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Antología española de tema naturaleza, Apuntes de Literatura Española

poetas españoles con sus respectivos poemas

Tipo: Apuntes

2022/2023

Subido el 26/05/2023

laura-salcedo-13
laura-salcedo-13 🇨🇴

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¡No te pierdas las partes importantes!

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Laura Alejandra Salcedo
Valenzuela
Antalogía poetas españoles
Naturaleza y amor
1. Gustavo Adolfo Bequer
Rima II
Saeta que voladora cruza, arrojada al
azar, y que no se sabe dónde
temblando se clavará;
temblando se clavará hoja que del
árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá;
gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y se ignora
qué playa buscando va;
luz que en cercos temblorosos
brilla, próxima a expirar,
y que no se sabe de ellos
cuál el último será;
eso soy yo, que al acaso
cruzo el mundo sin pensar
de dónde vengo ni a dónde
mis pasos me llevarán.
Rima LII
Olas gigantes que os rompéis
bramando en las playas desiertas y
remotas, envuelto entre la sábana de
espumas, ¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nube de tempestad que rompe el
rayo
y en fuego ornáis las sangrientas
orlas, arrebatado entre la niebla
oscura, ¡llevadme con vosotras!
Llevadme, por piedad, a donde el
vértigo con la razón me arranque la
memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo
de quedarme con mi dolor a solas!
Rima LXVII
¡Qué hermoso es ver el día coronado
de fuego levantarse, y, a su beso de
lumbre, brillar las olas y encenderse
el aire!
¡Qué hermoso es tras la lluvia
del triste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores
el perfume aspirar hasta saciarse!
¡Qué hermoso es cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver las rojizas lenguas agitarse!
Qué hermoso es cuando hay sueño,
dormir bien... y roncar como un
sochantre y comer... y engordar... ¡y
qué desgracia que esto sólo no baste!
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Laura Alejandra Salcedo Valenzuela Antalogía poetas españoles – Naturaleza y amor

1. Gustavo Adolfo Bequer Rima II Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, y que no se sabe dónde temblando se clavará; temblando se clavará hoja que del árbol seca arrebata el vendaval, sin que nadie acierte el surco donde al polvo volverá; gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y se ignora qué playa buscando va; luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos cuál el último será; eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo sin pensar de dónde vengo ni a dónde mis pasos me llevarán. Rima LII Olas gigantes que os rompéis bramando en las playas desiertas y remotas, envuelto entre la sábana de espumas, ¡llevadme con vosotras! Ráfagas de huracán que arrebatáis del alto bosque las marchitas hojas, arrastrado en el ciego torbellino, ¡llevadme con vosotras! Nube de tempestad que rompe el rayo y en fuego ornáis las sangrientas orlas, arrebatado entre la niebla oscura, ¡llevadme con vosotras! Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!

Rima LXVII

¡Qué hermoso es ver el día coronado

de fuego levantarse, y, a su beso de lumbre, brillar las olas y encenderse el aire! ¡Qué hermoso es tras la lluvia del triste otoño en la azulada tarde, de las húmedas flores el perfume aspirar hasta saciarse! ¡Qué hermoso es cuando en copos la blanca nieve silenciosa cae, de las inquietas llamas ver las rojizas lenguas agitarse! Qué hermoso es cuando hay sueño, dormir bien... y roncar como un sochantre y comer... y engordar... ¡y qué desgracia que esto sólo no baste!

