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Este documento analiza la relación existente entre el uso de anfetaminas y trastornos alimenticios en adolescentes femeninas. El texto describe las características farmacológicas, usos, comercialización y secuelas en la salud de la sustancia, con el fin de comprender sus efectos y impactos. Además, se revisan estudios entre 1991-2002 en México, Canadá, España y EE.UU. para entender el vínculo entre el consumo de anfetaminas y el riesgo de desarrollar algún trastorno alimenticio.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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26 de abril de 2021
Psicología Clínica, Psicofarmacología, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de las Américas Puebla Resumen El presente trabajo analiza la relación existente entre el uso de anfetaminas y trastornos alimenticios. La identificación de las diferentes esferas culturales ayudó a mostrar el panorama respecto al cumplimiento de estándares de belleza poco saludables y el efecto en una población tan vulnerable como lo son las adolescentes. Para ello se revisaron diferentes estudios, realizados entre 1991-2002, en México, Canadá, España y EU. En todos estos los resultados mostraron una mayor prevalencia de trastornos alimenticios en mujeres que en hombres, así como un mayor consumo de anfetaminas y otras sustancias cuando existe una conducta alimentaria de riesgo. Ligado al incremento en consumo de anfetaminas, se describen las características farmacológicas, los usos de aplicación y comercialización y secuelas en la salud con el fin de comprender los efectos y el impacto del consumo de la sustancia. Finalmente se plantea una propuesta de intervención en respuesta a la problemática social planteada, la cual debido a la comorbilidad que se suele presentar entre abuso de sustancias y trastornos alimenticios supone la necesidad de buscar una terapia que aborde los trastornos de manera simultánea. De esa forma se termina con una conceptualización de la Terapia Dialéctica Conductual, la cual está basada en un modelo de regulación emocional. Junto con psicoeducación, el establecimiento de jerarquías de prioridades, manejo de contingencias y la asistencia terapéutica se busca que, una vez identificadas las posibles adolescentes en riesgo de desarrollar un trastorno de la alimentación, se pueda recurrir como posibles planes de prevención y tratamiento dentro de las escuelas alrededor de México. Abstract The present work analyses the existing relationship between amphetamine use and eating disorders. Through the clear identification of the different cultural aspects that surround the fulfilment of unhealthy beauty standards and its effects on a vulnerable population such as the female youth. For this reason, different studies between 1991-2002 in México, Canada, Spain and the US were reviewed. In which the results shown reflected a higher prevalence of eating disorders in females than males, additionally a higher intake of amphetamines and other substances was associated to an existing risk in eating behaviour. Linked to the increase in amphetamine consumption, the pharmacological characteristics were described. Together with the uses, forms of application, commercialization and the consequences in health, everything with the aim of understanding the effects and impacts of consuming the substance. In the end an intervention in response to the social problem described is proposed. Due to the common comorbidity with
eating disorders and substance abuse, the Dialectical Behavioural Therapy based on emotion regulation is conceptualized. Along with psychoeducation, the establishment of hierarchies, contingency management, and phone coaching, it is expected to be a viable option to be used as part of preventive plans and treatments in schools around México. Palabras clave: Anfetamina, bajar de peso, mujeres, adolescentes, trastornos alimenticios Introducción Actualmente gracias a la publicidad irreal y distorsionada que nos muestran las redes sociales de cómo debería ser el cuerpo ideal y perfecto, el cual consiste en estar delgada, causa que las adolescentes padezcan algún trastorno alimenticio. En México, al año se estiman 20 mil casos de anorexia y bulimia. Además, el 90% de las