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Las Escuelas Filosóficas Griegas: Monismo y Pluralismo - Prof. Pérez, Slides of Animal husbandry

Este documento explora las diferentes escuelas filosóficas griegas, centrándose en las perspectivas monistas y pluralistas. Se analizan las ideas de pitágoras, heráclito, parménides, empédocles, anaxágoras y demócrito, destacando sus principales teorías sobre la naturaleza del universo y la realidad. Una visión general de las diferentes escuelas y sus principales representantes, proporcionando un contexto histórico y filosófico para comprender sus ideas.

Typology: Slides

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La búsqueda sobre si el universo está constituido por uno o muy pocos
elementos, fue lo que motivó a los primeros filósofos griegos de las ciudades de
origen griego. En las cuales surgen las distintas escuelas de Mileto, de Elea, de
Éfeso y otras, y que dan un paso importante para el estudio de problemas
filosóficos de la época y que resurgirán en el futuro. En el siguiente recurso
estudiemos las distintas escuelas:
Perspectiva Monista
Escuela pitagórica:
En esta escuela, el principal representante es el pensador Pitágoras (530 – 497 a.C.)
que fue natural de Samos. Por tiranía huyó a la Magna Grecia, fundando en
Crotona una especie de asociación filosófico-religiosa.
Para esta escuela, los números son la esencia de las cosas. Los pitagóricos hicieron
progresar las matemáticas y por ello afirmaron que los números constituyen la
naturaleza del universo. Los números son las cosas mismas, siendo cada cosa
equivalente al número. La realidad primordial es el pneuma (πνεμα) ilimitado que
constituye el “ser”, fuera del cual solo existe el “no-ser”, el vacío o el espacio:
El Cosmos es el “uno”, lo impar y constituye el principio de la unidad.
La Díada o el par es igual a dos “unos”, separados por el vacío, o por el no ser. O
también a dos puntos, unidos por una línea.
De esta oposición primaria provienen todos los demás números, las figuras
geométricas y todas las cosas. De aquí se originan las antítesis fundamentales:
entre “ser” y “no-ser”, entre “limitado” e “ilimitado”, entre “lleno” y “vacío”, entre
“par” e “impar”. La armonía entre contrarios. Siendo distintos y opuestos los
elementos que componen las cosas, es necesario un vínculo que los coordine. Este
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La búsqueda sobre si el universo está constituido por uno o muy pocos elementos, fue lo que motivó a los primeros filósofos griegos de las ciudades de origen griego. En las cuales surgen las distintas escuelas de Mileto, de Elea, de Éfeso y otras, y que dan un paso importante para el estudio de problemas filosóficos de la época y que resurgirán en el futuro. En el siguiente recurso estudiemos las distintas escuelas: Perspectiva Monista Escuela pitagórica: En esta escuela, el principal representante es el pensador Pitágoras (530 – 497 a.C.) que fue natural de Samos. Por tiranía huyó a la Magna Grecia, fundando en Crotona una especie de asociación filosófico-religiosa. Para esta escuela, los números son la esencia de las cosas. Los pitagóricos hicieron progresar las matemáticas y por ello afirmaron que los números constituyen la naturaleza del universo. Los números son las cosas mismas, siendo cada cosa equivalente al número. La realidad primordial es el pneuma (πνεῦμα) ilimitado que constituye el “ser”, fuera del cual solo existe el “no-ser”, el vacío o el espacio: El Cosmos es el “uno”, lo impar y constituye el principio de la unidad. La Díada o el par es igual a dos “unos”, separados por el vacío, o por el no ser. O también a dos puntos, unidos por una línea. De esta oposición primaria provienen todos los demás números, las figuras geométricas y todas las cosas. De aquí se originan las antítesis fundamentales: entre “ser” y “no-ser”, entre “limitado” e “ilimitado”, entre “lleno” y “vacío”, entre “par” e “impar”. La armonía entre contrarios. Siendo distintos y opuestos los elementos que componen las cosas, es necesario un vínculo que los coordine. Este

es la armonía, así pues, los números y la armonía son los principios constitutivos de las cosas. Todo es número y armonía. Heráclito (470-535 a.C.) Natural de Éfeso, región de Jonia, escribió un libro De la naturaleza, del que se poseen muchos fragmentos referidos por autores posteriores. Heráclito afirma que la esencia del ser o de toda realidad es el cambio. Todo fluye (panta rei), nada permanece fijo ni estable, las cosas son y no son a la vez. “No puedes bañarte dos veces en el mismo río porque las nuevas aguas corren siempre sobre ti”. Pero el devenir no es irracional, caótico, ya que se realiza de acuerdo con ciertas leyes. La ley interna del devenir universal constituye el verdadero principio explicativo del universo. El universo es fuego “este cosmos, el mismo de todos, no lo hizo ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno que se enciende conforme a medida y conforme a medida se extingue”. Es decir, todo sale del fuego, todo se compone de fuego y todo regresa al fuego. Pero la razón universal permanece inmutable a través de todos los cambios. La guerra (pólemos) es padre de todas las cosas, es la misma lucha de contrarios. De esa lucha surgen todas las cosas, el hombre y la mujer engendran nueva vida, las consonantes y las vocales forman el lenguaje, los tonos altos y bajos

