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CELULITIS, ERISIPELA Y LINFANGITIS
Typology: Study notes
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1.1 Aspectos conceptuales La celulitis es una infección bacteriana aguda que afecta la piel y los tejidos subcutáneos, caracterizada por inflamación, enrojecimiento, dolor y calor en la zona afectada. A diferencia de otras infecciones cutáneas como la erisipela, la celulitis se extiende hacia las capas más profundas de la dermis y no presenta bordes bien definidos. Esta infección ocurre cuando bacterias, como Streptococcus pyogenes y Staphylococcus aureus, penetran a través de lesiones en la piel, como heridas o cortes, desencadenando una respuesta inflamatoria. Aunque puede ser causada tanto por la flora natural de la piel como por bacterias externas, la celulitis es una condición grave debido a su capacidad de diseminarse a través del sistema linfático y sanguíneo, aumentando el riesgo de complicaciones sistémicas, como la bacteriemia. 1.2 Epidemiología Es una infección cutánea común a nivel mundial, con una mayor prevalencia en adultos mayores, personas con sistemas inmunitarios debilitados, y aquellos que presentan condiciones predisponentes como diabetes, linfedema, insuficiencia venosa o edema crónico. También se observa con frecuencia en individuos que han pasado por cirugías recientes, particularmente en las extremidades inferiores, como en aquellos a los que se les han extirpado las venas safenas. La incidencia de la celulitis tiende a aumentar durante los meses más cálidos del año. Se estima que globalmente afecta a aproximadamente 200 personas por cada 10,000 habitantes al año, y representa alrededor del 67% de las infecciones de partes blandas, lo que la convierte en la infección cutánea de mayor prevalencia. La mayoría de los casos (86%) se localizan en las extremidades inferiores, seguidos de los miembros superiores (10%), cuello (3%) y abdomen (1%). Además, se estima una recurrencia de entre el 8% y el 49%, siendo las extremidades inferiores las más afectadas, aunque estos datos no diferencian
acompañada de escalofríos, especialmente en casos más graves. En algunos pacientes, pueden desarrollarse complicaciones como abscesos locales, necrosis o bacteriemia. Además, pueden observarse líneas rojas que se extienden desde el área infectada, indicando diseminación a través de los linfáticos. Es relevante señalar que la celulitis causada por Staphylococcus aureus a menudo se asocia con la formación de abscesos o infecciones purulentas, mientras que la celulitis estreptocócica tiende a propagarse más rápidamente, presentándose como un proceso difuso que puede estar vinculado a linfangitis y fiebre, lo que se conoce como celulitis no purulenta. En el caso de mordeduras de animales, pueden surgir infecciones causadas por bacterias específicas como Pasteurella multocida. Estos síntomas y complicaciones resaltan la necesidad de un diagnóstico y tratamiento oportunos para prevenir el avance de la infección. 1.5 Métodos diagnósticos utilizados para su identificación El diagnóstico de la celulitis es fundamentalmente clínico y se basa en la evaluación detallada de los signos y síntomas característicos de la enfermedad, como el enrojecimiento, la inflamación y el dolor en el área afectada. En casos complejos o de pacientes inmunocomprometidos, se pueden emplear pruebas adicionales para precisar el agente causante o descartar complicaciones. Estas incluyen hemocultivos para detectar bacteriemia (presencia de bacterias en el torrente sanguíneo y cultivos bacterianos de heridas profundas o abscesos para identificar el patógeno involucrado. Además, el ultrasonido es útil para identificar abscesos que requieren drenaje, mientras que la resonancia magnética permite diferenciar la celulitis de otras infecciones profundas como la fascitis necrotizante. Los análisis de laboratorio, como el hemograma y la proteína C reactiva, pueden revelar signos de inflamación y de infección sistémica, lo que es particularmente útil en casos con diseminación sospechada. Finalmente, una historia clínica detallada permite identificar factores de riesgo específicos y orientar el tratamiento, sobre
todo en pacientes expuestos a ambientes de riesgo como el agua contaminada o con antecedentes de heridas penetrantes. 1.6 Tratamiento actual La elección del tratamiento depende de la gravedad de la infección, el tipo de bacteria, y si la celulitis es purulenta o no purulenta. Las infecciones purulentas, generalmente asociadas con abscesos, pústulas o escaras, sugieren infección por Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM) y requieren antibióticos eficaces contra este patógeno. Por otro lado, las infecciones no purulentas suelen ser causadas por estreptococos o Staphylococcus aureus sensible a meticilina (SASM) y se tratan inicialmente con antibióticos β-lactámicos resistentes a penicilinasa. La práctica clínica recomienda monitorizar estrechamente al paciente y ajustar el tratamiento si la respuesta es insuficiente. 1.6.1 Tratamiento empírico para celulitis no purulenta moderadamente grave