2. Antonio Machado Orilla del Duero Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario. Girando en torno a la torre y al caserón solitario, ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno, de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno. Es una tibia mañana. El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana. Pasados los verdes pinos, casi azules, primavera se ve brotar en los finos chopos de la carretera y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente. El campo parece, más que joven, adolescente. Entre las hierbas, alguna humilde flor ha nacido, azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido, y mística primavera! ¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera, espuma de la montaña ante la azul lejanía; sol del día, ¡claro día! ¡Hermosa tierra de España! Preludio Mientras la sombra pasa de un santo amor, hoy quiero poner un dulce salmo sobre mi viejo atril. Acordaré las notas del órgano severo al suspirar fragante del pífano de abril. Madurarán su aroma las pomas otoñales; la mirra y el incienso salmodiarán su olor; exhalarán su fresco perfume los rosales, bajo la paz en sombra del tibio huerto en flor. Al grave acorde lento de música y aroma, la sola y vieja y noble razón de mi rezar levantará su vuelo süave de paloma, y la palabra blanca se elevará al altar. Sobre la tierra amarga Sobre la tierra amarga, caminos tiene el sueño laberínticos, sendas tortuosas, parques en flor y en sombra y en silencio; criptas hondas, escalas sobre estrellas; retablos de esperanzas y recuerdos. Figurillas que pasan y sonríen —juguetes melancólicos de viejo—; imágenes amigas, a la vuelta florida del sendero, y quimeras rosadas que hacen camino... lejos...

4. Leandro Fernández de Moratín Idilio Este es Guadiela, cuyas ondas puras van a crecer del Tajo la corriente; esta la selva deliciosa, donde Horas del ardor estivo las bellas hamadríades, formando ligeras danzas y festivos coros. Inarco, ¡ay, infeliz! ¿así la cumbre vuelves a ver de aquel nuboso monte? ¿Así a pisar esta ribera vuelves? Más seguro ¡oh! Licino Más seguro ¡oh! Licino vivirás no engolfándote en la altura, ni aproximando el pino a playa mal segura por evitar la tempestad obscura. El que la medianía preciosa amó, del techo quebrantado y pobre se desvía como del envidiado albergue en oro y pórfidos labrado. Muchas veces el viento árboles altos rompe; levantadas torres con más violento golpe caen arruinadas; hiere el rayo las cumbres elevadas. No en la dicha confía el varón fuerte; en su aflicción espera más favorable día: Jove la estación fiera del hielo vuelve en grata primavera. Si mal sucede ahora, no siempre mal será. Tal vez no excusa con cítara sonora Febo animar la musa; tal vez el arco por los bosques usa. En la desgracia sabe mostrar al riesgo el corazón valiente y si el viento tu nave sopla serenamente la hinchada vela cogerás prudente. Rumbo mejor, licino Rumbo mejor, Licino, Seguirás no engolfándote en la altura, ni aproximando el pino a playa mal segura, por evitar la tempestad oscura. El que la medianía preciosa amó, del techo quebrantado y pobre se desvía como del envidiado alcázar, de oro y pórfidos labrado. Muchas veces el viento árboles altos rompe; levantadas torres, con más violento golpe caen arruinadas; hiere el rayo las cumbres elevadas.

5. José Bergamín Al volver Aquí nació mi vida a la esperanza y aquí esperó también que moriría; ahora que vuelvo aquí, parecería que el tiempo me persigue y no me alcanza. Detiene otoño el paso a la mudanza que, en la luz, en el aire se extasía: los árboles son llamas, su alegría enciende ya mi bienaventuraza. Todo pasó. Todo quedó lo mismo: como sí en este otoño floreciera, ardiendo en el fulgor de su espejismo. Última para mí, la primavera; abismo del no ser al ser abismo la eternidad del tiempo prisionera. Al pasar Al pasar por el parque me he encontrado con un fantasma errante en sus caminos: destello luminoso de hojas muertas, Otoño sobre el suelo humedecido. Tan inaudita música de lumbres hace visible el alma a los sentidos como un rescoldo que despierta en llama al fuego que en cenizas se ha dormido. Seguirán otros pasos a mis pasos; pisarán esta tierra que yo piso: pero no escucharán los mismos ecos que yo estoy escuchando otros oídos. Otros ojos verán lo que mis ojos, pero no lo verán como los míos. Y en otro otoño pulsará el otoño otro latir de corazón vacío. Tiembla la llama Tiembla la llama en el fuego y su reflejo en el agua. Tiembla tu sombra en el aire y la luz en tu mirada. Con lejanía de canto tiembla el son de la campana. Tiembla la voz del torrente y su eco en la montaña. Tiembla la ola en la espuma al deshacerse en la playa. Y tiemblan sobre la arena las huellas de tus pisadas. Tiembla la rama en el árbol y la hoja tiembla en la rama. Yo siento que está temblando en mi corazón, tu alma.

