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Tipo: Apuntes
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1. Filipo II de Macedonia y la unificación de Grecia 2. El imperio de Alejandro Magno 3. Los reinos helenísticos 4. El mundo helenístico 1. Filipo II de Macedonia y la unificación de Grecia La macedonia de Filipo II impuso un marco de unificación política y militar al mundo griego, que durante el s. IV a.C. se había caracterizado por la fragmentación. Macedonia es una región situada al norte de la península Balcánica, que poseía importantes recursos naturales, como madera, cereales, caballos y plata. Tradicionalmente su territorio se dividía en grupos tribales dirigidos por familias aristocráticas que, hacia mediados del siglo IV a.C., se hallan en un avanzado proceso de integración política bajo la figura de Filipo II. Filipo II de Macedonia ( 382-336 a.C.) acometió una serie de notables reformas en el ejército que explican la expansión que Macedonia vivió durante su reinado y que prepararon el definitivo asalto al Imperio Persa por parte de su hijo Alejandro. Incorpora la nobleza a la corte Convirtió la nueva capital, Pela , en un centro intelectual al que acudieron notables personajes griegos como el filósofo Aristóteles, maestro de su hijo Alejandro. La “expansión macedónica” emprendida por Filipo supuso la conquista de Tracia y de la Grecia Central, el control de la Liga Sagrada del santuario de Apolo en Delfos y, finalmente, la conversión de Macedonia en la potencia líder de la resistencia contra los Persas.
La conquista de Grecia central concluyó con la derrota de la coalición griega dirigida por Tebas y Atenas en la batalla de Queronea (338 a.C.). Tras ella, Filipo convocó a las ciudades griegas al Congreso de Corinto , en el que se consolida su papel hegemónico sobre las poleis griegas. Filipo lideró la creación de la denominada Liga de Corinto (337 a.C.) en la que se le otorgó el papel de “jefe supremo” y con la que comenzó a organizar la “liberación” de las ciudades griegas de Asia Menor, de nuevo bajo dominio persa. Pero Filipo fue asesinado, siendo sucedido por su hijo Alejandro III.
sobre el propio rey Darío III en la batalla de Isos (333 a.C.) le abrió el acceso hacia territorios como Siria o Fenicia y finalmente, Egipto. Alejandro se apoderó, además, de la familia real aquemenida. Tras la victoria se dirigió hacia el sur para tomar control de los importantes puertos de la costa fenicia, base de la flota persa que amenazaba el domino marítimo. Hubo que prorrogar varios meses para tomar por asedio la ciudad-isla de Tiro, cuyos habitantes fueron masacrados como ejemplo y advertencia. Su entrada en Egipto constituyó un paseo triunfal, pues se presentó ante la población como el libertador frente a la ocupación persa. Fue aceptado como rey de Egipto y asumió los títulos y rituales tradicionales de los faraones. Como era su norma, estableció buenas relaciones con el clero local y respetó y benefició a los templos y cultos locales. Fundó la ciudad de Alejandría en el delta del Nilo y efectuó una peregrinación al santuario oracular del dios Amón en el oasis de Siwa, donde fue reconocido por los sacerdotes como hijo de la divinidad. En 332 a.C. se preparó para penetrar en el interior de Asia. Darío envió, por segunda vez, una embajada ofreciendo unos términos de rendición y alianza muy atractivos, que el monarca rechazó, pues sólo contemplaba la sumisión total del persa. La batalla de Gaugamela (331 a.C.) señala el principio del fin del dominio aqueménida. Alejandro entró triunfalmente en Babilonia, tras pactar con las autoridades locales, siendo aclamado como rey. Estableció buenas relaciones con el clero local, promovió la restauración del templo de Marduk y desplegó una política de colaboración con los aristócratas locales. A continuación se dirigió a Susa, la capital que albergaba el tesoro real persa, obteniendo así inmensos recursos financieros. Su siguiente objetivo fue Persépolis, la capital ceremonial del imperio persa, que fue saqueada, y cuyos palacios reales fueron incendiados. Poco después conquistaba Ecbatana, la última de las grandes capitales del imperio persa. Allí licenció a sus tropas griegas dando por concluida la guerra de represalia que había motivado, oficialmente, su expedición.
