier bien o servicio. El trabajo es el resultante de la unión de varias personas que ponen sus esfuerzos en común para fabricar esos productos o servicios que se van a vender, y a través de los cuales se va a obtener una remuneración tanto para los dueños del capital como para los propios traba- jadores.
Vale la pena analizar otras definiciones de empresas que nos aportan otros elementos básicos para comprender bien en qué consiste la
La empresa aparece como una combinación de capital y trabajo que produce bienes y servicios útiles para la sociedad
ELISA MARCO CRESPO Y ENRIQUE LLUCH FRECHINA
empresa hoy. Álvaro Cuervo (1999:29) afirma que “la empresa mediante el capital productivo y el trabajo, añade valor a las materias primas y otros bienes semielaborados, transformándolos en bienes más aptos para satisfacer necesidades”. Esta definición aporta una descripción de cómo la combinación de trabajo y capital es útil para la sociedad a través de la producción de bienes y servicios que sirven para satisfacer necesidades y deseos o apetencias.
Juan Antonio Pérez López (1996:13) insiste en el componente humano de la empresa. La define como “una organización de personas, es decir, que está formada por personas que trabajan coordinadas de algún modo, para conseguir ciertas metas o resultados” y este autor alude a que la diferencia entre un grupo de amigos o una asociación cultural o deportiva (que también son organizaciones de personas que se unen para un fin común) con la empresa es que en esta, la unión se realiza con ánimo de lucro, es decir, para que las personas que se unen ganen dinero, mientras que en las otras asociaciones este afán de obtener ingresos gracias a esta actividad no se da. El componente económico de los participantes en la empresa es, así, claro. Las personas que entran en esta organización lo hacen con la pretensión declarada de generar ingresos que les permitan vivir. Los miembros de una empresa pretenden, entre otras cosas, que esta les sirva para obtener el dinero que necesitan o que quieren para desarrollar su vida.
Otros autores nos dan una definición de empresa más compleja y desarrollada. En con-
La diferencia entre una empresa y cualquier otra asociación,es la final idad económica de la primera
ELISA MARCO CRESPO Y ENRIQUE LLUCH FRECHINA
como referencia las indicaciones que sobre la empresa realiza la Doctrina Social de la Iglesia. La Encíclica Centesimus annus (35) indica que, ante una concepción empresarial que se limita a ver esta como una generadora de beneficios, “la empresa es una comunidad de hombres que, de diversas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera”. Dos dimensiones toman fuerza aquí. La primera es la de la comunidad de personas: la empresa es un conjunto de personas que trabajan con un fin común. Esta es la característica esencial de toda empresa. La segunda es que a través de la bús- queda de su propia manutención, su propia supervivencia, se ponen al servicio de toda la sociedad. Por ello la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades está ligada necesariamente a la búsqueda del bien común, al servicio a la sociedad en la que se vive.
De hecho, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (338) indica: “La empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al bien común de la sociedad mediante la producción de bienes y servicios útiles”. La empresa tiene, por tanto, una función social que cumplir ante la sociedad que permite su propio desarrollo material a través de la producción y el ofrecimiento en el mercado de estos bienes y servicios. Pero al mismo tiempo, como comunidad de personas, la empresa crea “oportunidades de encuentro, de colaboración, de valoración de las capacidades de las personas implicadas” (CDSI 338). La empresa no puede verse, por tanto, tan solo como una institución
La empresa debe estar al servicio del bien común según la concepción de la DSI
«FUNCIÓN SOCIAL DE LA EMPRESA: UNA PROPUESTA DE EVALUACIÓN ÉTICA »
volcada en la producción de bienes y servicios, sino que también es un lugar de encuentro y trabajo conjunto que permite a las personas su total realización como tales.
Para lograrlo, la DSI insiste en dos asuntos clave que es necesario aplicar en todas las empresas. El primero es la promoción de “la activa participación de todos en la gestión de la empresa” (Gaudium et spes 68), es decir, que los trabajadores participen de alguna manera en la toma de decisiones empresariales que afectan a la organización de su trabajo y a su manera de trabajar. El segundo asunto clave, es la necesidad de que los trabajadores reciban un salario justo que “sea suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro” (Laborem exercens 19). Este salario es necesario para garantizar a los trabajadores una vida digna.
Para comprender mejor cómo la empresa es un espacio de encuentro entre personas donde estas trabajan conjuntamente en aras de lograr un objetivo común, hay que recordar cuáles son las funciones que cumple el trabajo para las personas La primera es la de la remuneración, de la que acabamos de hablar en el párrafo anterior. Pero el trabajo tiene otras dos dimensiones de manera conjunta con esta primera. Estas dos dimensiones esenciales de cualquier trabajo que nos enseña la Encíclica Laborem Exercens, son la dimensión objetiva y la subjetiva. La objetiva nos muestra cómo, a través del trabajo, las personas trans- formamos la creación y colaboramos en la mejora del entorno. El trabajo es un medio de cambio y de colaboración en la construcción del reinado de
El trabajo además de proporcionar los ingresos necesarios para vivir tiene dos dimensiones: la objetiva y la subjetiva
«FUNCIÓN SOCIAL DE LA EMPRESA: UNA PROPUESTA DE EVALUACIÓN ÉTICA»
medioambiental del entorno en el que trabajan. Es necesario que esto sea una preocupación esen- cial de las mismas a la hora de desarrollar su función social. La mejora del entorno humano y natural depende, en gran parte, del comporta- miento de las empresas y de su responsabilidad ante él, tanto desde el punto de vista medioam- biental, como desde el punto de vista social y humano.
