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Estudio y análisis sobre los cantos de La Ilíada a partir de los teóricos
Tipo: Monografías, Ensayos
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1-Extraer fragmentos del texto que ejemplifiquen las siguientes características del relato homérico señaladas por Bassett. a- historicidad b- progresividad temporal c-continuidad temporal d- continuidad espacial e- movimiento en el espacio f -personalidad (diálogos y distintos tipos de discurso directo) g- relatos enmarcados en diálogos h- léxis eiroméne 2- Extraer interposiciones del narrador en el relato y explicar su función discursiva. a- Apelación a las Musas b- Apelación a algún personaje c- Descripción de objetos (historia) d- Viñeta de personajes e- Símil Ejemplificar y analizar la función de los siguientes recursos formularios según S. Bassett: epítetos tradicionales fórmulas de diversa extensión (frase, verso, grupo de versos) escenas típicas
En este caso, se narra una acción (la convocatoria al ágora), pero antes de desarrollar esta escena se recurre a un evento anterior. En esta analepsis es Agamenón quien asume la voz de la historia y quien atrae la atención para no quebrar la ilusión épica. “Subía la diosa Aurora al vasto Olimpo para anunciar el día a Zeus y a los demás inmortales, cuando Agamenón ordenó que los heraldos de voz sonora convocaran al ágora a los melenudos aqueos. Convocáronlos aquéllos, y éstos se reunieron en seguida (II v.49 ss). ” Pero antes se celebró un consejo de magnánimos próceres junto a la nave del rey Néstor, natural de Pilos. Agamenón los llamó para hacerles una discreta consulta”. (II v.53ss). c. Continuidad temporal Anochece, amanece y luego se presenta una escena típica de navegación. La continuidad del tiempo se realiza en función de la rutina de navegación. “Cuando el sol se puso y sobrevino la noche , durmieron cerca de las amarras de la nave. Mas, así que apareció la hija de la mañana, la Aurora de rosados dedos, hiciéronse a la mar para volver al espacioso campamento aqueo, y Apolo, el que hiere de lejos, les envió próspero viento. Izaron el mástil, descogieron las velas, que hinchó el viento, y las purpúreas olas resonaban en torno de la quilla mientras la nave corría siguiendo su rumbo. Una vez llegados al vasto campamento de los aqueos, sacaron la negra nave a tierra firme y la pusieron en alto sobre la arena, sosteniéndola con grandes maderos. Y luego se dispersaron por las tiendas y los bajeles” (I: vv.475-480). En este caso, la continuidad está dada por el cumplimiento de la rutina formularia de un sacrificio y un banquete. “[…] cogieron las víctimas por la cabeza, que tiraron hacia atrás, y las degollaron y desollaron; en seguida cortaron los muslos, y, después de pringarlos con gordura por uno y otro lado y de cubrirlos con trozos de carne, el anciano los puso sobre la leña encendida y los roció de vino tinto […] asaron cuidadosamente y lo retiraron del fuego. Terminada l a faena y dispuesto el banquete, comieron, y nadie careció de su respectiva porción. Cuando hubieron satisfecho el deseo de beber y de comer, los mancebos coronaron de vino las crateras y lo distribuyeron a todos los presentes d espués de haber ofrecido en copas las primicias. Y durante todo el día los aqueos aplacaron al dios […]” (I: vv.457-460) d. Continuidad espacial
“Hablándoles de tal suerte y con altaneras voces, los despidió. Contra su voluntad fuéronse los heraldos por la orilla del estéril mar, llegaron a las tiendas y naves de los mirmidones, y hallaron al rey cerca de su tienda y de su negra nave. Aquiles, al verlos, no se alegró. Ellos se turbaron, y, habiendo hecho una reverencia, paráronse sin decir ni preguntar nada” (I:vv.326-330) e. Movimiento en el espacio Cambios de lugares relacionados con los movimientos de los personajes. En este caso, Atenea baja del cielo, aplaca a Aquiles y vuelve al Olimpo. “[...] Vino Atenea del cielo : […] Púsose detrás del Pelida y le tiró de la blonda cabellera. Aquiles, sorprendido, volvióse y al instante conoció a Palas Atenea, cuyos ojos centelleaban de un modo terrible […]. La diosa regresó al Olimpo […]” (I: vv.195-220). En este ejemplo es Tetis