Pero Alejandro continuó con la persecución de Darío III, que fue finalmente asesinado por Besós 330. Alejandro tributó honores al cadáver del monarca persa, ordenando que fuese trasladado a Persépolis y que se le rindiesen las ceremonias fúnebres adecuadas a su estatus real. Se inicia entonces la lucha contra Besós y la conquista de las satrapías orientales, en las cuales Alejandro lucha contra las noblezas guerreras locales, en duras campañas que minan la resistencia de sus tropas y la confianza de sus generales. Tras duros combates, Alejandro consiguió la eliminación de los líderes rebeldes y la pacificación de la zona, que fue sellada con su matrimonio con Roxana, una princesa local. Durante esa etapa se incrementan las tensiones entre Alejandro y su ejército. La dureza de la campaña se había cobrado numerosas bajas entre los macedonios. Por otra parte, Alejandro había iniciado una política de orientalización, adoptando el ritual de la corte persa, que incluía gestos, inaceptables para los macedonios. Se sucedieron conspiraciones contra su persona, ejecuciones como el asesinato de Clito el Negro a manos de Alejandro, durante un banquete. El siguiente objetivo de su expedición fue la conquistas de la India, un territorio mítico y poco conocido para los griegos, que con ese nombre designaban básicamente la cuenca del Indo. Los motivos de Alejandro parecen estar en relación con su obsesión por alcanzar los límites del mundo conocido y por obtener las riqueza asociada a esas tierras míticas del Oriente. Tras atravesar el Indo tuvo un encuentro decisivo, con el rey Poro, al frente de un potente ejército que contaba con doscientos elefantes. De nuevo su genio militar propicio la victoria sobre Poro (326 a.C.) cuya vida respetó, convirtiéndolo en aliado y sátrapa de la región. Alejandro continuó con la intención de proseguir hasta la cuenca del Ganges.
Alejandro mantuvo básicamente el mismo aparato administrativo del Imperio persa, pero encargó la dirección de su funcionamiento a griegos y macedonios o bien a indígenas fieles a su persona. A su vez, estimuló y favoreció la integración de sus tropas en tierras iranias promoviendo matrimonios masivos con mujeres indígenas, y él mismo desposó primero a Roxana, y después a la hija mayor de Darío. Funda numerosos núcleos urbanos , muchos de ellos con el nombre de Alejandría con el propósito de asentar a los soldados licenciados, consolidar los territorios anexionados y establecer redes de comercio.
3. Los reinos helenísticos Tras la muerte de Alejandro se abre un periodo conocido como la época de los diádocos, los “sucesores”, que abarca unos 50 años y que se caracteriza por las luchas de poder y los enfrentamiento entre los antiguos generales de Alejandro. Personajes como Ptolomeo, Antígono o Seleuco, pugnan por
suceder a Alejandro en el control del imperio o, como finalmente sucedió, por establecer espacios de poder independientes. Hasta la batalla de Ipsos (301 a.C.) aún se mantuvo la idea de la unidad del imperio, en medio de continuas guerras. Desde el 301 a.C. el proceso de descomposición del imperio de Alejandro se fue acelerando hasta acabar con su proyecto de “imperio universal”. Hacia 275 a.C., la herencia territorial de Alejandro aparece dividida en varios reinos dinásticos, cuyas fronteras variarán con el tiempo:
soldados grecomacedonios licenciados, a los cuales el rey otorga tierras en propiedad, trabajadas normalmente por esclavos. Los campesinos indígenas viven en las aldeas y su situación jurídica es la de trabajadores sometidos El sistema administrativo de estas ciudades recuperaba fórmulas griegas: un territorio dividido en démoi , una población divida en tribus, una acrópolis, código de leyes. Pero esta autonomía era tan solo aparente, pues estaban siempre sometidas a la autoridad del rey, que podía intervenir directamente en su gobierno. La monarquía Lágida o ptolemáica Tenía su centro en Egipto, al haberse encomendado este territorio a Ptolomeo tras el reparto de territorios a la muerte de Alejandro. Todo el poder se ejerce desde Alejandría, donde tiene su sede la corte. La ciudad, fundada por Alejandro, se convirtió en la capital del reino y en el centro cultural del mundo antiguo. El aparato económico de la monarquía lágida era especialmente eficaz, se distingue por el monopolio ejercido sobre casi todos los sectores de la producción y de las finanzas por el rey y los templos. La tierra, considerada una propiedad particular de la realeza, es trabajada por comunidades campesinas en situación de dependencia.