7. Joan Brossa Eco ¿Podrías decirme qué es el sol? -El sol. ¿Y la luna, podrías? -Es la luna. ¿Y por qué llora Pedro inconsolable? Porque en su vida no ha tenido suerte. ¿Y qué son las montañas, las estrellas? Son solamente estrellas y montañas. ¿Y estas raíces qué? ¿Y qué estas cañas? Pues no son más que cañas y raíces. Streap-tease (2) Hoja tras hoja desnudo los árboles. Piedra tras piedra desnudo el terreno. Después el cielo desaparece. Y la tierra también se va. Fin del ciclo Las hojas caídas obstruyen el camino.

8. Juan Ramón Jiménez Ida de otoño Por un camino de oro van los mirlos... ¿Adónde? Por un camino de oro van las rosas... ¿Adónde? Por un camino de oro voy... ¿Adónde, otoño? ¿Adónde, pájaros y flores? El mar lejano La fuente trueca su cantata. Se mueven todos los caminos... Mar de la aurora, mar de plata, ¡qué nuevo estás entre los pinos! Viento del sur ¿vienes sonoro de granas? Ciegan los caminos... Mar de la siesta, mar de oro, ¡qué loco estás sobre los pinos! Dice el verdón no sé qué cosa. Mi alma se va por los caminos... Mar de la tarde, mar de rosa, ¡qué dulce estás bajo los pinos! A Dios en primavera Señor, matadme, si queréis. (Pero, señor, ¡no me matéis!) Señor dios, por el sol sonoro, por la mariposa de oro, por la rosa con el lucero, los corretines del sendero, por el pecho del ruiseñor, por los naranjales en flor, por la perlería del río, por el lento pinar umbrío, por los recientes labios rojos de ella y por sus grandes ojos... ¡Señor, Señor, ¡no me matéis! (...Pero matadme, si queréis)

10. Felipe Benitez Reyes La conciencia La lluvia en esta noche de tinta derramada, sin rumbo en la tiniebla de tinta detenida. Luna del agua blanca vagando a contravida. Agua que mana en vilo camino de su nada. Noche nuestra de ser quienes siempre no fuimos. (Y en la casa de nadie un desierto de espejos). El pasado es ya algo que está cerca y muy lejos: el eterno retorno al lugar del que huimos. En ningún sitio En tantísimos sueños visitaste lugares en que nunca estuviste ni estarás: la ciudad inexistente, un bosque blanco, la playa en la que juegan niños muertos, la calle sin principio ni final que va a ninguna parte y a otro mundo, la honda aventura de los altos abismos. El dibujo en el agua Que estos años pasarán ya lo sabes, pues son tuyos como una posesión de nieve y niebla, como es del mar la bruma o es del aire el color de la tarde fugitivo: pertenencias de nadie y de la nada surgidas, que hacia la nada van: ni el mismo mar, ni el aire, ni esa bruma, ni un crepúsculo igual verán tus ojos. Un dibujo en el agua es la memoria, y en sus ondas se expresa el cadáver del tiempo.

