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Conceptos de PSICOLOGÍA fundamentales - Marta Vega, Apuntes de Psicología Social

Descripción de los conceptos más relevantes de la Psicología Psicoanalítica desde la mirada de la autora Marta Vega.

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 11/06/2020

melisache
melisache 🇦🇷

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MARTA VEGA
Psicología de la Adolescencia:
Seminario: - Conceptos metapsicológicos generales.
- Pulsión.
- Evolución de las pulsiones.
Freud plantea que todo desenlace psíquico, dentro del marco de la normalidad o la
psicopatología, debe ser entendido como producto de conflicto entre el yo y la libido.
“Por último no concluiré este trabajo, que a su vez no es sino un fragmento de un contexto
más vasto, sin anticipar las dos principales tesis hacia cuyo esfuerzo navega la teoría libidinal
sobre las neurosis y psicosis, que las neurosis brotan en lo esencial de conflictos del yo con la
pulsión sexual y que sus formas guardan las improntas de la historia de la libido… y del yo” (S.
Freud, 1911).
¿Cuál es el alcance de esta concepción genética? ¿Qué significa historia?
Freud desde el comienzo de sus trabajos intenta establecer una sucesión de épocas en la
infancia y en la pubertad y relaciona la elección e la neurosis con esta sucesión; se trata de una
sucesión de acontecimientos que no guardan una correlación estricta con la cronología, sino
que suponen distintos momentos en la estructuración del aparato psíquico. Son momentos
lógicos, no cronológicos, y el pasaje de una época a otra, de un sistema a otro, se compara a
una traducción.
Trabajaremos a continuación uno de esos grandes ejes: el de la evolución libidinal.
Debemos definir en primer término el concepto de libido y diferenciarlo de la pulsión. Libido
no abarca todo el campo de las pulsiones. Si la pulsión se define como un concepto límite
entre lo somático y lo psíquico, la libido pertenece exclusivamente al psiquismo.
En 1905, Freud utiliza el término libido para describir un concepto cuantitativo variable que
permite medir los procesos y las transformaciones de la excitación sexual. La libido es la
energía de la pulsión sexual.
Debemos entender también la diferencia entre la pulsión y otros conceptos con los que se
suele confundir: instinto, proceso somático, estímulo.
El instinto remite a automatismos heredados, a nociones preformadas en el sistema nervioso
central. Es algo que está inscripto, grabado, incorporado en la materia viva como tal y es
desencadenado por una situación específica.
Es también independiente de toda experiencia previa. A medida que se avanza en la escala
zoológica en el individuo está menos regido por lo instintivo y más a merced de la experiencia
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MARTA VEGA

Psicología de la Adolescencia: Seminario: - Conceptos metapsicológicos generales.

  • Pulsión.
  • Evolución de las pulsiones. Freud plantea que todo desenlace psíquico, dentro del marco de la normalidad o la psicopatología, debe ser entendido como producto de conflicto entre el yo y la libido. “Por último no concluiré este trabajo, que a su vez no es sino un fragmento de un contexto más vasto, sin anticipar las dos principales tesis hacia cuyo esfuerzo navega la teoría libidinal sobre las neurosis y psicosis, que las neurosis brotan en lo esencial de conflictos del yo con la pulsión sexual y que sus formas guardan las improntas de la historia de la libido… y del yo” (S. Freud, 1911). ¿Cuál es el alcance de esta concepción genética? ¿Qué significa historia? Freud desde el comienzo de sus trabajos intenta establecer una sucesión de épocas en la infancia y en la pubertad y relaciona la elección e la neurosis con esta sucesión; se trata de una sucesión de acontecimientos que no guardan una correlación estricta con la cronología, sino que suponen distintos momentos en la estructuración del aparato psíquico. Son momentos lógicos, no cronológicos, y el pasaje de una época a otra, de un sistema a otro, se compara a una traducción. Trabajaremos a continuación uno de esos grandes ejes: el de la evolución libidinal. Debemos definir en primer término el concepto de libido y diferenciarlo de la pulsión. Libido no abarca todo el campo de las pulsiones. Si la pulsión se define como un concepto límite entre lo somático y lo psíquico, la libido pertenece exclusivamente al psiquismo. En 1905, Freud utiliza el término libido para describir un concepto cuantitativo variable que permite medir los procesos y las transformaciones de la excitación sexual. La libido es la energía de la pulsión sexual. Debemos entender también la diferencia entre la pulsión y otros conceptos con los que se suele confundir: instinto, proceso somático, estímulo. El instinto remite a automatismos heredados, a nociones preformadas en el sistema nervioso central. Es algo que está inscripto, grabado, incorporado en la materia viva como tal y es desencadenado por una situación específica. Es también independiente de toda experiencia previa. A medida que se avanza en la escala zoológica en el individuo está menos regido por lo instintivo y más a merced de la experiencia