quien marca el cambio de escenario. Sale del mar, sube al Olimpo y regresa a su sitio: “Cuando, después de aquel día, apareció la duodécima aurora, los sempiternos dioses volvieron al Olimpo con Zeus a la cabeza. Tetis no olvidó entonces el encargo de su hijo: saliendo de entre las olas del mar, subió muy de mañana al gran cielo y al Olimpo, y halló al largo vidente Cronida sentado aparte de los demás dioses en la más alta de las muchas cumbres del monte” (I.v.493-500). En este caso, el cambio de lugar relaciona con Helena quien se encuentra en el palacio tejiendo y luego se traslada hacia las puertas Esceas. “Y Helena salió al momento de la habitación, cubierta con blanco velo, derramando tiernas lágrimas; sin que fuera sola, pues la acompañaban dos doncellas, Etra, hija de Piteo, y Clímene, la de ojos de novilla. Pronto llegaron a las puertas Esceas.” “Allí, sobre las puertas Esceas […]”(III.v.141-145). f. Personalidad Discursos únicos Plegaria De Crises hacia Apolo pidiéndole castigar a los aqueos:
hermosa ciudad?... Mas ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón? […] (XXII: v.100-130) Voz de grupo “Ellos, aunque afligidos, rieron con gusto y no faltó quien dijera a su vecino:“-¡Oh dioses! Muchas cosas buenas hizo Ulises, ya dando consejos saludables, ya preparando la guerra; pero esto es lo mejor que ha ejecutado entre los argivos: hacer callar al insolente charlatán, cuyo ánimo osado no lo impulsará en lo sucesivo a zaherir con injuriosas palabras a los reyes. -Así hablaba la multitud” (II: vv.270.ss). “Asombráronse cuantos la vieron, así los troyanos, domadores de caballos, como los aqueos, de hermosas grebas, y no faltó quien dijera a su vecino: O empezará nuevamente el funesto combate y la terrible pelea, o Zeus, árbitro de la guerra humana, pondrá amistad entre ambos pueblos. De esta manera hablaban algunos de los aqueos y de los troyanos” (IV: vv.80ss). Mensaje repetido por un mensajero “Mas cuando le faltaba poco para llegar al alto muro de la ciudad, el padre de los hombres y de los dioses bajó del cielo con el relámpago en la mano, se sentó en una de las cumbres del Ida, abundante en manantiales, y llamó a Iris, la de doradas alas, para que le sirviese de mensajera: —¡Anda, ve, rápida Iris! Dile a Héctor estas palabras: Mientras vea que Agamenón, pastor de hombres, se agita entre los combatientes delanteros y destroza filas de hombres, retírese y ordene al pueblo que combata con los enemigos en la encarnizada batalla. Mas así que aquél, herido de lanza o de flecha, suba al carro, le daré fuerzas para matar enemigos hasta que llegue a las naves de muchos bancos, se ponga el sol y comience la sagrada noche. Así dijo; y la veloz Iris, de pies ligeros como el viento, no dejó de obedecerlo. Descendió de los montes ideos a la sagrada Ilio, y, hallando al divino Héctor, hijo del belicoso Príamo, de pie en el sólido carro, se detuvo a su lado, y le habló de esta manera: -¡Héctor, hijo de Príamo, que en prudencia igualas a Zeus! El padre Zeus me manda para que te diga lo siguiente: Mientras veas que Agamenón, pastor de hombres, se agita entre los combatientes delanteros y destroza sus filas, retírate de la lucha y ordena al pueblo que combata con los enemigos en la encarnizada batalla. Mas así que aquél, herido de lanza o de flecha, suba al carro, te dará fuerzas para matar enemigos hasta que llegues a las naves de muchos bancos, se ponga el sol y comience la sagrada noche.” (XI: vv.185-200) “Al fin creyó que lo mejor sería enviar un pernicioso sueño al Atrida Agamenón; y, hablándole, pronunció estas aladas palabras: -Anda, ve pernicioso Sueño, encamínate a las veleras naves aqueas, introdúcete en la tienda de Agamenón Atrida, y dile cuidadosamente lo que voy a encargarte. Ordénale que arme a los