personas que padecen de anorexia y bulimia son mujeres, mientras que el otro 10% son hombres (Telese, 2019). Hoy en día un 85% de los trastornos de alimentación ocurren durante la adolescencia. Muchos adolescentes por seguir a estos “influencers” o tendencias, se someten a regímenes estrictos para perder peso, entre estos está el consumir pastillas para adelgazar como las anfetaminas, sin importarles el riesgo que conllevan para su salud. Es común ver en las redes sociales que los mensajes que mandan asocian la felicidad y el éxito con el cuerpo delgado y la perfección física, esto hace que los niños y adolescentes al estar en la búsqueda de su identidad sean mucho más vulnerables a estos mensajes y críticas que los adultos, mucho más si tienen una autoestima baja. En nuestros días es muy común que un cuerpo delgado y marcado se convierta en el ideal de belleza socialmente deseable y aceptado, esto provoca que las personas empiecen a juzgar un cuerpo normal y saludable como “muy gordo”. Al bombardearlos con todos estos mensajes en las redes sociales sobre superficialidad y presión para tener un "cuerpo perfecto" la imagen corporal se distorsiona y es lo que hace que arriesguen su salud con el objetivo de estar delgados sin importar las consecuencias (Lezama, 2021). Toda esta presión lleva a los adolescentes, especialmente a las mujeres a consumir anfetaminas ya que, uno de sus efectos es que quita el apetito y reduce la ansiedad por comer. Esto lo toman como una “solución rápida" para bajar de peso en vez de comer bien y hacer ejercicio que, aunque es lo indicado, les llevaría más tiempo ver resultados, por lo que no les importan las consecuencias negativas que puede traer este fármaco para su salud (Healthy Children.org, 2016). Las anfetaminas son drogas muy activas que aceleran las funciones del cerebro y cuerpo. Comúnmente vienen en forma de pastillas o comprimidos, la mayoría de las pastillas para perder peso vienen con receta médica, pero al usarlas tan seguido y sobre todo en adolescentes, hace que se consuman ilegalmente. Las anfetaminas hacen que la persona este llena de energía y en un estado de máxima alerta, lo que hace que se produzca la pérdida de apetito. También, provocan la aceleración de frecuencia cardíaca, respiración y tensión arterial, sudoración, temblores, insomnio, dolores de cabeza, entre otros. Si se consume diariamente además de causar adicción puede causar paranoia intensa y alucinaciones (Medline Plus, s.f). Características farmacológicas Las anfetaminas son psicoestimulantes clasificadas dentro de lo grupos de excitadores. Son
vuelto consumidoras adictas debido a los efectos que tiene sumando que esto las lleva a padecer un trastorno alimenticio (Borrego, s.f). Como se menciona al inicio de este documento hay distintas formas de administración de estas anfetaminas, se puede dar por pastillas y cápsulas, en polvo, cristal y líquido refiriéndonos al estado de la sustancia. Ahora yéndonos hacia el consumo de estas pueden ser tragadas, frotadas contra las encías, inhaladas por la nariz, inyectadas y fumadas. Es importante decir que la administración por inyección intravenosa causa un efecto inmediato, provoca mayor intensidad en los efectos y genera un placer extremo (Pako,2011). Problemática social derivada del abuso de anfetamina El uso de sustancias impacta en diversos ámbitos, es importante identificar la problemática de relevancia social y de salud pública. El Reporte Global de drogas (UNODC) publicado en 2020 con los datos recabados del 2018 estimó que alrededor de 269 millones de personas consumen drogas, además de que se ha registrado un incremento del 30% en relación al 2009 (Naciones Unidas, 2020). Específicamente para el caso de las anfetaminas el consumo a nivel mundial es de 27 millones (UNODC, 2020), a pesar de que el uso de anfetaminas es menor al de otras sustancias como la marihuana, ha habido un incremento especialmente en Norteamérica, Sudamérica, Centroamérica (los dos últimos tienen un registro mayor en mujeres respecto al uso de pastillas para bajar de peso y anfetamina), Australia, Nueva Zelanda y Asia. En México, tras la realización de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, 734 mil personas reportaron consumo de anfetamina alguna vez en su vida. Acotado a