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Este documento explora el concepto de la inmortalidad según el escritor checo Milan Kundera, a través de su obra 'La Inmortalidad'. El texto analiza las diferentes concepciones de la inmortalidad, desde la perspectiva popular y la de Kundera, y su relación con la religión cristiana y la filosofía griega. Además, se discuten las motivaciones por las que el ser humano desea ser inmortal y las posibles respuestas a esta pregunta.
Tipo: Ejercicios
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Juan Camilo Arboleda Sánchez Lo que el hombre busca después de la muerte El concepto alrededor del cual gira una de las obras del escritor Milan Kundera, es La Inmortalidad, así mismo se llama el libro. Este pensamiento del autor define lo que naturalmente se conoce como la “imposibilidad de morir”, “Ser eterno” o “Vivir eternamente” de una manera distinta. En este escrito se tratará de desarrollar un poco aquel concepto tan nombrado en la obra de Kundera y de hacer así mismo, un paralelo entre la connotación popular y la posición del escritor. Una de las características de la sociedad colombiana es su historicidad religiosa, siendo más específicos, Cristiana Católica, lo cual ha influido sobre el pensamiento de trascendencia (definiéndolo como la vida después de la muerte), el lenguaje popular y otras connotaciones filosóficas. Este cristianismo declara en su doctrina “ Creemos firmemente, y así lo esperamos, que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que Él los resucitará en el último día (cf. Jn 6, 39-40)”. Es decir, el cristianismo habla de que el hombre es creado por Dios y a él ha de volver, así como también habla de que el alma tiene la cualidad de haber sido creada para siempre y de que para compartir la inmortalidad con su creador, como lo dice la cita anteriormente dicha, hay que ser justo en la vida terrenal para recibir el premio de la presencia de su Dios. Esta es la definición popular de inmortalidad, de la cual Kundera no habla en su libro, por el contrario, en el segundo párrafo del capítulo dos desde el personaje de Goethe define el termino y eje de su obra: “La inmortalidad de la que habla Goethe no tiene, por supuesto, nada que ver con la fe religiosa en la inmortalidad del alma. Se trata de otra inmortalidad distinta, completamente terrenal, de la de quienes permanecerán tras su muerte en la memoria de la posteridad .” Dicho de otra manera, el ser inmortal o no depende de las obras que nos hacen permanecer en la mente de otros, por otro lado, no se habla de vivir eternamente, por el contrario, se habla de prolongar la existencia propia mediante la permanencia en la mente de otros. Es una connotación semejante a la que define el escritor Bernard Simiot en su escrito “Yo, Zenobia, Reina de Palmira” en la cual a modo de duda se
interroga sobre este concepto diciendo: “Tal vez lo que llamamos la inmortalidad del alma no sea más que la duración del recuerdo de lo que hemos amado. Después, todo termina. Ya no queda nada.” Simiot, al igual que Kundera habla de que se es inmortal por la permanencia en la mente de los demás y por tanto, también de que en el caso contrario, el de ser olvidado, se deja de serlo. Las anteriores definiciones de inmortalidad se hacen semejantes a dos tiempos griegos: Grecia clásica y Grecia Helenística: En la era clásica de la antigua Grecia hubo una gran influencia por parte de las obras de Homero, la Ilíada y la Odisea, las cuales narran historias de Valor, pasión y proezas de batalla. Obras con las que incluso se educaban a los niños y jóvenes, lo cual conllevó a que hubiese un gran interés por llegar a lo que hoy le llamaríamos “Gloria” o “Realización” por medio de grandes obras en el campo de batalla. Tanto así que uno de los mayores miedos de los griegos era nacer mujer o con algún defecto físico, puesto que les impediría actuar en combate y así mismo, lo que llamaríamos “inmortalizarse”. Lo cual es semejante a la idea de Milan Kundera. Por otro lado, en la era helenística lo griegos se preocuparon más por llegar a la virtud mediante el trabajo hacia su interior, lo cual es semejantes al cristianismo, e incluso le permitió, mediante esta semejanza, su inicial expansión. Partiendo de la perspectiva de qué tan fácil es acceder a la inmortalidad también hay diferencias entre ambos, para comenzar, el cristianismo, como se mencionó anteriormente, habla de que hay que ser justo para ser merecedor de la vida eterna, aunque también se habla de la misericordia de Dios, a la cual puede acceder el hombre. Por lo cual de una u otra manera todas las personas pueden acceder a este tipo de inmortalidad. Desde el punto de vista de Kundera, al volverse el ser humano inmortal mediante la recordación del otro, esta accesibilidad disminuye, dado que para ser recordado hay que hacer obras que los demás noten, así, a mayores obras, mayor permanencia habrá en la mente de los demás, aunque él también habla de pequeñas inmortalidades, sin embargo, al ser recordado por pocos, el recuerdo se ha de desvanecer más fácilmente.
exigencias para cumplir con su propósito, ya sea de permanecer o de alcanzar la plenitud de la felicidad. Adicionalmente surge un interrogante: Después de la preocupación y el esfuerzo por permanecer en la mente de los demás ¿qué se logra finalmente?, Héctor Abad responde a esta pregunta en el capítulo 42 de su obra (El Olvido que Seremos): Todos estamos condenados al polvo y al olvido […]«Ayer se fue, mañana no ha llegado, / hoy se está yendo sin parar un punto, y soy un fue, y un será, y un es cansado […]» decía Quevedo al referirse a la fugacidad de nuestra existencia, encaminada siempre ineluctablemente hacia ese momento en que dejaremos de ser. Sobrevivimos por unos frágiles años, todavía, después de muertos, en la memoria de otros, pero también esa memoria personal, con cada instante que pasa, está siempre más cerca de desaparecer. […]Todas estas personas con las que está tejida la trama más entrañable de mi memoria, todas esas presencias que fueron mi infancia y mi juventud, o ya desaparecieron, y son solo fantasmas, o vamos camino de desaparecer, y somos proyectos de espectros que todavía se mueven por el mundo. […]Es comprensible e identificable con algo que ustedes también sienten o han sentido, entonces este olvido que seremos puede postergarse por un instante más, en el fugaz reverberar de sus neuronas, gracias a los ojos, pocos o muchos, que alguna vez se detengan en estas letras. Así finaliza para Héctor Abad la permanencia en los otros, en el olvido y frente al otro tipo de inmortalidad, es posible que el lector ya tenga la respuesta. Bibliografía Vaticana, L. E. (2001). Catecismo de la iglesia católica (No. 5). USCCB Publishing. Película: Ol Parker. 2012. Ahora y siempre Faciolince, H. J. A. (2010). El olvido que seremos. Seix Barral. Leahey, T. H. (2005). Historia de la psicología. Pearson Education.