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Historia y resuemn de las enfermedades tropicales
Typology: Lecture notes
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L. guyanensis es transmitida a través de la picadura de flebótomos hembra infectados (género Lutzomyia) que depositan los promastigotes del parásito en la piel del huésped. Una vez en el tejido dérmico, los promastigotes son reconocidos por receptores tipo Toll y otros receptores inmunes, activando la respuesta innata inicial Infección de Macrófagos y Evasión Inmune. e ha demostrado la importancia de los receptores tipo toll (TLR) en la respuesta inmunitaria frente a Leishmania promoviendo la transcripción y síntesis de citocinas inflamatorias. El reconocimiento de componentes del parásito por los TLRs activa a macrófagos, células dendríticas y células NK. El Lipofosfoglicano (LPG), un componente importante de la membrana plasmática de Leishmania , es reconocido por TLR2, activando la vía de señalización a través de la proteína adaptadora MyD88 (De Veer et al., 2003). El TLR4 reconoce el complejo de proteoglicolípidos P8, as células NK humanas pueden ser activadas por el LPG a través de TLR2, aumentando la producción de IFNg y TNFa (Becker et al., 2003). Estas citocinas son capaces de activar macrófagos para eliminar a los parásitos Leishmania e inducen la diferenciación de Th Los promastigotes son fagocitados por los macrófagos de la piel, donde se transforman en amastigotes. Este cambio de forma es crucial, ya que permite al parásito resistir el ambiente intracelular hostil y modificar la activación de los macrófagos en subtipos M1 o M2. Los macrófagos M2, que el parásito promueve activamente, liberan citocinas antiinflamatorias como IL-10 y TGF-β, las cuales suprimen la activación del sistema inmunológico y permiten que el parásito se establezca. Dependiendo del microambiente, los promastigotes pueden activar MΦ-M1, lo que lleva a la producción de óxido nítrico (NO) y citocinas proinflamatorias, o MΦ-M2, lo que resulta en la producción de urea, poliaminas y citocinas antiinflamatorias. los macrófagos M2 liberan citocinas y factores de crecimiento antiinflamatorios, como IL-10, TGF-β, y otros mediadores que reducen la inflamación y promueven la reparación del tejido. β (TGF-β) es una citocina multipotencial con diversos efectos sobre las células del sistema inmunitario, incluida la regulación negativa de ciertas funciones de los macrófagos, que inhiben las funciones de los MΦ y promueven la persistencia del parásito. El delicado equilibrio entre los factores del huésped y del parásito que controlan la activación o desactivación de los MΦ determina el destino de los parásitos intracelulares. En algunos casos, L. guyanensis está coinfectada con Leishmaniavirus 1 (LRV1), que agrava la patogenia al inducir una respuesta inflamatoria exagerada que favorece la diseminación del parásito y el riesgo de metástasis hacia mucosas. Este virus también potencia la resistencia del parásito a la eliminación por macrófagos y se ha asociado con un mayor riesgo de formas mucocutáneas de leishmaniasis. L. guyanensis también utiliza vesículas extracelulares para transportar factores de virulencia, como la glicoproteína gp63 Al interferir en la señalización de NF-κB, gp63 promueve un entorno inmunosupresor que favorece la polarización hacia macrófagos M2, NF-κB (Factor Nuclear kappa-light-chain-enhancer de células B activadas) es un grupo de proteínas que actúan como factores de transcripción, regulando la expresión de genes involucrados en respuestas inmunitarias e inflamatorias, así como en procesos de supervivencia celular, crecimiento y apoptosis. NF-κB es crucial para la activación de genes que codifican citocinas, quimiocinas y moléculas de adhesión celular. Esto lo convierte en un mediador importante en la respuesta inflamatoria, permitiendo la comunicación entre células del sistema inmune y facilitando la respuesta a patógenos, NF-κB también promueve la supervivencia celular al regular la expresión de genes anti-apoptóticos. Esto significa que puede ayudar a las células a resistir señales que normalmente inducirían la muerte celular, un mecanismo que algunos patógenos, como Leishmania , pueden aprovechar para persistir en el huésped, NF-κB se activa a través de múltiples vías, incluidas aquellas que involucran receptores tipo Toll (TLR), receptores de tipo NOD (NLR), y otras moléculas de señalización. Su activación puede ser rápida y de corta duración, o puede establecerse de manera sostenida, dependiendo del contexto celular y de los estímulos.