que pueda ir acumulando a través del aparato psíquico: estructura altamente diferenciada de la mente, que actúa como mediador entre la excitación y la respuesta ante esa excitación. El término pulsión (trieb) sólo tiene en común con el instinto que ambos designan una fuerza impulsora. La siguiente diferenciación corresponde a proceso somático. La pulsión incluye un proceso somático pero no todo proceso somático es pulsión, aún aquellos que requieren de una labor del sistema nervioso, ya que el proceso somático puede resolverse mediante regulaciones endógenas, es decir a través de la articulación de cargas y descargas hormonales. Son procesos automáticos donde no existe el carácter específico de la pulsión, que es el de representar una exigencia de trabajo para la mente. En cuanto a si la pulsión es un estímulo, sí, lo es: pero no de cualquier tipo. Hay estímulos exteriores y otros que provienen del interior del propio organismo. Los primeros operan como fuerza de choque momentánea, “de un solo golpe” y se resuelven mediante una única acción adecuada, que sigue el modelo del arco reflejo, que actúa según el mecanismo de la fuga. Los segundos provienen del interior del organismo, por lo tanto no es posible el recuerdo de la huida: exigen para su supresión conductas más complejas. Es dentro del marco de las necesidades o estímulos endógenos que se comprende el concepto de pulsión. Pulsión: es una fuerza de carácter constante, es el estímulo para el psiquismo que debe elaborar acciones complejas tendientes a modificar el mundo exterior a fin de satisfacer la fuente interior estimulante. Es en este sentido que Freud considera a las pulsiones como el motor del progreso que ha llevado al sistema nervioso a su actual grado de desarrollo. En 1915 Freud precisa estos conceptos y describe los términos incluidos dentro de la teoría de la pulsión. Uno de los cuatro elementos de la pulsión es el objeto, pero no es fijo, ni está determinado por herencia como ocurre en el instinto. Esta es una de las características que diferencia la pulsión del instinto. Otro carácter de la pulsión, es que es continua, es decir, no desaparece de una vez y para siempre. Cuando hablamos de satisfacción hacemos referencia al cese o reducción del estímulo, es una ley fundamental del sistema nervioso, Freud dice que la neurona pretende descargar el estímulo constantemente, es decir trata de mantenerse libre de estímulo, por lo que tiende a la reducción de los mismos (1895). Así como los estímulos exteriores se tramitaban mediante la huida, que acontecía mediante movimientos oculares, los estímulos pulsionales generan exigencias de trabajo para la mente, que produce conductas complejas, ya que no es tan sencillo librarse del estímulo que presenta

  1. Meta o fin: es la satisfacción de la pulsión a través de un acto de descarga que elimina o cancela la excitación en la fuente. Las metas pueden ser coartadas o desviadas, es decir, puede haber una desviación o inhibición con respecto al logro de la satisfacción. Ejemplo la meta sexual de la corriente amorosa hacia los padres, debe ser trocada en ternura al declinar el complejo de Edipo.
  2. Objeto: es aquello por lo cual la pulsión puede alcanzar su meta (la satisfacción). Es la más variable de la pulsión. No es fijo, ni está predeterminado. Puede pertenecer al propio cuerpo o al ajeno. Puede ser intercambiado o sustituido indefinidamente por otro. Puede ser real o fantaseado.
  3. Fuente: es el proceso somático que se desarrolla en un órgano o parte del cuerpo. Con respecto a la clasificación de las pulsiones, hay dos teorías, la primera Freud la enuncia en 1905, la completa en 1910, donde enuncia dos tipos de pulsiones, las de autoconservación o del Yo, y por otro lado, las pulsiones sexuales. La segunda teoría de las pulsiones del año 1920, a partir del artículo “Más allá del principio del placer”, sitúa la polaridad entre Eros y Tánatos, es decir pulsiones de vida y pulsiones de muerte. Las pulsiones de vida incluyen las dos anteriores (de autoconservación y sexuales) quedando como opuestas las pulsiones tanáticas. Las pulsiones de autoconservación se rigen por el principio de constancia; las pulsiones de muerte se rigen por el principio de nirvana que tiende a reducir la excitación a cero. La pulsión de muerte pretende reducir a lo inorgánico toda la materia viviente, tiende a la desestructuración, a la desorganización, a volver a unidades más simples. En cuanto al principio de constancia, que rige las pulsiones de autoconservación, la excitación de las pulsiones se pretende que se mantenga en un grado mínimo, pero no es la descarga a un cero absoluto, sino a un cero relativo; se pretende bajar la tensión, pero no el cese total de la tensión. Las pulsiones sexuales, se rigen por un principio diferente, el principio de placer. Freud descubre que estas pulsiones tienen una manera de obtener satisfacción que no es la mera descarga, puesto que hay ciertos incrementos tensionales que son placenteros, por ejemplo los preparativos del acto sexual implican un incremento pulsional; la descarga en el orgasmo sería la reducción, pero es un aspecto del acto sexual la descarga. La vivencia placentera en conjunto tiene aumentos y disminuciones de tensión. El principio de placer, según Freud, se rige por algo que domina ritmo, que serían los aumentos y disminuciones de la tensión en una unidad de tiempo. Para Freud, en todo organismo viviente hay una fusión de las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte. Esto significa que la pulsión de vida le impide a la pulsión de muerte la descarga a cero.

