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Crecimiento en las ciudades centrales
Typology: Assignments
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Principales elementos teóricos y conceptuales alrededor de los conceptos de desarrollo, desarrollo territorial y desarrollo local, como lo ve este organismo, así como los elementos que permiten operativizarlo en latinoamérica. El desarrollo se concibe de tres formas, como teoría, como discurso y como práctica. La teoría son las explicaciones científicas del desempeño de países, sociedades o territorios en periodos de tiempo establecidos donde se identifican procesos de transformación o cambio. Los discursos son las representaciones sociales se la vida social, política y cultural. Las prácticas son memorias, relatos, o estudios de caso que giran en torno a las experiencias de los actores. Como punto de llegada, en este texto se entenderá por desarrollo las capacidades de una sociedad determinada para, de un lado, formularse una representación colectiva, una idea socialmente construida de un estado deseado, de un deber ser, una aspiración de bien común; y del otro, desplegar los medios, materiales e inmateriales, para su consecución. En la teoría contemporánea del desarrollo, esta definición no constituye un acuerdo ni un paradigma. Es, por el contrario, parte del debate y juego de contraposiciones y diferencias que hace parte de lo que ha sido la vida y evolución del concepto, cuyos momentos más destacados se reconstruyen en esta parte. Comienza analizando el surgimiento de la idea de progreso en el siglo de la Ilustración, para continuar con una mirada más detallada de sus dos grandes momentos durante el siglo XX, con la emergencia propiamente dicha del desarrollo después de la Segunda Guerra y su posterior reemplazo por el concepto de competitividad desde comienzos de los años 1980. Se culminará con un registro de los conceptos y aproximaciones contemporáneas, paradigmas sumergidos que, aunque dispersos, parecen estar adquiriendo más fuerza y resonancia: desarrollo humano, sostenible, cohesión social y alter-(anti-post)- desarrollo. La idea de progreso emerge en un momento de transformación radical en la visión del mundo conocida como siglo de la Ilustración. Se acompaña, del surgimiento de
nuevos valores, principios e instituciones; de nuevos comportamientos sociales. Por una parte, se trasforma el papel otorgado a la ciencia y su rol en la definición de las finalidades de la existencia humana y de las relaciones hombre-naturaleza. Además del conocimiento de la naturaleza, se espera del ser humano una acción de dominio sobre ella, asociada a la idea de progreso. El hombre debe ordenarla y no simplemente adaptarse a ella. Un segundo cambio se produce en el plano de los valores y de los principios morales asignados a comportamientos económicos relacionados con los actos de trabajo, ahorro e inversión. La pobreza y el atraso, entendidos como escasez de bienes materiales son fuente de infelicidad, incivilidad y enfermedad. Están originados en deficiencias sociales inherentes y propias, provenientes de instituciones inadecuadas que inhiben los deseos de acumulación, ahorro, inversión, y trabajo. Esta apatía económica se explica por una preferencia marcada por los placeres, el carácter generoso del medio natural, y por la presencia de un medio institucional malsano: los individuos apenas disponen de limitados medios de subsistencia, aunque podrían procurarse mejores condiciones de vida si consagraran más tiempo a la producción; se contentan con un bajo nivel de vida porque sus necesidades son muy limitadas. Aunque el concepto de desarrollo venía siendo utilizado desde principios de los años 1940 por autores como Benson (1942), no había logrado la resonancia que le permitiera convertirse en referente obligado. Su surgimiento más formal y definitivo acompaña el proceso de constitución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de sus principios y finalidades. Un primer antecedente es la Carta del Atlántico, firmada por el Reino Unido y los Estados Unidos en agosto 14 de 1941, con el propósito de dar a conocer ciertos principios comunes en las políticas nacionales de sus respectivos países, entendidos como la encarnación de sus anhelos por un mejor futuro mundial. Esta Carta, en su quinto párrafo señala: “su deseo de plena colaboración entre todas las naciones en el plano económico con el objeto de asegurar, para todos, mejores condiciones laborales, ajuste económico y seguridad social”.
identificar crecimiento con desarrollo. Convivieron dos aproximaciones distintas con muy diferentes grados de incidencia. De una parte, una teoría económica del desarrollo alimentada por la investigación econométrica de causas y factores explicativos del crecimiento, tomados como elementos sueltos y atomizados y con poca reflexión acerca de sus interacciones e interrelaciones (observación empírica y el análisis estadístico comparativo de procesos de crecimiento y desarrollo. Ej: PIB per capita). De otra, una reflexión económica más orgánica y estructural que intenta comprender el conjunto y otorga, por tanto, más importancia al conocimiento de las estructuras y de las relaciones entre los elementos (). Aunque la primera es la fuente privilegiada del pensamiento dominante (paradigma), la segunda contribuye a su desarrollo a través del debate y de la polémica, aunque no se le reconozca la importancia ni la legitimidad de la primera (paradigma sumergido).
Factores explicativos del desarrollo:
Los problemas y los procesos sociales, económicos, políticos y ambientales se despliegan de manera diferenciada sobre el espacio geográfico. Algunos son comprensibles y transformables solamente a escala del planeta entero (cambio climático), mientras otros solo tienen sentido a nivel individual, a cada escala corresponden objetos geográficos de una cierta dimensión y, por tanto, problemáticas diferentes. El desarrollo debe ir acompañado de acciones para que deje de ser solo una intención o une buena teoría. Para que la idea de desarrollo sea una construcción en efecto colectiva, se requiere de la existencia de un grupo humano cohesionado que la produzca y se comprometa con lo que ella implica. En este sentido, de nuevo la escala importa, y el concepto de territorio desempeñará un papel central. Se habla de territorio, cuando un grupo humano se apropia culturalmente de un espacio físico. Esta apropiación tiene un doble sentido y significado. Se trata, por una parte, de sentido de arraigo, pertenencia y compromiso. También significa, por la otra, de la existencia de medios jurídicos, políticos y objetivos (infraestructura y redes, por ejemplo) de control y de dominio. Así, el territorio expresa la toma de posesión de un espacio por parte de una especie, para su organización y defensa; es una porción de superficie terrestre apropiada por un grupo social para asegurar su reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales. Para la CEPAL, el desarrollo territorial es un proceso de construcción social del entorno impulsado por la interacción entre las características geofísicas, las iniciativas individuales y colectivas de distintos actores y la operación de las fuerzas económicas, tecnológicas, sociopolíticas, culturales y ambientales. Por lo tanto, requiere de políticas integrales, con un alto componente de participación y de capacidad metodológica, para poner en valor la diversidad de sus territorios, evitando que estas diferencias se conviertan en factores de discriminación o asimetrías, en las oportunidades para las personas familias y comunidades. La planificación multinivel se constituye en una herramienta para la gobernanza. Es un proceso técnico y político, que implica una relación compleja entre las instituciones y sus políticas públicas, en materia de dinámicas intertemporales,
intersectoriales, interescalares, intergubernamentales y multiactorales, que buscan favorecer una acción coordinada y con legitimidad política del Estado, respecto a la resolución de los problemas sociales, para la provisión de bienestar el incremento de la democracia y la generación del desarrollo. De ahí que un esquema como este, de planificación descentralizada y participativa, contribuya a fortalecer las capacidades sociales, políticas y técnicas de los Estados, en todos sus niveles gubernamentales, entrando en sintonía con las agendas del desarrollo propuestas para América Latina y el Caribe, que hoy tienen como fin una mayor igualdad “el valor de la igualdad, junto con el de la libertad es la forma más humanizada de asumir las tareas de la modernidad”.