melenudos aqueos y saque toda la hueste: ahora podría tomar a Troya, la ciudad de anchas calles, pues los inmortales que poseen olímpicos palacios ya no están discordes, por haberlos persuadido Hera con sus ruegos, y una serie de infortunios amenaza a los troyanos. Así dijo. Partió el Sueño al oír el mandato, llegó en un instante a las veleras naves aqueas, y, hallando dormido en su tienda al Atrida Agamenón -alrededor del héroe había- se difundido el sueño inmortal-, púsose sobre su cabeza, y tomó la figura de Néstor, hijo de Neleo, que era el anciano a quien aquél más honraba. Así transfigurado, dijo el divino Sueño: -¿Duermes, hijo del belicoso Atreo, domador de caballos? No debe dormir toda la noche el príncipe a quien se han confiado los guerreros y a cuyo cargo se hallan tantas cosas. Ahora atiéndeme en seguida, pues vengo como mensajero de Zeus; el cual, aun estando lejos, se interesa mucho por ti y te compadece. Armar te ordena a los melenudos aqueos y sacar toda la hueste: ahora podrías tomar Troya, la ciudad de anchas calles, pues los inmortales que poseen olímpicos palacios ya no están discordes, por haberlos persuadido Hera con sus ruegos, y una serie de infortunios amenaza a los troyanos por la voluntad de Zeus. Graba mis palabras en tu memoria, para que no las olvides cuando el dulce sueño to desampare. Así habiendo hablado, se fue [...]” (II v.5-10). Arenga a un soldado o a las tropas Arenga de Agamenón a sus tropas: “[…] A cuantos veía, de entre los dánaos de ágiles corceles, que se apercibían para la pelea, los animaba diciendo: ¡Argivos! No desmaye vuestro impetuoso valor. El padre Zeus no protegerá a los pérfidos: como han sido los primeros en faltar a lo jurado, sus tiernas carnes serán pasto de buitres y nosotros nos llevaremos en las naves a sus esposas e hijos cuando tomemos la ciudad. A los que veía remisos en marchar al odioso combate, los increpaba con iracundas voces: ¡Argivos que sólo con el arco sabéis pelear”[…] (IV:220.-241). “El Atrida bullía entre la muchedumbre y a todos exhortaba: -¡Oh amigos! ¡Sed hombres, mostrad que tenéis un corazón esforzado y avergonzaos de parecer cobardes en el duro combate! De los que sienten este temor, son más los que se salvan que los que mueren; los que huyen ni alcanzan gloria, ni entre sí se ayudan. Dijo […]”(V:vv.530.ss). Arenga de Odiseo para restituir la confianza de la tropa: “!Atrida! Los aqueos, oh rey, quieren cubrirte de baldón ante todos los mortales de voz articulada y no cumplen lo que te prometieron al venir de Argos, criador de caballos: que no te irías sin destruir la bien murada Ilio. Cual si fuesen niños o viudas, se lamentan unos con otros y desean regresar a su casa. Y es, en verdad, penoso que hayamos de volver afligidos. Cierto que cualquiera se impacienta al mes de estar separado de su mujer, cuando ve detenida su nave de muchos bancos por las borrascas invernales y el mar alborotado; y nosotros hace ya nueve años, con el
De Odiseo a las tropas para que no abandonen la lucha: “Cuando encontraba a un rey o a un capitán eximio, parábase y lo detenía con suaves palabras. ¡Ilustre! No es digno de ti temblar como un cobarde. Deténte y haz que los demás se detengan también.” (II: vv.190ss) De Aquiles a las topas con el fin de cercar Troya: El divino Aquiles, ligero de pies, tan pronto como hubo despojado el cadáver, se puso en medio de los aqueos y pronunció estas aladas palabras: -¡Oh amigos, capitanes y príncipes de los argivos! Ya que los dioses nos concedieron vencer a ese guerrero que causó mucho más daño que todos los otros juntos, ea, sin dejar las armas cerquemos la ciudad para conocer cuál es el propósito de los troyanos.” (XXII: v.375 -380) De Zeus hacia los demás dioses para que no intervengan en la guerra: “¡Oídme todos, dioses y diosas, para que os manifieste lo que en el pecho mi corazón me dicta! Ninguno de vosotros, sea varón o hembra, se atreva a transgredir mi mandato; antes bien, asentid todos, a fin de que cuanto antes lleve a cabo lo que pretendo. El dios que intente separarse de los demás y socorrer a los troyanos o a los dánaos, como yo lo vea, volverá afrentosamente golpeado al Olimpo”(VIII:vv.8ss) Lamento fúnebre De los padres de Héctor: “La madre, al verlo, se arrancaba los cabellos; y, arrojando de sí el blanco velo, prorrumpió en tristísimos sollozos. El padre suspiraba lastimeramente, y alrededor de él y por la ciudad el pueblo gemía y se lamentaba” (XXII v.405 ss). “Así habló llorando, y los ciudadanos suspiraron. Y Hécabe comenzó entre las troyanas el funeral lamento: -¡Oh hijo! ¡Ay de mí, desgraciada! ¿Por qué, después de haber