Cuando la pulsión de muerte aparece ligada a la vida se manifiesta bajo la forma de agresión. La agresión es la forma en que se manifiesta la pulsión de muerte mediatizada por el aparato psíquico. Clasificación de las pulsiones 1° Teoría: enunciada en 1905 (Tres ensayos) y precisada en 1910 (Concepción psicoanalítica de los trastornos psicógenos de la visión) Pulsiones del yo o de autoconservación (principio de constancia) Invisten con interés (objetos independientes, ej.: alimentos) Polaridad egoísmo (el propio yo) Pulsiones sexuales (principio de placer) Inviste con libido objetal (los objetos) Libido de yo (narcisismo) 2° Teoría: enunciada en 1920 de: “Más allá del principio de placer”. Pulsiones de vida- Eros Pulsiones del yo Polaridad Pulsiones sexuales Pulsiones de muerte-Tánatos (principio de nirvana) Principios que la rigen En esta segunda clasificación, las pulsiones de vida-Eros, incluyen a las dos anteriores: las pulsiones de autoconservación o del yo y las pulsiones sexuales, quedando como opuestas las pulsiones tanáticas o de muerte. Para distinguir entre sí los tres tipos de pulsiones consideramos el principio que las rige en cuanto a la obtención de la meta. Las pulsiones de autoconservación se rigen por el principio de constancia. Las pulsiones sexuales por el principio de placer y la pulsión de muerte por el principio de nirvana.

Veremos entonces como se va dando esta complejización en tiempos sucesivos a través de la inscripción de huellas mnémicas que corresponde en cada momento a un tipo de pulsión predominante cuya fuente se encuentra en una determinada zona erógena. El tiempo inicial corresponde a una primera orientación en el mundo, que permite diferenciar un interior e un exterior sobre la base de poder fugar de los estímulos externos, pero no de los internos. Estos últimos constituyen necesidades ineludibles y los externos resultan indiferentes. La base para que se organicen displacenteros (tensionantes), por ej.: irritación en la mucosa estomacal, o sequedad en la garganta. Es fundamental la constitución de un ritmo somático de tensión- alivio para que pueda surgir lo que Freud llama el aprendizaje de las reglas biológicas, o sea, que la necesidad se calma mediante acciones específicas, como la succión. El sistema nervioso se rige por una ley fundamental: mantener lo más bajo posible el nivel de excitación. Cuando el bebé nace acuden a él grandes montos de excitación, que sólo pueden ser tramitados por acciones reflejas, esto es mediante acciones musculares, por las cuales los estímulos exteriores son suprimidos mediante la fuga, son estímulos pulsionales, el hambre es uno de ellos. El bebé al principio cuando tiene hambre reaccionará con acciones musculares reflejas, por ejemplo, el llanto, el pataleo, pero más adelante tendrá que encontrar la acción específica que suprima ese estímulo. La supresión o disminución de este particular tipo de estímulo, que es un estímulo interno, denominado pulsión, se realiza mediante la satisfacción; es decir, es necesaria una acción específica para satisfacer esa necesidad, esa tensión pulsional. Esa acción específica que es la succión, en un comienzo está basada en un reflejo, pero poco a poco, el bebé deberá aprender a succionar articulando los órganos que requieren mayor investidura libidinal, porque el oxígeno y el ritmo cardíaco son fundamentales para la supervivencia. Cuando el bebé comienza a succionar existe la necesidad de articular los estados de los diferentes órganos, por ejemplo, los bebés recién nacidos se atragantan al mamar porque no tienen establecido un ritmo entre lo que es la mamada y el ritmo respiratorio. A esto Freud lo llama “aprendizaje de las reglas biológicas”, el bebé tiene que ir instalando un ritmo que satisfaga las pulsiones de autoconservación, que permita llegar a ese estado de homeostasis que es el óptimo para satisfacer las pulsiones de autoconservación. Por esta razón, es muy importante en este momento en que el bebé tiene que aprender a distinguir algo que viene de adentro, de algo que viene de afuera, que no haya contradicción entre los diferentes órganos, por ejemplo, en un bebé que nace con problemas respiratorios, la energía pulsional que atrae ese órgano se hace contradictoria con la energía que debe poner