Aquí advertimos entonces que, a partir de una única realidad es imposible que surja la pluralidad y llegamos a concluir que lo que hay, lo que existe verdaderamente ha de ser único, es decir, una única realidad cuyos atributos es ser no-engendrado, indestructible, infinito e inmóvil. Niega la realidad del movimiento al considerar que es pura ilusión de los sentidos. Zenón de Elea, seguidor de Parménides demuestra la no realidad del movimiento, mediante la paradoja de lo finito contenido en lo infinito: “Si las partes del espacio son divisibles hasta el infinito, en ese caso el móvil finito atravesaría en un tiempo finito un número infinito de partes del espacio, lo cual es imposible”. Por lo tanto, el movimiento no existe. Esta visión monista de la realidad es, a juicio de Parménides, una exigencia necesaria de la razón del logos. Perspectivas pluralistas Empédocles (490-435 a. C.) Nació en Agrigento, ciudad de Sicilia; de su poema Acerca de la naturaleza se conservan varios fragmentos. Para él, los cuatro elementos (Las cuatro “raíces”) o sustancias que son simultáneamente originales y simples son: la tierra, el agua, el aire y el fuego. Primero, las raíces mismas no devienen o cambian, son eternas e increadas, luego son elementales, en el sentido de sustancias originales; y segundo, las mismas, junto con dos fuerzas cósmicas eternas y antagónicas como el amor y el odio (o la discordia), actúan mezclándolas y disgregándolas, constituyendo el mundo y la materia prima de todas las cosas.

A lo cual surge la siguiente pregunta: ¿Cómo un número finito de raíces podía originar una cantidad aparentemente casi ilimitada de sustancias diferentes? Empédocles insiste en que las raíces son la fuente de todas las demás clases de sustancias. Esto es semejante con los diversos colores que un pintor puede formar con sus múltiples pigmentos o colores. Las cosas se forman por la combinación de los cuatro elementos y dependiendo de la cantidad o proporción resultan los distintos seres que existen en el mundo. A diferencia de Parménides, pone su confianza a la vez en el testimonio de los sentidos y en el de la razón, aspirando llegar por medio de ambos a un conocimiento “seguro” y a una “verdad nueva”. Aunque estos elementos por separados ya habían sido mencionados por otros, pero a partir de Empédocles irán siempre unidos hasta que en el siglo XVIII fueron destronados por la Química moderna. Anaxágoras (496-428 a.C.) Natural de Clazómenes, colonia del Asia Menor. Gozó de gran reputación como físico, matemático y astrónomo. Ponía como fin de la vida la contemplación, con la cual se consigue la libertad. Para este pensador, donde plantea que las “homeomerías” serían el principio de todas las cosas, comienza planteando el problema de la siguiente manera: ¿Cómo es posible que de lo que no es pelo salga pelo y carne de lo que no es carne?

Se la considera la culminación de la especulación presocrática; la escuela atomista ofrece una solución nueva al problema de la unidad del ser y de la pluralidad de las cosas. El postulado básico consistió que sólo los átomos (corpúsculos sin parte, no visibles, homogéneas y compactos), que es el ser, y el vacío (el no-ser) son reales y forman todo lo que existe. Pero también surge la pregunta: ¿Por qué son distintas las cosas? A lo que se responde que las diferencias se explican debido a las modificaciones en la forma, la distribución y la posición de los átomos. Los átomos son infinitos en número y se hallan dispersos en el vacío, en continuo movimiento. El vacío es lo que separa los átomos y el medio a través del cual se mueven y hace posible la pluralidad. En la generación de las cosas, los átomos se mueven en el vacío, y al encontrase, unos chocan y rebotan, otros se enlazan recíprocamente, pero varía de acuerdo con la simetría de sus formas, tamaños y posiciones, y es en esta unión o relación que se cumple el nacimiento de las cosas compuestas. Los cuerpos se constituyen por agregación de los átomos y se destruyen por disgregación. Pero los átomos mismos son indestructibles e inalterables. Consideraciones finales En suma, la principal preocupación de los últimos filósofos presocráticos fue el problema del cambio. Es cierto que adelantaron explicaciones de fenómenos muy diversos de la meteorología, geología, fisiología, embriología y de otros campos. Las soluciones propuestas por una filosofía natural, fueron una serie de teorías físicas, es decir, de explicaciones de los últimos constituyentes de la materia.

Quizá, los primeros filósofos, los presocráticos, no alcanzaron la solución definitiva a sus observaciones, pero dejaron, con originalidad y vigor el preguntar crítico y radical con que los filósofos griegos se plantearon los problemas del universo físico, del hombre y la sociedad.