principalmente en pacientes con insuficiencia venosa o linfedema. 2.3 Mecanismo de producción La erisipela se produce por la entrada de bacterias (principalmente estreptococos del grupo A) a través de puertas en la piel como úlceras, traumatismos, abrasiones locales o lesiones dérmicas previas (eccemas o micosis). También puede desarrollarse a partir de una infección en el muñón umbilical en recién nacidos. El microorganismo desencadena una inflamación aguda, rápida y superficial que afecta los vasos linfáticos y produce obstrucción linfática, lo que explica su tendencia a recidivar. 2.4 Principales manifestaciones clínicas Las características clínicas de la erisipela incluyen:
2.5 Métodos diagnósticos utilizados para su identificación El diagnóstico de la erisipela es principalmente clínico, basado en la apariencia de la lesión y los síntomas acompañantes como fiebre y dolor. Sin embargo, algunos estudios complementarios pueden ser utilizados en casos más complejos:
La linfangitis aguda, principalmente causada por estreptococos del grupo A, es común en todo el mundo, con mayor incidencia en climas tropicales o subtropicales. Afecta más a adultos jóvenes y personas que presentan factores predisponentes como linfedema o enfermedades crónicas como diabetes mellitus. La exposición a microorganismos específicos también varía geográficamente, como en el caso de la filariasis, que es endémica en regiones de África, el sudeste asiático y Sudamérica, donde la transmisión ocurre a través de mosquitos infectados. La linfangitis es más prevalente en individuos con sistema inmunológico comprometido, especialmente aquellos con trastornos linfáticos crónicos, ya que son más susceptibles a infecciones recurrentes. La de linfangitis crónica, se observa con mayor frecuencia en áreas donde la agricultura y la jardinería son prácticas comunes, ya que el hongo Sporothrix schenckii se encuentra en la tierra y en ciertas plantas. Esta infección fúngica tiene un curso más lento y es más frecuente en individuos que realizan actividades al aire libre, como jardineros y agricultores. 3.3 Mecanismo de producción La linfangitis se inicia cuando un patógeno penetra en el cuerpo a través de una herida o lesión en la piel y accede al sistema linfático. Los patógenos comunes incluyen bacterias como los estreptococos del grupo A, que pueden extenderse rápidamente a lo largo de los vasos linfáticos. En el caso de la linfangitis aguda, el proceso se desarrolla de manera acelerada: los microorganismos penetran en los vasos linfáticos y generan una respuesta inflamatoria que causa dilatación y engrosamiento de las paredes de los vasos, lo que se manifiesta externamente como estrías rojizas visibles que siguen el trayecto de los vasos linfáticos.
En la linfangitis crónica de etiología micótica o parasitaria, como en la esporotricosis y la filariasis, la infección progresa de manera más lenta, produciendo una respuesta inflamatoria granulomatosa. Esto puede resultar en un bloqueo linfático y formación de linfedema crónico o elefantiasis. Los episodios recurrentes de linfangitis, en particular cuando son causados por infecciones parasitarias o fúngicas, generan daño linfático crónico y un riesgo aumentado de linfedema permanente. 3.4 Principales manifestaciones clínicas La linfangitis aguda se caracteriza por la aparición de estrías rojizas lineales que se extienden desde el lugar de la infección primaria hasta los ganglios linfáticos regionales, acompañadas de dolor y sensibilidad en la zona. Las manifestaciones clínicas sistémicas incluyen fiebre alta, escalofríos, taquicardia y malestar general. La infección en las extremidades suele llevar a un edema significativo y linfadenopatía (inflamación de los ganglios linfáticos) en la región afectada. Si no se trata, la linfangitis aguda puede progresar a bacteriemia o septicemia, lo que representa un riesgo vital. La linfangitis crónica, por otro lado, muestra un curso de evolución lenta con la formación de nódulos subcutáneos eritematosos y dolor moderado. En el caso de esporotricosis linfática, los nódulos pueden ulcerarse y extenderse en sentido proximal al sitio de inoculación. En la filariasis, la inflamación crónica de los vasos linfáticos puede resultar en elefantiasis, manifestada como un aumento de tamaño de la extremidad afectada debido a la fibrosis y la acumulación de líquido linfático. 3.5 Métodos diagnósticos utilizados para su identificación El diagnóstico de linfangitis se basa en el examen clínico y en la historia de exposición a factores de riesgo. En linfangitis aguda, la combinación de fiebre, estrías lineales rojas en la piel y adenopatía dolorosa regional son indicativos claros. Los hemocultivos pueden ser útiles