en el acto de la succión, por lo que puede surgir problemas derivados de esta no armonización de la investidura de los diferentes órganos. (Investidura libido que se dirige a determinado lugar). A través de la succión se satisfacen las pulsiones de autoconservación y además se irá obteniendo un plus, una ganancia, que es la ganancia de placer, es decir, en esta experiencia de satisfacción, esta vivencia de satisfacción que es la succión misma, se ira satisfaciendo las pulsiones de autoconservación y al mismo tiempo se va a inscribir un ritmo que es placentero. El ritmo de la vivencia placentera supone un soporte exterior que es la madre, es necesario ese encuentro entre algo que viene del niño que es esa tensión y algo que viene de afuera, que lo satisface y le permite inscribir una vivencia de placer. El encuentro entre el estímulo pulsional y un estímulo que proviene de afuera, responde a un determinado ritmo; el niño tiene un ritmo, que es que nace de sus pulsiones de autoconservación, por ejemplo, tiene hambre en determinadas horas, tiene que haber un acople de este ritmo biológico desde un ritmo que proviene de la madre, que respete el propio ritmo del niño, porque si el niño tiene hambre y la madre cree que tiene que cambiarle los pañales, no se está respetando este ritmo. El encuentro de ambos determina este ritmo placentero. Este encuentro se va a dar en la zona erógena, la que surge por desplazamiento, siguiendo el camino inverso al del ingreso del alimento en el tracto digestivo, el alimento entra por la boca y llega al estómago, donde satisface la tensión de necesidad; la zona erógena se va a constituir siguiendo el camino inverso, desde el estómago hacia la mucosa bucal, que es el lugar donde se registran las sensaciones de placer-displacer. Esta sensación sólo se da en las mucosas o en la piel, esto quiere decir que están ligadas con órganos de los sentidos, en el estómago no hay sensación de placer y displacer, pero sí disminución de la tensión. La pulsión sexual que permite la ganancia de placer se apuntala en la pulsión de autoconservación; el placer que el chico va a obtener con el chupeteo nace de una actividad previa que tuvo que ver con la succión. El chupeteo es tomado por Freud como modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles; lo define como un contacto de succión con los labios repetido rítmicamente que no tiene como fin la nutrición. El carácter más llamativo de esta pulsión es el hecho de que no está dirigida a otra persona, sino que se satisface en el propio cuerpo, es decir, es autoerótica, y los labios del niño se comportan como una zona erógena. Freud define a la zona erógena como un sector de la piel o mucosa, en que cierto tipo de estimulación provoca una sensación placentera. Freud habla de

habla de la unificación de zonas erógenas. Con respecto al objeto, antes había un objeto para cada zona erógena, ahora el objeto está unificado, es la madre, que va a satisfacer las necesidades del niño, pero que es indiscernible del contexto y del propio niño. Así como antes el objeto era generado por el chico, por la zona erógena, ahora el Yo pasa a ser algo generado por la mamá. Esto quiere decir que si la mamá esta presente, el chico tiene un sentimiento de sí, si la mamá está ausente de su campo perceptual, pierde el sentimiento de sí, se va la madre y se lleva el Yo, se va aquello que lo hace ser. Hacia este objeto se dirige una investidura que se llama investidura de anhelo. Freud la llama anhelo, añoranza, nostalgia: “desde entonces, repetidas situaciones de satisfacción han creado el objeto de la madre, que ahora, en caso de despertarse la necesidad, experimenta una investidura intensiva, que ha de llamarse <<añorante>>” (Inhibición, síntoma y angustia, Apéndice C). Esta investidura abarca las pulsiones sexuales y las pulsiones de autoconservación, porque hacia el objeto se dirigen ambas corrientes. Desde las pulsiones de autoconservación este objeto es investido con egoísmo y desde las pulsiones sexuales este objeto recibe una investidura narcisista. El narcisismo es la manera en que las pulsiones sexuales invisten el propio Yo. Como este objeto, madre, con el cual existe un vínculo de identificación, es parte del Yo, hacia él se dirige una investidura narcisista. En este momento, se produce una imbricación entre las pulsiones de vida y las de muerte, una primera fusión de estas pulsiones; esta se da por la aparición de algo nuevo: la musculatura dentaria. El chico puede morder y escupir; esto es una conducta agresiva, es decir, aquello que es displacentero ahora puede ser expulsado fuera mediante la agresión; este es un rudimento de agresión. Este primer rudimento se da en la fase oral secundaria. La meta en esta etapa es la devoración, de ahí surge la ambivalencia, porque lo que se pretenda hacer con el objeto madre es incorporarlo, y si se lo incorpora no está afuera, se pierde el parante del ser. La ambivalencia es expresión de la contradicción entre las pulsiones de autoconservación y las sexuales. La fase anal también se subdivide en dos: anal primaria y anal secundaria. La pulsión anal tiene como zona erógena hegemónica la mucosa y la musculatura del esfínter anal. La meta de la pulsión es doble, acá aparece una de las polaridades característica de la pulsión sexual. La primera polaridad es placer-displacer; la segunda: activo-pasivo; y la tercera: sujeto-objeto. En la fase anal primaria, la meta es perder y aniquilar; la meta pasiva corresponde a la mucosa y tiene que ver con el pasaje de las heces por el conducto anal; la meta activa corresponde a la musculatura, y tiene que ver con la destrucción. Les había dicho anteriormente que la pulsión