padecido terribles penas, seguiré viviendo ahora que has muerto tú? Día y noche eras en la ciudad motivo de orgullo para mí y el baluarte de todos, de los troyanos y de las troyanas, que to saludaban como a un dios. Vivo, constituías una excelsa gloria para ellos; pero ya la muerte y la Parca to alcanzaron. Así dijo llorando […]” (XXII vs.429.ss) De Aquiles ante la muerte de Patroclo: “Y el Pelida comenzó entre ellos el funeral lamento colocando sus manos homicidas sobre el pecho de su amigo: -¡Alégrate, oh Patroclo, aunque estés en el Hades! Ya voy a cumplirte cuanto te prometiera: he traído arrastrando el cadáver de Héctor,
que entregaré a los perros para que lo despedacen cruelmente; y degollaré ante tu pira a doce hijos de troyanos ilustres, por la cólera que me causó tu muerte. Dijo; y, para tratar ignominiosamente al divino Héctor, lo tendió boca abajo en el polvo […] “(XXIII v.15-20) g- Relatos enmarcados en diálogos Mito de Tideo, padre de Diómedes “En viendo a aquél, el rey Agamenón lo reprendió, profiriendo estas aladas palabras: ¡Ay, hijo del aguerrido Tideo, domador de caballos! ¿Por qué tiemblas? ¿Por qué miras azorado el espacio que de los enemigos nos separa? No solía Tideo temblar de este modo, sino que, adelantándose a sus compañeros, peleaba con el enemigo. Así lo refieren quienes to vieron combatir, pues yo no to presencié ni to vi, y dicen que a todos superaba. Estuvo en Micenas, no para guerrear, sino como huésped, junto con el divino Polinices, cuando ambos reclutaban tropas para dirigirse contra los sagrados muros de Teba. Mucho nos rogaron que les diéramos auxiliares ilustres, y los ciudadanos querían concedérselos y prestaban asenso a lo que se les pedía; pero Zeus, con funestas señales, les hizo variar de opinión. Volviéronse aquéllos; después de andar mucho, llegaron al Asopo, cuyas orillas pueblan juncales y prados, y los aqueos nombraron embajador a Tideo para que fuera a Teba. En el palacio del fuerte Eteocles encontrábanse muchos cadmeos reunidos en banquete; pero ni a11í, siendo huésped y solo entre tantos, se turbó el eximio jinete Tideo: los desafiaba y vencía fácilmente en toda clase de luchas. ¡De tal suerte lo protegía Atenea! Cuando se fue, irritados los cadmeos, aguijadores de caballos, pusieron en emboscada a cincuenta jóvenes al mando de dos jefes: Meón Hemónida, que parecía un inmortal, y Polifonte, intrépido hijo de Autófono. A todos les dio Tideo ignominiosa muerte menos a uno, a Meón, a quien permitió, acatando divinales indicaciones, que volviera a la ciudad. Tal fue Tideo etolio, y el hijo que engendró le es inferior en el combate y superior en el ágora”. (IV: vv370-
Mito sobre la duración de la guerra de Troya “Tened paciencia, amigos, y aguardad un poco más, para que sepamos si fue verídica la predicción de Calcante. Bien grabada la tenemos en la memoria, y todos vosotros, los que no habéis sido arrebatados día tras día por las parcas de la muerte, sois testigos de lo que ocurrió en Áulide cuando se reunieron las naves aqueas que cantos males habían de traer a Príamo y a los troyanos. En sacros altares inmolábamos hecatombes perfectas a los inmortales, junto a una fuente y a la sombra de un hermoso plátano a cuyo pie manaba agua cristalina. Allí se nos ofreció un gran portento. Un horrible dragón de roja espalda, que el mismo Olímpico sacara a la luz, saltó de debajo del altar al plátano. En la rama cimera de éste hallábanse los hijuelos recién nacidos de un ave, que medrosos se acurrucaban debajo de las hojas; eran ocho, y, con la madre que los parió, nueve. El dragón