Sobre estas poblaciones se ejercía una gran presión fiscal, administrada por una nutrida red de funcionarios y almacenes, para recaudar y custodiar los excedentes de la producción. Esta riqueza sufragaba los gastos de la corte, del ejército, compuesto básicamente de mercenarios, y del aparato de la propaganda real. Se promovía la imagen del monarca como salvador y benefactor de su pueblo, que ejercía la generosidad sobre sus súbditos. De cara al exterior los Ptolomeos se presentaban como defensores del helenismo, y proyectaron sus aspiraciones de control político y territorial hasta Chipre y las costas levantinas y del Asia menor. De cara al interior, se presentaban ante la población egipcia como herederos directos y legítimos de los antiguos faraones. Mantuvieron buenas relaciones con la jerarquía sacerdotal local, conscientes de que constituía una herramienta muy útil para el control ideológico de la población. Por ello, realizaron grandes donaciones de tierra a los templos y les eximieron de impuestos. En Egipto, el fenómeno de la urbanización tiene una importancia mucho menor que en Asia. A excepción de Alejandría y de Ptolemais , donde residen numerosos griegos, los soldados licenciados viven en las aldeas junto a los indígenas y reciben de los reyes asignaciones de tierra. A través de Alejandría, el puerto más importante de los Lágidas, se comercializan todos los productos excedentes egipcios, así como aquellos que llegan a Egipto procedentes de África y de Arabia. La monarquía antigónida
Su estatus se plasma en sus títulos oficiales característicos como (“el salvador”) La autoridad real se sustenta sobre un culto cívico generalizado, que se manifiesta en la dedicación de altares y estatuas dedicados al rey, su heroización e, incluso en ocasiones, su divinización. La vida ciudadana en el helenismo Por su organización interna, las ciudades helenísticas no diferían mucho de su modelo, las poleis griegas. Sin embargo, dieron lugar a una serie de nuevas instituciones políticas urbanas características. Entre ellas destaca el evegetismo. Buena parte de la vida económica, social y cultural de la ciudad estaba promovida por los propios reyes o por personajes destacados de la comunidad, que con su propia riqueza sufragaban construcciones públicas, festejos, saneamiento, incluso en ocasiones la alimentación… El evergetismo es un fenómeno que tendrá posteriormente enorme importancia en la vida de las ciudades del imperio romano. El mundo de la cultura Se puede hablar de un aumento del nivel cultural en el mundo helenístico y de una difusión de la cultura, en la que influyó muy favorablemente la existencia de una lengua común, el griego. La gran producción de papiro y pergamino y el uso de esclavos copistas permitió publicar libros a una escala antes desconocida. Los centros de cultura son las ciudades. En ellas estaban los verdaderos centros del saber, las bibliotecas , debidas al mecenazgo de los reyes. Y ello es así porque la cultura se convierte en un elemento de prestigio Pero el gran centro intelectual del mundo helenístico era indiscutiblemente Alejandría de Egipto , donde Ptolomeo I fundó la gran biblioteca y el llamado Museo ( Musaion ), un “instituto de investigaciones científicas” dotado de todos los medios técnicos conocidos en la época. Allí llegó a haber más de medio millón de pergaminos, y allí se desarrolló la edición e interpretación de la tradición literarias griega precedente, destacando las obras de Homero.
Religiosidad helenística A largo y ancho del mundo helenístico se construyeron templos dedicados a los dioses tradicionales de los griegos. Todas las grandes ciudades helenísticas poseían sus propios festivales religiosos griegos. Al mismo tiempo, los reyes helenísticos protegieron y renovaron el culto de los dioses nativos más importantes, y sus templos y sacerdotes continuaron su función. Pero quizá el rasgo más interesante del helenismo es la fusión de ideas griegas y orientales que se documentan en todos los niveles de la sociedad, y muy especialmente en lo religioso. Esta mezcla de costumbres e ideas religiosas es denominada sincretismo. Un buen ejemplo de este fenómeno es la figuras de Serapis.