se caracteriza por representar una exigencia de trabajo para la mente. La pulsión anal en este momento, también se caracteriza por representar esta exigencia de trabajo para la mente; consiste en conciliar algo que es pasivo en la mucosa con una posibilidad activa en la musculatura; la actividad de la musculatura aparece como respuesta ante la pasividad de la mucosa. Esto significa que la estimulación en la ampolla rectal es un placer pasivo, porque el chico no es dueño de su placer, sino que el pasaje de las heces es el que determina el placer, que implica perder, dado que por mucho que intente retener las heces, siempre van a salir; es un placer que tiene el valor de un orgasmo anal. Este placer por perder es respondido por un placer por agredir; allí el chico es activo. Para agredir el chico se vale de la musculatura de todo el cuerpo, él es activo con sus brazos, con sus piernas, es el momento en que ha adquirido dominio de su musculatura corporal, fundamentalmente, las manos y las piernas le sirven para hacer cosas sobre el mundo, es el momento en que el chico destroza todo lo que tiene a mano, desarticula, rompe, todo lo que está a su alcance. Esto se da a partir de la locomoción, aproximadamente al año. Esto determina el placer por agredir, la musculatura es lo que permite el uso de la agresión, es decir, la musculatura le permite la expulsión de la pulsión de muerte hacia afuera, por tanto en este momento hay una mayor capacidad del aparato psíquico para ligar la pulsión de muerte. “… La tarea de la libido es volver inocua esta pulsión destructiva, la desempeña desviándola en buena parte, y muy pronto con la ayuda de un sistema de órgano particular de musculatura hacia afuera, dirigiéndola hacia los objetos del mundo exterior, recibe entonces el nombre de pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento o voluntad de poder” (S. Freud, “el problema del masoquismo”) La segunda subfase, la anal secundaria, también tiene dos metas: básicamente se trata de guardar y conservar, guardar puede tener que ver con cuidar. Las dos metas que antes tenían que ver con la actividad y la pasividad ahora se expresan de esta forma: la pasividad, es decir el erotismo, tiene que ver con la retención, y la actividad, o sea el sadismo, tiene que ver con el control. Ahora hay un mayor desarrollo de la musculatura que sirve para controlar los esfínteres y además, permite representar el cuerpo propio como una totalidad cerrada, dado que si puede cerrar el esfínter, el cuerpo queda inscripto como algo cerrado, no como algo que tiene un agujero por donde las cosas se van. En este momento aparecen también los rudimentos del lenguaje, la palabra. El nombre dado por los padres al niño también permite concebir el cuerpo propio como una totalidad cerrada, es unificador. Hay un solo nombre para cada niño, cuando el chico dice “nene” repitiendo lo que le dice a los padres, el nene es uno solo, es él. Aquello que antes era destrucción, ahora es control.

En la etapa anal el cierre se produce en los dos sexos, puesto que en los dos se produce el cierre del esfínter anal, por lo que las diferencias de sexo eran desechadas, desestimadas, los chicos veían que eran distintos pero sus sensaciones pasaban por la zona anal y en esa zona eran iguales ambos, en tanto que las sensaciones intensas se producen ahora en la zona fálica y acá son distintos. La nena no puede registrar mediante su percepción visual, prensil y verbal su genital. La vista adquiere un valor traumático, es el sentido predominante, la manera con que la nena resuelve este trauma, es a través de la sobreabundancia de elementos estéticos, en su propio cuerpo, permanentemente tiene que haber algo que sustituya aquello que falta. La nena logra un goce estético, a través de dichos elementos adquiere un sentimiento de sí, pero perdiendo la posición de sujetos; se transforma en objeto de contemplación, es algo a ser contemplado. La meta de la pulsión fálica es el placer, sigue siendo autoerótica por que el placer se obtiene mediante la masturbación, pero ya hay un objeto claramente diferenciado, hacia el cual se dirigen las investiduras amorosas y ese objeto es incestuoso, y adentro de él, la característica fundamental es la falicidad. La declinación del complejo de Edipo lleva a abandonar los objetos incestuosos, este es el momento en que se produce la represión primaria, las investiduras de estos objetos incestuosos son relegadas al inconsciente. Sobreviene la nueva fase evolutiva que es la latencia, durante ésta la pulsión genital infantil se ve forzada a abandonar la meta originaria transformándola en ternura. La meta sexual que se dirigía a los objetos incestuosos durante la latencia es abandonada y sólo persiste la ternura. En la pubertad aparece la tensión genital, es decir, se producen cambios hormonales que hace que se empiece a expresar una tensión propia de la pulsión genital. Lo que no aparece todavía es la posibilidad de descarga genital. Esta tensión genital hace resurgir la angustia corriente sensual, que se manifiesta por el hallazgo de un objeto intrapsíquico todavía que es intermedio entre el objeto incestuoso y el objeto heterosexual que va a aparecer en la adolescencia; aparece la representación de la prostituta acá los chicos empiezan a intercambiar información sexual, por lo que empieza a surgir un nuevo término, el que hasta ahora no tenía un significado preciso, que es el de prostituta, la mujer fácil y hacia esa representación se dirige la corriente sensual. La posibilidad de descarga, junto con la nueva meta que va a ser la procreación y el objeto heterosexual no incestuoso son las características de la genitalidad adulta. Estas características de la pulsión genital adulta van a aparecer como un desenlace de la adolescencia, esto quiere decir, que no se constituyen desde los inicios y para siempre, sino que va a pasar por diversas