3. La empresa y la Responsabilidad Social Corporativa.
3.1. La concepción economicista de la empresa
Ante una concepción integral de la empre- sa que hemos visto tanto en las definiciones de expertos de la materia como en las ideas de las encíclicas papales, desde la teoría económica y la praxis habitual se defiende con frecuencia una concepción reduccionista de lo que es la labor de la empresa en nuestra sociedad. Los modelos económicos que se explican en nuestras Univer- sidades señalan que el objetivo principal de una empresa es la búsqueda del máximo beneficio, es decir, lograr que la diferencia entre sus ingresos y sus costes sea la mayor posible. Esto también se observa en muchas empresas, cuyo principal objetivo es generar beneficios para sus propie- tarios-accionistas. Esta simplificación de la reali- dad empresarial que es útil para unos modelos económicos que solamente tiene objetivos cientí- ficos, resulta conveniente también para unos pro- pietarios dispuestos a lograr el mayor rendi- miento posible del dinero que invierten en las empresas. A esta idea reduccionista de lo que es
La teoría económica considera que el único objetivo de la empresa es generar beneficio para el propietario- accionista
ELISA MARCO CRESPO Y ENRIQUE LLUCH FRECHINA
la empresa es a lo que denominamos concepción economicista.
Habitualmente, la maximización de bene- ficios para los propietarios no se denomina así en el lenguaje empresarial. La expresión más utili- zada es hablar de “creación de valor” para definir este objetivo prioritario de la empresa. Aunque en un primer momento, la creación de valor “se identifica con la generación de utilidad o riqueza por parte de la empresa en un ejercicio o período de tiempo”, finalmente se descubre que “la verdadera creación de valor se identifica con la superación de expectativas previas, con la generación de utilidad para sus partícipes, que en última instancia se medirá a través del valor creado para el accionista” (BOAL, 2015). La concepción reduccionista de la empresa, cree que este es el verdadero objetivo de la empresa y ello le lleva a que toda la actuación de la misma persiga este único fin y que la generación de beneficios sea la prioridad de las actuaciones empresariales. Desde este punto de vista, los trabajadores pasan a considerarse, simplemente, un coste de producción que hay que asumir para lograr el fin principal de la empresa. La pro- ducción de bienes y servicios útiles para la sociedad es tan solo, un instrumento útil para la generación de ganancias.
Cuando el objetivo principal de la empresa se reduce a la maximización de beneficios, sus dueños organizan los factores de producción de manera que se logren los máximos beneficios posibles. Esto conlleva un conflicto evidente entre su posición y la de los trabajadores. En la medida
La creación de valor se mide por los beneficios generados para los propietarios- accionistas
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Lo mismo que sucede con los trabajadores, puede pasar con alguna de las otras caracte- rísticas de la empresa. La utilidad social de los bienes y servicios será potenciada si beneficia al rendimiento. Pero si se ve que la mejora de los productos puede reducir los beneficios, se sacri- ficará para aumentar el rendimiento. Los temas medioambientales y de desarrollo local y regional también pueden ser sacrificados por la obtención de rendimientos mayores. En esencia, la prioridad del beneficio solamente va a llevar a un desarrollo ordenado de los otros aspectos de la empresa en la medida que estos redunden en mayores beneficios. Si no es así, se sacrificará cualquiera de ellos para lograr la obtención de un rendimiento superior.
Además, esta manera de entender la empresa va claramente en contra de aquello que afirma la DSI. Al poner el beneficio de los propietarios-accionistas por delante del compo- nente humano de la empresa, en los momentos en los que existen dilemas éticos en los que se contraponen los valores humanos frente al máximo beneficio, siempre es este último el que predomina. Esto es claramente contrario a lo que piensa la DSI. La Laborem Exercens (12) lo decía con claridad: “Se debe ante todo recordar un principio enseñado siempre por la Iglesia. Es el principio de la prioridad del «trabajo» frente al «capital»”. Es evidente que la concepción reduc- cionista de la empresa, aquella que se basa única y exclusivamente en la preponderancia y la prioridad del beneficio de sus propietarios- accionistas, está en las antípodas de la concepción de empresa que sustenta el cristianismo.
La prioridad del beneficio suele dejar a un lado cualquier consideración ética cuando existe un dilema entre ambas
«FUNCIÓN SOCIAL DE LA EMPRESA: UNA PROPUESTA DE EVALUACIÓN ÉTICA»
3.2. La Responsabilidad Social Corporativa
Ante una realidad en la que la priorización de los objetivos económicos de la empresa produce dilemas éticos que dejan a un lado los intereses de trabajadores, clientes, sociedad o entorno natural para priorizar el beneficio, ha surgido en muchas empresas lo que se ha venido a denominar “políticas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o Corporativa (RSC)”. Estas políticas intentan integrar, de una manera voluntaria, las preocupaciones sociales y medio- ambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con clientes, proveedores, administra- ciones públicas, trabajadores, etc.
Hay que resaltar que una de las claves que define esta visión de la RSC es su carácter voluntario. La responsabilidad social empresarial no se ve en ningún momento como una opción forzada ni como algo que tengan que realizar las empresas obligatoriamente, sino como algo que voluntariamente asumen para colaborar en la mejora de la sociedad y del medioambiente. Esto es un reconocimiento implícito de que la empresa, como institución, no tiene esta preocu- pación social ni ambiental, que sus objetivos son otros. Es decir, las políticas de RSC aceptan la concepción economicista de la empresa. Es decir, no se cuestiona si el objetivo principal es la consecución de rendimiento en la empresa, sino si a este se le añade la preocupación social y medioambiental que es ajena, en un principio, a la preocupación por las ganancias.
La RSC no cuestiona que el objetivo principal de una empresa sea lograr el máximo rendimiento para sus propietarios- accionistas