Relación con Leishmania guyanensis L. guyanensis y otros patógenos utilizan la modulación de la actividad de NF-κB como un mecanismo para evadir la respuesta inmune del huésped. Por ejemplo, la glicoproteína gp63 de L. guyanensis puede interferir con la señalización de NF-κB, lo que favorece un ambiente inmunosupresor que promueve la polarización hacia los macrófagos M2. Esto permite al parásito evitar la eliminación por parte del sistema inmune y facilita su persistencia en el hospedador. Elementos fúngicos en la biopsia es importante porque complicó el diagnóstico, llevando inicialmente a pensar que el paciente padecía una infección fúngica. Esta situación ilustró un problema común en el diagnóstico de enfermedades tropicales: las infecciones pueden presentar signos clínicos y hallazgos de laboratorio engañosos, que pueden desviar el diagnóstico y retrasar el tratamiento adecuado. En regiones tropicales, es posible encontrar coinfecciones o contaminación ambiental en muestras de piel debido a la alta biodiversidad microbiana de estas áreas. Por ejemplo, en la selva de Panamá, el paciente pudo estar expuesto a hongos ambientales que, al entrar en contacto con su piel lesionada, se introdujeron accidentalmente en la muestra durante la toma de la biopsia. La presencia de granulomas necrosantes en las lesiones cutáneas fue un hallazgo inesperado, lo que nos impulsó a explorar la posibilidad de leishmaniasis, así como otras posibles patologías. Los granulomas necrosantes observados en la biopsia indicaban un proceso inflamatorio crónico, común en individuos inmunosuprimidos. Este hallazgo motivó pruebas diagnósticas adicionales, como la PCR, que confirmaron la presencia de L. guyanensis Conclusión La confusión causada por los elementos fúngicos resalta la importancia de emplear métodos de diagnóstico avanzado, como la PCR, para confirmar o descartar infecciones específicas cuando el tratamiento inicial no es efectivo. La PCR es capaz de identificar con alta especificidad el ADN de Leishmania guyanensis , diferenciándola de otras posibles infecciones. Este paso fue crucial para confirmar que la causa de las lesiones era una leishmaniasis cutánea y no una micosis. La PCR, en este contexto, es una herramienta crítica debido a su alta sensibilidad, que permite identificar el ADN específico de Leishmania en los tejidos afectados. Esta precisión es vital en casos donde los hallazgos iniciales pueden desviar el diagnóstico. Contar con un estudio diagnóstico exhaustivo que incluya PCR es, en muchos casos, indispensable para manejar adecuadamente enfermedades infecciosas complejas, garantizando que el paciente reciba el tratamiento correcto desde el principio. Además, el diagnóstico temprano y preciso nos permite iniciar rápidamente el tratamiento más adecuado. En el caso de la leishmaniasis, esto es especialmente relevante porque algunas especies del parásito requieren tratamientos específicos debido a su perfil de susceptibilidad. La identificación precisa de la especie de Leishmania , como L. guyanensis en este caso, es fundamental para orientar el tratamiento. Opciones como la miltefosina, que han demostrado ser efectivas para este tipo de infecciones, representan alternativas prometedoras, especialmente cuando superan en eficacia a los antimoniales en la resolución de lesiones cutáneas. Los investigadores revisaron los casos reportados a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) por 14 países donde la enfermedad es endémica: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Guyana, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Perú.