vicisitudes, tampoco implica normalización, sino nuevas exigencias. La pulsión genital plantea una nueva exigencia de trabajo para la mente, esta nueva exigencia la vamos a tener que ir trabajando a través de las vicisitudes pulsionales, los desarrollos yoicos y las defensas. Tenemos que ver cómo la pulsión genital subordina las pulsiones parciales, pero éste no es un desarrollo lineal, sino que es muy problemático y puede seguir diversos caminos, es decir, una pulsión parcial puede subordinarse a la genital, puede hacerse dueña de la genitalidad, como en el caso de las perversiones, puede reprimirse dando lugar a las neurosis, o puede dar lugar a la formación de un carácter. Evolución del Yo: En la psicología pre-Freudiana había una idealización del yo, como sinónimo de consciencia, y frente a este yo psicologizado, Freud hizo un doble descentramiento: por un lado, lo inconsciente, como aquello ajeno al yo “oficial”, a la consciencia, por lo tanto desconocido y por el otro lado, al analizar la constitución del yo, discriminó otro “yoes” distintos del oficial. En “El yo y el ello” (1923), Freud dice “…Hasta ahora en el curso de nuestras investigaciones, el único punto de apoyo que tenemos fue el signo distintivo de consciente e inconsciente” y “todo nuestro saber está siempre ligado a la conciencia. La conciencia es la superficie del aparato psíquico”. A estos diferentes “yoes”, Freud los llamo: yo real o primitivo, yo placer puro purificado o de puro placer y yo real definitivo, como surge formulado en “Más allá del principio de placer”, “Los dos principios del suceder psíquico”, y “La negación”. El yo puede ser abordado desde cuatro teorías: la de las funciones, la de las identificaciones y la de las representaciones, y desarrollos de afectos. La teoría del yo en términos de identificaciones coincide con la teoría del yo en términos de representaciones ya que el yo sólo constituye representaciones con las cuales el vínculo es de ser. De esto se desprende que la representación es identificación primaria, y que inscribir en el aparato psíquico una representación equivale a identificarse. Ahora me voy a referir a la constitución del yo a partir del “Proyecto de una psicología para Neurólogos” de 1895, y vamos a ver luego las funciones, identificaciones, representaciones y desarrollos de afectos en cada uno de los distintos yoes, es decir del yo de realidad primitivo, del yo de placer, y del yo de realidad definitivo. Para la teoría freudiana, el estado inicial del aparato psíquico es un estado pre-psíquico. Existe un sistema nervioso y exigencias pulsionales o necesidades.