” En el décimo, Aquiles convocó al pueblo al ágora : se lo puso en el corazón Hera, la diosa de los níveos brazos, que se interesaba por los dánaos, a quienes veía morir. Acudieron éstos y, una vez reunidos, Aquiles, el de los pies ligeros, se levantó y dijo: ¡Atrida! Creo que tendremos que volver atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos de la muerte; pues, si no, la guerra y la peste unidas acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos a un adivino, sacerdote o intérprete de sueños -pues también el sueño procede de Zeus-, para que nos diga por qué se irritó tanto Febo Apolo: si está quejoso con motivo de algún voto o hecatombe, y si quemando en su obsequio grasa de corderos y de cabras escogidas, querrá libramos de la peste. Cuando así hubo hablado, se sentó. ” (I: v.55-65) “Interrumpiéndole, exclamó el divino Aquiles: Cobarde y vil podría llamárseme si cediera en todo lo que dices; manda a otros, no me des órdenes, pues yo no pienso ya obedecerte. Otra cosa te diré que fijarás en la memoria: No he de combatir con estas manos por la joven ni contigo, ni con otro alguno, pues al fin me quitáis lo que me disteis; pero, de lo demás que tengo junto a mi negra y veloz embarcación, nada podrías llevarte tomándolo contra mi voluntad. Y si no, ea, inténtalo, para que éstos se enteren también; y presto tu negruzca sangre brotará en torno de mi lanza. Después de altercar así con encontradas razones, se levantaron y disolvieron el ágora que cerca de las naves aqueas se celebraba. Fuese el Pelida hacia sus tiendas […]” (I:vv.292-296) 2.a- Apelación a las Musas La apelación a las Musas es utilizada para dar garantía de los hechos, es la voz del pasado, se la coloca en la posición de testigo de las hazañas de los héroes como recurso para hacer pasar el relato por verdadero. En el Canto II vv.485 se la invoca para testimoniar la titánica tarea de enumerar los nombres de los caudillos que partieron hacia Troya. 2.b- Apelación a algún personaje La apelación a algún personaje es utilizada para enriquecer los relatos (ejemplificar). En este caso, se apela a la figura del padre de Aquiles para que este aplaque su ira. “Amigo, tu padre Peleo te daba estos consejos el día en que desde Ftía lo envió a Agamenón: « ¡Hijo mío! La fortaleza, Atenea y Hera te la darán si quieren; tú refrena en el pecho el natural fogoso- la benevolencia es preferible -y abstente de perniciosas disputas para que seas más honrado por los argivos jóvenes y ancianos.» (IX: 250,ss). 2.c-Descripción de objetos
Escudo de Aquiles En este caso se hace referencia a quien crea el escudo, Hefesto: “Hizo lo primero de todo un escudo grande y fuerte, de variada labor, con triple cenefa brillante y reluciente, provisto de una abrazadera de plata. Cinco capas tenía el escudo, y en la superior grabó el dios muchas artísticas figuras, con sabia inteligencia.” (XVII: v.478-484) Espada y escudo de Aquiles. “Luego, el rey colgó del hombro la espada, en la que relucían áureos clavos, con su vaina de plata sujeta por tirantes de oro. Embrazó después el labrado escudo, fuerte y hermoso, de la altura de un hombre, que presentaba diez círculos de bronce en el contorno, tenía veinte bollos de blanco estaño y en el centro uno de negruzco acero, y lo coronaba Gorgona, de ojos horrendos y torva vista, con el Terror y la Fuga a los lados. Su correa era argentada, y sobre la misma enroscábase cerúleo dragón de tres cabezas entrelazadas, que nacían de un solo cuello. Cubrió en seguida su cabeza con un casco de doble cimera, cuatro abolladuras y penacho de crines de caballo, que al ondear en to alto causaba pavor; y asió dos fornidas lanzas de aguzada broncínea punta, cuyo brillo llegaba hasta el cielo”. (XI: v. 30-35) Historia y descripción del casco que usa Diómedes. Se desarrolla la historia del objeto. “El intrépido Trasimedes dio al Tidida una espada de dos filos -la de éste había quedado en la nave-y un escudo; y le puso un morrión de piel de toro sin penacho ni cimera, que se llama catétyx y lo usan los mancebos que se hallan en la flor de la juventud para proteger la cabeza. Meriones procuró a Ulises arco, carcaj y espada, y le cubrió la cabeza con un casco de piel que por dentro se sujetaba con muchas y fuertes correas y por fuera presentaba los blancos dientes de un jabalí, ingeniosamente repartidos, y tenía un mechón de lana colocado en el centro. Este casco era el que Autólico había robado en Eleón a Amíntor Orménida, horadando la pared de su casa, y que luego dio en Escandia a Anfidamante de Citera; Anfidamante to regaló, como presente de hospitaidad, a Molo; éste lo cedió a su hijo Meriones para que lo llevara, y entonces hubo de cubrir la cabeza de Ulises”. (X: 255-265) 2.d- Viñeta de personajes Se utiliza para retratar personajes que de otro modo pasarían inadvertidos.