11. Rafael Alberti A galopar Las tierras, las tierras, las tierras de España, las grandes, las solas, desiertas llanuras. Galopa, caballo cuatralbo, jinete del pueblo, al sol y a la luna. ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! A corazón suenan, resuenan, resuenan, las tierras de España, en las herraduras. Galopa, jinete del pueblo caballo de espuma ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar! Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie; que es nadie la muerte si va en tu montura. Galopa, caballo cuatralbo, jinete del pueblo que la tierra es tuya. Pregón ¡Vendo nubes de colores: las redondas, coloradas, para endulzar los calores! ¡Vendo los cirros morados y rosas, las alboradas, los crepúsculos dorados! ¡El amarillo lucero, cogido a la verde rama del celeste duraznero! ¡Vendo la nieve, la llama y el canto del pregonero! Vaiven Por la noche, ya al subir, por la tarde, ya al bajar, yo quiero pisar la nieve azul de jacarandá. ¿Es azul, noche delante? ¿Es lila, tarde detrás? yo quiero pisar la nieve azul de jacarandá. Si el pájaro serio canta que es azul su azulear, yo quiero pisar la nieve azul de jacarandá.

13. Jorge Guillen El mar es un olvido El mar es un olvido, una canción, un labio; el mar es un amante, fiel respuesta al deseo. Es como un ruiseñor, y sus aguas son plumas, impulsos que levantan a las frías estrellas. Sus caricias son sueños, entreabren la muerte, son lunas accesibles, son la vida más alta. Sobre espaldas oscuras las olas van gozando. Árbol del otoño Ya madura La hoja para su tranquila caída justa, Cae. Cae Dentro del cielo, verdor perenne, del estanque. En reposo, Molicie de lo último, se ensimisma el otoño. Dulcemente A la pureza de lo frío la hoja cede. Agua abajo, Con follaje incesante busca a su dios el árbol. Melenas ¡Oh melenas, ondeadas a lo príncipe en la augusta vida triunfante: nos gusta ver amanecer - ¡doradas surgen! - estas alboradas de virginidad que apenas tú, Profusión, desordenas para que todo a la vez privilegie la esbeltez más juvenil, oh melenas!

14. José Hierro Luz de tarde Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres la apariencia tranquila del aire, esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura, el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde, ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos, cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase... Junto al mar Si muero, que me pongan desnudo, desnudo junto al mar. Serán las aguas grises mi escudo y no habrá que luchar. Si muero que me dejen a solas. El mar es mi jardín. No puede, quien amaba las olas, desear otro fin. Alma dormida Me tendí sobre la hierba entre los troncos que hoja a hoja desnudaban su belleza. Dejé el alma que soñase: volvería a despertar en primavera. Nuevamente nace el mundo, nuevamente naces, alma (estabas muerta). Yo no sé lo que ha pasado en este tiempo: tú dormías, esperando ser eterna. Y por mucho que te cante la alta música de las nubes, y por mucho que te quieran explicar las criaturas por qué evocan aquel tiempo negro y frío, aunque pretendas

16. José Agustín Goytisolo El aire huele a humo ¿Qué hará con la memoria de esta noche tan clara cuando todo termine? ¿Qué hacer si cae la sed sabiendo que está lejos la fuente en que bebía? ¿Qué hará de este deseo de terminar mil veces por volver a encontrarle? ¿Qué hacer cuando un mal aire de tristeza la envuelva igual que un maleficio? ¿Qué hará bajo el otoño si el aire huele a humo y a pólvora y a besos? ¿Qué hacer? ¿Qué hará? Preguntas a un azar que ya tiene las suertes repartidas. La fuente perdurable Se estremeció al contacto de las manos y ofrecía su cuerpo al alfarero que ella siempre anheló: primero el rostro después el talle luego las rodillas. ¡Oh sí! Mujer de barro que se vuelve cántaro de aguamiel vasija húmeda copa de vino para los desmayos maceta de albahaca taza honda cáliz de olor jofaina regalada pila bajo la fuente perdurable lamparilla de aceite que alumbrara noches sin sueño y páginas de un libro que está por escribir. ¡Oh sí; ser barro! Barro que ha descubierto a su alfarero. Se oyen los pájaros... El alba. Se oyen los pájaros como perdidos en la niebla; el silencio sube sus cantos a la penumbra de la estancia. El percibe un temblor muy tenue que estremece la piel que ama dulce en su ensueño. Muy despacio la va cubriendo con la sábana por evitar que se desvele. Pero unos brazos le envolvían y se ciñeron a su cuerpo: eternidad fue aquí lisura miel y jazmín. Mucho más tarde aún se oía el cantar los pájaros.