la población adolescente, de 34, 429 que lo consumieron en último año, 14, 573 son hombres, y 19, 846 son mujeres, es decir el consumo es mayor en mujeres que en hombres adolescentes. Ligado a lo anterior y considerando que el consumo de estas sustancias trae consigo consecuencias de salud, de acuerdo con el Boletín Epidemiológico más reciente, en México los casos y probables casos de trastornos alimenticios incluida la bulimia y anorexia es de 428, de los cuales 315 son los casos acumulados en el total de entidades federativas en la población femenina en comparación a 113 en hombres (Secretaría de Salud, 2021), es por eso que se pretende indagar en el posible vínculo que pudiera tener el consumo de anfetaminas y la presencia o riesgo de desarrollar algún trastorno alimenticio. La comorbilidad entre desórdenes alimenticios y abuso de sustancias ha sido planteada en estudios en poblaciones clínicas, tal es el caso de Gadalla & Piran (2002). En su estudio trasversal se contó con 36, 984 participantes, representantes de aproximadamente 98% de la población canadiense de quince años en adelante. Los cuales respondieron la prueba estandarizada Eating Attitude Test (EAT), muy utilizada para medir la gravedad de síntomas y preocupaciones característicos de desórdenes alimenticios, sin dar un diagnóstico específico. El rango de puntaje de la prueba es de entre 0-78, individuos con un puntaje arriba de 20 se consideran en riesgo de un trastorno alimenticio. La variable de uso de drogas ilícitas estuvo basada en los datos estadísticos de la Encuesta de Drogas y Alcohol de
incluyeron otras sustancias), se tomó la probabilidad de co-ocurrencia de las dos condiciones, para mujeres fue de 0.214%, lo cual indicó que la probabilidad de ocurrencia sería dos veces la ocurrencia que sucedería para cada condición por separado y por casualidad (Gadalla & Pirán, 2002). En la misma línea, un estudio realizado en España exploró la presencia de situación de riesgo de sufrir algún trastorno y la relación con el consumo de sustancias psicoactivas entre ellas anfetamina, en una muestra universitaria de hombres y mujeres. Se empleó el Eating Attitudes Test (EAT). Se comprobaron diferencias claras entre hombres y mujeres respecto a las actitudes y conductas hacia la alimentación: prevalencia superior en mujeres. Los hallazgos pueden estar relacionados a la presión social y cultural, de los estándares de belleza que promueven una delgadez perjudicial para la salud, que se vuelve un punto central en la feminidad. Diferencias significativas entre otras variables se observaron en una de las subescalas “bulimia y preocupación por la comida” (Herrero & Viña, 2002, p.662) y consumo de anfetamina junto con otras sustancias, de las cuales, la teoría explicativa propuesta por los autores dicta que el consumo de anfetaminas se explicaría mejor por la perspectiva basada en el desarrollo, en donde el consumo sería con el objetivo de lograr adelgazar y reducir la necesidad de ingerir alimentos (Herrero & Viña, 2002). Las tendencias anteriores también se han visto en poblaciones estadounidenses, en donde igualmente las mujeres adolescentes viven con una constante preocupación por su imagen corporal. En 1991 Gritz & Crane, realizaron un estudio transversal con una muestra que se consideró representativa de todos los adolescentes estadounidenses de último año de preparatoria, recolectaron datos de 134 preparatorias públicas y privadas de diferentes estados. En un total de 3,305 hombres y mujeres adolescentes, se examinó la relación entre el uso de cigarros, uso de pastillas dietéticas y uso de anfetaminas para bajar de peso. Los autores encontraron diferencias respecto al género, las mujeres mostraron ser más propensas al uso de todas las sustancias mencionadas, específicamente para anfetamina, “más del (8%) había recurrido a su uso en los últimos 12 meses”, mientras que en hombres “el uso de anfetaminas para bajar de peso fue casi inexistente (1.8%)” (Gritz y Crane, 1991, p.331). La relación entre consumo de tabaco y anfetaminas para bajar de peso fue evidente ya que aquellas mujeres fumadoras de todos los días, con un puntaje alto en el Substance Use Index, además de uso de pastillas para bajar de peso en los últimos 12 meses, eran las más propensas a utilizar