modo de cancelar el estado de necesidad es a través de la acción específica, una acción particular para ese estado de tensión de necesidad. Cuando la tensión de necesidad resulta cancelada se produce un nuevo registro: tensión de necesidad-alivio, o, tensión de necesidad- placer. Este es el primer paso del aparato psíquico hacia la cualidad. Existen, entonces, varios momentos previos a la constitución del yo real primitivo: I) Repuesta refleja. II) Preferencia del mecanismo de fuga del estímulo III) Registro de ciertas sensaciones como endógenas IV) Ligadura entre sí de estas sensaciones endógenas de tensión-alivio, de displacer- placer. Desde el punto de vista de las funciones, la función primaria de este yo consiste en establecer una clara discriminación entre los estímulos que proceden del interior y los del exterior. Desde la teoría de las representaciones, sólo se puede hablar de representación de órganos, y desde la teoría de las identificaciones aún no se han inscripto, porque es un yo que se resuelve en términos de cantidad y no de cualidad. En un momento posterior, autoerótico, se establece una discriminación importante: el yo de adueña de su polo perceptual y en la periferia exterior de sus zonas erógenas. Se trata del autoerotismo, paso importante para una mayor cualidad en el aparato psíquico, e intermedio entre el yo real primitivo y el yo placer purificado. La apertura de las zonas erógenas va a producir un mayor grado de cualidad y se producen, vía proyección, en la periferia exterior del cuerpo, de la tensión de necesidad registrada en el interior del organismo. El niño registra la tensión de necesidad en su interior como un estado de malestar, de displacer y también registra placer cuando la madre cancela esta necesidad, placer en la disminución de la tensión de necesidad y el placer sentido en la zona erógena. Se articula, también, el placer producido en la zona erógena a partir de un soporte exterior- la madre- y el alivio de la tensión de una necesidad en el interior del cuerpo. En el autoerotismo la zona erógena aparece como causa del objeto, y esto significa que el objeto es concebido como generado por la zona erógena: el pecho es parte de mí. Aquí el objeto y la fuente de la pulsión, coinciden. En el autoerotismo se produce la satisfacción alucinatoria, que es un estado en el cual el niño a partir de la tensión de necesidad, el hambre, succiona su propio dedo. A esta alucinación se le opone las pulsiones de autoconservación el hambre no calma aunque el niño alucine en su propio dedo el pecho de la madre. Son las pulsiones de autoconservación las que en definitiva hacen fracasar la posición autoerótica.

Cuando el niño reconoce la presencia de un “otro” de quien depende, aunque ese “otro” es idéntico al niño, podemos hablar de narcisismo. En introducción al Narcisismo, Freud dice “se necesita un nuevo acto psíquico que ha de venir a agregarse al autoerotismo para constituir el narcisismo”. Este nuevo acto psíquico es el enlace afectivo con el otro, esto es identificación primaria. Se trata de ser el otro. En un primer momento, el otro es tomado como modelo dador de un bien y su presencia garantiza la existencia del niño. Es otro idéntico al sujeto. Con la identificación primaria con la madre, que le garantiza al niño su ser, culmina su primer período en que el narcisismo implica concebir al otro como idéntico al sujeto. Estos vínculos privilegian al ser y el goce y no el tener y el placer como es inherente a la investidura de objeto. Cuando el yo reconoce su dependencia del otro, de un asistente, para el alivio de la tensión de necesidad, realiza una inscripción pos simultaneidad (S. Freud: “La interpretación de los sueños” Cap. 7) El otro recibe una doble investidura: desde las pulsiones de autoconservación (yo real primitivo) y desde el punto de vista libidinoso una investidura narcisista (yo placer purificado). Se organizan las inscripciones de una articulación entre las zonas erógenas sobre la base de la simultaneidad y por identificación primaria, se construye el yo de placer. Es consecuencia de la articulación de distintas zonas erógenas entre sí, correspondiendo el privilegio inicial a la zona oral y sus adyacencias. La unificación trae por consecuencia, la concepción de un objeto generado por una zona erógena. Al unificarse diferentes huellas mnémicas, se establece una primera y precaria diferenciación entre percepción y memoria. Se construye así una periferia exterior a partir de la ligadura entre distintas zonas erógenas que responden al principio del placer. El autoerotismo se mantiene como actividad libidinal del narcisismo. La experiencia táctil de unificación con la madre resulta fundamental. Esta unificación implica una fusión con el modelo y los desarrollos de afecto de este momento son desesperación, cólera y goce. Se realiza entonces un pasaje de la investidura de órgano a la investidura de anhelo de objeto: el niño anhela la percepción de la presencia de la madre. Cuando el anhelo se satisface se produce el goce, cuando se frustra, desesperación, y cuando lo que resulta frustrado es un deseo hostil, se produce cólera. Es el momento de mayor dependencia del yo con respecto a la asistencia y al amor de un objeto investido como ideal. SINTETIZANDO: los requisitos para la constitución del yo placer son la apertura de las zonas erógenas y la ligadura de las mismas entre sí. Cuando se articulan diferentes zonas erógenas