17. Carlos Aganzo Hojas en blanco Como un poema no escrito, frente al mar de la tiniebla Iris Murdoch sujeta con piedras de la playa las hojas en blanco de sus pensamientos. Ya ni siquiera aquí, donde ninguna voz real puede alcanzarla, será capaz de orientarse en el camino de regreso a la memoria, borrada toda huella por el viento de las olas oscuras. CEMENTERIO DE MONTPARNASSE Siempre en su punto de melancolía la tumba de Baudelaire: flores viejas que escriben en la piedra un poema de líquenes en la fría mañana parisina. Guijarros de camino y rosas rojas, húmedas de rocío y de nostalgia, en la sencilla lápida que cubre la voz de César Vallejo, y una mano de América que ha escrito con trazo tembloroso: "Maestro del dolor y la tristeza; tus huesos acá en París, tu corazón peruano". Poema IX Tuvo pena el esclavo de arrancar el brote de amapolas que en rojo sorprendió a la rosaleda con las últimas lluvias en el jardín de Venus. Se reían las rosas de tan gran insolencia. Y llegó la tormenta y a las rosas de poco les sirvieron las espinas. En el jardín desierto ni siquiera el jardinero sabe diferenciar los pétalos caídos: ¿cuál es de rosa? ¿cuál el de amapola?

19. Ramon de Campoamor Amor y Gloria ¡Sobre arena y sobre viento lo ha fundado el cielo todo! Lo mismo el mundo del lodo que el mundo del sentimiento. De amor y gloria el cimiento sólo aire y arena son. ¡Torres con que la ilusión mundo y corazones llena; las del mundo sois arena, y aire las del corazón! La niña y la mariposa Va una mariposa bella volando de rosa en rosa, y de una en otra afanosa corre una niña tras ella. Su curso, alegre y festiva, sigue con pueril afán, y con airoso ademán la mariposa se esquiva. A veces con loco intento quiere hacer presa en sus galas, y, en vez de tocar sus alas, toca las alas del viento. A orilla del Nalón Ora, al cielo vecina, su curso, audaz, a los planetas marca; ya al abismo declina; ya a par del sol camina, y el ancho espacio de la luz abarca. ¿Qué buscará en la hondura de esas sonantes y apacibles olas, que con planta insegura llevan su linfa pura arrastrando entre lirios y amapolas?

20. María Zambrano Delirio indrédulo Bajo la flor, la rama; sobre la flor, la estrella; bajo la estrella, el viento. ¿Y más allá? Más allá, ¿no recuerdas?, sólo la nada. La nada, óyelo bien, mi alma: duérmete, aduérmete en la nada. Si pudiera, pero hundirme… Ceniza de aquel fuego, oquedad, agua espesa y amarga: el llanto hecho sudor; la sangre que, en su huida, se lleva la palabra. El agua ensimismada El agua ensimismada ¿piensa o sueña? El árbol que se inclina buscando sus raíces, el horizonte, ese fuego intocado, ¿se piensan o se sueñan? El mármol fue ave alguna vez; el oro, llama; el cristal, aire o lágrima. ¿Lloran su perdido aliento? ¿Acaso son memoria de sí mismos y detenidos se contemplan ya para siempre? Si tú te miras, ¿qué queda? Si esta paloma se quema Si esta paloma se quema, no es sólo en la zarza ardiente sino bebiendo en una fuente que corre entre la alhucema. Fuente viva y con amor que va hacia la noche oscura, pero nace de la pura claridad de un ancho frescor de Misericordia que es llave del mejor humano y tierra y sol de su mies. Y esta paloma en su vuelo lleva un aire castellano por lo universal del cielo.