anfetaminas para bajar de peso. Adicionalmente se observaron diferencias significativas entre mujeres de raza blanca y de raza negra, las primeras fueron dos veces más probables a fumar, tres veces más probables a usar pastillas dietéticas y en el caso de las anfetaminas diez veces más probables a utilizarlas para bajar de peso (Gritz y Crane, 1991). En población mexicana, Gutiérrez et al analizaron una población de 143 mujeres adolescentes con indicadores de trastornos alimenticios, entre los cuales se encontraba “preocupación por engordar, sobrestimación del peso corporal, la práctica de métodos restrictivos como dietas, ejercicio, ayuno, uso de pastillas para adelgazar y/o purgativos para bajar de peso” (Gutiérrez et al., 2001, p.57) y un segundo grupo control de 143 mujeres. Se encontró que los índices de consumo de anfetaminas junto con otras sustancias, era mayor en el grupo en riesgo que en el grupo sin riesgo. De manera general la prevalencia del uso de sustancias adictivas va en
realizada por un especialista, permitirá entonces determinar un diagnóstico bien definido de acuerdo con los criterios del DSM-5 e igualmente explorará que se cumplan los criterios para abuso de sustancia, en el caso específico el enfoque fue anfetamina aun que puede incluir otras sustancias. De esa forma como punto de partida se debe incluir la psicoeducación, para que las pacientes sean alentadas a aceptar y aprender a tolerar sus experiencias emocionales al mismo tiempo que aprenden estrategias de afrontamiento. En segundo lugar, dentro de las terapias individuales se establece una jerarquía de prioridades. Se identifican los síntomas más severos y que amenazan la vida, que además pudieran estar interfiriendo en su calidad de vida y funcionalidad; así las metas terapéuticas son bien establecidas y no se cambian en el curso del tratamiento. Se debe incluir el manejo de contingencias para reducir las señales y acceso a las sustancias y a comportamientos específicos, al mismo tiempo el reforzamiento de conductas adaptativas (reforzamiento comunitario que resulta de la visualización de aspectos positivos en relaciones cuando están en abstinencia) debe ser parte esencial del tratamiento. Adicionalmente tienen peso importante las conductas que se asumen fuera del consultorio, por eso se puede incluir asistencia telefónica, el terapeuta puede ayudar a que la persona ponga en práctica habilidades en diferentes contextos e igualmente pueda intervenir ante una crisis. Dentro de esta intervención también se propone trabajar sobre las redes sociales, ya que estos trastornos alimenticios muchas veces están aliados hacia la presión social que se tiene por ser delgado, para aceptar o rechazar su imagen corporal. Sumado a esto, se sabe que la adolescencia es un grupo vulnerable en el que al estar en desarrollo se quiere experimentar nuevas cosas y al tener esa obsesión de ser delgadas recurren a todo tipo de situaciones para lograr dicho objetivo incluso si así lleguen a la muerte. (O’connor,1997 citado en Beatríz,2012). Por tanto, se habla de que en si el adolescente está mayormente expuesto a este tipo de contenidos que incitan a bajar de peso a través de métodos poco saludables, entonces el adolescente tiene mayor riesgo de padecer un trastorno alimenticio. Es por todo esto que se pretende elaborar material psicoeducativo en dónde se reflejen de manera clara las consecuencias a corto y largo plazo del uso de anfetaminas para bajar de peso. La difusión a través de las redes sociales más utilizadas hoy en día permitirá tener el alcance deseado en la población adolescente. CONCLUSIÓN Finalmente, tras la revisión anterior, es posible ver que si hay relaciones existentes entre trastornos alimenticios y uso de anfetaminas, por medio de los diversos estudios se sigue enfatizando que las mujeres adolescentes de diferentes partes del mundo viven con una constante preocupación de su imagen corporal, está latente el miedo a ganar peso, dietas constantes, repetitivas y, por tanto, puede resultar en trastornos alimenticios emergentes. Referencias Beatríz, Z. (2012). La Familia y las Redes Sociales en los Trastornos Alimenticios en Adolescentes de la époda contemporánea. Revista Científica In Crescendo .3(2), 299-
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