autoconservación, en consecuencia a estímulos del interior del organismo, devienen fuentes perentorias de satisfacción, y de estos estímulos no puede fugar. A partir de esta jerarquización del mecanismo de fuga, se produce el núcleo del yo real primitivo, que se resuelve en términos de cantidad: todo lo que se registra como estimulación debe ser descargado aspirando a reducir la tensión a cero. Pero reducir la tensión a cero, significaría la muerte, de modo que esa es una aspiración que fracasa. En el yo real primitivo hay un pasaje del cero absoluto al cero relativo, o dicho de otra forma, un pasaje del principio de nirvana al principio de constancia. En un momento posterior y a partir de jerarquizar la fuga como respuesta al estímulo, se produce una ligadura de las sensaciones endógenas entre sí. Después de haberse discriminado lo exterior de lo interior, se ligan las sensaciones endógenas entre sí. Hemos discriminado en el yo real primitivo cuatro momentos: 1- tendencia a la descarga, 2- fuga, 3- jerarquización de la fuga, 4- ligadura de las sensaciones endógenas entre sí. Entre la constitución del yo real primitivo y el yo placer, hay un momento intermedio: el autoerotismo, superior en cualificación al yo real primitivo. El autoerotismo es el momento lógico posterior a la constitución del yo real primitivo. Este tiempo implica una discriminación importante: se adueña del polo perceptual y en la periferia exterior, se adueña de sus zonas erógenas. El objeto es concebido como generado por la zona erógena: el pecho es parte de mí. La fuente y el objeto de la pulsión coinciden, y el modelo autoerótico es los labios besándose a sí mismos. En la mirada de la madre el chico ve sus propios ojos mirándose. Se trata de un tiempo inaugural en que ocurre una identificación del yo con sus propias sensaciones. Una tarea importante en el autoerotismo es la apertura de las zonas erógenas. Con la apertura de las zonas erógenas y en consecuencia, con la constitución del yo de placer, hay una nueva orientación en el mundo que se superpone a la anterior. La apertura de las zonas erógenas se produce del siguiente modo: el niño siente en el interior un estado de tensión, este estado de tensión es resuelto desde el exterior a través de una acción específica, por ej. El niño tiene hambre, recibe el alimento, calma la estimulación interior y obtiene placer en las zonas erógenas, en la boca, en las adyacencias de la misma, en las mucosas, en el tracto digestivo. A posterior de la vivencia de satisfacción el niño proyecta la tensión de necesidad del interior del organismo a la periferia exterior; por ej. Cuando a una persona le duele una muela, lleva la mano al lugar donde siente el dolor, el dolor está en el interior, pero hay un aprendizaje realizado a partir de la acción específica, por el cual, el alivio del dolor es supuesto por la acción de un agente, de un soporte desde el exterior; apoya la mano y con esto supone que calma el dolor.

El malestar del interior, vía proyección, es registrado en la periferia exterior del cuerpo, es un estado de malestar, de prurito, de escozor. Se trata de un registro proyectado de una tensión de necesidad-prurito en la periferia exterior transformado en alivio, el que se articula con la sensación de placer en la zona erógena. Ocurre una nueva transformación de cantidad en calidad. A partir de este momento dos cualidades sensoriales se articulan en la conciencia: las percepciones de las zonas erógenas investidas con atención y los desarrollos de afectos. La zona erógena aparece como causa del objeto, como consecuencia de la vivencia de satisfacción- resultado de la acción específica exitosa- se establece un enlace entre dos inscripciones: la del objeto y la de los movimientos reflejos placenteros de descarga-succión. Este enlace se basa en la simultaneidad percepción-motricidad. Se organizan las inscripciones de una articulación entre las zonas erógenas sobre la base de simultaneidad y con ello, vía identificación primaria del yo de placer, que es consecuencia de la articulación de las distintas zonas erógenas entre sí. Una de las zonas erógenas adquiere predominio o hegemonía sobre las demás, el privilegio inicial corresponde a la zona oral y sus adyacencias. Esta identificación del yo con el otro permite el pasaje del autoerotismo al narcisismo, vía identificación primaria, es decir, ser el otro. En un primer momento, el otro es la madre que para el niño está colocada en posición de modelo. En “Psicología de las masas y análisis del yo”, Freud discrimina cuatro lugares que el otro puede ocupar para el sujeto. Estos lugares son: modelo; ayudante o auxiliar; rival; y objeto. El modelo para el niño es el dador de bien, de algún tipo de tesoro. En un primer momento de la experiencia, el tesoro garantiza el ser, la existencia. En la fase oral, el modelo para el niño es la madre, esto significa que la madre constituye yo ideal, algo a ser, no a tener. Esto es lo que caracteriza al vínculo de identificación primaria. Mientras el deseo del yo es de ser, hacerse ser a sí mismo, con respecto al ´principio de placer, el afecto es el goce. En la fase fálica la identificación tiende al tener, por ej. Ser como papá, para tener a mamá; en tanto que en la fase oral no se puede diferenciar algo que no existe. Traten de pensar como criterios lógicos del aparato psíquico. El deseo del yo en los primeros momentos del desarrollo es constituirse a sí mismos como sujeto. Con el yo placer se construye una periferia exterior configurada sobre la base de la articulación entre distintas zonas erógenas que responden al principio del placer y que están investidas libidinalmente. La posición de pasividad motriz en esta organización del yo, la dependencia del otro para el registro de las diferencias en término de displacer-placer implica que la unificación corresponde a estados y no a funciones. La unificación trae por consecuencia la concepción de un objeto generado por una zona erógena, el pecho está generado porque existe la zona erógena. El objeto encontrado en el exterior y dentro del sujeto es concebido como idéntico.