Pares de símiles. Empleados para referirse a Héctor en una breve secuencia narrativa. La segunda comparación es más larga que la primera. “[...]y cayó en la batalla como tempestad que viene de lo alto y alborota el violáceo Ponto [...]”.(XI:v.297) “Como se ve extendiendo una nube desde el Olimpo al cielo, después de un día sereno, cuando Zeus prepara una tempestad; así los teucros huyeron de las naves, dando gritos, y ya no fue con orden como traspasaron el foso”. (XI: 298-) 3.a Epítetos tradicionales “deiforme Alejandro” “Hera, la diosa de los níveos brazos”. “Héctor, el de tremolante casco”. “Héctor, domador de caballos”. “Héctor, matador de hombres”. “Ártemis, que se complace en tirar flechas”. “los celestes sempiternos dioses”. “los troyanos, domadores de caballos”. “Eneas, caudillo de los teucros”. Formulas de diversa extensión ¡Oh, Aquiles, hijo de Peleo, el más valiente de todos los aqueos! “¡Ares, Ares, funesto a los mortales, manchado de homicidios, demoledor de murallas!” “¡Paris, el de más hermosa figura, mujeriego, seductor!” “Néstor, suave en el hablar, elocuente orador de los pilios, de cuya boca las palabras fluían más dulces que la miel”. “Aqueos que solo con arco sabéis combatir y nunca os cansáis de proferir amenazas”. “¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! Variación del mismo epíteto
(XXIV:vv.748) ¡Héctor, el hijo más amado de mi corazón! (XXIV: vv762) ¡Héctor, el cuñado más querido de mi corazón! Repetición de epíteto (XI:vv.395) “Odiseo, famoso por su lanza” (XI:vv.4001) “Odiseo, famoso por su lanza”.
3. c- Escenas típicas Escena típica de desembarco. “Cuando arribaron al profundo puerto, amainaron las velas, guardándolas en la negra nave; abatieron rápidamente por medio de cuerdas el mástil hasta la crujía, y llevaron la nave, a fuerza de remos, al fondeadero. Echaron anclas y ataron las amarras, saltaron a la playa, desembarcaron las víctimas de la hecatombe para Apolo, el que hiere de lejos, y Criseida salió de la nave surcadora del ponto”. (II: vv.435-440) Escena típica de hecatombe y festín. “ Hecha la rogativa y esparcida la mola, cogieron las víctimas por la cabeza, que tiraron hacia atrás, y las degollaron y desollaron; en seguida cortaron los muslos, y, después de pringarlos con gordura por uno y otro lado y de cubrirlos con trozos de carne, el anciano los puso sobre la leña encendida y los roció de vino tinto. Cerca de él, unos jóvenes tenían en las manos asadores de cinco puntas. Quemados los muslos, probaron las entrañas, y, dividiendo lo restante en pedazos muy pequeños, lo atravesaron con pinchos, lo asaron cuidadosamente y lo retiraron del fuego. Terminada la faena y dispuesto el banquete, comieron, y nadie careció de su respectiva porción […]”(I:vv.460-470). Escena típica de vestimenta para el duelo. “El divino Alejandro, esposo de Helena, la de hermosa cabellera, vistió una magnífica armadura: púsose en las piernas elegantes grebas ajustadas con broches de plata; protegió el